| ANTERIOR |
177 - 192 | SIGUIENTE |
| Había
la noche antes soñado sus infortunios y, viendo el resquicio entonces, «Ésta es, dijo, no dudo, |
180 |
| ésta,
Píramo, es
la herida que en aquel sueño importuno abrió dos veces el mío cuando una el pecho tuyo. |
184 |
| La fe que
se debe a sueños y a celestiales influjos bien lo dice de mi aya el incrédulo repulgo. |
188 |
| ¿Lo
que he visto a ojos
cerrados más auténtico presumo que del amor que conozco los favores que descubro? |
192 |