Nuevo récord de estudiantes Erasmus ‘incoming’ en la Universitat

  • 25 septiembre de 2018
 
Imatge de la jornada de recepció d'Erasmus
Imagen de la jornada de recepción de los erasmus.

Maria Iranzo. Fotos: Miguel Lorenzo

Con un “Eh, niños!”, Oliver saluda algunos de los primeros amigos que ha hecho estos días en llegar a la Universitat. Estudia Medicina y aterrizó en el aeropuerto de Manises desde Bonn (Alemania) la última semana de agosto: “¡Justo un día antes de la Tomatina! Me lo dijeron en el hostal y enseguida me compré los billetes del autobús. ¡Qué experiencia! Fue muy divertido, aunque después el pelo hacía un asco... En la escuela habíamos estudiado esta fiesta, ¡pero no sabía que se celebraba aquí cerca!”.

Ha acudido a una de las sesiones de bienvenida para el estudiante Erasmus que la Oficina de Relaciones Internacionales organiza en los campus. Encontramos muchos alemanes, la segunda nacionalidad con mayor número de estudiantes en la Universitat. Pero, por encima de esta, ganan los italianos, como Tommaso Brucia. Este año se ha matriculado en cuarto curso de Farmacia en la Universidad de Bolonia. Gran parte lo cursará aquí. Llega con la cara de color rosa “por el sol que me ha dado caminando por el centro de la ciudad”.

Si bien la mayoría ya ha encontrado casa, la de Tommaso ha sido una búsqueda complicada. “Después de diez días visitando habitaciones, creo que esta noche dormiré ya en la definitiva”, respira aliviado. Por lo menos ha compartido la experiencia con el apoyo de los valencianos Carolina, Ramiro y Salva, tres exestudiantes Erasmus y ahora miembros de la Erasmus Student Network (ESN) en Valencia: “Estuve hace un año y medio en Camerino, la segunda universidad más antigua de Italia. Durante mi estancia me ayudaron mucho los ESN. De hecho, fue la ciudad donde tuvo lugar el terremoto de Italia en octubre de 2016. Nos llevaron a sus casas, a las embajadas. Fueron como una familia”, recuerda Salva.

Las situaciones más cómicas de este intercambio surgen, naturalmente, a raíz de la lengua: “A veces, cuando nos despedimos, les decimos: ‘¡Hasta luego, Mari Carmen!’, ¡y se quedan a cuadros! Cuando te preguntan qué significa, ¡a cuadros nos quedamos nosotros a la hora de explicárselo!”.

 

Meeting-point

El primer encuentro entre los erasmus llegados a Valencia lo organizaron precisamente ellos, los ESN. Fue el 26 de agosto en la playa de la Malvarrosa y allí, los primeros que vinieron a la ciudad, pasaron el día conociéndose a través de juegos. “Les hacíamos pasarse el balón y decir su nombre y de dónde venían. Jugamos al pañuelo y casi se matan, y recibieron nociones de zumba”, explica Verónica. 

A esta divertida sesión asistió Codrina Adam, que estudia segundo de ADE en la Universidad Babeş-Bolyai, la mayor institución académica de Rumania. “Desde pequeña he querido vivir en España. Solo había visitado Barcelona, pero Valencia me parece la ciudad perfecta por la playa y sus dimensiones”. Lo cuenta con un perfecto castellano: “Lo aprendí de pequeña viendo junto con mi madre las telenovelas sudamericanas en la televisión!” [sonríe entornando los ojos]. Durante el curso 2018-2019 estudiará en la Facultad de Economía, la que mayor número de estudiantes outcoming e incoming registra (no debemos olvidar que es la que mayor número de estudiantes matriculados tiene).

Estas actividades lúdicas de los ESN son paralelas a las charlas de bienvenida de la Universitat, donde les explican cómo acceder al correo, y en el Aula Virtual de la web, así como realizar las gestiones académicas. “La Universitat de València es la tercera institución europea en número de estudiantes de intercambio”, informa Carlos Pomer, jefe del Servicio de Internacionalización. “Este año vamos a recibir cerca de dos mil estudiantes extranjeros, el mayor número de incomings que hemos tenido nunca, superando el récord que registramos el año pasado”, subraya. “De nuestro estudiantado, viajarán al extranjero unos mil setecientos. Según las últimas estadísticas de la Comisión Europea, somos la cuarta universidad con mayor número de outcomings”.

En el barrio del Carmen ha encontrado un piso Olivier Mees, quien llega desde la universidad belga de Lovaina: “Vivo con un francés, una italiana, una colombiana y un hombre de Albacete”. Hará tercero de Ingeniería Industrial (electrónica y software) en la ETSE. Y lo que más desea es “aprender el idioma, disfrutar del sol y comer muy bien”.  

 

Sentimiento de agradecimiento

Para saber moverse por la ciudad “pueden contactarnos a través de Facebook, Instagram, grupos de Whatsapp o venir a la oficina que está en el Aulario Sur de Tarongers”, apunta Carolina, quien tras su Erasmus en Pisa (Italia) dice que “vuelves con un sentimiento tal de agradecimiento hacia las personas que te acogieron allí que quieres ayudar a los que llegan a tu ciudad”.

 

Entre tota la gent a qui ha tirat una mà, recorda especialment Nora i Francesca, dues joves amb discapacitat. “Francesca tenia discapacitat visual, però se’n venia amb nosaltres a tots els llocs. Això sí, allà on anàvem s’oblidava el seu bastó. El dilluns sempre ens cridaven dels bars on havíem anat per a dir-nos que el tenien allà”, rememora amb nostàlgia.

Entre toda la gente a la que ha echado una mano, recuerda especialmente a Nora y Francesca, dos jóvenes con discapacidad. “Francesca tenía discapacidad visual, pero se venía con nosotros a todos los sitios. Eso sí, allí donde íbamos olvidaba su bastón. El lunes siempre nos llamaban de los bares donde habíamos ido para decirnos que lo tenían allí”, rememora con nostalgia.

“Aquí todo es más tarde. Antes comía a las doce horas y ahora a las catorce. Lo mismo por la noche. He pasado de cenar a las dieciocho horas a hacerlo a las veintidós”, se sorprende Codina. “Y se duerme siempre! ¡Siesta, siesta!”, añade plácidamente Tommaso. Al italiano le gusta saludar con un “Hola, guapo”, “pero cuando somos muchos, pasa al plural italiano y nos saluda por Whatsapp diciendo a todos: ‘Hola, guapi’. La primera vez que lo leímos nos moríamos de risa”, apuntan los valencianos.

“Estos contactos con diferentes nacionalidades, esta mayor internacionalización, supone un valor añadido para el estudiantado de la Universitat de València, que entra en contacto directo con diferentes mentalidades y culturas”, concluye Carlos Pomer. “Especialmente, beneficia a aquellos que no pueden salir a estudiar a otros países. De alguna manera, tienen la oportunidad de acceder a la internacionalización en casa”.