Carta abierta a la madre de Egon Schultz


Berlín, diciembre de 1964

¡Estimada señora Schultz!

Hablamos en nombre de nuestro grupo, que en seis meses de trabajo construyó aquel túnel por el que pasaron 57 refugiados y ante cuya entrada fue asesinado su hijo.

En primer lugar, queremos expresarle nuestro más sincero pésame por la pérdida tan dura que ha sufrido.

Hasta ahora hemos guardado silencio ante las calumnias de la propaganda comunista, aunque éstas debían servir para convertir a los guardias fronterizos y oficiales en ejecutores más sumisos de la división de nuestra patria.

Ahora va a conocer cómo sucedieron realmente las cosas en aquella noche del 5 de octubre de 1964:

Queremos declarar de antemano y con total franqueza que nosotros, cuatro estudiantes que nos encontrábamos en el patio de la casa de Berlín Oriental cercana a la frontera, en la Strelitzer Straße 55, estábamos armados con pequeñas pistolas. Nos habíamos armado porque nos sentíamos responsables de la seguridad de los refugiados que confiaban en nosotros, y también estábamos decididos, en caso de que se descubriera el túnel, a anteponer sus vidas a las nuestras y a entrar en el túnel sólo después de que ellos lo hubieran hecho. Desde el 13 de agosto de 1961, la frontera que rodea Berlín Occidental se había cobrado 72 víctimas mortales, y éstos son sólo los casos registrados. Por otro lado, no estábamos dispuestos a ser arrestados por un acto que está permitido en cualquier país libre, a saber, reunir a personas que desean estar juntas, y a recibir por ello una pena de cadena perpetua o 15 años de prisión, como ya había sucedido varias veces. Pero al mismo tiempo estábamos firmemente decididos a realizar, en caso de peligro, sólo un disparo de advertencia para obligar a los guardias fronterizos que avanzaran a ponerse a cubierto y así asegurar nuestra retirada.

Alrededor de las 0:07 horas, dos civiles se acercaron a la puerta que daba al patio, al final del cual, en una caseta de aseo, se encontraba la entrada del túnel. Fingieron tan bien el miedo que, aunque no conocían la contraseña, creímos que eran refugiados. Ante la petición de que se quitaran los zapatos para cruzar el patio en silencio, uno de ellos hizo ademán de hacerlo, y el otro suplicó que les permitieran ir a buscar a un compañero que había perdido los nervios y esperaba cerca. Sólo queríamos dejar ir a uno de los dos, pero entonces el otro incluso comenzó a suplicarnos llorando. En esta peligrosa situación, dijo, no querían separarse. No nos quedó otra opción que dejar ir a los dos de nuevo. Éramos conscientes de que, si los dos volvían con un tercero, debía tratarse de refugiados. Los dos civiles habían hablado con dos de los cuatro rescatadores que llevaban sus pistolas a la vista.

Unos 15 minutos después, los dos volvieron con un tercer hombre en medio de ellos. Debido a la oscuridad, no advertimos inmediatamente que este tercero llevaba uniforme. "¡Venga con nosotros!", le dijimos en la puerta a nuestro compañero que estaba allí, uno de los autores de esta carta. Al uniformado del medio le ordenaron preparar su arma y sus dos acompañantes, que sin duda pertenecían al servicio de seguridad del Estado (Stasi), le hicieron pasar delante, hacia el patio.

La distancia entre nuestro compañero en la entrada y el uniformado era inicialmente de sólo unos dos metros. A pesar del peligro, nuestro compañero retrocedió lentamente para no dar motivo a que dispararan contra un refugiado. Los dos hombres de la Stasi se quedaron atrás.

El compañero amenazado por el arma del uniformado tuvo la impresión de que el éste estaba sorprendido por la situación en la que lo habían puesto. Sólo podemos explicárnoslo pensando que el uniformado que trajeron no había sido suficientemente informado de antemano.

Uno de los otros tres rescatadores que se encontraban en el patio reconoció inmediatamente la situación desesperada en la que se encontraba su amigo. Disparó un tiro de advertencia con su pistola para darle a su amigo la oportunidad de alcanzar la entrada del túnel. El uniformado abrió fuego inmediatamente con su ametralladora. El refugiado se encontraba así en máximo peligro de muerte. Y a su amigo se le había cortado el camino de regreso a la entrada del túnel. Mientras corría, disparó hacia el fogonazo. En total se hicieron 7 disparos, mientras que ahora, desde varias ametralladoras —aparentemente el patio estaba rodeado—, en un minuto unos 150 disparos atravesaron el patio. Agachados, los dos rescatadores pudieron alcanzar la caseta de aseo, cuyas paredes resistieron los impactos. Que el uniformado fuera alcanzado mortalmente de inmediato por los pocos disparos realizados mientras corrían, pero que ninguno de nosotros fuera alcanzado por las ráfagas de las ametralladoras, fue pura casualidad. Posiblemente el uniformado también fue alcanzado por los disparos de su propia gente.

El asesino principal es el servicio de seguridad del Estado. Los hombres que, con gran arte dramático, primero se habían hecho pasar por refugiados, no estaban dispuestos a intervenir ellos mismos. Trajeron al uniformado para que él resolviera la situación.

Sin embargo, el verdadero asesino es el sistema que no hizo frente a la fuga masiva de sus ciudadanos eliminando las causas, sino con el MURO y con una orden de disparar de alemanes contra alemanes.

Les rogamos que comprendan que no firmamos con nuestros nombres.


FOLLETO

dirigido a los soldados, suboficiales y oficiales del "Ejército Popular Nacional, Comando de Fronteras"

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< El 13er túnel exitoso. ¡57 lograron pasar! A esta niña le dijeron sus padres: "Vamos a dar un paseo". Así se ahorró a la niña la excitación y la angustia mortal hasta el final. Aun 15 minutos antes no sabía que el paseo terminaría en el Berlín libre y que ahora volvería a ver a su abuela después de tres años de separación.



En el periódico "VOLKSARMEE" (18.10.63) se lee:

"Cuanto más impenetrable hagáis nuestra frontera estatal con vuestro servicio consciente del deber, tanto más se les bajarán los humos con el tiempo a los señores de Bonn. — Cada disparo de la ametralladora de uno de nuestros puestos de seguridad fronteriza salva la vida a miles de ciudadanos de la RDA y asegura bienes de la propiedad popular valorados en millones. Mostrar clemencia humana hacia los traidores significa actuar inhumanamente contra todo el pueblo."
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Tres años estuvo este hombre separado de > esta mujer. Para traerla consigo participó en la construcción del túnel.


Nuestra respuesta:

El MURO es una violación del derecho; la ayuda a la fuga es el restablecimiento de un derecho. — Cuanto más permeable se vuelva esta frontera, que sólo tuvo parangón en la Edad Media, tanto antes se volverá contra su constructor "progresista". Quien así contribuye a unir a alemanes, une Alemania. Quien une Alemania, elimina el mayor obstáculo en el camino hacia una Europa unida. ¡De vosotros depende! ¡Gracias a todos los que, a pesar de las desventajas y los peligros, no permitieron que la "frontera estatal" se convirtiera en una frontera alemana y se comportaron humanamente!
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< Dos hermanos se abrazan. Durante casi medio año, este berlinés occidental estuvo trabajando en el túnel cada fin de semana, desde el viernes por la noche hasta el lunes por la mañana.