¿QUE ES EL
ANARCO-FEMINISMO?
Aunque la
oposición al estado y todas las formas de autoridad tuvieron una fuerte voz
entre las primeras feministas del siglo XIX, el movimiento feminista más
reciente que empezó en los 1960s fue fundado sobre la práctica anarquista. De
ahí viene el término anarco-feminista, refiriéndose a las mujeres anarquistas
que actúan dentro de los más amplios movimientos feministas y anarquistas para
recordarles sus principios. Anarquismo y feminismo siempre han estado
estrechamente relacionados. Muchas notables feministas han sido también
anarquistas, incluyendo la pionera Mary Wollstonecraft (autora de A Vindication
of the Rights of Woman), la comunera Louise Michel, y esa infatigable campeona
de la libertad de la mujer, Emma Goldman. Freedom, el periódico anarquista más
antiguo del mundo, fue fundado por Charlotte Wilson en 1886. Además, todos los
grandes pensadores anarquistas (menos Proudhon) apoyaron la igualdad de la
mujer. El movimiento "Mujeres Libres" de España durante la revolución
es un ejemplo clásico de mujeres anarquistas organizándose para defender sus
libertades básicas y crear una sociedad basada en la igualdad de la mujer. (Ver
The Free Women of Spain de Martha Ackelsberg para más detalles sobre esta
importante organización).
Cathy Levine señaló que en los años 60,
"grupos independientes de mujeres comenzaron ... a crear ...
organizaciones similares a aquellas de los anarquistas de muchas décadas y
regiones. No fue accidental tampoco."
No es un accidente porque, como han dicho
eruditas feministas, las mujeres son las primera víctimas de la sociedad
jerárquica, que se cree comenzó con el auge del patriarcado y las ideologías de
dominación ya tarde en la era Neolítica. Marilyn French alega [en Beyond Power]
que la primera estratificación social de importancia en la raza humana ocurrió
cuando los hombres empezaron a dominar a las mujeres, convirtiéndose ellas en
efecto en una raza "más baja" e "inferior".
Peggy Kornegger ha llamado la atención
sobre los fuertes lazos que hay entre el feminismo y el anarquismo, tanto en la
teoría como en la práctica. "La perspectiva feminista radical es casi puro
anarquismo," escribe ella. "La teoría básica postula que la familia
nuclear es la base de todos los sistemas autoritarios. La lección que el niño
aprende ... es obedecer la gran voz anónima de la autoridad. Graduarse de la
niñez a la edad adulta es convertirse en un autómata total, incapaz de dudar o
incluso de pensar con claridad."
Las anarco-feministas señalan que los
rasgos y valores autoritarios, por ejemplo la dominación, la explotación, la
agresividad, la competición, la desensibilización etc., son altamente valorados
en las civilizaciones jerárquicas y son tradicionalmente calificados como
"masculinos". En contraste, los rasgos y valores no autoritarios
tales como la cooperación, el compartir, la compasión, la sensibilidad, el
calor humano etc., son tradicionalmente vistos como "femeninos" y son
así devaluados. Las eruditas feministas han rastreado este fenómeno al desarrollo
de las sociedades patriarcales al comienzo de la Edad de Bronce y a la
conquista de sociedades cooperativas, "orgánicas" en las que los
rasgos y los valores "femeninos" prevalecían y eran respetados.
Después de estas conquistas, tales valores llegaron a ser vistos como
"inferiores", especialmente por los hombres, ya que los hombres
estaban encargados de la dominación y la explotación bajo la patriarquía. (Ver
por ejemplo Riane Eisler, The Chalice and the Blade; Elise Boulding, The
Underside of History). De
ahí que las anarco-feministas se hayan referido a la creación de una sociedad
anarquista, no-autoritaria, basada en la cooperación, el compartir, el apoyo
mutuo, etc., como la "feminización de la sociedad."
Las anarco-feministas han notado que
"feminizar" la sociedad no puede ser logrado sin la democracia
directa ni la decentralización. Esto se debe a que los valores y tradiciones
patriarcal-autoritarios que desean derrocar están encarnados y son reproducidos
en las jerarquías. Así pues el feminismo supone decentralización, que a su vez
supone democracia directa. Muchas feministas así lo han reconocido, según se
refleja en sus experimentos con formas colectivas de organizaciones feministas
que eliminan la estructura jerárquica y las formas competitivas de tomar decisiones.
Algunas feministas han dicho incluso que las organizaciones de democracia
directa son específicamente formas políticas femeninas [ver e.g. Nancy
Hartsock, "Feminist Theory and the Development of Revolutionary
Strategy" en la obra de Zeila Eisenstein, ed., Capitalist Patriarchy and
the Case for Socialist Feminism, pp 56-77]. Al igual que todos los anarquistas,
los anarco-feministas reconocen que la auto-liberación es la llave para la
igualdad de la mujer y por consiguiente, para la libertad.
El anarco-feminismo trata de mantener al
feminismo fuera de la influencia de y la dominación por ideologías autoritarias
tanto de la derecha como de la izquierda. Propone la acción directa y la
autosuficiencia en lugar de campañas reformistas de masas favorecidas por el
movimiento feminista "oficial", con su creación de organizaciones
jerárquicas y centralizadas y su ilusión de que el que haya más jefas,
políticas y soldados mujeres es un paso hacia la "igualdad". Las
anarco-feministas señalarían que la llamada "ciencia empresarial" que
las mujeres tienen que estudiar para llegar a ser gerentes en las empresas
capitalistas es principalmente un conjunto de técnicas para controlar y
explotar a los trabajadores en las jerarquías corporativas, mientras que "feminizar"
la sociedad requiere la eliminación de la esclavitud asalariada capitalista y
la dominación por la directiva en su totalidad. Las anarco-feministas se dan
cuenta de que el aprender a ser una buena explotadora no es un paso hacia la
igualdad.
Las anarco-feministas tienen mucho que
contribuir a nuestro entendimiento de los orígenes de la crisis ecológica en
los valores autoritarios de la civilización jerárquica. Por ejemplo, un número
de eruditas feministas han discutido que la dominación de la naturaleza ocurrió
paralela a la dominación de la mujer, que ha sido identificada con la
naturaleza a través de la historia (ver e.g. Carline Merchant, The Death of
Nature, 1980). Las mujeres y la naturaleza son ambas las víctimas de la
obsesión por el control que caracteriza la personalidad autoritaria. Por eso un
número creciente de ecologistas radicales y feministas van reconociendo que las
jerarquías tienen que ser desmanteladas para lograr sus fines respectivos