Ben Jonson y Cervantes

Anteponer la figura de Jonson a la de Shakespeare.

por

Yumiko Yamada



Como el título muestra, este se dirige a encontrar analogías entre Ben Jonson y Cervantes*, mostrando cómo el carismático humanista de aquella época hubiera leído y reaccionado ante Don Quijote.

Una reacción bastante común ante este tema podría ser “¿por qué Ben Jonson y no Shakespeare?. Desde que Turgenev impartió su celebre lección en una soire parisina en 1860, a Shakespeare, se le ha relacionado de una forma muy estrecha con Don Quijote. Este vínculo, fue incluso más reforzado durante este siglo por Ortega en 1914 y Foucault en 1966. [1]

La errónea creencia de Turgenev de que ambos libros fueron terminados el mismo año por alguna increíble casualidad, no sólo fue aceptada sino que incluso fue ensalzada por un autor de nuestros días, Carlos Fuentes, quien afirma entusiasmado: “No es una mera casualidad que Don Quijote, el Rey Lear y Macbeth fueran escritos precisamente en el año 1605”; exultante ante tal revelación, deja claro que ambos escritores son una misma y única persona y que Cervantes creó las obras teatrales de Shakespeare en Inglaterra, mientras Shakespeare escribía Don Quijote en España.[2]

Si centramos nuestra mirada sobre el campo académico, casi todas las investigaciones sobre Cervantes se refieren a Shakespeare y también, podía ser añadido que es igual de complicado hallar estudios que mencionen a Jonson.[3] Hoy en día, resulta una tarea hercúlea sustituir a Shakespeare por Jonson, debido a que el nexo entre ambos genios gemelos ha sido establecido como un hecho irrefutable.
 

¿Sería posible, por un lado, conectar el tema de estos supuestos antagonistas a un conocido clasicista que mostró una abierta hostilidad a la desatada imaginación del bardo de miles de mentes por un lado, y por otro, al padre fundador de la novela moderna cuya mente liberal se dice haber liberado a la literatura del cautiverio del formalismo ortodoxo?. Si nos liberamos de nuestros prejuicios y observamos los antecedentes históricos, puede que encontremos la similitud entre Cervantes y Shakespeare, más frágil de lo que aparenta. Lo primero a resaltar sería que Jonson fue en primer lugar relacionado con Cervantes, como escritor que poseía valores y principios análogos a los de Jonson y no Skakespeare.

Dos de los ejemplos más obvios, son dos Quijotes Ingleses, Hudibras (1662, 1663, 1678) y Joseph Andrews (1742), quienes fueron influidos en gran manera por Cervantes y Jonson, en su vigoroso y lozano humor. El errante e infatigable Presbiteriano Sir Hudibras, nos recuerda en su celo hipócrita de rectificar al mundo, nos recuerda al Fervor Rabínico de los “hechos y monumentos” de la tierra laboriosa descrita en Bartholomew Fair de Jonson.[4] Ni se olvida el humor inglés en “English Humour”  de Joseph Andrews al estilo de Cervantes, autor de Don Quijote, cuyo prefacio le ensalza como alguien que “entre todos los hombres, a los que mayormente comprendía era a los ridículos”.

Es destacable que ambos autores admiraban ardientemente a Jonson. Butler llevó a cabo una decidida defensa del Arte y Juicio de Jonson contra las preferencias de Dryden a favor de los caprichos de Shakespeare. [5] Fielding empezó su carrera como un autor de éxito en la radical corriente jonsoniana y seguro que la habría continuado de no haber sido porque sus obras  teatrales fueron prohibidas por el Licensing Act  de 1737.[6]

