La Nau acoge una conferencia de Daniel Innerarity sobre cómo hacer política en la nueva era de la digitalización

Con la conferencia impartida por Adolfo Plasencia el pasado mes de octubre en el Centre Cultural La Nau de la Universitat de València, se abrió el ciclo de debates ‘La Segunda Digitalización’. Enmarcado en el programa de la l’Escola Europea de Pensament Lluís Vives, dicho ciclo continúa su actividad con 'Democracia y complejidad: cómo gobernar en el siglo XXI'. Esta conferencia, que se celebró el pasado martes 28 de enero a las 19 horas, fue impartida por Daniel Innerarity, catedrático en Filosofía Política y Social e investigador en la Universidad del País Vasco.

29 de enero de 2020

Daniel Innerarity.
Daniel Innerarity.

Innerarity, además de doctor en Filosofía, es también director del Instituto de Gobernanza Democrática y profesor a tiempo parcial en el Instituto Universitario Europeo en Florencia. Profesor invitado en numerosas universidades de todo el mundo, como la Universidad de la Sorbonne (París, Francia), la London School of Echonomics and Political Science o la Universidad de Georgetown (Washington D.C, EEUU), ha publicado artículos de opinión en medios de comunicación como ‘El País’, ‘El Correo/DiarioVasco’, ‘La Vanguardia’ y la revista ‘Claves de razón práctica’. Ha escrito varios libros, entre los que destacan el Premio Euskadi de Ensayo 2012 ‘Un mundo de todos y de nadie. La democracia del conocimiento’, el Premio de Ensayo Miguel de Unamuno 2003 ‘La transformación de la política’ y el Premio Euskadi de Ensayo 2019 ‘Una teoría de la democracia compleja’. Asimismo, en 2013 recibió el Premio Príncipe de Viana de la Cultura del Gobierno de Navarra, que reconoce la trayectoria de personas relevantes en el mundo de la cultura.

En la ‘Democracia y complejidad: como gobernar en el siglo XXI’, Innerarity defendióque la principal amenaza de la democracia no es ni la violencia ni la corrupción ni la ineficiencia, sino, sobre todo, la simplicidad; una simplicidad que sirve como un asunto teórico y, a su vez, como un problema práctico que renuncia a lo complejo. Esta renuncia a la sofisticación teórica da lugar a una práctica política que beneficia a quien mejor se maneja en el combate por la simplificación, a pesar de que así no se aporte ninguna claridad e incluso, lamentablemente, se dificulte la inteligibilidad de lo que realmente está en juego.

Resulta que la política que debe, por pura necesidad real, operar actualmente en entornos de elevada complejidad no ha encontrado todavía su teoría democrática. Tenemos que redescribir el mundo contemporáneo con las categorías de globalización, saber y complejidad. La política ya no tiene que enfrentarse a los problemas del siglo XIX o XX sino a los del XXI, que exigen capacidad de gestionar las complejidades sociales, e interdependencias y externalidades negativas, bajo las condiciones de una ignorancia insuperable, desarrollando una especial capacidad estratégica y aprovechando las competencias distribuidas de la sociedad civil. Si la democracia ha efectuado el tránsito de la polis al estado nacional, de la democracia directa a la representativa, no hay razones para suponer que no pueda hacer frente a nuevos desafíos, siempre y cuando se le dote de una arquitectura política adecuada.

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