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La seda de Valencia teje su propio espacio

La seda de Valencia teje su propio espacio

El comercio de la seda estableció hace miles de años una red de ciudades por todo el mundo, agrupadas en la llamada Ruta de la Seda, que hoy siguen siendo fuente de cultura tanto en Asia, origen de este histórico trayecto, como en nuestro continente y en nuestro país. De hecho, la ciudad de Valencia es una de las principales paradas de este camino textil y así lo ha reivindicado este año.

21 de junio de 2016

Valencia fue designada como ‘Ciudad de la Seda 2016’ a finales del pasado año como reconocimiento a todos esos rescoldos de aquella relación comercial que aún alberga en su arquitectura y que la convierten en ciudad clave de la Ruta. Para celebrarlo, la ciudad ha reunido durante cuatro jornadas a representantes de hasta 42 países que han participado de los distintos actos culturales programados para reivindicar la presencia valenciana en el mercado sedero.

El pasado 8 de junio dieron comienzo estas jornadas con la inauguración de la exposición “El Aire de la Seda” situada en el Palacio de Colomina, junto a la Plaza de la Virgen, y conformada por tradicionales abanicos de este material, productos típicos del tratamiento y el uso de la seda en Valencia a lo largo de la historia.

A lo largo de los tres días siguientes y bajo el lema “Seda y Paz”, festivales gastronómicos, musicales, conferencias e incluso oraciones religiosas formaron parte del homenaje que recibieron todas las culturas y los países que fueron testigos de la Ruta de la Seda.

Eso sí, como no podía ser de otra forma, la principal protagonista fue Valencia, que tuvo la oportunidad de enseñar al mundo los recuerdos que conserva de su época dorada con la seda, tela que tuvo una gran importancia en la ciudad y más concretamente en un barrio, el de Velluters.

El barrio toma el nombre precisamente por el terciopelo de seda (vellut en valenciano) y en sus calles llegó a albergar alrededor de 5.000 telares en el siglo XVIII. El Gremi de Velluters, creado en el siglo XV, es justamente el germen de lo que luego pasó a llamarse Colegio del Arte Mayor de la Seda de Valencia, edificio que agrupó gran parte del negocio de la seda en sus años de esplendor.

A lo largo de aquellos siglos, el entonces llamado Reino de Valencia destacó, tal como apunta el profesor Ricardo Franch, por ser el principal productor de seda de toda la Monarquía española, hecho que llevó a las Cortes Valencianas a calificar la seda como “el principal fruyt del Regne”.

Siglos después, y con motivo de la designación de Valencia como “Ciudad de la Seda 2016”, se ha concretado la rehabilitación del Colegio del Arte Mayor de la Seda, pendiente desde hacía años por falta de presupuesto, gracias a la aportación de unos dos millones de euros realizada por la Fundación Hortensia Herrero, presidida por la propia Herrero, mujer de Juan Roig.

 

 

Otro de los edificios emblemáticos de la época, y también uno de los que mejor se ha conservado, es el Palacio de Malferit, en la calle Cavallers, que alberga el Museo de los Soldaditos de Plomo, donde se ha habilitado una sala dedicada a la Ruta de la Seda.

Por último, no podía faltar en este repaso La Lonja de la Seda, uno de los monumentos históricos más importantes de Valencia, declarado Patrimonio de la Humanidad en 1996 y donde, además, se celebró la ceremonia de clausura de estas jornadas sederas, con la actuación de los «Tornejants» de la fiesta de la Mare de Déu de la Salut de Algemesí.