ECOLOGÍA Y ANTIMILITARISMO


Juli A. Aguado, MOC València

DEFINICIONES
Ecología
Ecologismo

OBJETIVOS DEL TRABAJO

¿CÓMO FUNCIONA NUESTRA SOCIEDAD?

LA TECNOLOGÍA NO ES NEUTRAL
Simbiosis entre la investigación civil y militar: la investigación nuclear.

UN EJEMPLO; LA TECNOLOGÍA ENERGÉTICA

OTRO EJEMPLO: LA INDUSTRIA QUÍMICA.

LA INDUSTRIA MÁS TÓXICA DEL PLANETA

¿QUE OCURRE CON LOS RESIDUOS?

¿CÓMO NOS DESHACEMOS DE LOS RESIDUOS NUCLEARES?
Vertidos al mar
Enterramiento
Situación en el Estado español.

¿SE PUEDEN DESTRUIR LAS ARMAS QUÍMICAS?

RECURSOS LIMITADOS.

DESVÍO DE RECURSOS ECONÓMICOS Y SOCIALES
En realidad, el coste del armamento es ficticio.

O.T.A.N.
El Estado español
División internacional del trabajo
Ejemplos

OCUPACIÓN DEL TERRITORIO
Otros ejemplos de destrucción mediambiental
En un nivel más general.

ACUERDOS (negociaciones formales de desarme).

RECONVERSIÓN

¿QUE SOCIEDAD QUEREMOS?

ALTERNATIVAS
Hacia un nuevo concepto de defensa
La alternativa de defensa noviolenta: la defensa popular noviolenta.

BIBLIOGRAFÍA

REFERENCIAS


DEFINICIONES

Vamos a empezar por la definición de los principales conceptos que se van a desarrollar, concretamente, los de ecología y militarismo, pues son la base del texto.

Ecología:

"Ecología designa una ciencia natural, que puede concebirse de forma "naturalista" sólo como una parte de la biología ... o de forma más ambiciosa y globalista como ciencia interdisciplinaria de la biosfera" (Riechmann y Fernández Buey, 1995. pp.114). A esto se puede añadir que estudia la relación de los organismos con el medio ambiente y de los organismos entre sí, siendo el ser humano un organismo más, aunque peculiar, entre millones de especies existentes.

Ecologismo:

"Superador de la parcialidad inherente a los planteamientos meramente conservacionistas o ambientalistas es el ecologismo, que aborda la cuestión de las relaciones humanidad-naturaleza con una perspectiva renovadoramente global. Este movimiento social, activo desde los años setenta de nuestro siglo en los países capitalistas avanzados y radicalizado sobre todo por la lucha antinuclear, desea reestructurar la totalidad de la vida económica, social y política y tiende, por tanto, a ser un movimiento antisistema (anticapitalista y revolucionario). El ecologismo consecuente supera las limitaciones de las perspectivas proteccionistas y ambientalistas, incorporándolas a un discurso crítico que subraya el carácter destructivo y autodestructivo de la civilización productivista engendrada por el capitalismo moderno, y que esboza el proyecto político-social de una civilización alternativa". (Riechmann y Fernández Buey, 1995, pp.116).

Militarismo:

Entendemos el militarismo "como el conjunto de interrelaciones y funciones que se dan en toda sociedad autoritaria, cuyos Estados, aparatos fundamentales de dominación política, social, económica y cultural, utilizan el ejército como instrumento de mantenimiento y expansión de la ideología de la dominación. El militarismo supone la existencia primera de una violencia estructural y la institucionalización de una violencia represiva, así como la priorización de la realización material de la guerra y/o su preparación como sistema válido e idóneo para la organización de una sociedad y un Estado".(M.O.C., 1986).

Una vez efectuadas estas definiciones, base del presente trabajo, pasamos a describir sus objetivos.

 

OBJETIVOS DEL TRABAJO

El objetivo de estos papeles es ver, no sólo los efectos ambientales de las actividades militares en tiempos de no-guerra, sino como las relaciones de dominación militaristas entre los seres humanos y entre estos y la naturaleza, determinan una forma de tecnología y de producción masificada, contaminante y fuertemente jerarquizada, tanto a nivel local como mundial, que en última instancia provoca la destrucción de los ecosistemas, que a su vez provocan la deforestación, contaminación, erosión, cambio climático y por la tanto, hambres y enfermedades, que nos pueden llevar a fuertes desplazamientos humanos, como los que se muestran en los conflictos sociales y bélicos que potenciarán de nuevo el militarismo, si la sociedad (especialmente los países del Norte), no es capaz de establecer unas relaciones no militaristas con la naturaleza y las otras 3/4 partes de los seres humanos del planeta.

Además, un ejército legitimado y sus métodos de violencia y destrucción, como manifestación mas descarada del militarismo, están muy lejos de la cultura ecológica. La prioridad que tendemos a dar en la sociedad a los valores militaristas y a sus instituciones, hace que las personas nos alejemos progresivamente cada vez más de la naturaleza, de la vivencia en harmonía con la propia persona, con la comunidad y con la naturaleza.

También se puede tratar de ver lo que existe en común entre la lucha de los grupos ecologistas y los antimilitaristas, pues para que la "especialización" en cada grupo de una determinada problemática sea positiva, esto sólo puede ocurrir si el trabajo de profundización que cada grupo realiza respecto al tema de que se ocupa, sirve para facilitar al resto de los grupos una visión mas intensa de esa problemática, y esto sólo será posible si este trabajo queda englobado en una visión de transformación social mucho más amplia. Análisis global que no sólo enriquecerá seguro el propio discurso, sino que es imprescindible (no sólo deseable) para la consecución de una transformación social real, la cual debe surgir de amplios sectores sociales, por lo que la búsqueda de una mayor confluencia entre los objetivos, visiones y trabajos de los diferentes movimientos sociales debe ser un trabajo prioritario. (M.O.C.-Cantabria, 1995). Esto se desarrollará en los últimos apartados de este trabajo, dentro de la descripción de nuestra concepción alternativa de la defensa..

Además, "En la sociedad tardocapitalista, los movimientos emancipatorios han de habérselas con una pluralidad no jerarquizable de contradicciones estructurales ... Pero puede pensarse ... que la cuestión ecológica poseerá una centralidad estratégica para las fuerzas de emancipación en el periodo que se abre (sobre todo después del desmoronamiento del llamado "socialismo real"), y ello por dos razones. La primera es la urgencia y la magnitud de la crisis ecológica (que junto con la brecha Norte/sur, constituye actualmente el más terrible problema del planeta); la segunda, que ninguna capa social es en sí misma la portadora de la cuestión ecológica, sino que ésta es universal: atraviesa casi por igual a los dos géneros, a las diversas clases sociales y a las todas las formaciones sociales del planeta." (Wolf : Riechmann y Fernández Buey, 1995, pp.102).

Dejaremos a un lado la guerra como manifestación más evidente del militarismo, ya que su impacto sobre los ecosistemas es más que conocido. No hay más que recordar los efectos del napalm sobre las selvas del Vietnam que influyó en el proceso de deforestación, en el aumento de tierras improductivas y en la aceleración de trastornos genéticos; la desaparición de multitud de especies animales por las guerras en África, que también afectan a la población, al provocar flujos migratorios masivos, con las enfermedades y hambre que ello conlleva; y la catástrofe ecológica de la Guerra del Golfo, donde el bombardeo y el incendio de pozos petrolíferos y el verter petróleo al mar, fue utilizado como un arma frente a los "adversarios"[1].

Ahora, vamos a ver como funciona nuestra sociedad, para pasar después a analizar los efectos más directos y concretos de dicho funcionamiento militarista en el medioambiente.

 

¿CÓMO FUNCIONA NUESTRA SOCIEDAD?

A partir de la revolución Industrial, el ser humano pasó a una economía favorecedora de la degradación medioambiental, primando el crecimiento frente al desarrollo sostenible, unida a una creciente centralización y jerarquización de las instituciones (sociedad impregnada de los valores militaristas), creando uniformidad, alto nivel de contaminación y consumo de energía, despilfarro de recursos materiales y energéticos, utilización de recursos no renovables, haciendo énfasis en los monocultivos, etc.

 

LA TECNOLOGÍA NO ES NEUTRAL

Nuestra sociedad crea grandes plantas de producción masiva, macrociudades, política centralizada y delegada a profesionales, grandes centrales energéticas de energías fósiles o nuclear, controladas por grupos de poder que hacen dependientes a los ciudadanos.

La ciencia y la tecnología están en manos de élites especializadas y los únicos límites técnicos están impuestos por la economía.

Desde el punto de vista ecológico se ha parado el aumento constante de especies, el aumento de la diversidad y, más aún, las estamos destruyendo. Hemos intervenido en los ciclos vitales del agua, del carbono, etc.: contaminando y variando su cantidad (caso del dióxido de carbono).

La ciencia y la tecnología no son neutrales. No podemos considerar neutral una ciencia dirigida por una finalidad militar de concentración del poder y de desolación de otros pueblos. La orientación que se da a una investigación tecnológica tiene mucho que ver con la sociedad que demanda y, a la vez, dirige esta investigación. Cada comunidad humana orientará la ciencia y la tecnología apropiadas a sus bases materiales, a su sistema productivo y a su organización social. (Pérez y Navalón, 1995).

Simbiosis entre la investigación civil y militar: la investigación nuclear.

La tecnología y la ciencia sacan a flote nuevamente a la superficie la simbiosis entre la investigación civil y militar, y el acaparamiento de recursos que la ciencia militar realiza. En los presupuestos generales del Estado español de 1992, de los 237.000 millones destinado a investigación, 46.000 (19,4%) son específicamente para estudios y análisis militares.

La investigación nuclear es un ejemplo de la adaptación recíproca entre el uso civil y militar. La opción científica para llegar a la obtención del reactor nuclear (U-238) y a la bomba atómica (U-235) no es autónoma. La búsqueda y consecución del uso militar de la energía nuclear fue una decisión política en un contexto prebélico. Muchos científicos fueron desviadas hacia la investigación militar a finales de los años treinta (Heisenberg, Oppenheimer, Frisch, etc.). Después de la II Guerra Mundial, la mayoría de los físicos atómico trabajaría para instituciones militares gubernamentales o para la industria. La "reconversión civil" de la energía nuclear en un periodo de no-guerra circula por los caminos que marca el poder militar. Un ejemplo: Sellafield no sólo es la central nuclear más grande de Gran Bretaña, sino que es también una de las más peligrosas de Europa. Inició la producción en 1952 (entonces se llamaba Windscale) y en 1957 sufrió un incendio en los reactores, accidente sólo superado por Chernobil en 1986. Entre su actividades, esta central nuclear para "usos civiles" producía plutonio para uso militar. El documento "Vivir sin nucleares","Diez buenas razones para cerrar las centrales nucleares" (octubre, 1990), recogía esta relación entre la investigación y uso civil de la energía nuclear y la proliferación de armas nucleares, ya que no sólo la ciencia está dirigida por las directrices militares, sino que la misma industria electronuclear suministra a los ejércitos uranio y plutonio fisionables, recuperados en las plantas de reprocesamiento.

