h u m a n i d a d e sm o n o g r á f i c o 

Ana Belén Caravaca Hernández

El canon o el rumor oceánico de los textos


El canon, una vez lo consideremos como la relación de un lector y un escritor individual con lo que se ha conservado de entre todo lo que se ha escrito y nos olvidemos de él como lista de libros exigidos para un estudio determinado será idéntido a un Arte de la Memoria"
Harold Bloom
Un clásico es aquella obra que suscita un incesante polvillo de discursos críticos
Italo Calvino

El rumor oceánico de los textos, de las literaturas, coagula en consagraciones, extravíos, exilios (las noches de la violencia). Como si de un poderoso sortilegio se tratara, la escritura convoca incesantes ardides, milenarios, y germina, a lo largo de la historia, permanencias y continuidades. Se puede pensar, desde esta perspectiva, que la escritura no ha dejado de ser nunca lugar de guerras y de compromisos, una deriva sinuosa que el acto de la lectura vuelve memorable. O bien, la oculta, la asfixia, volviendo la delgada piel de la escritura en efímera. Escritura, Lectura y Memoria: es la tríada que nos conduce a pensar sobre el canon, noción bíblica que la umbilica y la tensiona.

Convocar la existencia del canon latinoamericano, preguntarnos por la existencia de un canon en América Latina, no es posible sin pensar en la noción misma de canon, en la que, a priori, queda instaurado un arte de manipular y de gozar, y donde es posible leer la movilidad de intereses y de placeres de diverso origen. 
 

Sin un sueño roto que
valga la pena llorarlo

El libro de Harold Bloom El canon occidental, best seller de la crítica literaria, se centra en el canon no tanto como desafío epistemológico, cuanto como "arte de la memoria"; en este sentido, la propuesta de Bloom convoca la noción "tradicional" de canon, que pasa por la identificación unívoca entre políticas públicas y prácticas culturales. Es la memoria el arma "canonizadora", de modo que Bloom niega, en primera instancia, el acto institucional e ideológico implícito en la construcción del canon. 
La noción tradicional de canon es, desde esta perspectiva, como una "operación quirúrgica" en la que se extirpan ciertos elementos "nocivos". Esto es, podemos pensar la operación canonizadora tradicional, consensuada implícitamente desde las instituciones públicas y, de modo inmediato, cómo a partir de una serie de materiales mirados diacrónicamente opera el desarrollo privilegiado de "una" serie de estos materiales. Esa operación originará una configuración discursiva específica, totalizante, que, no obstante, no puede obviar la existencia de una serie de prácticas diseminadas "u ocultas", dominadas pero no borradas por el triunfo histórico de una de ellas. Esta operación canonizadora tradicional funciona activando la noción de Archivo, que implícitamente tiene una posición ideológica esencialista, basada en la (supuesta) existencia de universales históricos, antropológicos y estéticos. El canon tradicional, como el Archivo, arma lo visible, trazando una anatomía discursiva totalizadora; pensemos, en esta perspectiva,  en la noción Archivo que maneja Jacques Derrida: es el soporte, "la consignación, el dispositivo documental o monumental , suplemento o representante mnemotécnico, auxiliar o memorandum". Si analizamos la definición del Archivo derridiana, vemos cómo en el archivo está inscrito el discurso consignador y capitalizador de la memoria: el canon occidental diseñado por Harold Bloom. Este canon-archivo de lo legible implica, por una parte, la explicitación de escrituras legalizadas y, por otra, la de las obras canonizadas como "los modelos a imitar", a recrear incesantemente. El canon tradicional, el archivo literario de la patria, se entiende, releyendo la definición de Bloom, como el lugar donde se legitiman obras literarias por los grupos dominantes de una cultura, cuyos productos son preservados por la comunidad como parte de su herencia histórica(Pozuelo). Y, en efecto, el canon tradicional se fundamenta en esas operaciones de unificación, de la que se explicitan una serie de obras, una suerte de Biblioteca de los Grandes Autores, que, como plantea Nicolás Rosa, se constituyen para ser mostrados, no tanto leídos. Esto es, sus perfiles son los del ser modelos heredables, los del ser el Archivo al que incesamente volver. En el acto de canonización lo Legible se transforma en Memorable. En este acto que funda el canon tradicional, no están fundamental y únicamente implicados los textos que lo construyen, sino el modo cómo se leen los textos, el lugar ideológico desde el que se leen. La fragmentación de la continuidad textual, la selección y la taxonomización que concurren en la construcción del canon tradicional están inscritos en ese "polvillo de discursos críticos" del que habla Italo Calvino, es decir, se activan a partir de la elección de un lugar político y epistemológico determinado.

