c o m u n i c a c i ó n
![]() por Norberto M. Ibáñez
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Aquéllos que no recuerden el pasado están condenados a repetirlo. Para que esta cita no se haga realidad los medios de comunicación cuentan con unos archivos virtuales donde los redactores tienen acceso a documentación suficiente para b editar en pocas horas un suplemento completo y exhaustivo sobre la trágica historia de la familia Kennedy o sobre los pormenores de la llegada del hombre a la Luna hace treinta años. Los medios de información son el soporte idóneo para mantener viva la memoria social colectiva; otra cuestión es la manera de cómo y con qué fines los dirigentes mediáticos utilizan esa información y configuran la memoria o el recuerdo que pretenden que asimilemos sobre sucesos o capítulos históricos. Ahora bien, los medios son solo transmisores y filtros de una realidad
que ellos distorsionan a su manera pero, en ocasiones, no
Hace poco tiempo un periodista avezado en una cena de amigos de la profesión comentaba como recordaba un hecho en el que la prensa confundía a la sociedad (probablemente por descuido y sin intención alguna) exagerando e incrementando las cifras reales de los ciudadanos que asistían a las manifestaciones sindicales en un momento determinado de los años 80. Por supuesto, esas cifras engañaban a los sociólogos que arrastrados por los mass media confundían luego sus análisis sociales. Cuando este periodista que contaba la anécdota se preocupó por saber realmente las personas que cabían en la avenida donde siempre se concentraban los manifestantes y por la que gritaban sus consignas, confirmó con exactitud que solo cabían un 10% de la cantidad que afirmaban a diario los medios, es decir, si las crónicas habían contado que se habían reunido entorno a unos 100.000 manifestantes, tan solo habían acontecido 10.000 de éstos; increíble pero cierto. En cambio, un sociólogo de la actualidad inmediata podrá conectarse, a través de una web cam, que probablemente en un futuro próximo habrá por todos los rincones de las ciudades y nos podremos conectar en directo desde nuestro ordenador con las diferentes áreas metropolitanas para saber que está ocurriendo, y, de esta manera, no desarrollará un juicio distorsionado por culpa de la crónica periodística del día ya que, desde su cómodo sillón, asistirá a la manifestación, sin temor a represalias policiales, y tendrá así un análisis más certero de la realidad. A veces el tándem periodista y sociólogo, a mi entender, es una combinación peligrosa que provoca situaciones que no ocurrían si hubiese un mutismo por ambos lados o, al menos, mayor cuidado en sus modos de actuación. Un ejemplo de lo que quiero decir es que en días de verano como los que ahora nos acompañan, donde las noticias escasean, los medios de comunicación difunden noticias que en otras estaciones del año no hubiesen sido consideradas, como por ejemplo las que, en un momento determinado, a partir de un hecho aislado y singular (por ejemplo una agresión a un inmigrante) provocan una noticia de alcance. Todos los medios recogen en sus ediciones lo que en un día de invierno no hubiese sido noticia por acumulación de materiales políticos, económicos y deportivos de mayor interés para las audiencias, y en cambio, ahora se convierte en una noticia de primer orden. Al día siguiente se producen hechos noticiosos similares en otras partes del país. ¿Es casual o es que los medios han desper-tado con su información la furia apagada de muchos racistas que se han acordado de que es-tán hartos de las diferentes razas que habitan en su comunidad de vecinos? ¿o quizás si se hiciera un seguimiento diario de este tipo de temas siempre habría noticia, lo que ocurre es que no es prioritaria por lo que podemos entender que es noticia lo que los informadores quieren que sea así? Esos días, con noticias de carácter social como la citada, se le pregunta a los sociólogos sobre el tema y con sus análisis numéricos y porcentuales, dan versiones diferentes y ambas bien razon-adas: "la xenofobia va a ser un problema de futuro", o por el contrario, "no es más que un hecho sin importancia que tienden a desaparecer en una sociedad con tintes globales" ¿cómo es posible, viven en comunidades distintas? ¿utilizan las mismas medidas científicas para emitir conclusiones? Días después, a pesar de que sigue habiendo hechos aislados de más accidentes racistas la noticia ya ha perdido fuerza informativa en la audiencia y hay que tomar otra e inventar una crisis o alarmar innecesariamente de algún suceso para crear espectáculo. La sociología, como cualquier ciencia tiene diversos puntos desde donde actúa, pero el más concreto o al menos el más realista es el que concreta su estudio en el análisis de las agrupaciones humanas: sociedades, estratos sociales, grupos, instituciones... aunque luego está la sociología especializada que a diferencia de la anterior se ocupa de fenómenos más particulares y que comprende diversas ramas como educación, tecnología..., cada día más numerosas en virtud del acelerado proceso científico actual. En ese sentido, habrá sociólogos especializados en la sociedad tecnológica que se inmiscuyan en la red, algo intangible e invisible si no se sabe manejar, y se aventuren a sacar estadísticas que, por otra parte, tanto aman y, del mismo modo que se introducían en un concierto de Elvis Presley en los años 50 (o enviaban a un colaborador para que se lo contase) para conocer en directo el fenómeno social que provocaba este mito del rock, lo harán ahora a través de internet. De la misma manera que acusábamos a los medios de despertar instintos olvidados en el subconsciente de los individuos, los sociólogos crean cortes sesgados de realidad que afectan a los que su cerebro no ha superado la primera era glaciar y les obliga a comportarse de tal manera. Un ejemplo supuesto sería el siguiente: si las estadísticas sociológicas dicen que el joven entre18 y 25 años es un apasionado de los los videojuegos, se emborracha los fines de semana con los amigos, no piensa votar en su vida y vivirá con sus padres hasta que pueda vivir de sus propios hijos, el joven que esté en ese parámetro de edad y no se reconozca, se sentirá fuera de onda, aislado y tendrá necesidad de incorporarse a esos vicios y virtudes para sentirse integrado y formar parte de su grupo. Del mismo modo que la creación publicitaria bebe de las fuentes sociales para así ser más efectiva y, viceversa, la sociedad asume y se reconoce en la semiología publicitaria y la hace propia, la sociología y la información van parejos y se nutren unos de otros. Los medios de comunicación pueden jugar con las conductas y afectar a las formas de vida de la gente y desconcertar a los sociólogos que no pueden completar bien sus análisis al encontrarse con ciudadanos que se comportan de manera contradictoria y desequilibrada dejándose llevar por los medios de comunicación de masas en el que tomaría uno de los puestos de cabeza la publicidad. En esta sociedad hiperrealista, como dice Baudrillard, todo se convierte en mito y el mito o fenómeno social lo crea el marketing y las circunstancias sociales del momento, pero los pregoneros que ponen los altavoces para que eso se extienda y llegue a ser mito universal son las cuadrillas de sociólogos y periodistas. Quienes dicen que la sociología ya no va a poder medir los fenómenos sociales con tanta facilidad como lo hacía anteriormente antes de la era tecnológica, desde mi perspectiva se equivocan, porque es ahora cuando con mayor facilidad, sin moverse de casa mediante su ordenador podrán investigar, preguntar (con gastos mínimos) a personas del resto del mundo sobre la cuestión que deseen analizar, e incluso asistir en directo a conciertos de música que de ninguna otra manera podrían asistir y calibrar la euforia popular y la actitud del mito capaz de concentrar a miles de personas a su alrededor. |
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