El complejo militar-científico de la energía nuclear tiene efectos sobre el entorno ecológico que son de sobra conocidos: radiaciones y las consecuentes enfermedades cancerígenas y peligros de cambios genéticos; extracción de la materia prima (uranio) y repercusión en el paisaje; contaminación en el transporte, etc. Pero todo esto lo veremos con mayor detalle en el próximo apartado.

Además, en cuanto a la división entre la industria militar y civil, algunas industrias trabajan para ambos "sectores" indistintamente: la "General Electric" no elabora únicamente frigoríficos domésticos; también contribuye a la aviación militar con motores y material electrónico (por ejemplo, el avión militar CN-235 que monta CASA tiene el motor CT 7-9C de la "General Electric"). Firestone Hispania S.A., abaste de cubiertas a diferentes vehículos militares, por lo cual no es puramente una industria civil de caucho sintético y entra de lleno en el sector de la industria auxiliar militar.

Así, se ve que el funcionamiento de nuestra sociedad y todo lo que conlleva, es fruto de las concepciones militaristas de la relación entre seres humanos y de estos con el planeta, ejemplo de lo cual detallamos seguidamente.

 

UN EJEMPLO; LA TECNOLOGÍA ENERGÉTICA

La energía nuclear es la más controvertida de todas las fuentes energéticas, objeto de reparos basados en motivos de salud, seguridad y daños al medio ambiente. Si se concentra una gran proporción de radioactividad en determinada zona, el riesgo está servido. Los posibles fallos humanos suponen un peligro añadido, pues los accidentes nucleares hasta la fecha han sido resultado, en su mayoría, de tal tipo de errores. En EE.UU. se registraron, sólo en 1987, 104.000 incidentes que dieron lugar a que operarios de centrales nucleares se vieran expuestos a dosis verificables de radiación. (Leger Sivard, 1992).

Pero, como indicábamos en el apartado anterior, el programa de nuclearización actual no procede de una elección técnica, sino de una opción política, ideológica y de civilización. Las centrales nucleares no son un simple mecanismo para obtener electricidad, pues requieren una tecnología que sólo está en manos de los grupos dominantes de un puñado de países (EE.UU., ex-U.R.S.S., Francia, etc.). Tiene derivaciones militares (construcción de bombas atómicas). A su vez tiene unos riesgos presentes y futuros (residuos) muy graves, siendo, además, objetivos bélicos de primera magnitud y promotores de un "Estado fuerte" altamente militarizado, que pone en juego los derechos, libertades y soberanías ciudadanas, al partir de una falsa dicotomía entre seguridad y libertad.

La preparación para la guerra nuclear tiene ya grandes costes ambientales y económicos, incluso en tiempos de no-guerra. Desde 1945 se han realizado 1814 pruebas nucleares, pero el secretismo que las envuelve impide conocer sus consecuencias. Hoy se conocen más de 230 accidentes relacionados con la tecnología militar nuclear, pero posiblemente sean muchos más. Los cientos de casos de aumento de enfermedades en los lugares cercanos a centros de fabricación o ensayo de armas nucleares, llevaron a la creación de la Comisión Internacional de las consecuencias sobre la salud y el Medioambiente de las Armas Nucleares, cuyas conclusiones son la existencia de 2 millones de muertos por cáncer los últimos 30 años. (Gallego [2], 1993).

Todo ello determina una especial protección de sus zonas de implantación, de los transportes y depósitos de residuos, la concentración del control y la capacidad de decisión en multinacionales y en el estado, la militarización de sus trabajadores, la concentración geográfica y técnica de producción energética y el secretismo citado anteriormente. Determinan una sociedad militarista.

Para completar lo dicho en el apartado anterior y el presente, podemos añadir que "existiendo otros sistemas mucho más sencillos y limpios para obtener electricidad, el híbrido tecnológico que suponen las centrales térmicas nucleares sólo puede entenderse a partir de la monstruosidad que lo engendró. A saber, el interés de una industria nuclear, nacida de la bomba atómica, por vender para usos civiles la tecnología que había desarrollado para los arsenales nucleares... Las centrales nucleares son hijas de la bomba. El inicio de los planes nucleares de multitud de países ha estado y sigue estando ligado al propósito de obtener la bomba. El Estado español, durante la dictadura franquista no fue una excepción. No en vano se incluyó, entre las tres primeras centrales, un reactor de uranio natural moderado por grafito-gas construido en Vandellós. Ese modelo de reactor fue desarrollado inicialmente para producir plutonio para usos militares. Todos los reactores nucleares producen plutonio al bombardear con neutrones el uranio natural, pero este sistema produce más.... (Y además) en virtud de un pacto secreto entre Franco y De Gaulle, ... no es inverosímil que plutonio producido en Vandellós y reprocesado en Marcoule haya sido utilizado en las pruebas francesas del Pacífico Sur, tanto atmosféricas como subterráneas". (Tello, E, 1995).

Además, la energía nuclear nace en un momento de conflicto bélico internacional. Su primera utilización fue destruir a la población enemiga (sin distinguir entre civil y militar). Fin para el que demostró una eficacia incontestable. Desde entonces, esta ha sido su principal función. Y ante la prohibición de fabricar bombas atómicas, instalar centrales nucleares proporciona la materia prima y la tecnología necesaria para ello. Siendo sólo una decisión política el construir la bomba.

El propósito de la energía nuclear es preparar la guerra. Los gobiernos intentan hacernos ver que una diferencia entre usos civil y militar de dicha energía, pero ni ellos mismos se lo creen, dicho discurso e una estratagema para ocultarnos su ideología militarista.

Pero además, si se toman en cuenta los costes de evacuación de los residuos nucleares y de la desactivación de antiguas centrales, los precios de la energía nuclear resultan prohibitivos, incluso si se descartan los costes incalculables de accidentes, tales como el de Three Miles Island o de Chernóbil. Resulta entonces absurdo proponer la energía nuclear como sustituto de los combustibles fósiles, que son causa del calentamiento global de la Tierra.

 

OTRO EJEMPLO: LA INDUSTRIA QUÍMICA.

A menudo, se nos asegura que este sector es bueno para uso civil, pero negativo si se usa para fines militares. El gas mostaza fue la primera arma química usada en una guerra (en la batalla de Ypres durante la I Guerra Mundial) y desde entonces, la producción de armas químicas se ha desbordado, aunque debido al desprestigio social se camufle la producción en supuestas industrias únicamente civiles.

Una filial de Hoeschst, gigante químico alemán, firmó a mitad de los 80 un contrato para construir una gran fábrica de pesticidas cerca de Teherán con posibilidades de ser transformada en fábrica de armas químicas. La "Japan Steel Works" declaró al "The Washington Post" que diversas instalaciones químicas que había suministrado a Libia estado "diseñadas para uso general y que, por tanto, podían ser utilizadas para fabricar armas". En agosto de 1987 se registró un incendio que causó la muerte de 100 trabajadores en una supuesta fabrica de pintura de Beirut. Fuentes militares libanesas sugirieron que podía tratarse de una fábrica alemana de componentes para gases bélicos que funcionaba al servicio de Irak.

Bayer, Ciba-Geygi, Montedison, Elf-Aquitaine, Phillips Petroleum, ITT, etc. son empresas que se esfuerzan por recalcar a la opinión publica los usos supuestamente civiles de cada producto elaborado, pero camuflan toneladas de fluoruro potásico, tricloruro de fósforo, dimetilamina, isopropanol o triodigicol, que son utilizadas en la fabricación de los gases letales "Iperita", "Sarin" o "Tabun".

En fin, muchos productos químicos, componentes de gases bélicos, son ingredientes comunes de pesticidas, herbicidas y diversos compuestos farmacéuticos. La misma base química que se utiliza para la agricultura intensiva, es la que se usa para las armas químicas.

Esta industria química de doble uso, civil y militar, también pone de manifiesto la praxis militarista de las relaciones entre Europa y los pueblos africanos, asiáticos y americanos. La política colonialista europea en África tiene como base un modelo productivista de agotamiento de recursos y de apropiación de materias primas naturales y agrarias. Este modelo de dominio que provee de fosfatos, bauxita, manganeso, cacao, café, madera, etc. a Europa occidental, se asienta en un dominio militar. El modelo capitalista, depredador y destructivo con el medio ambiente, se exporta e impone en regiones no europeas bajo mecanismos de control, cuyo garante es el ejército, el militarismo.

 

LA INDUSTRIA MÁS TÓXICA DEL PLANETA

La actividad militar genera enormes cantidades de residuos tóxicos sin que, en la mayoría de los casos, trascienda a la opinión pública. En EE.UU. existen más de 14.000 puntos de elevada contaminación debido a actividades militares y la mayor parte de sus 375 bases en el extranjero poseen graves problemas de toxicidad, pues suelen estar exentas de cumplir las leyes ambientales de los EE.UU. y los contratos con los países anfitriones las dispensan, a su vez, de cumplir las de éstos. Además, las Fuerzas Armadas de los EE.UU. producen anualmente más sustancias tóxicas que las cinco principales empresas químicas juntas.

La contribución a la destrucción de la capa de ozono es también considerable. EE.UU., destina 3/4 partes del Halon-1211 y casi la mitad del CFC-113 al consumo militar. Los sistemas antiincendios de tanques y vehículos de combate deben ser probados con halones y muchos sistemas de alta tecnología, como los que evitan que los aviones sean detectados, llevan compuestos altamente destructivos para el ozono.

También tiene la militarización un historial negro en lo relativo al efecto invernadero. En 1988, se estima que EE.UU. consumieron 1.589 billones de BTU de energía; lo que supone el 86% del total de energía consumida por el gobierno de EE.UU. y una 14 veces la energía utilizada por todo el transporte público y privado. El total de las emisiones de carbono de todas las fuerzas armadas del mundo combinadas es probablemente del orden de 140 millones de toneladas, casi la misma cantidad que las emisiones anuales del Reino unido. Si se añade el consumo de energía por parte de las fábricas de armamento, el total podría muy bien duplicarse.

Las armas químicas y biológicas disparan los efectos perniciosos de la actividad militar, pues son baratas, tiene gran capacidad de disuasión y son fáciles de almacenar, con lo cual no sólo los países desarrollados pueden acceder a ellas.

Pero ¿Que ocurre con los residuos?. ¿Cómo nos deshacemos de los residuos nucleares?. ¿Y las armas químicas?. A estas cuestiones voy a intentar responder en los próximos epígrafes.

 

¿QUE OCURRE CON LOS RESIDUOS?

Desde el final de la II Guerra Mundial hasta finales de los años 60 (y en algunos casos hasta hoy), los gobiernos se deshicieron de cientos de miles de toneladas de agentes de guerra química obsoletos, residuos de armas nucleares y munición convencional mediante los sistemas de vertido al mar, el entierro o la incineración al aire libre, sin apenas tener en cuenta las consecuencias ambientales. (Renner, M. [3], 1993).