Podemos citar a tres personas que refuerzan el vínculo entre Butler y Jonson. John Selden, uno de los mejores amigos y seguidores de Jonson, de quien se dice que entrenó la mente del joven Butler en la casa de la condesa de Kent. (Diccionario de la Biografía Nacional); Edward Head, primer duque de Clarendon, quien había profesado su admiración por Jonson como “el mejor juez ... de poesía y poetas, de todos los hombres que hubieran en el pasado, presente o futuro”, al igual que ocurría con Butler, debido a sus cualidades jonsonianas[7] y el dramaturgo Shadwell un confeso discípulo de Jonson y misionario de sus comedias, fueron encargados de portar el féretro de Butler en su funeral.[8] Tal vez se puede añadir que el autor Joseph Andrews, tuviese presente a Hudibras mientras escribía, teniendo en cuenta las alusiones en Tom Jones  (bk. 4, chs. 1,8; bk.8, chs. 1.9).

Más testimonios evidencian la unión entre Cervantes y Jonson. Robert Burton  dice que la locura de Don Quijote es el resultado de la ingestión de años de romances caballerescos en su “Anatomía de la Melancolía” (1621; 1652-2: 207), y menciona a Jonson en ese mismo libro como “Al archipoeta”. [9] Saint Vremont, un precursor de la ilustración del siglo dieciocho y “el más agudo de los críticos franceses del Quijote del siglo diecisiete”, vio comedias jonsonianas durante su exilio en Inglaterra y las alabó por su unidad clásica.[10] Lo que resulta realmente sorprendente, es que Jeremy Collier, notorio detractor del teatro y de los dramaturgos de su época, mostró una excepcional generosidad hacia Jonson y Cervantes.
 

En su punto de vista de la Inmoralidad y la Irreverencia de la escena Inglesa (1608), Collier defiende a Jonson ante críticas de sus contemporáneos y considera a Cervantes como a un “gigante”[11]. De esa forma es con Jonson, más que con Shakespeare quien se vincula con Cervantes como escritor igual de estimado por Collier. A Jonson también se le reconocen posibles influencias cervantescas. Como se especifica en el primer capítulo, Jonson empieza a aludir a Don Quijote en (c. 1610). Juzgando el momento donde las referencias sugieren certeza, podemos inferir que Jonson había leído la primera parte de El Quijote, al menos la traducción de Shelton (1612). Si leemos la novela de una forma “tradicional”, en otras palabras, literalmente como está escrita, algunos pasajes no sólo encarnan las actitudes humanísticas de Jonson, sino que también podrían haber influenciado su escritura.

Sólo podemos inferir, que tal vez Shakespeare pudiese haber sido influido por Cervantes; hay un registro teatral de una obra perdida escrita en colaboración con Fletcher titulada La Historia de Cardenio(1613); que también es el héroe de un episodio de relato breve en la primera parte de Don Quijote.[12]. Esta evidencia es demasiado vaga para establecer una influencia directa y general, y así, solo se alude en raras ocasiones en  la crítica al Quijote.

En el prefacio, Cervantes afirma en la novela querer “deshacer la autoridad y cabida que en el mundo y el vulgo tienen los libros de caballerías”. Aquí Jonson no habría perdido tiempo en aceptar a Cervantes como aliado; ya que el sentimiento era una actitud común entre los humanistas de la época. Y lo que es más, Don Quijote es una novela que contiene mayoritariamente crítica literaria de casi todos los géneros, censuras y denuncias notables de las normas tradicionales. Jonson por ninguna de las razones se hubiera dejado escapar esto, ya que ése era su principio vital,  “reducir la autoridad y la aceptación” de aquellos que no se ajustaban a los cánones tradicionales “en el mundo y entre el vulgo”.

Entre los variados objetivos de la crítica en Don Quijote, la mayoría de los ensayos dramáticos se rigen por la romances caballerescos. A veces, la frecuencia a las alusiones a obras teatrales, excede a aquellas que hacen referencia a romances caballerescos, oficialmente considerados como el objetivo principal de la novela satírica en cuestión. El prefacio del Quijote principalmente critica al popular dramaturgo Lope de Vega; hacia el final de la primera parte, casi media docena de páginas están dedicadas a atacar las obras teatrales de Lope.

