CHECHENIA.

Por Carlos Taibo.
Director del programa de estudios rusos de la Universidad Autónoma de Madrid

El caracter del régimen implantado en Chechenia por Dudayev en 1991 es el único dato sólido en que puede apoyarse la sangrienta operación militar desplegada por Rusia. Habida cuenta, sin embargo, de la realidad política rusa, es dificil prestarle oido a las críticas que Yeltsin ha vertido contra e1 régimen checheno. Tambien en Rusia hay graves problemas, como es sabido, de legitimación democrática.

La acción militar rusa se ha producido, por otra parte, en medio de un condescendiente e impresentable silencio internacional: al parecer, "todo vale" porque Chechenia "es un problema interno" de la Federación Rusa. Dadas las circunstancias, sin embargo, es obligado poner en cuestión la pertinencia de esa lectura de los acontecimientos.

Por lo pronto, Rusia subraya el caracter unilateral, y no ajustado a derecho, de la decision chechena de 1991. Puestos a buscar unilateralidades, hay otras muchas anteriores acaso mas graves. Asi, unilateral fue la anexión militar rusa en los siglos XVIII y XIX, unilateral la decisión de mantener a Chechenia dentro de la URSS, y unilateral, claro, la deportación operada en 1944. Pero, mucho mas cerca en el tiempo, unilateral fue el procedimiento arbitrado en 1991 para reconocer independencias: se reconoció esta posibilidad a las "repúblicas federadas" pero se le negó a las restantes unidades que conformaban la URSS, y entre ellas a Chechenia. Si artificial era la URSS, no habia razón de peso, sin embargo, para hacer estos distingos.

En segundo lugar hay que reseñar la escasísima voluntad de negociación mostrada por Moscú. Dificilmente las cosas podian ser de otro modo cuando la Constitución yeltsiniana de 1993 apuesta visiblemente por la centralización y reduce poco menos que a la nada las potestades de las unidades políticas que conforman 1a Federación Rusa. Fuentes nada sospechosas, como el defensor del pueblo ruso, Serguei Kovaliov, se han referido en repetidas ocasiones a la escasa flexibilidad que los negociadores rusos han exhibido.

Conviene recordar, en tercer lugar, que lo que Moscú rechaza en Chechenia lo puso en práctica, en 1992, en Moldavia: entonces el XIV ejército ruso respaldó militarmente a una república -la del Transdniestr- que unilateralmente se desgajó del Estado moldavo. Lo que valia en Moldavia no vale, por lo que parece, en el interior de la Federación Rusa.

Al margen de todo lo anterior, interesa subrayar el hecho de que dificilmente se puede entender la acción militar rusa en Chechenia si solo se toman en consideración los datos que dan cuenta de la situación en ese pequeño territorio. La acción militar ha respondido, antes bien, a los avatares de la vida política propia de la Federación Rusa. En un momento en el que en Rusia ha empezado a cobrar alas con claridad un discurso imperial, era dificil imaginar que Chechenia mantuviese su relativa independencia.

Pero, al mismo tiempo, el presidente Yeltsin parece haber recurrido a un procedimiento muy común en la Europa central y oriental contemporaneas: la busqueda de supuestos o reales enemigos externos en la confianza de que la población olvidara sus problemas económicos y sociales. Agreguemos, si así lo queremos, la relativa importancia económica de Chechenia, lugar de paso de oleoductos y poseedora, además, de yacimientos petrolíferos de relativa importancia.

Como puede apreciarse, son los entresijos de la delicada situación rusa, mas que la naturaleza de su contencioso con Chechenia, los que están en el origen de la acción militar. Por e11o, no es de extrañar que los acontecimientos de Grozni hayan provocado una inesperada crisis política en Rusia. En su trasfondo se encuentra una opinión pública bien poco propicia a dar su visto bueno a la acción militar. No se trata, sin embargo, de que los rusos acepten, por liberalidad, la independencia de Chechenia; mas bien quieren desprenderse, con innegable desprecio y xenofobia, de un territorio cuyos habitantes han sido sistemáticamente satanizados.

Pero hay que referirse, por añadidura, a una auténtica convulsión en el ambito estrictamente político. Yeltsin se ha encontrado con la oposición de figuras y de fuerzas que tradicionalmente lo han apoyado. El caso mas significado es, sin duda, el de Yegor Gaidar y su partido "Opción de Rusia". No es aventurado afirmar que nunca en los ultimos años se ha encontrado Yeltsin en una tesitura mas delicada. A la pérdida de muchos de sus apoyos tradicionales se agrega el hecho de que los opositores tradicionales siguen cuestionando abiertamente al presidente, acaso porque consideran que en Chechenia les ha robado los mensajes que ellos mismos decian defender.

En la oposición a la acción militar se han encontrado tambien, no lo olvidemos, una parte de la cúpula de la iglesia ortodoxa y significados miembros de las fuerzas armadas. Parece que hay que concluir que a traves de las reacciones ante la acción militar en Chechenia se han manifestado muchas voces de descontento que no solo cuestionan la política desplegada en el Caucaso norte, sino que van mas lejos.

Asi las cosas, la situación presente plantea muchas incognitas de futuro. Por lo pronto, es dificil dar crédito a quienes piensan que la evidente superioridad del ejército ruso le permitirá limpiar de "rebeldes", sin mas, el territorio de la república secesionista. Debe augurarse, muy al contrario, la consolidación de una activa resistencia guerrillera. Esto aparte, el conflicto podria extenderse a otras repúblicas del Caucaso norte. De ocurrir lo anterior, un escenario parecido al de Afganistan podria cobrar cuerpo. Y en ese caso los efectos internos en Rusia estarian llamados, claro, a multiplicarse.

Sean como sean las cosas, es evidente que en Rusia hay un claro renacimiento de un discurso imperial adobado de perfiles militares y autoritarios. A estas alturas solo los mas ingenuos pueden sentirse sorprendidos de que sea Yeltsin quien encabece ese movimiento. Entre las víctimas no solo se cuentan, como pudiera parecer, los chechenos. Fuera de la Federación Rusa, en Moldavia como en Georgia, en Azerbaiyan como en Tadzhikistan, muchas gentes han tenido ya la oportunidad de comprobar que es lo que significan la soberanía y la independencia cuando el gigante del Norte se coloca de por medio.

Nota: Una version ampliada de este texto aparecio en la revista "Noticias obreras".

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