En el Estado español, por ejemplo, el 4 de marzo de 1994, los periódicos publicaban que el ejército español proyectaba desprenderse de miles de toneladas de munición y explosivos caducados y anticuados para la guerra moderna. Un tercio de las reservas serían cubiertas por cemento o irían a parar al mar. Fondear y verter al mar, en zonas fijadas previamente, grandes cantidades de proyectiles es una práctica habitual de los ejércitos. Resulta que el mar es un gran vertedero militar. En zonas del estrecho de Gibraltar o en las costas gallegas, las municiones vertidas aportan su grano contaminante de metales pesados como el plomo, incluso el mercurio, muy tóxicos y persistentes durante décadas y que pueden entrar en la cadena alimentaria. Todo esto, dicen las instancias militares, porque el desguace resulta caro y peligroso.

Todo esto a pesar de que "tanto en las sociedades opulentas como en las pobres se acumulan sin cesar los desperdicios (en múltiples formas) de las distintas actividades económicas. Las emisiones a la atmósfera, el comercio de residuos, la desigual responsabilidad en la generación de residuos, el desigual reparto zonal de los residuos producidos, etc. son asuntos que crean tensiones que podrían derivar a medio plazo en conflictos abiertos, aunque de momento, a escala internacional, sólo producen leves agravios. Las políticas de tratamiento de residuos tienden a seguir las mismas pautas no equitativas que las de obtención de recursos". (Barceló, 1994).

 

¿CÓMO NOS DESHACEMOS DE LOS RESIDUOS NUCLEARES?

¿Que se ha venido haciendo con tales residuos en el más de medio siglo de era atómica?.

Ciertos países "desarrollados" productores de energía nuclear, conscientes del grave peligro que les supone almacenar tales residuos en sus territorios, deciden "exportarlos" a otros rincones del planeta o a fosas marinas lejos de sus propias costas. Así, como las medidas de seguridad son insuficientes, el deshacerse de ellos lleva en algunos casos a prácticas escandalosas como tirar los residuos radiactivos en el Tíbet ocupado (China), en las islas Marshall (EE.UU.), a cambio de compensaciones económicas, o el caso de Argentina que busca aceptar basura atómica si se le paga bien. Pues el problema es que la cantidad actual de residuos es muy grande. (Zubiaurre, 1995).

Así vemos que los países del llamado Tercer Mundo, soportan una nueva servidumbre de las naciones más "desarrolladas", la de convertir sus países en basureros nucleares de una energía que ni siquiera les "beneficia".

Vertidos al mar.

"Durante más de dos décadas, los países que producen energía nuclear arrojaron al mar miles de toneladas de residuos radioactivos. Una verdadera bomba de relojería, capaz de contaminar todo el ecosistema, descansa en el lecho marino. A pesar de que el peligro de escapes radiactivos es elevado y aumenta con el transcurso del tiempo, el gran volumen de residuos de alta, media y baja actividad que se está almacenando en las centrales militares en los países desarrollados permite sospechar que de nuevo habrá presiones para reanudar los vertidos". (Varela [4], 1993, pp.36).

Posteriormente, en el mismo artículo, Varela nos indica que una central de 1.000 MW -tipo medio- produce anualmente 5.000 Kg de residuos sólidos de alta actividad (combustible gastado de las centrales nucleares), que deben permanecer cinco años retenidos en la central. Entre residuos sólidos y líquidos de alta actividad se pueden general hasta 15.000 Kg y, cada año, se agotan aproximadamente 30 toneladas de combustible. Para obtener una idea de lo que este problema representa: a principios de la década de los 80 se calculaba que Japón tenía 410.000 bidones de 200 litros cada uno dispuestos para verter al mar y que, de seguir el ritmo, tendría alrededor de 1.800.000 bidones hacia el año 2000.

También nos indica, que se puede asegurar que pese a las normas de la Agencia de Energía Nuclear de la OCDE, los bidones con residuos nucleares vierten su contenido en el medio marino antes de que muchos elementos finalicen el periodo de semidesintegración y, por supuesto, mucho antes de que finalice su actividad. Y los residuos de media y baja actividad emiten radiaciones por decenas o centenares de años e incluso más. Además, la presencia de isótopos radiactivos en el agua abre el camino para la contaminación de todos los eslabones de la cadena alimenticia, y dicha contaminación radiactiva puede ocasionar cáncer, mutuaciones genéticas, esterilidad, etc.

A esto se podría añadir que los contenedores no son en absoluto fiables a pesar de su revestimiento de plomo y cemento y que está comprobado el enorme poder corrosivo del agua del mar. Y que en cada escalón de la escala alimenticia, los radioisótopos de larga vida tienden a concentrarse cada vez más, y los desplazamientos de los grandes depredadores pelágicos (atunes, tiburones) transportarán la carga radiactiva a miles de kilómetros de distancia. Y que si el organismo humano consume pescado o marisco contaminado, o entra en contacto directo con productos radiactivos estará expuesto a los mismos peligros cancerígenos o genéticos.

Enterramiento.

En cuanto al enterramiento de los residuos, según F.Castro, "presenta una serie de inconvenientes que lo hacen desaconsejable. La escala de tiempos tan gigantesca de la que hablamos es del orden de los tiempos de evolución geológica: nadie puede predecir si actuarán o no un volcán o una falla en determinado sitio, o cual va a ser el modelo de circulación del agua en un determinado punto. El seguimiento de los residuos para saber en qué condiciones se encuentra el almacén en cada momento se descarta por motivos económicos. Además, los residuos no son fácilmente recuperables, con lo que sería difícil tratarlos en caso de que a alguien se le ocurriera alguna solución, o resolver los problemas los problemas de ruptura de los contenedores. Lógicamente sólo habría un depósito central en cada país, con lo que habría un gran número de transportes, con el consiguiente riesgo de accidentes" [5]. (1996, pp.41) Pero, continua el autor, la larga vida de estas sustancias no es el único problema, pues por efecto de las desintegraciones se generan gases nobles en un volumen igual al de los residuos lo cual aumentará la presión del contenedor. Además, el calor desprendido puede hacer que se fundan los residuos y la contención y también la propia radiactividad emitida hace que cambien las propiedades de los materiales pudiendo convertir en frágiles materiales que antes eran tenaces.

Situación en el Estado español.

En cuanto al Estado español, el volumen anual de residuos radiactivos de "nuestras" centrales es del orden (en 1988) de 2.500 m3, según cifras oficiales. El 90% corresponde a la producción de energía eléctrica en las centrales nucleares. Los residuos de baja y media actividad representan 2.400 m3. En el futuro, las cantidades totales de residuos radiactivos que deberá gestionar el Estado, suponiendo que no aumenten las centrales nucleares e instalaciones radiactivas, sería de 275.000 m3 de residuos de baja y media actividad y 9.700 de alta actividad.

Los residuos radiactivos de alta actividad se almacenan provisionalmente en piscinas en la propia central y los de media y baja actividad, se almacenan en el subsuelo de una mina abandonada de sal en Sierra Albarrana, El Cabril, Córdoba. Donde, según J. Larios [6](1996) sólo es 3% de los residuos radiactivos almacenados procede de usos médicos y donde, por cierto, una reciente sentencia del Tribunal Supremo (del 5 de junio de 1996) ha puesto sobre el tapete que sus instalaciones han venido funcionando ilegalmente desde 1961 hasta finales de 1992.

Asimismo, como manifestación de la "seguridad" de dichas instalaciones, en dicho almacén pueden producirse bastantes accidentes, debidos al peligro derivado del transporte de residuos por carretera, a accidentes en la manipulación, descarga y almacenaje de los residuos, al peligro de seísmo, pues en la zona se han detectado terremotos de gran envergadura, al deterioro de las estructuras de almacenamiento, etc. Pues no hay que olvidar, que en noviembre de 1995 se disparó accidentalmente el sistema de extinción de incendios del Edificio de Acondicionamiento, lo que motivó la caída de 10.000 litros de agua que se contaminó y hubo de ser almacenada como residuo, o que en enero de 1996 un bidón se cayó de la grúa y rodó por el suelo.(Varela, 1993).

 

¿SE PUEDEN DESTRUIR LAS ARMAS QUÍMICAS?

Las 30.000 toneladas de armas químicas estadounidenses y las 40.000 soviéticas no nacieron para ser "desmilitarizadas". Al contrario, su fin último era la utilización. Habían sido diseñadas para estallar en territorio enemigo y descargar una fatídica emisión de gases. Por eso la tarea de su aniquilación no es nada fácil. Requiere una compleja tecnología. El proceso acumula aguas residuales, cenizas contaminadas y piezas de metal desactivado que posiblemente se vendan como chatarra envenenada.

En 1.982 el gobierno de los EE.UU. optó por la incineración, un medio sencillo y barato, aunque no del todo inocuo, como medio único de destrucción de su arsenal químico. su primera experiencia gran escala fue una planta situada en el pacífico, al sudoeste de Hawai, pero no fueron pocos los accidentes que demostraron las dificultades del proceso.

El propio ejército estima que podrían haber alrededor de 20.000 fallecimientos fuera del perímetro de la planta si se produjeran accidentes como una detonación de una granada a la hora de su manipulación o un incendio.

Pasamos ahora a describir como, a pesar de que los recursos de nuestro planeta son limitados, el sector militar es una de los mayores expoliadores de estos.

 

RECURSOS LIMITADOS.

Toda la vida en la Tierra se desarrolla en una fina capa de 15 Km. (biosfera), que no supone ni el 0,3 de su radio. de ella obtenemos nosotros y el resto de los seres vivos todo lo necesario para vivir, pero la Tierra es limitada y los recursos también. Mientras tanto, el ejército es una gran consumidor de recursos naturales.

El 11% del cobre mundial y el 9% de hierro es utilizado con fines militares y gran número de minerales básicos (plomo, aluminio, níquel, plata, zinc o fluorita) superan el 6%. (Renner, 1991). A esto se podría añadir el 4% del cromo y el 3,6% del tungsteno.

Además, la dilapidación de recursos es tal que, para muchos materiales, la proporción dedicada a fines militares es mayor que la demandada por los países del llamado Tercer Mundo. El consumo energético es todavía más depredador. Aunque habrá quien lo considere como un error, un tanque consuma más de 40 Km. de gasolina por Km., lo cual no es nada comparado con los 13.000 litros por hora de un bombardero o los 900 por minuto de un F-15 a presión máxima. Anualmente, la quema de combustible utilizado en las actividades militares provoca una emisión de entre 150 y 300 millones de toneladas de CO2, del 3% a 6% del total mundial (Gallego, J., 1993).

Si bien la capacidad tecnológica de producción de alimentos y energía se ha multiplicado, el control de la tecnología y en su caso la fuerza militar que provoca su desigual distribución, es controlada por unos pocos grupos de poder (multinacionales, complejo militar-industrial, etc.) y en unos pocos países del Norte.

Además, a escala regional o internacional, la creciente escasez de recursos crea conflictos entre diferentes comunidades políticas, un ejemplo de los cuales sería la aparición del problema de los límites a las capturas pesqueras, donde según J.Nieto (1996) hay zonas en las que puede hablarse, de hecho, de guerras pesqueras permanentes. No tenemos muy lejos en el tiempo la "guerra del fletan", donde barcos de guerra españoles protegían a pesqueros españoles en dicha "guerra" con Canadá. Esta guerra se saldó sin víctimas, pero no olvidemos que conflictos semejantes en Asia acaban a menudo con muertos.

