Mariana Pineda
Nació en Granada, España,
el 1º. de septiembre de 1804; murió el 26 de mayo de 1831 en
el mismo lugar.
Sus padres se separaron cuando Mariana tenía dos años de edad; el padre obtuvo en juicio la custodia de la niña, pero murió un año después. La niña es enviada con su hermano mayor, don José Pineda, quien ejerce la tutoría a regañadientes. Al casarse éste, decide mandar a la niña con un matrimonio amigo de sus padres. Esa pareja se transformó en la verdadera familia de Mariana.
La hija adoptiva se casa a los 15 años con don Manuel Peralta y Valte con quien tiene dos hijos, José María y Ursula María. El esposo de Mariana era de ideas liberales, y ésta empieza a interesarse en el destino político de España. Tres años después del matrimonio muere don Manuel.
La hermosa viuda de 19 años comienza a frecuentar la sociedad liberal de su época y participa en muchas reuniones secretas a favor del partido liberal. Entonces gobernaba el rey Fernando VII gracias al apoyo de los franceses, y tenía espías encargados de investigar y enjuiciar a los conspiradores contra su trono. Mariana Pineda fue uno de sus principales objetivos.
En esa época muchos masones y militares fueron condenados y ejecutados por recibir correspondencia prohibida o realizar reuniones secretas. En 1830 Mariana es apresada por haber mandado bordar una bandera para los insurrectos. Es encerrada en un convento donde le ofrecen la libertad a cambio de que delate a los conspiradores, pero Mariana se niega. Se le hace un juicio lleno de irregularidades y sin que se encuentre presente la acusada.
El rey Fernando VII firma la sentencia de muerte de Mariana. Su madre adoptiva es condenada a diez años de presidio y sus sirvientes a ocho años de cárcel por ayudarla. Los jueces le ofrecen el indulto en el último momento a cambio de la delación, pero Mariana vuelve a negarse. El gran dolor de la joven revolucionaria fue la conciencia de que sus hijos quedarían solos siendo tan pequeños.
Mariana fue ejecutada en la Plaza de Granada por la infamante pena de garrote a los 26 años de edad. Sus bienes fueron vendidos en lugar de entregarlos a sus hijos. Pasarían años antes de que Mariana Pineda fuera públicamente enaltecida, pues sólo en Granada se recordaba la injusticia y crueldad de su muerte. Todos los años se hacía una procesión con sus cenizas, hasta que éstas fueron depositadas finalmente en la Catedral de Granada (1856).
Mariana simboliza la lucha por la libertad en una época donde los derechos humanos no existían. En ella se castigó no sólo a la causa revolucionaria sino a la rebeldía de las mujeres interesadas por la vida política y social de su nación. Su vida y muerte fueron inmortalizadas un siglo después por el gran poeta español Federico García Lorca en una obra de teatro. Ha sido puesta en escena innumerables veces en todo el mundo.
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