La esencia de este crítica se centra en que esa serie de obras perversas no clasicistas,  son un mal ejemplo y que no aspiran mas que a obtener una buena recaudación en la taquilla, rigiéndose por el gusto vulgar. Los antecedentes biográficos a este agudo rechazo, como se explicará más tarde, se hallan en que Cervantes fue un dramaturgo bastante conocido, pero se vio obligado a abandonar la escena porque, con sus principios aristotélicos, frustrados y rotos por la  popularidad creciente de su contrincante.

Esto, al mismo tiempo nos recuerda a la confrontación paralela entre Jonson y Shakespeare. Al igual que sucedió en España, Inglaterra desarrolló sus propios teatros comerciales para ofrecer un programa tras otro, donde la iniciativa quedaba en manos del público más que del dramaturgo. [13]
Jonson, devoto clasicista como Cervantes, fue también derrotado por Shakespeare, que al igual que Lope, prefería el beneficio económico al arte. Aunque en principio, las circunstancias biográficas y literarias acercan más la figura de Cervantes a la de Jonson y la de Shakespeare a Lope, ¿cómo es posible que sucediera entonces que se le considerara relacionado con el Lope de Vega británico con una curiosa y dramática ironía?. El consenso inicial en unir a Jonson y a Cervantes cesó en la historia de la crítica del Quijote, suplantando así  Shakespeare a Jonson.

Este brusco cambio no hubiera ocurrido sin una revolución dentro de la crítica del Quijote. En el artículo de P.E. Rusell “Don Quijote como comedia” (1969), nos recuerda que El Quijote se consideró en España y en toda Europa como simplemente un libro gracioso de sátira caballeresca con éxito, relacionado con el prefacio del autor, hasta que la sensibilidad moderna rescató su “sublime tragedia” de la “barbara” desprecio del siglo diecisiete. También es destacable que Rusell nombrase a todos los admiradores anteriormente mencionados de Jonson y Cervantes, quienes lo interpretaron como gracioso, contrariamente a la lectura sentimental moderna interpretativa de El Quijote (315-22).

Los críticos actuales han dejado de ver la novela como una “burlesque” del romance caballeresco. Con lo cual, generalmente se acepta una interpretación que idealiza al héroe e invalida el tono satírico, dándole por lo tanto a la novela, sin lugar a dudas, una complejidad, profundidad y nobleza hasta ahora indebidamente excluida. Para la gran mayoría, Don Quijote no es una “burlesque” caballeresca, sino más bien un “auténtico romance caballeresco”; convirtiéndose así el protagonista, no en una parodia, sino en un héroe genuino.

Una vez situado en la escena trágica, el excomediante pronto se tornó en un Hamlet, Lear o Macbeth, e incluso más aun en Capitán Ahab, Duke Mishin o Cyrano de Bergerac. [14] A veces a Cervantes se le ha consagrado como “mártir de su ideal interior” o como a un “Cristo gótico aplastado bajo el peso de la angustia moderna” [15].

Sin embargo, debemos tener presente, que se logra idealizar al héroe ignorando el objetivo inicial del autor de burlarse de los romances caballerescos; este dato está aceptado incluso por Ortega, seguidor acérrimo de interpretar al Quijote como a un “Cristo Gótico” (96). La misma que Melville (1851), Dostoyevski (1866) y Rostand (1897) aspiraban a imitar con un espíritu de adoración divina, uno o dos siglos antes, ofreciendo una fuente muy poco romántica. La interpretación satírico heroica había sido aceptada como válida hasta que fue descartada de golpe. Lo que realmente nos concierne, es que este cambio ocurrió en un momento en el que Jonson fue reemplazado por Shakespeare como el poeta más destacado de la nación.

