Cartelera Túria

15/5/89

Fotografía

UN PREMIO SENYERA AVANZA EN SOLITARIO

Los artistas jóvenes ya no pueden ser considerados "hijos de Marx y de la Coca-Cola".

Alfonso Herráiz es un fotógrafo a tener en cuenta, pese a que sólo ha visto reflejado su trabajo en las páginas de la crítica desde hace poco más de dos años. Sabíamos que intentaba expresarse públicamente desde una exposición colectiva de fotógrafos jóvenes de 1987, en Portokalenia, además de otros locales. Después ganó algunos trofeos, el más importante el de la primera edición -y, de momento, la última- del Premio Senyera de Fotografía, en 1988, del Ayuntamiento de Valencia. La exposición de ganadores y finalistas permitió descubrir, en un recodo de la Sala de Exposiciones del Ayuntamiento, su obra ganadora, bastante ágil dado el anquilosamiento, las filias y las fobias de algunos autores valencianos.

Ahora expone en la sala de la Universidad Literaria, compartiendo el espacio con Concha Prada. Como ni intenciones ni métodos tienen nada común, me voy a centrar en lo presentado en la parte de la derecha de la sala, según se entra.

Alfonso Herráiz utiliza aquí una cierta idea del díptico, que tradicionalmente ha sido considerado como las hojas de un libro que se abre con imágenes complementarias. Sin embargo, el resultado es diferente, por tratarse del mismo plano y porque se trata de lograr una unidad significativa a partir de imágenes logradas en distintos lugares y con distinta función. La metodología corresponde a esa vieja aspiración del hombre desde niño de mostrar las imágenes para conseguir un todo evocador. No es el clásico fotomontaje, es una utilización personal de la gran riqueza iconográfica de las sociedades desarrolladas, con asociaciones caprichosas que transmiten un mensaje estético y cultural, en ocasiones excesivamente atildado. Cuando los artistas jóvenes ya no pueden ser, en rigor, considerados como "hijos de Marx y de la Coca-Cola", según Godard, se vuelve a la cita pictórica y, sin despreciar la herencia del pop-art, se emprende un camino no exento de riesgos que da algunas obras brillantes. Es la acusación que alguno le os hará, la de pictorialismo de nuevo cuño. Mi preocupación no es esa, sino que en el futuro convierta sus obras en estructuras excesivamente cerradas, dada la perfección en el ensamblado de las imágenes. Y puestos a elegir, prefiero las citas de Magritte o De Chirico a las de los retablos barrocos, tan del gusto últimamente de algunos valores norteamericanos. Una exposición, pues, interesante.

-JUAN VERGARA.