 

DESVÍO DE RECURSOS ECONÓMICOS Y SOCIALES.

En la década de los 80, un billón de dólares anuales, es decir, dos millones por minuto, se gastó el planeta en alimentar la carrera de armamentos. Tras el final de la Guerra Fría, la Guerra del Golfo, el conflicto de los Balcanes, la inestabilidad de los países de Europa del Este y otros motivos que indicaremos más adelante, hundieron de nuevo la posibilidad de disminuir el gasto militar, estabilizado hoy en torno a los 900.000 millones de dólares anuales.

"Entre 1980 y 1987, la Lógica de potencia de EE.UU. y de la URSS, articulada en torno a la política de bloques, hizo que se dispararan los gastos militares mundiales (+62%), que alcanzaron los mil billones de dólares en 1987, movilizando el 5% de los recursos del planeta. El "modo de crecimiento militarizado" de las principales potencias occidentales -con la relativa excepción de Alemania y Japón- colocó lo militar en el centro de las dinámicas territoriales." (Carroué [7], 1993, pp.22).

Además, "a fines de 1990 hay en el mundo 26.000.000 de efectivos humanos en las fuerzas armadas regulares, otros 40.000.000 en situación de reserva, 51.000 armas nucleares en existencia , 66 países en el tráfico de armamento, 64 gobiernos nacionales sometidos a alguna forma de control militar... y 16 conflictos bélicos en curso. Un poderío militar de tales dimensiones hace que los presupuestos militares tiendan a perpetuarse sin apenas alteraciones. Así se explica por que el final de la guerra fría no produjo una inmediata caída de los gastos de armamento globales. Parece que esto llevará mucho tiempo y costará no poca presión de la opinión pública". (Leger Sivard, 1992, pp.20).

A esto se puede añadir con B.Lown y E.Chazov [8], (R.Leger Sivard, 1992, pp.7) que "de todos los seres humanos que habitan el planeta, uno de cada ocho sólo dispone de menos del equivalente de 30.000 pesetas anuales para vivir en una situación de miseria tan absoluta que constituye un genocidio silencioso. Más de mil millones de personas, la cuarta parte de la población mundial, sufren desnutrición. Hay regiones del sudeste asiático en las que el 40% de sus habitantes padecen malaria, sarampión, diarrea y afecciones respiratorias, además de hambre. En el África subsahariana, donde la situación es todavía más crítica, 10 millones de niños mueren todos los años por causas que podrían prevenirse con facilidad y a bajo coste". Y continúan diciendo que "sin necesidad de desplazarse al Tercer Mundo, entre las grandes superpotencias se encuentran inmensas bolsas de pobreza extrema. En los EE.UU., un 15% aproximado de la población carece de cualquier tipo de seguridad social; 31,5 millones no tiene hogar; 20 millones no comen todos los días del mes. Todo ello no obsta para que los EE.UU. hayan invertido casi tres billones de dólares en gastos de armamento, lo que supone 45.000 dólares por cada familia. En la URSS, los presupuestos militares han sido también enormes, con una situación económica y social mucha más grave, sin comparación. Las dos superpotencias se han comportado como enanos morales, al destinar abundantes recursos a poderosas máquinas de guerra dejando las migajas para las necesidades de sus propias gentes".

En realidad, el coste del armamento es ficticio.

En realidad, el coste del armamento es ficticio. Dese la II Guerra Mundial hasta hoy, el precio de los productos manufacturados se ha multiplicado por 7 mientras que los militares los han hecho por 200 e incluso más. Un gran negocio en el que participan todas aquellas naciones que pueden pero que es especialmente sangrante para la economía del llamado Tercer Mundo. Hoy, aproximadamente del 20% al 30% de la deuda del Tercer Mundo está relacionada con la actividad militar y las consecuencias económicas y sociales son evidentes. En torno a 800 millones de personas viven en la miseria, menos de la mitad de la población del Tercer Mundo tiene acceso al agua potable y más del 40% es analfabeta. Muchos otros recursos sociales son hurtados en beneficio del sector militar. El Tercer Mundo pierde anualmente a causa de la carrera de armamentos el equivalente a 187 hombres-año de renta; el 20% de todos los científicos dedicados a la investigación trabajan en proyectos militares y por cada médico hay 8 militares. (Gallego, J., 1993).

 

O.T.A.N.

En cuanto a la OTAN, nos dice M.Revuelta [9] que según un estudio de la "Rand Corporation" para el "Congressional Budget Office" la mejora y adaptación de las fuerzas armadas de los nuevos países "costaría alrededor de 60.600 millones de dólares (unos 9 billones de pesetas)... Otros 64.000 millones de dólares (9,5 billones de pesetas) serían necesarios para establecer una red de bases y preposicionamiento de material y tropas de la OTAN"[10]. En estudios posteriores, la administración norteamericana "asegura que la factura de la ampliación no debería sobrepasar los 35.000 millones de dólares (4,2 billones de pesetas) para el periodo 1997-2009, unos doscientos millones de dólares por año para EE.UU.. Sin embargo, esta estimación parece demasiado modesta para algunos expertos" [11]. (AA.VV., 1997).

No debemos olvidar que, tras la Guerra Fría, la "nueva" OTAN, dentro de la cual está el Estado español, se configura como instrumento para, mediante la intervención militar, responder a cualquier cuestionamiento del orden internacional injusto y desigual, por virtud del cual el mundo occidental (el 20% de la población mundial) saquea 2/3 de los recursos del planeta y somete económicamente al 80% de la Humanidad.

El Estado español.

El Estado español, en concreto, parece no tener ningún problema de conciencia cuando dedica 1,9 billones (1 billón 860.132 millones de pesetas) de los presupuestos generales para fines militares (Ministerio de Defensa y sus organismos autónomos, pensiones militares, Guardia Civil, contribución a la O.T.A.N. y la U.E.O., etc.). Este es el gasto militar para 1997, más dinero que para lo ministerios de educación, cultura, medio ambiente, industria y energía, agricultura, pesca y alimentación, juntos. Un gasto que crece significativamente respecto al año anterior, al contrario que los presupuestos de los ministerios citados. Resulta escandaloso pensar como necesidades sociales básicas como vivienda, educación, acceso a la cultura, sanidad pública, seguridad ambiental, etc. se ven seriamente afectadas por este desvío de recursos económicas hacia la preparación de la guerra.

A esto se puede añadir que desde 1987 hasta 1992, el 47% de la inversión pública española se dirigió hacia las industrias militares. El caso más reciente de financiación de la industria de la muerte con dinero público ha sido la concesión por parte del Ministerio de Industria de créditos a las empresas Bazán y CASA para la construcción de la fragata F-100 y el Avión de Combate europeo (EFA). Se calcula que la fase de producción de este último implicará un gasto de 1 billón de pesetas para los próximos años.

Y todo esto a pesar de que el sector militar es uno de los menos productivos, pues absorbe una gran proporción del presupuesto del Estado sin producir nada que se pueda utilizar directamente en la sociedad civil, hasta el punto de existir una proporción inversa entre desembolso militar de cada país y el crecimiento de su productividad industrial y global. La conclusión no puede ser más sencilla: a mayor gasto militar, menor bienestar económico y social.

Asimismo, si todos los habitantes del planeta guiados por la tesis igualitaria de que no es lícito consumir aquello que no es extensible a todas las personas, consumieran la misma cantidad de energía y recursos que los del Primer Mundo, habría que multiplicar por cuatro la producción actual. Y si con la situación actual los problemas medioambientales ya son graves, imaginémoslos multiplicados por cuatro.(Frago, V., 1993).

Los detentadores del poder en el Primer Mundo son conscientes de ello pues también detentan el poder de la tecnología y la información. Son tan conscientes, que en la última conferencia internacional sobre el agujero de Ozono, los norteamericanos presionaron para evitar la política del gobierno chino, consistente en lograr que cada familia tuviera un frigorífico, que utiliza en su circuito de refrigeración Freón 113, que destruye la capa de Ozono. También eran conscientes de que para que esos cientos de millones de nuevos frigoríficos funcionen, hacen falta muchas centrales térmicas que contribuirán a la lluvia ácida y al efecto invernadero a nivel planetario.

División internacional del trabajo

Para seguir el Norte con su nivel de consumo de recursos, ha potenciado una estructura de división internacional del trabajo fuertemente jerarquizada y embuida de un sentido militarista: 1- países productores de tecnología; 2- países productores de bienes de equipo; 3- países productores de materias primas y/o peligrosas y 4- Países que no tiene ni siquiera riquezas naturales. Esta estructura ocasiona unos flujos de materias primas de los países tercermundistas a los occidentales e impide el desarrollo industrial básico de la mayor parte de la humanidad. Y se mantiene la dependencia tecnológica e industrial de los países del Sur y también el nivel de consumo de los del Norte.

La economía mundial, encabezada por el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, el GATT y las multinacionales de la "Nueva Europa", dicta los designios divinos a seguir por los títeres que se alojan tras los "democráticos gobiernos". Dictan de donde habrá que recortar para engordar las arcas de los poderosos; de donde sangrar a la población civil; de donde conseguir que los privilegios de ese 10% de la población que absorbe más del 80% de los recursos mundiales, siga manteniendo el nivel de vida que hace sufrir a más de 3/4 partes de la población mundial.

Ejemplos.

Esta estructura militarista de la producción a nivel internacional y la miseria que conlleva para el Sur está generando a su vez una catástrofe ecológica en esos países, provocando más hambre si cabe, con los consiguientes conflictos sociales y la militarización subsiguiente de la sociedad. Ejemplos:

-Los gobiernos de los países latinoamericanos, abrumados por la deuda externa y buscando ingresos rápidos, rara vez resultan preservadores de los suelos tropicales. Los contratos de cosecha excesivamente favorables a los taladores han provocado booms de la madera que además de degradar y vaciar los bosques, dan a los colonos agricultores acceso a tierras con un suelo que a menudo no soporta la agricultura, devastando la vida salvaje y expulsando a los indígenas.

-El pueblo Xingú (sur de la Amazonia) ha decidido no tener más hijos y extinguirse. Los incendios forestales, los garimpeiros, los ríos contaminados por mercurio y la unión de terratenientes y multinacionales han conseguido que adopten una decisión tan dramática al ver perdido su modo ancestral de vida y su cultura.

-Brasil produce cada año 67 millones de m3 de madera a un coste 4 veces menor que la sueca y la mitad que la norteamericana.

-En El Salvador, tercer país del mundo productor de café, el monocultivo ha dejado sólo un 4% de bosques. El 77% de las tierras están erosionadas por la deforestación. (Frago, V., 1993)

Cambiando la línea del presente trabajo, pasamos a analizar el tema de la ocupación del territorio por los ejércitos y sus instalaciones para fines militares, lo cual es un ejemplo más concreto de lo que estamos diciendo.