Examinemos a continuación el auge y caída de ambos escritores con opuestos estilos literarios en relación con la historia crítica de Don Quijote. En el proceso, tal vez nos demos cuenta algunos hechos desconocidos para evaluar a los poetas rivales.
 
 
 
 

Shakespeare y la “interpretación romántica”

El argumento de Rusell acerca del declibe de la lectura comico histórica y la importancia de su restauración, fue reforzado por Anthony Close a través de su investigación histórica en profundidad: “Un enfoque romántico sobre “Don Quijote”: Una crítica histórica de la tradición romántica en la crítica del Quijote” (1978). Después de haber centrado tanto la atención de Rusell como la nuestra, en el hecho de que El Quijote fue aceptado como un libro heroico gracioso-satírico, como reclamaba Cervantes. Close atribuye tres tendencias de la crítica moderna que se opone a la interpretación tradicional: A) idealización del héroe y negación del propósito satírico de la novela; B) creer que la novela es simbólica y que expresa ideas sobre las relaciones del espíritu humano o la naturaleza de la historia de España; C) interpretación de su simbolismo más en general, todo el estilo y espíritu para reflejar la ideología, estética y sensibilidad moderna. (1)

Close explica que se les llamaba “Románticos” porque empezaron a ser con el auge del romanticismo alemán. Augustus Wilhelm y Friederich von Schlegel, Tieck, Schelling, y Jean Paul, por nombrar unos cuantos autores; después la “perspectiva romántica” se extendió a Inglaterra a principios del siglo diecinueve, luego a Francia en la segunda mitad del siglo; nombres a incluir Hazlitt, Coleridge, Byron, Hugo, Stendhal, Flaubert, de Vigny, Taine y muchos otros (29-44). España se hallaba un tanto retrasada respecto a esta tendencia, hasta que el influjo romántico conjunto de Alemania y Franciase instauró: fue a “fin-de-siecle” y principios del veinte cuando, Unamuno, Azorín, Ortega y Castro, se pusieron al día con el resto del mundo (Close 137, 159, 170, 185, 194, 245).

Todos los ya mencionados nos traen otras asociaciones sin excepción a nuestro entender; todos colaboraron en gran manera a popularizar la figura de Shakespeare a siendo los voluntarios extranjeros más activos que los propios ingleses. Las co-traducciones de diecisiete obras de A.W Schlegel y Tieck, lograron hacer que Shakespeare fuera conocido en Alemania; Hugo quien escribió William Shakespeare en su alabanza y defensa, conquistó así la “ciudadela” del “ancien régime” teatral, La Commedie Francaise tomó una salida shakesperiana al aceptado canon en Hernani (1830); Stendhal declaró sus preferencias entre el bardo y su Racine de Shakespeare (1825); de Vigny le dio a Francia sus traducciones-adaptaciones de Othello y El mercader de Venecia (1828); La Historia de la Literatura Inglesa de Hyppolyte Taine, dedicó ciento dos páginas de su segundo volumen a Shakespeare (Peyre 1964, 27). Ya que todos estos autores mencionaban a Shakespeare en sus escritos “románticos” sobre Don Quijote, se convirtieron en una norma para Unamuno, Azorín, Ortega, Castro y más tarde para sus críticos contemporáneos.

Don Quijote fue primeramente relacionado con Shakespeare en Alemania tras la traducción de la novela por L.Tieck. Y como todos ya sabemos, también colaboró en la versión de Augustus de Shakespeare. Ambos hermanos revisaron con buenos ojos la traducción de Don Quijote, estableciendo de este modo una conexión con Shakespeare. Una vez que el trío tomó la iniciativa dentro del movimiento que eventualmente dominó Europa, el héroe de la novela ya no podía seguir siendo el hazmerreír de los fríos racionalistas.
 

