ESTÁN USTEDES HABLANDO CON UN DELINCUENTE


XABIER AGIRRE ARANBURU

[Como sabéis, el Gobierno del Estado español y aledaños llevan ya un tiemposumidos en un galimatías: concebir e impulsar un proceso de transición del Modelo Militar de Defensa, cuyos pasos comprenden, entre otros, el de abolir el Servicio Militar Obligatorio en el plazo de unos años. Antes de entrar en la materia de cuál es el posicionamiento y las alternativas que plantea el movimiento antimilitarista a los proyectos institucionalmente sancionados hemos querido enviaros un escrito que enfoca de una manera concisa la situación actual de transición del Modelo Militar(ista) de Defensa y el papel jugado, y por jugar, por parte del movimiento antimilitarista en el Estado español. Nuestro compañero Xabier Agirre Aranburu fue invitado en mayo del pasado año 1997 a declarar como especialista ante la Comisión Mixta Congreso-Senado encargada de tratar la transición al nuevo modelo de Fuerzas Armadas: el escrito que a continuación podrás leer -publicado asimismo en la revista El Viejo Topo, nº 111, octubre de 1997 (El Viejo Topo: Aragón, 259 E 1º C, 08007 Barcelona, tf 93/ 415 74 94, fx 93/ 416 05 23)- fue su intervención de 21 contundentes puntos ante Sus Señorías. Xabier Agirre ha sido activo dentro del Movimiento de Objeción de Conciencia y de SOS Balkanes. Se ha publicado recientemente su libro"Yugoslavia y los Ejércitos. La Legitimidad Militar en Tiempos de Genocidio", Madrid, Los Libros de la Catarata, 1997].

Buenas tardes tengan ustedes y gracias por su invitación. Mi nombre es Xabier Agirre Aranburu. He venido directamente desde La Haya (Países Bajos) donde estoy trabajando en la Fiscalía del Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia y Ruanda, gracias a una beca concedida por el Ararteko (Defensor del Pueblo del País Vasco); el mismo Xabier Markiegi ha comparecido ante esta Comisión hace unas semanas. Tengo entendido que las razones para invitarme han sido diversos estudios elaborados y mi experiencia personal sobre las cuestiones que les ocupan. Pueden ustedes ver mis contribuciones en el dossier que les he entregado. Mis opiniones se expresan a título particular.

1. He de comenzar advirtiéndoles que, de acuerdo con las leyes que ustedes mismos han aprobado, están ustedes hablando con un delincuente. Soy insumiso, juzgado y condenado a un año de prisión, y en el momento actual me encuentro en libertad provisional. Sus leyes me han convertido en un delincuente, pero no han podido impedir que me sienta orgulloso de mi delito, que hago lo posible por extender.

2. Precisamente por mi condición de insumiso es hoy para mí una satisfacción estar aquí, participando en las últimas etapas del proceso de abolición del Servicio Militar Obligatorio. Hoy puedo decir ante ustedes con legítimo orgullo que soy parte del colectivo de insumisos, porque sé que, sin nuestro esfuerzo, ustedes probablemente no estarían hoy aquí reunidos.

3. Ha sido preciso andar un largo camino para llegar hasta este punto. Han de saber y ser conscientes de que hay poco de espontáneo en el fenómeno de la insumisión. Se trata del fruto de mucho esfuerzo anónimo, del trabajo organizado del movimiento antimilitarista. Cuando la mayoría de ustedes no prestaban mayor atención a este tema, nosotros ya nos pasábamos días enteros discutiendo en nuestras asambleas, viajando para aprender de compañeros y compañeras y de víctimas del militarismo en otros países, nos preparábamos cuidadosamente para la desobediencia civil contra el Ejército; no sólo para luchar por la abolición del Servicio Militar Obligatorio, sino para hacer además de este acontecimiento un paso de desmilitarización social, para acercarnos de esta manera hacia la abolición efectiva del mismo Ejército.

4. Cuando en 1989 empezamos a presentarnos ante los Gobiernos Militares, expresando de manera pública, directa y noviolenta nuestra desobediencia, la mayoría de la gente pensaba que la abolición de la mili era inconcebible, una locura radical. Sin embargo en las elecciones de aquel mismo año sus partidos políticos tomaron nota de la cuestión y el tema entró en la feria de las promesas electorales. Luego vendrían las reformas del año 91 y otras, incluyendo numerosos esfuerzos por disuadir la Objeción de Conciencia y castigar la insumisión.