 

OCUPACIÓN DEL TERRITORIO.

La versión oficial de este apartado queda reflejada en el vídeo editado por nuestro Ministerio de Defensa en colaboración con el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación y con el I.C.O.N.A. titulado "Naturaleza y milicia", donde nos exponen la situación de los campos de instrucción y tiro que paso a relacionar brevemente.

Los ministerios citados vieron la necesidad de que los territorios ocupados estuvieran bien conservados y decidieron formar una comisión paritaria para la conservación y reconstrucción del medio natural de los espacios destinados a instalaciones militares. Para mejorar, compatibilizar y corregir los impactos de su uso consultaron al I.C.O.N.A.

Las actividades emprendidas son: repoblación de plantas autóctonas para evitar la erosión de la tierra y dar una renta, creación de embalses, cortafuegos y caminos para la prevención de incendios, programas de recuperación y protección de especies como la foca monje en las islas Chafarinas y la colonia de camaleones en Rota, reparación de desperfectos, jardinería natural, etc.

Todo esto en la base aérea de Gando (Palma de Gran Canaria), base aeronaval de Rota, campo de tiro y maniobras de Cerro Muriano (Córdoba), campo de tiro de Castillejos (Tarragona), etc.

Esta visión de preocupación por el medio ambiente tiene grandes contradicciones, como por ejemplo, el derroche de agua para la prevención de incendios que sólo las pruebas de tiro y el uso militar pueden producir, pues el acceso a civiles está restringido, la destrucción de la fauna de dichas zonas, el plantar césped en zonas de secano (con la gran cantidad de agua que se necesita para su regadío). Además, esto sólo es una muestra de los campos mejor cuidados, pues según testimonios de diferentes soldados, ahora en la reserva, no se citan otros campos como los de Bétera (Valencia), Camposoto (Cádiz), San Gregorio (Zaragoza), Almansa (Albacete), etc., los cuales están descuidados en un alto grado.

Además, existen otros ejemplos de destrucción medioambiental en nuestro Estado, como son:

Otros ejemplos de destrucción mediambiental.

-La construcción de un radar en el Parque Natural de los Alcornocales en Alcalá de los Gazules (Cádiz). Donde según apunta Gracia León en "El Mundo", el enemigo número uno del mayor alcornocal de Europa es ahora mismo el Ministerio de Defensa, pues sus obras para la construcción de una torre de radar han supuesto ya la tala de más de 10.000 árboles que habían sido replantados y otros graves daños al ecosistema. Los alcalainos, organizados en una Plataforma antiradar, consideran que la licencia permite que los militares actúen con carta blanca en la construcción de la torre dañando gravemente una de las fuentes de ingresos del pueblo, el turismo rural. Por otro lado, protestan porque el carácter secreto de la obra impedirá contratar trabajadores de la zona. A las protestas se ha sumado el A.M.A., organismo gestor del parque natural. (León, G., 1994).

-La instalación del radar militar en la cima del Mulhacén. Donde nos recuerdan los firmantes del manifiesto contra dicha instalación que Sierra Nevada actúa simultáneamente como regulador térmico y como un gran embalse natural de agua solidificada que frena el avance de la desertización. Por todo ello, cualquier intervención es considerable y una gran intervención es totalmente inaceptable. (García, A., 1995).

-La instalación militar en el Risco de Famara. "La Federación Ecologista Canaria Ben Magec y El Guincho, junto a grupos estatales como la CODA y WWW/Adena, han denunciado al Ministerio de Defensa por promover la construcción de un complejo militar en el Risco de Famara, en el norte de la isla de Lanzarote. La zona es Parque Natural y Reserva de la Biosfera, y entre los tesoros que guarda hay que destacar la yesquera roja, endemismo botánico exclusivo de Lanzarote, protegido por la Directiva de Hábitats. Las organizaciones citadas solicitan la paralización inmediata de las obras, la incoacción del expediente de derribo y la restauración del medio afectado". (Gaia, 1996).

-La ampliación del campo de tiro del Teleno. Donde en este momento hay en fase de ejecución o ya concluidos una docena de proyectos que apuestan por las inmejorables condiciones de la zona para el turismo rural. Para los miembros de Aedenat [12] no sólo está hipotecado, por los usos militares, el futuro económico de la Maragatería, también lo están su desarrollo social, laboral y ecológico. Las prácticas de artillería ocupan una media de 90 días al año, con un millar de horas de fuego real. Además, en el informe de dicha asociación de 1996, detallan desde accidentes de tráfico donde resultan implicados vehículos militares, hasta la explosión de varias granadas en las tareas de limpieza de un cortafuegos, incluyendo la caída de varios proyectiles lejos de la zona de seguridad o el ensuciar el agua de los abrevaderos del ganado después de limpiar toda clase de objetos. En cuanto a las consecuencias de las explosiones sobre la tierra, las aguas y la vegetación, nos indican que "Aquel día (15-11-96) la empresa SAPA realizó ejercicios de tiro, con armamento desconocido. Ignoramos sus compuestos y su presunta toxicidad en el entorno Claro que a estas alturas no deberíamos asombrarnos, pues el secretismo es la práctica corriente para todas las actividades, y sus efectos, llevadas a cabo por los militares en las instalaciones del campo de tiro". (García, G., 1997).

Frente a estos ejemplos, y como una muestra más del intento de lavado de cara del ejército, no hay más que ver las normas que el Ministerio de Defensa ha distribuido recientemente a todos los acuartelamientos del Estado para evitar que durante las maniobras se produzca un deterioro de los ecosistemas, como consecuencia de la ingente cantidad de personas y vehículos que participan habitualmente en los ejercicios militares. Normas que después de ver los destrozos que efectúan parecen más una anécdota que otra cosa.

Así, por ejemplo, prohiben cortar ramas de los árboles para facilitar el camuflaje de los soldados y no pisar las plantas del monte, salvo que sea "estrictamente necesario". También se encuentra la recomendación de no situar las letrinas, durante las maniobras, cerca de los cursos de agua, ni sobre terrenos muy permeables, para evitar la infiltración de los desechos a la capa freática. Asimismo la tropa debe abstenerse de encender hogueras en aquellos lugares en los que esté prohibido por la autoridad forestal civil competente, y tampoco deberán fumar durante los ejercicios para reducir el riesgo de incendio. (O sea, pueden disparar proyectiles pero no pueden fumar, ¿no?).

En un nivel más general.

En un nivel más general, el radio de acción de las armas y técnicas militares modernas hacen necesarias inmensas extensiones de terreno. El empleo directo del suelo para usos militares no se conoce con precisión, pero oscila entre 2 y 3 veces el tamaño de la Península Ibérica (más de un millón de Km2). En la mayor parte de los casos, el territorio coincide con lugares de valor ecológico. Para las prácticas militares se buscan espacios apartados y de baja densidad demográfica, características que muchas veces también acompañan a los espacios naturales (en el Estado español, Cabañeros y Anchuras). En numerosas ocasiones, los efectos producidos por ensayos militares o la imposibilidad de detectar bombas sin explotar inutilizan se forma permanente los espacios donde éstos se han realizado. En general, las prácticas militares modifican drásticamente el suelo, destruyendo su cobertura vegetal y acelerando los procesos erosivos. En otras ocasiones impiden el uso de terrenos fértiles o provocan en ellos daños graves y en todos los casos perturban el comportamiento de la fauna. (Gallego, J., 1993).

A esto se puede añadir que el suelo utilizado se vuelve improductivo, tanto para la actividad económica humana como para el desarrollo de los ecosistemas afectados.

Daño que será mayor si se actúa sobre la ecología del desierto: la zona desértica del sur de California muestra aun las marcas de los tanques de las maniobras dirigidas por el general G.S. Patton a principios de los 40. Aun en fechas muy recientes (1994), los ejércitos continúan eligiendo los desiertos para crear sus realidades artificiales: diversos aviones caza españoles se trasladaron a los EE.UU. para realizar unas maniobras conjuntas de la O.T.A.N. en un "escenario excepcional, el desierto de Colorado, donde se puede desplegar fuego real e imaginario para preparar los pilotos para tiempos de crisis y guerras" (esto lo dijo un general hispano).

El Ministerio de la Guerra mantiene un secretismo exagerado en todo lo referente al espacio ocupado militarmente. No ofrece ningún dato sobre los campos de tiro, los cuales ocupan aproximadamente el 1-2% del territorio estatal (entre 5.000 y 10.000 Km2). En contraste, los parques naturales ocupan 1.400 Km2, sólo el 0,3%. Claro que las prioridades de los órganos estatales están plenamente dirigidas por el mundo militar. Prefieren crear polígonos de tiro inmensos (el de San Gregorio tiene 340 Km2 y el de Chinchilla 120 Km2), antes que proteger los ecosistemas naturales

Además, la disponibilidad de mares y océanos para la actividad militar es aún mayor. Barcos y submarinos tienen a su disposición todo el territorio marítimo del planeta, a excepción de la estrecha franja de 200 millas de soberanía de los países costeros. Poco se sabe de su incidencia global, pero el impacto no debe ser tan pequeño como en ocasiones se presupone. Hace escasos meses se supo que el Océano Ártico era utilizado como cementerio de residuos nucleares de la ex-U.R.S.S. El espacio aéreo está también al servicio de la infraestructura militar. Aunque existen pocos datos, al menos una tercera parte es utilizada para fines militares. (Mosquera, P., 1994).

Frente a la actual situación respecto al militarismo y a la carrera de armamentos se han intentado diversas alternativas a nivel estatal como son los acuerdos sobre la disminución de armamento y la reconversión de la economía militar en civil de los cuales hablaremos a continuación.

 

ACUERDOS (negociaciones formales de desarme).

En cuanto a los acuerdos, nos dice Vicenç Fisas [13], que desde la II Guerra Mundial, sólo se han firmado dos acuerdos de desarme que pueden recibir este calificativo con propiedad: la Convención sobre Armas Biológicas (1972) Y el Tratado INF de Armas Nucleares de Medio Alcance (1987) que obliga a eliminar los misiles balísticos lanzados desde tierra y que tengan un alcance comprendido entre los 500 y los 5500 km. El resto de los acuerdo pertenecen al "control de armamentos" y ponen limitaciones parciales a determinados tipos de armas.

El alcance de casi todos los acuerdos es ciertamente limitado y no ha impedido el crecimiento de los arsenales existentes y el desarrollo de nuevas generaciones de armas. Las causas de este relativo fracaso son múltiples, pero entre ellas podemos destacar las siguientes:

-Las negociaciones no se hacen con sinceridad sino con engaño y ocultación de las intenciones finales. Las conversaciones se han hecho normalmente bajo una atmósfera de temor y desconfianza.

-Muchas de las armas de las cuales se negocia su reducción ya son anticuadas. El ritmo de desarrollo de la tecnología militar es superior al de las conversaciones de desarme, por lo cual nunca se negocia sobre el material más innovador.

-A veces se negocian armas que aún no se han producido y que están en fase de desarrollo, con la intención de que el otro se vea obligado a poner en la mesa determinadas armas que ya son operativas. Se han dado casos en que se han investigado expresamente nuevas armas para obligar al otro a negociar.