Por lo tanto no sería fortuito tomar prestadas las palabras de Fuentes, quien dice que cada perspectiva romántica tiende a relacionarse con Shakespeare. El romanticismo alemán por su naturaleza estaba directamente unido a la revalorización del poeta inglés, quien parecía encarnar la misma esencia del movimiento. En un principio configurado como rechazo a Francia y a la ilustración francesa, el movimiento albergó rasgos nacionalistas y sociales, así como un programa artístico e intelectual [16].

Los clasicistas franceses como Molière y Racine, fueron unas buenas cabezas de turco para aquellos que alentabanla cruda crítica, ya que encarnaban el racionalismo de la nación rival cuyo derrocamiento era necesario para lograr sus propósitos [17]. Los líderes del Sturm und Drag tenían que elegir a un representante oficial de los valores teutónicos para competir contra el mediterráneo. La última elección recayó sobre Shakespeare, quien era considerado superior y único, aunque un extranjero [18].

La energía gastada en “alemanizar” a Shakespeare en los tiempos de auge del romanticismo fue increíble. La prosa shakesperiana de Wieland (1776), y más tarde la versificación de A.W Schlegel, influenciaron en la literatura desde Goethe a Hauptmann y en la filosofía a Hegel, Schopenhauer y Nietzsche [19]. La adoración por el bardo apenas engulló a sus oponentes Gaélicos, enfriando drásticamente el calor del clasicismo que había dado lugar a la identidad nacional francesa [20]. Estando Molière y Racine en crisis en un país donde debían de haber estado geográfica e históricamente a salvo de la influencia de Shakespeare, no es de extrañar que el compatriota, contemporáneo además de rival y crítico Jonson, no podía salir indemne.

Desde su época hasta la mitad del siglo dieciocho, Jonson estuvo en la cumbre de su reputación literaria por mejorar la subdesarrollada lengua y literatura inglesas, para así poder competir con “la insolente Grecia o la altanera Roma”. Pero mientras el flujo del pensamiento pasó de lo racional a lo sentimental, Jonson perdió el favor del público mientras que Shakespeare, quien era su exacta antítesis en estilo, tomó su lugar. Los editores y estudiosos  de Shakespeare, tan pronto como se truncó el orden de las preferencias, empezaron a criticar a Jonson; su neoclasicismo servía ahora como “evidencia manifesta” de su “mediocridad”. Durante esta época, los críticos falsificaron evidencias para “demostrar” que plagiaba, así como denunciaron el abandono de la moral[21]. Transformado en “brujo” convicto por los fanáticos seguidores de Shakespeare, Jonson pasó a ocupar un estamento inferior, un mero complemento ideal para el nuevo decano.

Mientras la adoración afectaba a la nación alemana y formaba el eje de su movimiento romántico, A.W Schlegel y Tieck aunaron fuerzas para censurar a Jonson y ensalzar a Shakespeare [22]. Pensaron que Jonson era culpable por profanar a su idolatrado poeta, al igual que su enemigo Voltaire, que hizo comentarios despreciativos sobre las leyes y costumbres alemanas, declarando que Shakespeare era inferior a Addison. Y si hubiera llegado a sus oídos la propuesta de que Jonson estaba relacionado con Cervantes, no le hubieran prestado la menor atención. Como consecuencia, la unión imperecedera entre Cervantes y Jonson cayó en olvido debido a un cambio en el poder de la hegemonía de las Letras inglesas.
 
 
 

La crítica histórica de Don Quijote refleja el auge y caída de dos escritores ingleses con estilos literarios diferentes. Hasta la mitad del siglo dieciocho la novela fue interpretada con relación a Jonson y más tarde con relación a Shakespeare, porque Jonson personificaba el clasicismo de la era previa y Shakespeare al romanticismo posterior. Esto no es el final de la historia, porque puede ser debatido que todavía vivimos en una era romántica. Según Close, después que el Quijote fue moldeado por interpretaciones románticas, la crítica quijotesco se vio “inundada por sucesivos oleadas de crítica” derivando de esta fuente otros movimientos como, por ejemplo, el simbolismo estético, el perspectivismo, el existencialismo, el estructuralismo y sus derivados, la semiótica, la narrativa y el post estructuralismo[23].