5. Pero la abolición del Servicio Militar Obligatorio era una cuestión elemental de derechos humanos y libertades democráticas. Si desde el XVIII entendemos que la democracia es el régimen de la voluntad popular y los derechos humanos, no podía haber institución más opuesta a ambos criterios, más antidemocrática, que el reclutamiento militar forzoso. Desde el derecho a la libertad hasta, en ocasiones, el derecho a la vida, el Servicio Militar atentaba directamente contra los principios más elementales de la dignidad humana y ciudadana. Que la voluntad popular era contraria a su mantenimiento era algo del todo evidente. Y sin embargo durante años el esfuerzo de muchos de ustedes ha sido primordialmente marginar y castigar a quienes, asumiendo compromisos y riesgos personales, estaban reclamando el fin de esta imposición humillante.

6. Veo a la gente más joven que yo y tengo la satisfacción de saber que ellos no tendrán que pasar por la humillación de vestir un uniforme militar contra su voluntad, ni tendrán que simular ninguna enfermedad para evitarlo, ni tendrán que acabar en la cárcel si deciden oponerse. Me felicito por ello, y nos encargaremos de explicarles a las generaciones que van a verse liberadas de esta servidumbre que esto fue posible porque antes que ellos un puñado de hombres y mujeres libres decidieron organizarse, luchar y desobedecer las órdenes militares sin esperar a que los políticos resolvieran este problema ni atender a sus consejos de obediencia.

7. La abolición de la mili es una conquista social histórica. Cientos de miles de personas, la sociedad entera, se va a ver directamente beneficiada por el fin de esta imposición, y en gran parte deberán estar agradecidas al movimiento antimilitarista y a los insumisos por ello. Si se olvida o menosprecia la contribución de la insumisión a esta conquista social, como pretende el discurso oficial de la profesionalización, con su jerga tecnocrática y su oportunismo político, será preciso reivindicar una y otra vez la memoria de todo el trabajo colectivo, la movilización y represión que fueron necesarias para alcanzar la abolición del Servicio Militar Obligatorio.

8. Ahora los insumisos y antimilitaristas podemos sentarnos y contemplar satisfechos el espectáculo del fin de la mili, y seguir con interés todas las dificultades que ustedes se están encontrando para hacer realidad esta medida, al mismo tiempo tan popular y tan difícil de realizar sin dañar el sistema militar.

9. ¿Han pensado ustedes sobre lo absurdo de la represión contra los insumisos? Ustedes siguen castigando a jóvenes por oponerse a una institución cuya abolición ustedes mismos ya han asumido. La conducta de los insumisos no presenta peligrosidad social alguna. Lejos de amenazar a nuestra sociedad, es vista con simpatía por amplios sectores, y como ustedes saben, los estudios de opinión coinciden en señalar que nuestra sociedad desaprueba la represión contra este colectivo. Por este motivo, en buena lógica democrática, el castigo penal no tiene ninguna justificación. Ustedes además han aprobado nuevas formas de represión aún si cabe más infames contra los insumisos, como es la inhabilitación, utilizando la presión y la ansiedad que las dificultades para encontrar un empleo provocan entre los jóvenes como un instrumento de represión. Si ésta es su sensibilidad a una cuestión de esta importancia, quién puede extrañarse de que la falta de interés e ilusión por el sistema democrático se extienda entre los jóvenes.

10. La guerra es el asesinato a las órdenes del Estado. El antimilitarismo tiene como objetivo desterrarla de nuestra cultura, mediante la oposición sistemática a todos sus preparativos. De esta manera, sería deshonesto ocultarles que nuestro sueño es ver a los Generales en las colas del INEM, situación por lo demás tan común para tanta gente de mi edad.

11. Por eso no estoy seguro sobre si los antimilitaristas tenemos mucho que aportar en un lugar como éste, pues el esfuerzo de ustedes está consistiendo en asistir a las Fuerzas Armadas en sus problemas de impopularidad, de persistente deslegitimación. Y el nuestro, por el contrario, en celebrar esta impopularidad de lo militar como un síntoma de salud moral e ideológica de nuestra sociedad, y hacer lo posible por ahondarla y darle consciencia política, hasta alcanzar a disolver por completo la institución militar.

12. Los planes oficiales, y en concreto el informe "Nuevo Modelo de Fuerzas Armadas" que inauguró las sesiones de esta Comisión, vienen acompañados de declaraciones grandilocuentes del tipo: "el objetivo que se persigue no es profesionalizar las actuales Fuerzas Armadas, sino algo más ambicioso: construir unas nuevas Fuerzas Armadas profesionales", y otras similares. Este género de declaraciones constituyen una exageración publicitaria, una manera de hacer más atractivo el producto, y no están en modo alguno justificadas por los planes expuestos, que son básicamente una serie de especulaciones estadísticas y medidas de viabilidad incierta, concebidas precipitadamente para realizar la abolición de la mili de la manera menos traumática para la estructura militar.

13. Prácticamente se puede decir que los únicos aspectos veraces del informe del Ministerio de Defensa aparecen al referirse a las dificultades prácticas para establecer un Ejército profesional.

