Inés Alberdi: “Las universidades son de las instituciones que más se han resistido a la entrada de las mujeres”

  • Unidad de Cultura Científica y de la Innovación
  • 31 enero de 2020
 
Inés Alberdi catedrática de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid
Inés Alberdi catedrática de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid

Inés Alberdi es catedrática de Sociología y licenciada en Ciencias Políticas y Económicas por la Universidad Complutense de Madrid. Ha sido la primera persona española en ocupar un alto cargo en una agencia de Naciones Unidas como el Fondo de las Naciones Unidas para las Mujeres (UNIFEM), entre 2008 y 2010. Precursora de la Sociología de Género en España, este miércoles 29 ha presidido un tribunal de tesis doctoral en la Universitat de València.

Además, es integrante del Consejo Asesor del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). Ha publicado diferentes investigaciones sobre la situación social de las mujeres en España, la violencia de género, los jóvenes y la familia, y sobre la participación política de las mujeres. Es autora de una decena de libros, ha dado conferencias por Europa y Estados Unidos y recibió, a finales del 2019, el Premio Nacional de Sociología y Ciencia Política por sus más de 40 años de trayectoria profesional. Este miércoles presidió la defensa de la tesis doctoral de Lydia Candelaria González Orta: “Los derechos humanos de las mujeres y el movimiento feminista transnacional. La CEDAW sus procedimientos y sus procedimientos e impactos glocales”, dirigida por Capitolina Díaz.

Los objetivos de UNIFEM, ahora ONU Mujeres, son reducir la pobreza entre las mujeres, acabar con todas las formas de violencia contra ellas, contener la propagación del sida, asegurar su participación económica, social y política, y garantizar la aplicación de los derechos humanos en las mujeres. La eclosión del feminismo en los últimos años, ¿ha influido en estos asuntos? ¿Cómo?

Uno de los objetivos clave de UNIFEM era el desarrollo de las capacidades laborales de las mujeres, un tema clave de las feministas desde los comienzos de los años 60 y 70. Otro tema muy importante era la lucha contra todas las formas de violencia contra las mujeres. Yo creo que sí que hay una relación estrecha entre los trabajos en general de Naciones Unidas y los cambios, y en particular de UNIFEM y el movimiento feminista a nivel internacional.

¿Hacia dónde camina en los próximos años la Sociología de Género, de la que usted es experta?

Hay una gran diversidad de temas y de perspectivas. Se empezó con lo que se llamaba estudios de la mujer, entonces era estudiar sobre todo las discriminaciones sufridas por las mujeres en el trabajo, en la educación, en el matrimonio, en la familia… Ahora se ha enriquecido más y se habla mucho más en positivo sobre asuntos que hay que lograr. Hay una rama importante de la Sociología de Género que se ha vinculado con los estudios de orientación sexual y eso ha tenido y está teniendo bastante desarrollo.

¿Considera que se ha avanzado en materia de género o todavía estamos en el principio de una revolución?

Creo que se ha avanzado mucho, los estudios de género están bastante asentados. En las áreas técnicas y científicas creo que la perspectiva de género está menos desarrollada. En nuestro país, ha sido en la Sociología donde más empezó, en Ciencia Política y Sociología y luego en Derecho e Historia. Por ejemplo, en los campus americanos ha sido en Literatura, sobre todo, donde empezaron los trabajos feministas. Cada país y cada circunstancia influye, pero yo creo que los estudios están bastante asentados y sobre todo a mí me interesa mucho desde la perspectiva del prestigio académico, lo que fue muy difícil hacer valer inicialmente.

En el mundo académico, del que usted proviene, este cambio social, ¿cómo ha plasmado la irrupción del feminismo?

Las universidades son de las instituciones que más se han resistido a la entrada de las mujeres. Son instituciones con muchos años de experiencia, muy jerárquicas, estructuralmente conservadoras. A las mujeres, en general, les ha costado mucho primero que las dejaran entrar. En España hacia 1910 se permitió la entrada en condiciones similares a las de los hombres, aunque antes había alguna excepción, si bien tenía que ser muy estudiada. Dada la antigüedad de las universidades, la incorporación de la mujer en condiciones normales ha sido muy reciente.

¿Y en los cargos directivos?

La mujer ha llegado más tarde a los grados más altos del profesorado y también al reconocimiento de la categoría del profesorado. No obstante, el número de mujeres es mucho menor del que correspondería en las categorías profesionales más altas. Fue a partir de los años 80 cuando hubo una entrada masiva de mujeres estudiantes y ello ha supuesto un cambio interesantísimo en las universidades españolas, si bien la incorporación al profesorado ha ido más tardía. En los niveles de la autoridad y la representación simbólica la presencia de la mujer todavía se resiste.

¿Es una resistencia que por ejemplo los cinco principales partidos del estado español hasta hace un mes estaban liderados por hombres y sus candidaturas a las elecciones también?

En la política la situación es similar a la universidad. Primero a las mujeres se les dificultó votar, después tuvieron que conseguir el derecho al voto, ahora luchar dentro de la participación política la representación, la dignidad y el mando. Hay una cosa muy interesante de la política democrática, y es que una vez que se dio el voto a las mujeres, estas empezaron a influir. Recientemente, los partidos se han visto en la necesidad de tener representación de mujeres en las instituciones y en los órganos de poder para que les votaran, ya que es un factor visto con simpatía por el electorado. La resistencia de los partidos o de las universidades es fruto de la resistencia que tenemos dentro por cientos de años de socialización en que la autoridad y el poder han sido masculinos.

¿Hay una brecha generacional entre las mujeres jóvenes y las más mayores?

Estoy muy asombrada y a la vez muy contenta de este resurgir del feminismo entre las mujeres y los hombres más jóvenes, es decir, en los institutos, en las universidades... Las manifestaciones del 8 de marzo, en España, en estos tres últimos años han sido espectaculares y sobre todo muy movidas por la gente joven. A lo mejor no han sido organizadas por las mujeres más jóvenes, pero tan sido tremendamente animadas por los grupos de mujeres y hombres de menor edad. Me parece interesante ver que muchos de estos grupos tienen líneas, maneras de actuaciones distintas e innovadoras, un poco alborotadas y que a veces no se corresponden a los trabajos que yo haría en este momento, pero me parecen magníficas.

¿Puede la irrupción en Europa de los partidos de ultraderecha significar un retroceso en los avances en materia de igualdad conseguidos en los últimos años?

Me cuesta creer que haya un retroceso, pero que de verdad lo están intentando, sí. Uno de los rasgos de lo que nosotros llamamos los partidos más conservadores o más reaccionarios es no reconocer la igualdad de las mujeres y la necesidad de hacer realidad esa igualdad. La tradición del pensamiento conservador ha sido mantener a las mujeres apartadas en un segundo plano, con unas obligaciones y responsabilidades, en la no participación en asuntos públicos y políticos. En fin, el pensamiento tradicional, y de eso sabemos mucho en nuestro país. Y en la política reaccionaria uno de sus factores clave ha sido tener a las mujeres sometidas.

¿Cómo es su relación con la Universitat de València? ¿Ha realizado alguna investigación conjuntamente con esta institución académica?

He venido mucho aunque me hubiera gustado venir más. He estado en tribunales de tesis doctorales y también en la presentación de un libro mío sobre la familia española en el que participó Carmen Alborch. Recuerdo con mucha simpatía aquel acto, en la zona histórica de la Universitat de València. Fue un acto fantástico. También he colaborado con profesoras como Capitolina Díaz y Manuel Ferrer, entre otras personas.