Esta continuación de las interpretaciones Románticas, en su amplio sentido, está muy relacionado con la adoración por el bardo, ya que como se afirmó anteriormente, Shakespeare formaba la esencia misma del movimiento romántico y hoy en día, sigue siendo el más nombrado en los estudios Cervantinos. Por otro lado, existe un prejuicio romántico contra Jonson, pero bajo el disfraz sofisticado de nuevas teorías críticas.

Casi sin excepción, los sucesivos oleadas arriba mencionados, son básicamente iguales en su anti clasicismo heredado del romanticismo. La mayor evidencia de lo que afirmamos se demuestra con la frase “humanismo esencial”, con la cual nos solemos encontrar, en las teorías literarias post estructuralistas de las últimas dos décadas. Este término se aplica a los partidarios de estas teorías relevantes respecto a cualquiera que consideren que es convencional o este sin contacto con su tiempo. En otras palabras, es un término convencional para censurar desfases respecto a la moda, regidez de valores, falta de creatividad e imaginación y sumisión hacia el “Establishment”. Estos comentarios, hacen referencia a los “humanistas” actuales y no a sus homólogos en la época de Jonson y Cervantes, ambas corrientes humanísticas se confunden en la crítica actual, casi siempre con comentarios negativos.

Es cierto que estos métodos “anti-humanísticos” demuestran una sorprendente eficacia al hablar de Shakespeare y otros escritores principalmente románticos, por supuesto son destacables al obtener nuevos significados que de otro modo hubieran permanecido desconocidos. Una técnica común con un escritor humanista como Jonson, sería la denuncia agresiva o como alternativa la asimilación a su sistema anti humanista. Las interpretaciones post estructuralistas más recientes, tienden a deconstruir su obra literaria a través de un proceso que pueda articular su defectuosa moral [24].

De estas dos características, es mas bien el método “asimilativo” antes que el “deconstructista” o destructivo el que nos interesa más. Igual que Don Quijote evolucionó de una “burlesque” a un genuino romance de caballerías por asociación con Shakespeare, así también Jonson, fue transformado(por asociación con Shakespeare) en un poeta romántico, desde su extremo opuesto. El ejemplo más destacable que relaciona los poemas de Jonson con lo ya mencionado puede ser “A la Memoria de Mi Querido, El Autor, Mr. William Shakespeare, y su Legado Inglés”  escrito para el folio publicado en 1623. El tributo parece, al menos a primera vista, una inversión en sus juicios tradicionales.
 

Hasta poco después de su muerte, algunos dudaban de la sinceridad del poema, y pensaban que era pura burla, pero ahora la mayoría de los estudiosos, han llegado a la conclusión que exaltación genuina del genio de Shakespeare.

Para resolver tal contradicción, los estudiosos afirman que Jonson se había convertido en un adepto de Shakespeare en aquella época. El rigor satírico y clásico del poeta, según dicen los estudiosos, estaba tan debilitado por la enfermedad y la edad, que sucumbió a la profunda humanidad de Shakespeare. También se atribuyen el punto de vista romántico, fantástico y sentimental shakesperiano, en las últimas obras teatrales de Jonson, quien en un principio rechazó y repudió dicha influencia shakesperiana[25].

Este razonamiento tal vez pueda reconciliar hasta cierto punto las supuestas contradicciones, pero no nos ofrece ninguna solución satisfactoria. La mayoría de estos argumentos tienden a quitarle importancia al hecho de que el poema es el único ejemplo de la “generosidad”; tanto antes como después de 1623, Jonson fue un crítico concienzudo de Shakespeare por desviarse seriamente de los principios humanistas del arte. Necesita una cuidadosa relectura en vista de los numerosos sonetos burlescos en Don Quijote. Como se vio luego, a Jonson le quedaron rasgos de la fuerte influencia del Quijote, expresamente después de 1612; los elementos románticos en sus últimas obras se entienden mejor como una variación de las novelas de caballería satíricas.