-Las presiones del complejo militar-industrial son constantes, especialmente en los momentos en que la voluntad política de desarme ha sido más fuerte.

-Las negociaciones suelen tener una gran complejidad técnica, porque no todos los países tienen las mismas estrategias ni valoran igual determinados tipos de armamento. Las diferencias geográficas (unos continentales, otros marítimos; unos están aislados, otros rodeados) condicionan también que se adopten estrategias militares diferentes.

-Hasta hace poco era imposible verificar sobre el terreno si se llevaba a termino la reducción o la destrucción negociada de determinado armamento, lo que impedía avanzar en la configuración de un acuerdo. (Fisas, V., 1992).

A esto podríamos añadir, que hasta la fecha, los tratados se han centrado estrechamente sobre las cantidades y los tipos de armas que podían ser desplegadas por las FF.AA. En gran medida han prestado una atención insuficiente o nula al destino de las armas retiradas del despliegue, que podrían, por tanto, ser simplemente almacenadas o exportadas a países no sujetos a los límites de los tratados. El almacenamiento, sin embargo, no es deseable porque puede ser fácilmente invertido, y a la exportación se le pueden poner objeciones, porque simplemente redistribuye las armas a lo largo del planeta y podría estimular carreras de armamentos locales. (Renner, M., 1994)

J.C. Rois [14] (AA.VV.,1997, pp.204) nos indica refiriéndose al transarme que de éste "se comenzó a hablar cuando se empezó a analizar por el movimiento pacifista que el concepto clásico de desarme era excesivamente reduccionista y podía ser utilizado por el militarismo a su servicio, pues:

1) Los gobierno no están dispuestos a realizar un desarme unilateral y completo.

2) Los acuerdos de desarme (nuclear y convencional) entre los bloques son limitados y no sirven más que para mantener el "statu quo".

3) El desarme, por ello consolidaba una paz negativa (como ausencia de guerra), pero no para profundizar en un concepto de paz positivo (como superación del militarismo y realización de la justicia)".

 

RECONVERSIÓN.

Respecto a la reconversión de una economía militar en una civil, existen tres opciones básicas de conversión: 1- el "hardware" militar puede ser adaptado a las tareas civiles: los tanques se podrían convertir en equipos contra incendios, los helicópteros y los camiones podrían ser preparados para usos no militares; 2- algunos materiales militares pueden ser procesados para hacerlos utilizables para propósitos civiles: los agentes de guerra química pueden ser transformados en suministros útiles para la industria química; 3- en vez de reutilizar piezas enteras del equipo, se pueden recuperar materiales de deshecho procedentes de armas y materiales desmantelados (cobre, aluminio, cromo, tirano, aceros reforzados, etc.). De entre las tres opciones, parece que la tercera es la más practicable, mientras que la segunda puede ser aplicable en algunos casos. (Renner, 1994).

Además, están surgiendo problemas para tomar estas medidas, porque "es preciso reconocer que continua existiendo el enorme complejo militar-industrial, con sus grupos económicos interesados en perpetuar la confrontación militar ... Los contratistas militares, financiados por el Estado y, en gran medida protegidos de la competencia, sienten temor ante el futuro. Además, las economías de diversos países, tales como Francia y Checoslovaquia están fuertemente sostenidas por las exportaciones de armas". Asimismo "existe por parte de los trabajadores de las fábricas de armas un comprensible temor al desempleo que resultaría de un desarme generalizado. Esto podría revelarse desastroso, no sólo para los individuos, sino también para ciudades y regiones enteras". Temor que ya existía 1º por "una considerable sobrecapacidad después de la expansión a mediados de los años 80" y 2º porque "a consecuencia de su creciente sofisticación técnica, la industria armamentística fue cancelando un mayor volumen de capital y necesita cada vez menos trabajo". (King y Schneider, 1991).

También en la ex-U.R.S.S. y China se han iniciado esfuerzos hacia la reconversión, pues son países donde existe escasez de bienes, pero se han llevado a cabo en condiciones de mínima responsabilidad pública y de caos económico. Así, en la ex-U.R.S.S., el peso social de los 4,5 millones de trabajadores del complejo militar-industrial y la voluntad del Kremlin de mantenerse entre las superpotencias están ganado la partida a la reconversión al sector civil que Mijail Gorbachov comenzó en 1.989 y que ha transformado a algunos de los antiguos gigantes de la industria soviética en productores de bengalas de verbena y pedales de bicicleta. Además, señala G.Voronin [15] que "la reconversión ha sido "salvaje" ... Lo que se ha hecho en tres años tenía que haberse hecho en diez". El sector militar ha reconvertido el 80% de su capacidad al sector civil, señalan los estadistas, tras los cuales hay talleres cerrados o que trabajan a bajo rendimiento, plantillas forzadas a tomar vacaciones no remuneradas y sueldos del orden de 50 dólares al mes, es decir, aproximadamente la mitad del sueldo medio ruso. De los 14 programas de conversión existentes, en la práctica funcionan sólo dos, el de la aviación civil y el de reconstrucción de la flota, y solo el primero está financiado. (Bonet, P., 1994).

Las políticas aplicadas que acabamos de analizar, de cara a la opinión pública expresan un interés por reducir la carrera de armamentos (por medio de tratados) y por adaptar la economía a una situación de mayor provecho social (por medio de la reconversión), pero son intentos que, como ya hemos indicado, hasta el momento han fracasado, y demuestran estar aplicados desde una visión que realmente no pretende cuestionar esta sociedad militarista y sus consecuencias, e incluso los mantiene pues hay intereses en hacerlo por los beneficios económicos del comercio de armas, por mantener la jerarquía internacional existente, y por todos los demás intereses citados a lo largo de estos papeles.

Pero es un contrasentido mantener un sistema militar (y militarista) que expolia y erosiona gravemente los recursos ambientales y sociales, pues preparar la guerra para mantener la paz se ha convertido en el mayor riesgo ambiental de nuestra sociedad, a la vez de mostrarse , no ya ineficaz para conseguir su objetivo, sino como un elemento multiplicador de la escalada bélica, lo cual se ve en la situación actual en la que a pesar del final de la política de bloque, se han iniciado crueles enfrentamientos en el Este de Europa, África y Asia. Además, la ética defendida por el militarismo poco tiene que ver con la adoptada por el pensamiento ecologista, y el militarismo como fenómeno sociológico ha ido calando en la sociedad hasta el punto que en un número considerable de países las dimensiones políticas, culturales y económicas se han adaptado a él. Así, es necesario replantear los conceptos de seguridad y defensa hasta ahora considerados como válidos y plantearnos que sociedad queremos y que posibles alternativas existen (o se pueden crear) para conseguirla desde la participación activa de la sociedad en la protección de sus valores sociales, culturales y económicos.

 

¿QUE SOCIEDAD QUEREMOS?

Un ecosistema natural sería más estable, en la medida que se den estas dos características:

-Diversidad de seres vivos (microorganismos, insectos, aves, peces, mamíferos, vegetales, etc.)

-Fuentes de energía y alimentos basados en recursos renovables (fotosíntesis, ciclos de agua, del carbono, del nitrógeno, del oxígeno, del fósforo, etc.).

Circunstancias que han permitido el desarrollo de millones de especies desde hace 3.500 millones de años que comenzó la vida.

Así, frente al funcionamiento de nuestra sociedad descrito anteriormente, es preferible una sociedad que sustituya todas las estructuras y relaciones de dominación y potencie la diversidad, la descentralización, la autogestión de la toma de decisiones y la renovación, que respete la diversidad cultural de cada pueblo dentro de un internacionalismo solidario que supere la opresión estatalista actual, que cree formas de producción de energías renovables, adaptadas al lugar y diversificadas para evitar el control exterior y posibilitar la autonomía, que efectúe un replanteamiento de los valores sexuales que supere el patriarcalismo, que potencie las comunidades de población pequeñas y medianas con democracia cara a cara, que busque que la ciencia y la tecnología sean practicadas por tod@s e integradas en la cultura, que ponga énfasis en la diversidad de la agricultura, que potencie la calidad frente a la cantidad y, en fin, que adecue los límites tecnológicos a los ecológicos.

 

ALTERNATIVAS.

Frente a los reduccionismos de las propuestas de desarme que nos intentan convencer de que llegar a la desmilitarización total por las vías del desarme, la conversión de las élites políticas, la reforma del derecho y de la ONU es menos utópico que apostar por una defensa radicalmente distinta y ejercida por la propia gente desde sus intereses y de forma noviolenta, queremos mostrar como es posible desarrollar un nuevo concepto de defensa y, más aún, como se está desarrollando cotidianamente desde diferentes movimientos sociales.

Hacia un nuevo concepto de defensa.

Este análisis nos exige un cambio paradigmático de nuestro habitual concepto de defensa militarista. Dicho cambio requiere otras coordenadas de referencia a las cuales no estamos acostumbrados y esto, en primera instancia, nos lleva generalmente a rechazar estas conclusiones derivadas del análisis de los datos, aunque en el fondo las sepamos lógicas y coherentes. Normalmente tendemos a engañarnos y a buscar excusas del tipo "es un análisis correcto, muy bonito, pero desde una postura muy utópico" para despreciar esta manera de discurrir y poder volver a la tranquilidad de nuestros viejos esquemas de análisis en los que nos movemos con más comodidad.

Sin embargo, lo que viene a continuación es el mismo análisis... pero realizado por un organismo tan poco sospechoso de albergar deseos desestabilizadores como es el Programa de las Naciones Unidas para el desarrollo (PNUD):

"El concepto de seguridad se ha interpretado en forma estrecha durante demasiado tiempo: en cuanto a seguridad del territorio contra la agresión externa o como protección de los intereses nacionales en la política exterior o como seguridad mundial frente a la amenaza de un holocausto nuclear. La seguridad se ha relacionado más con el Estado-Nación que con la gente. Se dejaban de lado las preocupaciones legítimas de la gente común que procuraba tener seguridad en su vida cotidiana. Para muchos, la seguridad simboliza la protección contra la amenaza de la enfermedad, el hambre, el desempleo, el delito, la represión política y los riesgos del medio ambiente.

En definitiva, la seguridad humana se expresa en un niño que no muere, en una enfermedad que no se difunde, en un empleo que no se elimina, en una tensión étnica que no explota en violencia, en un disidente que no es silenciado. La seguridad humana no es una preocupación por las armas: es una preocupación por la vida y por la dignidad humanas.

La idea de seguridad humana, aunque simple, probablemente constituirá una revolución en la sociedad del siglo XXI. Una consideración del concepto básico de seguridad humana debe centrarse en cuatro de sus características esenciales:

-La seguridad humana es una preocupación universal. Es pertinente a la gente de todo el mundo, tanto en países ricos como en países pobres. Hay muchas amenazas que son comunes a toda la gente, como el desempleo, los estupefacientes, el delito, la contaminación y las violaciones de los derechos Humanos. Su intensidad puede variar de un lugar a otro, pero todas esas amenazas contra la seguridad humana son reales y van en aumento.

