La fisioterapia acuática ayuda a la rehabilitación motriz en neuropatías
Los
pacientes con esclerosis múltiple, parálisis cerebral o que han sufrido
un ictus pierden poco a poco capacidad física. Las prácticas
fisioterapéuticas en un ambiente acuático les permite mejorar en el
campo articular y muscular gracias a que les cuesta menos realizar
movimientos gracias a la sensación de ingravidez dentro de la piscina.
Alberto Bartolomé 13/05/2008
"Dentro del agua muchos enfermos con patologías neurológicas son
capaces de moverse sin ayuda; sin embargo, fuera no", afirma Javier
Gueita, fisioterapeuta y experto en terapia acuática. "Realizar su
rehabilitación en un entorno acuático les ayuda a moverse gracias a la
sensación de ingravidez, lo que les permite realizar movimientos que
fuera de la piscina no pueden".
Muchas patologías neurológicas
están unidas a un deterioro muscular acusado. Esta carencia lleva a la
pérdida del control postural y a grandes problemas para realizar
actividades diarias.
"El trabajo de fisioterapia en la piscina
con ayuda de un terapeuta permite trabajar el control de la postura, la
elasticidad, el equilibrio, el balance y la mejora motriz con
ejercicios de natación o prácticas que imitan actividades de la vida
diaria".
El fisioterapeuta intenta que el enfermo preste
atención a sus movimientos, lo que le ayuda cognitivamente,
reorganizando las funciones de su cerebro y ayudando a recuperar
capacidades perdidas,
En opinión de Gueita, no sólo basta con
que se disminuya la atrofia; es necesario que después de la terapia el
paciente pueda realizar tareas habituales que antes no podía realizar.
Para conseguirlo, muchos ejercicios imitan actividades de la vida
diaria.
La fisioterapia en el agua ofrece una mejora no sólo
física, sino también anímica: "El enfermo logra experiencias
perceptivas mejores respecto a la existencia de su patología. En el
agua puede hacer cosas que no puede fuera, lo que disminuye sus miedos
y los hace socialmente más extrovertidos". Gueita se queja de la falta
de instalaciones para realizar esta clase de terapias: "Existen pocas
que cumplan los requisitos de accesibilidad. Suelen construir piscinas
para nadar, no para terapia".
El lugar óptimo para realizar esta
clase de tratamientos es una instalación con un vaso de 1,40 metros de
profundidad y con una temperatura entre 32 y 33 grados centígrados.