La shakesperizacion, considerada en algún momento como parte esencial del romanticismo, causó una revolución en la lectura del Quijote y en la valoración de Jonson, quien siempre había estado vinculado de cerca con la interpretación tradicional. La duración de la interpretación romántica y shakesperiana de la novela está a punto de sobrepasar a la tradicional. Después de dos siglos de un sistema de valores románticos, el cual consistentemente ha denunciado a los académicos clasicistas por su intransigencia caduca, se ha convertido en tradición y de esta manera, la mayoría de la crítica a Jonson o Cervantes se realiza desde la perspectiva shakespeare.

Aunque si eliminamos la mediación de Shakespeare que ha dificultado el contacto directo entre Cervantes y Jonson, tal vez podamos formar esa imagen perdida de sus valores compartidos.
 
 

Traducción a cargo de R.Marcos Doménech Padbury
Supervisada y corregida por Dr. Vicente Forés
Universidad de Valencia, España
 
NOTAS
* From the "Introduction" to Ben Jonson and Cervantes: Tilting against Chivalric Romances (Tokyo: Maruzen, 2000) by the author.
1 José Ortega y Gasset, Meditaciones del Quijote (1914; Madrid: Alianza Editorial, 1987); Michel Foucault, Folie et déraison: Histoire de la folie à l'âge classique (Paris, 1966), cited in Anthony Close, The Romantic Approach to 'Don Quixote': A Critical History of the Romantic Tradition in 'Quixote' Criticism (Cambridge: Cambridge UP, 1978) 255-56.
2 Carlos Fuentes, Cervantes o la crítica de la lectura (México: Editorial Joaquín Mortiz, 1976) 69
3 Robert N. Watson (Ben Jonson's Parodic Strategy: Literary Imperialism in the Comedies [Cambridge, Mass.: Harvard UP, 1987] 2, 72, 101, 154, 163-64 ) deals with the similarity between the ideas of Jonson's comedies and DQ, but only episodically; no systematic attempt is made, for example, to prove a direct influence.
4 See Samuel Butler, Hudibras, ed. John Wilders (Oxford: Clarendon P, 1967) 340n, 352n, 424n.
5 Butler, Prose Observations (Oxford, 1979) 128, qtd. in D.H. Craig, ed. Ben Jonson: The Critical Heritage (London: Routledge, 1990) 244-45.
6 Ian Donaldson, The World Upside-Down (Oxford: Clarendon P, 1970) 192-93.
7 Edward Hyde, The Life of Edward Earl of Clarendon, Written by Himself (1668-70), qtd. in J. F. Bradley and J. Q. Adams, The Jonson Allusion-Book (1922; New York: Russell & Russell, 1971) 350. Hyde admired Jonson as a result of keeping company with him and of the favour Jonson showed him in his Inns of Court days. He had Butler's portrait painted for his own library (DNB).
8 Wilders, introduction, Hudibras, by Butler, xxi.
9 Craig (223) cites Burton's The Anatomy of Melancholy as calling Jonson"Arch-Poet" in 402n of 1624 edition; the one cited above is based on the fifth edition of 1651-2.
10 For Saint-Évremond and DQ, see P. E. Russell, "Don Quixote as a Funny Book", Modern Language Review, 64 (1969) 317. It may seem strange that Sain-Évremond, who was regarded as unorthodox in France as he took the side of Corneille in the Le Cid controversy, should defend the tenets of classical decorum. Yet English drama then was still academically underdeveloped, so Sain-Évremond could pass for a rigid classicist by English standards. In a similar way, François Ogier, hailed in the late nineteenth century as a significant precursor of the romantics, was regarded as conservative in his own time (see Marvin Carlson, Theories of the Theatre [Ithaca, Cornell UP, 1984] 91).