-Los componentes de la seguridad humana son interdependientes. Cuando la seguridad de la población está amenazada en cualquier parte del mundo, es probable que todos los países se vean afectados. El hambre, la enfermedad, la contaminación, el tráfico de estupefacientes, el terrorismo, los conflictos étnicos y la desintegración social ya no son acontecimientos aislados, confinados dentro de las fronteras nacionales. Sus consecuencias llegan a todo el mundo.

-Es más fácil velar por la seguridad humana mediante la prevención temprana que con la intervención posterior. Por ejemplo, los costos directos e indirectos del virus de inmunodeficiencia humana (SIDA) ascendían a 240.000 millones de dólares en el decenio de 1980. Unos pocos miles de millones de dólares invertidos en la atención primaria a la salud y en la educación en planificación familiar podrían haber ayudado a contener la difusión de esta enfermedad mortal.

-La seguridad humana está centrada en el ser humano. Se preocupa por la forma en que la gente vive en una sociedad, la libertad con la que puede ejercer diversas opciones, el grado de acceso al mercado y las oportunidades sociales, y la vida en conflicto o paz." [16]

En definitiva, se hace necesario conformar una concepción de la defensa novedosa y que realmente sea alternativa a los distintos modelos de defensa militares existentes (como son la defensa nuclear, la defensa militar periférica o en profundidad, las defensas no ofensivas, la defensa popular de guerrillas o las modernas guerras de baja intensidad, e incluso cualquier modelo militar que se nutra de soldados de reemplazo o de voluntarios). Estos modelos no son más que distintas maneras puntuales de ejecutar la misma política basada en el uso de la fuerza o en la amenaza de su uso, vienen legitimados por la posibilidad de un hipotético enemigo externo, sostenidos por una política exterior agresiva y competitiva en unas relaciones económicas que fomentan la dependencia y la pobreza.

La alternativa de defensa noviolenta: la defensa popular noviolenta.

Desde el sector noviolento del movimiento pacifista llevamos años propugnando e intentando desarrollar tanto de forma teórica como en la práctica una alternativa a la defensa militar que denominamos defensa popular noviolenta (DPNV). Lejos de rehuir el debate social y político de la defensa de la sociedad, el movimiento pacifista noviolento lo potencia y lo asume como un área de trabajo en la que quiere desarrollar una línea de pensamiento teórico y una práctica política coherente que sea asumible y realizable por el conjunto de la sociedad.

Generalmente, la necesidad de configurar una alternativa a la defensa militar incluso por parte de grupos sociales de base se ha entendido como una obligación de responder de manera diferente a las agresiones y enemigos conceptualizados desde una perspectiva militarista, por ejemplo: cómo responder con actitudes no violentas o con formas de organización no militarizada a la agresión de un ejército enemigo. Esta perspectiva conlleva multitud de paradojas y contradicciones, en tanto que deja incontestado uno de los aspectos fundamentales de cualquier concepto global de la defensa, a saber: cuáles son los verdaderos enemigos de las sociedades, de qué hay que defenderse. La DPNV parte de la necesidad real que tiene la sociedad de defender sus intereses, y plantea un cambio paradigmático en la concepción de la defensa. En línea, por ejemplo, con los recientes planteamientos sobre "seguridad humana" del PUND, la idea de defensa que se plantea desde la DPNV es la de defender los logros y derechos sociales, políticos y económicos que ha conseguido la Humanidad a lo largo de su desarrollo histórico.

Pero además, respondiendo a la segunda cuestión importante que plantea cualquier concepto de sistema defensivo, es decir, cómo debemos o podemos defendernos, el planteamiento metodológico de la DPNV opta por la noviolencia como la manera más coherente y positiva de intervenir en los conflictos. Desde esta perspectiva, la acción noviolenta no se entiende (nunca se ha entendido así, por cierto) como pasividad y sumisión ante las injusticias, sino como una forma de hacer aflorar los conflictos que generan violencia y de tratarlos de manera constructiva.

Los conflictos bélicos suelen ser la llamativa punta del iceberg de muchísimas tensiones y/o injusticias de todo tipo que se unen y potencian para estallar en un momento determinado. El movimiento pacifista noviolento es consciente de que la única esperanza de acabar con las guerras es colaborar en analizar y proponer medidas alternativas para los conflictos que las generan. Por lo tanto la DPNV quiere abordar los conflictos en su raíz y no sólo sus manifestaciones puntuales o coyunturales. Por ello, existe una preferencia en la DPNV por realizar trabajos en todos aquellos conflictos generados por causa de la violencia estructural, esto es, por la violencia económica, política y social, que es la forma de violencia prioritaria generada por las estructuras del propio sistema en que nos encontramos (o que generaría cualquier otro sistema) [17].

En cambio, los Estados, los ejércitos y los gobiernos se empeñan en desviar la atención y el debate hacia aquellos conflictos que ya han estallado violentamente. Nos los presentan como inevitables y en ellos encuentran la autojustificación de la existencia de los ejércitos y del militarismo. Pero el análisis de los casos haitiano, somalí, ex-yugoslavo, por citar tan sólo unos pocos ya acaecidos, nos lleva a concluir que una vez que la crisis ha culminado en guerra, es muy posible que se haya sobrepasado el punto de no retorno. Normalmente los contendientes no tienen ya ninguna esperanza de poder conseguir sus reivindicaciones por medios pacíficos y, lo que es peor, consideran que no existen cauces democráticos y cooperativos que les sean de utilidad porque sólo han sido educados en la resolución de conflictos por métodos violentos. En dichos momentos es muy difícil una intervención constructiva, y es entonces cuando se reconoce que la mejor actuación hubiese sido la preventiva. Y además, se reflexiona que esa acción preventiva hubiese debido ejecutarse sobre las desigualdades o injusticias (pobreza, deterioro medioambiental, incapacidad de libre ejercicio de derechos políticos y sociales, etc.) que son la base y causa última de los conflictos.

Desde este enfoque carece de sentido que el debate se centre generalmente de forma casi exclusiva en si tienen legitimidad o no las revoluciones violentas, o si son efectivas y legales las intervenciones militares de los Cascos Azules de las Naciones Unidas. Estos planteamientos son meros fuegos de artificio que pretenden desviar la atención de lo fundamental: hay que ser conscientes de que los conflictos humanos se reproducirán a lo largo del tiempo. Sin embargo, sí es posible modificar la manera de abordarlos buscando formas noviolentas y constructivas. Y, por último, es necesario asumir que los conflictos tienen bases definidas en las desigualdades sociales, políticas y económicas. Una prueba palpable y reciente de todo ello es el caso zapatista, donde la revuelta armada ha dejado sitio en el centro de los esfuerzos a las acciones diplomáticas, de negociación, de difusión y de autoorganización no para conquistar el poder político institucional mediante formas de organización verticales, sino para garantizar la autonomía de los colectivos y las gentes y para mejorar sus condiciones de vida.

Desde la DPNV se aboga por una intervención preventiva en los conflictos. De esta manera se pretende evitar que estalle la violencia o que ésta aumente, generando la progresión en la espiral de la violencia que defendieron Gandhi y Luther King.

Este compromiso para abordar y paliar las situaciones que originan los conflictos, es decir, la violencia estructural, sólo es posible si se consigue fomentar que todos los individuos de nuestras sociedades intervengan de manera participativa e igualitaria en el asunto de la defensa. Es decir, que los ciudadanos y ciudadanas participen de manera noviolenta y constructiva en la defensa de sus derechos y libertades, y en la mejora de los mismos. Uno de los objetivos básicos de la DPNV es popularizar la defensa. Pero popularizar la defensa no en el sentido que pretenden las campañas recientes de nuestros gobiernos -asumir de forma entusiasta y con nuestra adhesión incondicional y acrítica las directrices de defensa militarista diseñadas de forma vertical por un grupo selecto de expertos cuyas deliberaciones y gran parte de sus actuaciones permanecen en la sombra, ajenas a todo control popular-, sino por el contrario: popularizar la defensa en el sentido de que todas las personas conozcan y participen abierta y democráticamente en la definición de los objetivos y la metodología básica de la política de defensa. Pudiendo así decidir defender los valores humanos de la sociedad (las libertades, los derechos humanos, una mejora de las condiciones de vida, un desarrollo económico solidario con los demás y la naturaleza, etc.) frente a la defensa del territorio, las fronteras, la patria y todos sus símbolos, etc.; defender los intereses de todos los ciudadanos en general, frente al "statu quo" y la situación global de injusticia estructural; con métodos basados en una concepción del conflicto en la que éste no se oculte para poder así resolverlo o regularlo e intentar llegar a soluciones mutuamente aceptables con el "adversario", entendido éste, como una persona igual que nosotros, con los mismos miedos, necesidades y deseos, frente a los modelos militaristas con una concepción del conflicto como molesto y que hay que ocultar y resolver triunfando sobre el adversario [18]. Así, se puede decir que el secretismo militar configura una élite que toma las decisiones sin consultar y sin poder ser inspeccionada por la ciudadanía. De esta manera se consigue el desinterés de la sociedad y la delegación continuada en un tema tan crucial, o bien las adhesiones acríticas y en absoluto participativas y democráticas.

En este sentido de trabajar contra el secreto militar, es de destacar la campaña "Por la transparencia en el comercio internacional de armas" que actualmente están promoviendo Amnistía Internacional, Greenpeace, Intermón y Médicos sin Fronteras, cuya finalidad es solicitar que se hagan públicos los negocios de importación y exportación de armamentos que realiza el Estado español para que la sociedad pueda analizarlos y decidir sobre su utilidad o inutilidad y su respeto o violación de los Derechos Humanos, o la Campaña Contra el Comercio de armas (C3A) promovida por una docena de colectivos catalanes con un planteamiento similar [19]. Estas iniciativas representan un primer paso de lucha noviolenta de la sociedad para defender el derecho a estar informada acerca del gasto destinado al apartado defensivo militar.

Otra iniciativa existente en la actualidad es el análisis y denuncia del aumento y enmascaramiento del gasto militar en partidas presupuestarias diferentes a las del Ministerio de Defensa [20] (que para este año es de 1,9 billones, con "b" de pesetas, como ya indicamos anteriormente), y la disminución de los gastos sociales tras la cortina del recorte presupuestario para ajustarse a los criterios de Maastricht, trabajo que es fruto de la coordinación de distintos movimientos sociales [21].

También es importante, y un paso más en cuanto a compromiso personal y social, la campaña pro Objeción Fiscal al Gasto Militar , práctica política propuesta por organizaciones de base, que consiste en desviar una parte del dinero destinado al Ministerio de Defensa, dirigiendo el tanto por ciento correspondiente al mismo en nuestra propia declaración de la renta a un destino social gestionado por ONGs que luchan por un concepto de defensa no militarista, defensa de los derechos, las libertades y la justicia, defensa de la paz y la solidaridad, etc., como, por ejemplo, proyectos educativos en Nicaragua, Sahara y Eritrea, de promoción de mujeres en Filipinas, y contra el campo de tiro de El Teleno y Anchuras, o para el Centro por la Paz, la noviolencia y los derechos humanos de Osijek en Croacia. Promoviendo así una sociedad desmilitarizada, unas relaciones internacionales y económicas solidarias, apostando por una colaboración caracterizada por el respeto y la no injerencia, dando protagonismo a los propios implicados en la resolución de sus conflictos, y apostando también por una ciudadanía participativa [22].