Es desde esta perspectiva que se puede pensar, por ejemplo, el canon literario argentino, presidido por Jorge Luis Borges y sostenido por Macedonio Fernández y Adolfo Bioy Casares, o el canon mexicano, configurado por la llamada "novela de la revolución" (que hace referencia al proceso revolucionario que vivió México a partir de 1910), el muralismo y Juan Rulfo.
Esta operación canonizadora tiene implicaciones ideológicas determinantes, que hemos ido desgranando a lo largo del texto y que están presididas por esa idea de "identidad cultural" consensuada por la tradición eurocentrista, que es el reflejo de políticas públicas que designan un centro legitimado, el de la cultura leída como "oficial", que va a perpetuar determinadas ideologías, y un afuera extrasistémico, desautorizado y cuestionador de dicho centro cultural.

Ahora bien, ¿y si pensamos el canon como un desafío epistemológico y no como un falaz "arte de la memoria"?. Es decir, esta noción tradicional de canon se deslegitima desde la misma imposibilidad de identidad entre políticas públicas y productos culturales, paralela a la crisis contemporánea que han sufrido los lugares tradicionales consagrados en las operaciones canonizadoras. Dichas operaciones  excluyentes (por ejemplo, y a vista de pájaro, dónde queda la poesía en los cánones al uso, por qué el canon es fundamentalmente un canon narrativo) y centralizadoras explotan con la puesta en escena de nuevos sujetos que apuntan a nuevos textos y a nuevos discursos. 

Si, como hemos visto, la canonización es primigeniamente un acto de lectura, el lugar regulador desde el que se mira, a partir del derrumbamiento de esa noción unificadora de "identidad cultural" que tiene lugar en los últimos tiempos y, en consecuencia, de la aparición tanto de nuevos sujetos sociales como de nuevos sujetos interpretativos, la noción de canon tradicional es permanentemente cuestionada, al airearse su explícito carácter excluyente. 
Como plantea Nicolás Rosa la disputa sobre el canon no puede permanecer ajena a la aparición de nuevos sujetos sociales: "La valencia social del feminismo y de la crítica anexa, la ginocrítica, en todas sus variantes, las reivindaciones genéricas,  de nuevos sujetos de ley, como las lesbianas, los homosexuales, la literatura "gay", las nuevas luchas de negros, indios, inmigrantes en el marco tan lábil de la etnicidad, las nuevas corrientes migratorias y las formas tercermundistas de nuevos órdenes sociales apuesta a nuevas escrituras"(34). A partir de la puesta en escena de estos nuevos órdenes con innumerables producciones no es sólo que la noción de canon pueda mantenerse ajena, sino que se torna imposible, explota en "cánones", hace necesaria su multiplicación. Si bien en la misma articulación tradicional de un canon están presentes constantes tensiones dialécticas, originadas desde los estratos no canonizados, en pugna constante por adquirir un lugar "visible", la desmesurada diseminación actual cuestiona el lugar mismo desde el que pensar un canon. 

Si miramos atentamente, en la juntura misma del concepto de canon y el debate que genera esta noción excluyente, lo que se está cuestionando es, por una parte, el lugar discontinuo desde el que es necesario mirar ahora el objeto literario, y, por otra, cómo delimitar la obra literaria en la sociedad contemporánea. Las nuevas prácticas subjetivas y culturales, las mil formas de instaurarse otros textos, otros sujetos, otras lecturas y, por ende, otras memorias, tornan imposible el establecimiento de un canon como forma del orden unívoco imperante.  Y es en este juego de espacios sociodiscursivos desde donde volvemos al comienzo: ¿qué dibuja ahora el rumor oceánico de los textos?.
 

José María Pozuelo Yvancos: Teoría del canon y literatura española, Madrid, Cátedra, 1999.
Nicolás Rosa: Usos de la literatura, Valencia, Grup d’Estudis Iberoamericans, 1999.
Michel de Certeau: Historia y Psicoanálisis, México, Universidad Iberoamericana, 1997.
Raúl Antelo, "La lógica del contra-canon y el axioma de la credibilidad", en Estudios, 9,1997.
Jacques Derrida: Mal de Archivo. Una impresión freudiana, Valladolid, Trotta, 1997.
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