El dinero es capaz de comprar
hasta donde el alma es capaz de vender
 

Renacimiento. Nací en otro siglo
y allí, vi nacer artistas
también vi desfallecer a otros.
El poeta tallaba con cuidado sus palabras
en cada verso ahogado de traición,
el escultor narraba elegantes historias
a través de la belleza robada a sus esculturas,
el compositor decoraba con su música
espacios taciturnos dedicados al placer,
mientras el pintor escribía siluetas
con lánguidas líneas de tonos fugaces.

Todos esperaban nacer por segunda vez,
florecer como creadores consagrados,
y coronar sus vidas de éxito envenenado,
pero la mayoría desaparecieron sin nacer
soñando haber existido.

Sólo unos elegidos fueron bautizados
por las garras de la fama
bendecidos por un mecenas,
predicador de sueños e ilusiones,
que les arrancaría del pecho sus emociones artísticas
y les daría una nueva vida y una protección indefinida. 

Milenarismo, nuevos tiempos, 
la maldita actualidad se percibe bien distinta.
Nostalgia de una época
en la que se apostaba con riesgo, 
por amor a tutelar al arte,
con independencia y trato de caballeros.

Los mecenas ya no comparten aliento
y pocos son los bienhechores que aún existen.
Hoy, trato mercantil, confunde arte y dinero,
compromiso social y recompensa política.
La defensa de las causas nobles
están acompañadas de protagonismo y prestigio,
fotografías y primeros planos.
Apuestan a ganador, sin riesgo.

Con grandes esperanzas
jóvenes artistas desean ver renacer
en total libertad hombres clásicos, mecenas
y escuchar de sus adentros
"Creo en ti, sin más".

Norberto M. Ibáñez
Director de Contrastes


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