Junto con estas campañas también se está trabajando en el campo de la Educación para la Paz, cuya preocupación es la de conseguir un sujeto integralmente formado, preocupado por su propio mejoramiento, pero también por el de los desequilibrios y desigualdades económicas, sociales políticas y culturales que rodean a las personas, individualmente y como pueblo al que pertenecen. Todo ello potenciando la capacidad de análisis desde un sentido crítico, practicando la autoestima, la comunicación abierta, el diálogo y el debate sobre las diferencias, implicando a los enseñantes y estudiantes, en su totalidad, superando la transmisión de conocimientos, con actitudes, metodología y fines coherentes con esto, y promoviendo la participación directa de alumnos y alumnas en la vida entera de la enseñanza. Todo ello desde la perspectiva y orientación de la noviolencia y cuyos contenidos, entre otros, son la resolución creativa y noviolenta de conflictos, la desobediencia, la ecología, el antimilitarismo, el desarme de mentalidades y del armamento y los ejércitos, etc [23].

Estos ejemplos demuestran que la DPNV no es una construcción quimérica ni irreal, sino que es una acción política comprometida y solidaria que tiene lugar aquí y ahora, en la realidad cotidiana, rindiendo algunos frutos observables. Por ejemplo: no se puede dudar de que la mentalidad de la juventud ha cambiado en lo referente a la defensa militar; si hace tan sólo 20 años se pensaba que el Servicio Militar era un deber irrenunciable y el Ejército una realidad inamovible, ahora un porcentaje considerable de los jóvenes y las jóvenes no sólo opina que no es la mejor manera de defender los intereses de la sociedad, sino que, además, un número considerable objetan al Servicio Militar, esto es, se comprometen en una campaña de no colaboración que, incluso, acaba en ocasiones adoptando actitudes de desobediencia civil, pública y colectiva, afrontando duras penas represivas, encarcelamientos e inhabilitaciones: la insumisión, tanto a la mili como a la PSS. La desobediencia civil antimilitarista ha sido también durante los últimos años, en el Estado español, un ejemplo clave de defensa social alternativa: defensa frente al militarismo como agresión a la sociedad incluso en situaciones de ausencia de guerra. Y ahora también con la insumisión en los cuarteles, que continua evidenciando que hay un conflicto entre el Ejército y la sociedad que no se termina con el modelo de ejército en gestación [24]. No se puede obviar que todo esto representa un cambio en la concepción de la defensa por parte de la juventud. Tampoco se puede negar que, a la vez, es una acción política coordinada que propone análisis y alternativas a la sociedad desde la solidaridad y la legitimidad, y las propone no exclusivamente en la teoría, sino desde la práctica.

Por lo tanto, la actual alternativa a la defensa militar no es tan sólo oposición y crítica, sino que muchas organizaciones no gubernamentales y otros colectivos sociales y grupos de personas plantean al gobierno y a la sociedad alternativas constructivas y efectivas en muchos campos de la vida política y social.

Un ejemplo de esto es la labor que han realizado las personas activas en la Plataforma 0`7%. Su reivindicación era la lucha en defensa de aquello que les importaba, la forma de colaborar a un desarrollo del Estado español basado en principios cooperativos. Su acción fue noviolenta y de diálogo, buscaban actuar de forma preventiva sobre una posible causa del subdesarrollo del llamado Tercer Mundo, esto es, el orden económico internacional que sólo lucra a los países que se llaman desarrollados.

Otros ejemplos serían los grupos que trabajan para la liberación de la mujer en todas sus facetas, los grupos ecologistas, los grupos que trabajan para abolir las prisiones, para mostrar los auténticos delincuentes, los que plantean alternativas de desarrollo comunitario en los barrios carentes de casi todo, los que atienden problemas como la precarización del trabajo y ausencia de horizontes o la falta de vivienda, los que creen en la justicia social y en la solidaridad más allá de la peseta, los que creen en las minorías, sean estas gais, lesbianas, ancian*s, enfermos de SIDA, minusválidos, gitanos, inmigrantes, los que trabajan por una Europa que no sea una fortaleza, antiecológica, desigual, antidemocrática, etc.

Ejemplos como éstos son habituales y seguramente si cada persona analizase las actividades de los movimientos sociales en los cuales incluso puede que participe, descubriría que en muchos casos ya se están realizando acciones concretas para defender aquello que realmente interesa y que, por lo tanto, son alternativas noviolentas reales, eficaces y actuales a la política de defensa militar.

Los antimilitaristas y las antimilitaristas estamos acostumbrados a que se nos interpele sobre qué alternativa ofrecemos al modelo de defensa militar contra el cual trabajamos. Y sentimos extrañeza cuando esta interrogación escéptica proviene de personas, colectivos que ya están trabajando no en negativo, sino en positivo, desarrollando un modelo de defensa alternativo en su raíz al modelo militar. Algunos movimientos sociales son, somos como aquél que hablaba en prosa y no lo sabía. Estamos colaborando ya en la construcción de una alternativa de defensa noviolenta, pero quizá no seamos conscientes de ello por nuestra propia rigidez a la hora de enfocar determinadas cuestiones. Pues "para nosotros, no se trata de ponernos a trabajar otros temas de los que ya se ocupan otros colectivos, sino de aportar en lo posible nuestro análisis y nuestros métodos de actuación, ya que entendemos que antimilitarismo, junto con otras luchas sociales, son el fomento del trabajo de base, la capacidad de autoorganización y de respuesta (acciones directas noviolentas, no colaboración, desobediencia civil, etc.), el impulso o creación de formas alternativas de trabajo (cooperativas, etc.), de medios de comunicación (radios libres, revistas, etc.), de cultura, etc. aunque su razón de ser no esté motivada en un tema directamente antimilitar. Todo esto buscando una continuidad de acción, compartiendo los análisis, objetivos y métodos de trabajo, para que las diferentes problemáticas no sean más que diferentes frentes de una concepción social liberadora".[25]

 


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REFERENCIAS

[1] Según R.Leger Sivard "Los impactos que una guerra puede tener en el medio ambiente han quedado puestos de manifiesto de manera totalmente explícita en la reciente guerra del Golfo. Los reportajes televisados hablaban de "ataques quirúrgicos" y "daños colaterales". La realidad no fue tan aséptica: cientos de miles de víctimas y una catástrofe ecológica de enormes dimensiones: vastas destrucciones de sistemas de agua, alcantarillado y electricidad; enormes derrames de petróleo al Golfo que amenazan la supervivencia de la naturaleza viva y la seguridad de las plantas potabilizadoras y centrales eléctricas, cientos de pozos de petróleo esparciendo al arder, negras nubes de hollín y sustancias químicas tóxicas hasta distancias tan lejanas como el subcontinente indio. Antes de esa guerra ha habido otras 227 a lo largo de este siglo, que han tenido efectos negativos y han causado daños de diversa consideración al medio ambiente".

[2] Presidente del C.O.D.A.

[3] Investigador del Worldwatch Institute, especializado en temas de seguridad nacional y fuerzas de paz.

[4] Catedrático de Biología. Presidente de la Asociación para la Defensa Ecológica de Galicia (ADEGA).

[5] Francisco Castro es miembro de la Comisión de Energía de AEDENAT y de la CODA.

[6] Miembro de la Comisión de Energía de AEDENAT-Córdoba.

[7] Del Centro de Investigación, Industria y Equipamiento, Instituto de Geografía, París I, autor del libro Industries européenes d’armement, publicado en noviembre de 1992 por Editions Masson. París.

[8] Bernard Lown (EE.UU.) y Evgueni Chazov (URSS) son cofundadores de la Internacional de Físicos para la Prevención de la Guerra Nuclear (IPPNW). Premiados conjuntamente, en nombre de la IPPNW, con el Premio Novel de la Paz, 1985. Cita extraída del prefacio del texto de R.Leger Sivard (1992, pp.7).

[9] Del artículo Del teatro de operaciones a las operaciones del teatro, incluido en el texto Las viejas mentiras de la nueva OTAN, Ed.Plataforma contra la OTAN de Madrid, Madrid, 1997.

[10] Mariano Aguirre, "los debates sobre el futuro de la OTAN", Meridiano CERI, nº 9, junio de 1996. (cita del original).

[11] Le Monde, 14 de junio de 1997. (cita del original).

[12] Asociación Ecologista de Defensa de la Naturaleza,

[13] Miembro del "Centre Unesco de Catalunya" y del Centro de Investigaciones para la Paz.

[14] Miembro del Colectivo utopía Contagiosa de Madrid. Extracto del artículo Profesionalización y OTAN, incluido en el libro Las viejas mentiras de la nueva OTAN, Ed. Plataforma contra la OTAN de Madrid, Madrid, 1997.

[15] Vicepresidente del Comité estatal de las Ramas de la Industria Militar de Rusia.

[16] Programa de las Naciones unidas para el desarrollo: Informe sobre desarrollo humano 1994, capitulo 2: "Nuevas dimensiones de la seguridad humana", Fondo de Cultura Económica, México, 1994. Los subrayados son nuestros.

[17] Durante la década de los 80 se ha definido ampliamente el concepto de violencia estructural. Uno de los autores más conocidos a este respecto es Johan Galtung: Sobre la paz, Fontamara, Madrid, 1985.

[18] Colectivo Utopía Contagiosa: Modelos de defensa y alternativas noviolentas, ed.ciclostilada; Leganes-Madrid, 1994.

[19] Vicenç Fisas: El movimiento por la paz ante las campañas de ONGs, Mambrú nº55, Verano 1996.

[20] El análisis y denuncia del enmascaramiento del gasto militar está sintetizado en el artículo de Chusma Pastor, referido al informe sobre dicho tema elaborado por el Colectivo Gazteizkoak, Mambrú nº55, Verano 1996.

[21] En referencia a este tema, es muy interesante el texto elaborado por varios colectivos: Gasto Militar y alternativas sociales. un análisis del Gasto militar y las propuestas de los Movimientos Sociales, Tritón, Getafe-Madrid 1997. donde se efectúan propuestas de diferentes movimientos sociales para la utilización alternativa de dicho presupuesto.

[22] Colectivo Utopía Contagiosa: Una alternativa pacifista. Objeción fiscal versus militarismo, en Cuatro Semanas nº6, junio 1994.

[23] Chema Mendoza: Educación para la Paz, Mambrú nº45, mayo 1993.

[24] Véase el Dossier del MOC-València: Insumisión en los cuarteles: un paso adelante. Febrero-Marzo 1997.

[25] MOC-Cantabria: Apuntes para trabajar las Alternativas de Defensa: la auténtica función del Militarismo: a mayor control social, menos necesidad de represión, ed.ciclostilada, Soto-Iruz (Cantabria) s/f (1995).


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