11 Jeremy Collier, A Short View of the Immorality and Profaneness of the English Stage (1698; New York: AMS, 1974) 196.
12 Anne Barton, introduction to The Two Gentlemen of Verona, The Riverside Shakespeare 144.
13 Walter Cohen, Drama of a Nation: Public Theatre in Renaissance England and Spain (Ithaca, N. Y.: Cornell UP, 1985); "The Politics of Golden Age Tragicomedy", Renaissance Tragicomedy (New York: AMS, 1986).
14 Close 54.
15 Ortega 30.
16 Isaiah Berlin, The Crooked Timber of Humanity, ed. Henry Hardy (London: John Murray, 1990) 218-19.
17 Berlin 73-76.
18 Hermann J. Weigand, "Shakespeare in German Criticism", Herbert Schueller, ed., The Persistence of Shakespeare Idolatry (Detroit: Wayne State UP, 1964) 107-9.
19 Weigand 105-34.
20 Stendhal, Racine et Shakespeare (1825); Emile Montégut, Essais sur la littérature anglaise (1883): cited in Henri Peyre, "Shakespeare and Modern French Criticism", Schueller, ed., 18, 32-33.
21 Frances Teague (The Curious History of Bartholomew Fair [Cranbury, NJ: Associate UP, 1985] 97-99) points out that Charles Macklin announced the "discovery" of a nonexistent pamphlet, "Old Ben's Light Heart made Heavy by Young John [Ford]'s Melancholy Lover" (1748) and that Robert Shiells committed forgery in his edition of Conversations with Drummond (1753) by inserting a sentence he thought Drummond ought to have said.
22 A. W. Schlegel, A Course of Lectures on Dramatic Art and Literature (1808), trans. John Black (1815); Ludwig Tieck, Das Buch über Shakespeare (1794), qtd. in Craig 33, 574-77.
23 Close (212-42, 253-59). David Stove, The Platonic Cult and Other Philosophical Follies (Oxford: Basil Blackwell, 1991) vii, 179-83. See also Berlin 34-35.
24 For a detailed analysis, see my "Problems in the Current Studies of Ben Jonson" Shakespeare News 32 (Shakespeare Society of Japan, 1992) 1: 10-12. For critical attempts to "deconstruct" Jonson's writings by pointing out his "moral defectiveness," see Roger B. Rollin, "The Anxiety of Identification: Jonson and the Rival Poets", Classic and Cavalier, eds. Claude J. Summers and Ted-Larry Pebworth (Pittsburgh, Pa.: U of Pittsburgh P, 1982); Richard Helgerson, Self-Crowned Laureates (Berkeley: U of California P, 1983); Timothy Murray, Theatrical Legitimation (Oxford: Oxford UP, 1987); George E. Rowe, Distinguishing Jonson (Lincoln: U of Nebraska P, 1988): David Riggs, Ben Jonson: A Life (Cambridge, Mass.: Harvard UP, 1989).
25 For critical attempts to "assimilate" Jonson's late plays into the Shakespearean value system, see C. H. Herford and Percy and Evelyn Simpson, eds., Ben Jonson, 11 vols. (Oxford: Clarendon P, 1925-52) 2:194; Gabriele Bernard Jackson, Vision and Judgment in Ben Jonson's Drama (New Haven: Yale UP, 1968) 99, 168-69; L. A. Beaurline, Jonson and Elizabethan Comedy (San Marino, Cal.: Hungtinton Library, 1978) 257-72; Anne Barton, Ben Jonson: the Dramatist (Cambridge: Cambridge UP, 1984) 254-84; Michael Hattaway, ed., The New Inn (Manchester; Manchester UP, 1984) 6-7; Riggs 302-8, etc.


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