14. La primera de ellas, la financiación, pues no se puede obviar la impopularidad del gasto militar: "la sociedad... es reacia al incremento del gasto de Defensa". Se reconoce que el gasto militar es impopular, pero en lugar de atender a esta sensibilidad y reducir en consecuencia las partidas militares, que sería lo propio en buena lógica democrática, el Ministerio propone convencer a la sociedad de que "el gasto en Defensa es gasto en seguridad y en estabilidad, factores imprescindibles para el desarrollo y bienestar económico y social".

15. Reconociendo que "existe una debilidad preocupante de la conciencia de defensa nacional en la sociedad española en su conjunto, que no percibe claramente su necesidad", la solución que se apunta es "fomentar el sentido de la Defensa", "insistir en la difusión de la idea de que los Ejércitos son parte de la sociedad", "fomentar también la identificación entre el pueblo y los Ejércitos".

16. Este enfoque supone una transgresión clara de los principios democráticos: el Gobierno, en lugar de atender a la sensibilidad popular en cuestiones militares, se propone por todos los medios adoctrinar a la sociedad sobre la necesidad de los Ejércitos, imponer ideológica y políticamente un sistema de Defensa que la sociedad realmente no demanda ni siente como suyo.

17. La segunda gran dificultad actual para hacer realidad la profesionalización está en los recursos humanos, el número de soldados necesarios para que el sistema de reclutamiento no quiebre por completo en la fase de transición y se cubran los objetivos de tropa profesional. El informe advierte que en el "periodo transitorio" existe "un riesgo considerable por el eventual efecto de desplazamiento de jóvenes hacia la Objeción de Conciencia o hacia el aplazamiento por prórroga, lo que podría llegar a deja a las Fuerzas Armadas sin los efectivos necesarios". Actualmente unas 800.000 personas disfrutan de prórrogas, cifra que puede llegar hasta un millón, según las estimaciones del Ministerio, para el cual resultaría algo inaceptable que nada menos que un millón de personas escaparan del Ejército por el sencillo procedimiento del aplazamiento. La solución que se propone es la "reducción progresiva de la bolsa de personal en prórroga", es decir, introducir restricciones en el sistema de aplazamientos, que beneficia a estudiantes o jóvenes trabajadores en su primer empleo. Estas medidas, que no son sino una forma más de represión indiscriminada para evitar el desmoronamiento del Ejército, van a provocar una huida de gran parte de los afectados a la Objeción o a la insumisión. Durante el periodo de transición (en principio hasta el año 2003) es probable que se produzca una desbandada bajo la consigna "tonto el último" y el sistema de reclutamiento haga aguas por todas partes según se acerque el día del fin de la mili. Así ha ocurrido en todos los casos similares (Holanda, Bélgica, EE.UU.), en los que tampoco se han cumplido en ningún caso los objetivos de reclutamiento voluntario por falta de incentivos o motivación, es decir, porque la juventud de estos países no ha tenido gran interés en alistarse tras la abolición del Servicio Militar Obligatorio.

18. Tras una apariencia pomposa bajo el lema de la "profesionalización" y el "nuevo modelo de Fuerzas Armadas", en realidad el Gobierno se ha visto obligado a improvisar precipitadamente una serie de medidas dudosamente practicables para encajar la demanda popular de abolición de la mili. Las contradicciones de esta decisión van a ponerse de manifiesto en la fase de

transición en los aspectos de financiación y contingente. Van a faltar dinero y reclutas para llevar a cabo los planes de la profesionalización, y van a faltar en última instancia porque estos planes no cuentan con respaldo popular, nuestra sociedad no desea ni financiarlos ni ver a sus jóvenes en esas unidades militares.

19. De todos los terrenos de la vida pública, el militar es aquél en el que la lógica democrática se tropieza con la razón de Estado con mayor frecuencia y peor fortuna. Ante el llamado "divorcio Fuerzas Armadas - sociedad", es una realidad reconocida hasta por los analistas más orgánicos, el sentido democrático demanda una lectura alternativa a la que se está promoviendo desde las instancias oficiales. La clase política, desertando de su mandato de representación popular, se sitúa en esta disyuntiva del lado de las Fuerzas Armadas, y se propone solucionar su déficit de legitimidad adecuando la conciencia social a las necesidades militares: primero se fijan los objetivos militares y luego se busca la manera de adecuar a ellos la sociedad, hasta en su conciencia y opiniones.

20. Una comprensión democrática del divorcio Fuerzas Armadas - sociedad requiere invertir los términos de esta lógica, situarse en el punto de vista de la sociedad. Asumir desde la sociedad en su sentido más positivo esta desafección por lo militar. Corresponderá al movimiento antimilitarista y otros movimientos sociales actuar como agentes democratizadores, reivindicando ese divorcio y promoviendo formas alternativas de Defensa, participación política y relaciones internacionales.

21. Gracias por su atención, y hasta la próxima.


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