Título: Glengarry
Glen Ros • Autor: David Mamet
Editorial: CÁTEDRA (letras
universales)
Crítica por Rafael Cruz
Se publica en España la traducción
del texto teatral Glengarry Glen Ros una de las cimas de la literatura
dramática del autor estadounidense David Mamet, cuando todos
tenemos todavía en la retina la maravillosa y demoledora versión
cinematográfica protagonizada por dos de los mejores actores del
panorama mundial: Jack Lemon y Al Pacino.
David Mamet, autor contemporáneo,
es ya historia del teatro (estrenos, premios y menciones por todo el mundo
le avalan). Heredero de autores míticos como Arthur Miller y Tennessee
Williams, expresa como nadie la metáfora del sueño americano.
Autor independiente, de culto para los teatros del Off Broadway es, además,
autor de ensayos preñados de lucidez sobre la profesión del
actor.
El texto describe el microcosmos
de los agentes comerciales de una agencia inmobiliaria. Si para Shakespeare
el mundo era un escenario, para Mamet –en esta obra- el mundo es una sucia
y desordenada agencia inmobiliaria de sospechosa reputación. Es
en este marco donde el autor da rienda suelta a sus fantasmas sobre el
famoso american way of life y su paulatina decadencia y degradación.
Tiene Mamet una excusa perfecta para enseñarnos al infierno que
conduce, el llevar hasta extremos insostenibles el concepto de competencia;
si vendes terrenos eres un "winner", si no, un "looser". Ni más
ni menos que el retrato del mundo capitalista.
Este paisaje aparentemente desolador
y apropiado para un perfecto drama psicológico, en manos de Mamet
se convierte comedia afilada con el fin de ridiculizar un sistema que consiste
en: "Si ganas te regalamos un Cadillac, si quedas segundo te llevas a casa
un juego de cuchillos pero si quedas tercero te vas a la calle”. Así
de fácil y así de difícil en manos de un autor que
como ya se ha mencionado, pregona como nadie el escepticismo, gusta de
los antihéroes, disfruta no dando una sola concesión al lector,
construye estructuras sintácticas sólo posibles en un mundo
donde sus pobladores saben que al final de sus vidas todo ha sido una enorme
carcajada. En definitiva, Mamet es un moralista que no moraliza.
Merece mucho la pena como lector
acercarse a textos de este tipo para sacudir nuestra inteligencia, y así
volver a revisar códigos éticos que la vorágine del
día a día nos hace olvidar. Y, por supuesto, queda al final
ese regusto amargo de saber que el mundo está hecho de traiciones,
de falsedades que somos incapaces de desarticular.
En España hemos podido presenciar
alguna que otra representación de este autor pero sería de
agradecer que los teatro públicos se animen a producir este tipo
de teatro que a buen seguro removerá en sus asientos a más
de uno. |