m o n o g r á f i c o c o m u n i c a c i ó n

Cándido Pérez Gállego
HARVARD Y MIT UNA CONTIENDA DE DOS
MODOS DE PENSAR IRRECONCILIABLES
El autor es Profesor visitante de numerosas universidades internacionales de élite entre las que se encuentran Massachuset Institute of Technology -MIT- y la Universidad de Harvard. Su larga trayectoria como Catedrático invitado en estas dos universidades le ha servido para tener un amplio y privilegiado conocimiento acerca de ambas instituciones académicas al entablar amistad con los investigadores, analistas, políticos, científicos, etc…. del más alto nivel intelectual que han influido de manera sustancial en la sociedad a lo largo del siglo XX. Los siguientes artículos que firma el autor son una reflexión sobre la ética, la moralidad y las conductas que desde hace años circulan y aún siguen vigentes en estas dos grandes instituciones académicas de calidad y prestigio norteamericanas, por otra parte, y como observaremos en los análisis del Profesor Pérez Gállego, enfrentadas por sus diferentes métodos de educación.

LA MORAL PECULIAR DE LA UNIVERSIDAD DE HARVARD

El recuerdo del pensador madrileño George Santayana es como un recuerdo continuo en esta Universidad. Oliver Alden, el protagonista de El último puritano (1936), confiesa que "la tragedia del espíritu que no se contenta ya con comprender, sino que quiere gobernar" y la verdad surge como ansia de superación en un "reino de la razón" donde el pensamiento es la última esperanza. Un nuevo Stephen Dedalus que deambula por sus ideas. Su muerte en Roma en 1952 es una prueba de cómo en un autor que desde El sentido de la belleza (1896) donde se va abriendo el camino de "aceptando la muerte podemos identificar dramáticamente con el espíritu" y esta inmanencia se dirige hacia esa máxima kantiana de que "el reino de la esencia es infinito". Estas ideas esbozan un paisaje que sólo en Harvard puede tener su evidencia moral. Y esa genial frase "Vivimos dramáticamente en un mundo que no es dramático" le acompaña como un emblema de su actitud materialista. 
 

Mármol sin tiempo, bronce y tronco,
carne inmortal de las esculturas.

Cuando el 7 de mayo de 1976 falleció en Boston Samuel Eliot Morison a los 88 años parecía que la historia perdía un hombre genial: recordemos su monumental biografía de Cristobal Colón y cómo en los cuarenta años que pasó en Harvard creó una doctrina de rigor y exigencia admirables y este talento lo trenzó en los dos volumenes de The European Discovery of America (1974). Su sabiduría puede, tal vez, compararse con la de otro maestro de esta universidad, Howard Mumunford Jones, también fallecido en esa ciudad en 1980 y que enseñó allí más de treinta años y que en O Strange New World (1964) descubrió un método y una categoría admirables y que cambiando de área se podría equiparar con Hart Steele Commagernque derivando al campo clásico, ha escrito trabajos tan memorables como The Odes of Horace. A Critical Study (1962) o su Virgil (1966) o bien A Prolegomenon to Propetius (1974). Estos tres maestros crean un método como lo hizo hasta su trágica muerte en 1963 Renato Poggioli, que tanta proximidad tuvo con Harry Levin y que dejó hitos geniales sobre Dante, Pascal, Tolstoy, Pirandello, Kafka, Svevo o Perse. Estos nombres y el de Daniel J. Bporstin deben recordarse y pensar en el admirable trabajo de éste último: The Americans(1965), aunque en el The New York Review of Books el 11 de noviembre de 1965 John Higham lo llamara "Provincial History", incluso un area donde Barbara Kisfer Lewalski hiciera una admirable revisión del siglo XVII en su Protestant Poetic and the Seventeenth Century Religious Lyric donde se haría un nítido análisis de la "estética bíblica" que Kenneth Lynn en otra área y en 1985 rompería con su original The Air-Line to Seattle. Studies in Literary and Historical Writing about America donde incluso F.O.Matthiessen queda recordado.

La influencia de Parsons en Harvard todavía se puede apreciar. The Social System desde 1951 sigue marcando las pautas del pensamiento social de esa Universidad. El mismo autor, en la dedicatoria a su esposa, hace una auténtica declaración de principios: "A Helen cuyo empirismo sano y práctico ha sido siempre un contrapeso indispensable para un teórico incurable" y tras esa confesión se extiende el libro en doce capítulos donde la primera idea que se esboza es el "marco de referencia de la acción" que ya se alza como mecanismo que pone en marcha un auténtico "sistema dinámico". Este esbozo se orienta hacia los "puntos de referencia y componentes estructurales" del medio, con lo que se acaba de establecer un código de relaciones con la imagen de estructura para pasar a un esquema mucho más concreto en el capítulo sexto, en la mitad del libro, donde se habla de "el aprendizaje de las expectativas sociales y los mecanismos de socialización de las creencias" así como los "símbolos expresivos", con los que se va construyendo un "proceso dinámico" con el que interpretar la realidad. Su prólogo escrito en febrero de 1951 en el mismo Harvard es una auténtica confesión de proyectos y dificultades y pronto apreciamos su interés por crear una "sistemática", lo cual nos alegra en un libro que ahora ha cumplido sus cincuenta años de vida. Reconoce su deuda con Edward Shils, Edward Thomas y Richard Sheldon para así reiterar su idolatría por Pareto, Durkheim y Max Weber, con lo cual el libro comienza a moverse con soltura y donde el nombre de Robert K. Merton queda integrado en una  docena de otros excelsos investigadores, con lo que ya podemos adivinar los deseos del autor.

Burrhus Frederick Skinner nació el 20 de marzo de 1904 en Susquehanna, Pennsylvania, hijo de un abogado de una pequeña ciudad. Estudió en Hamilton College de Clinton, Nueva York, especializándose en literatura inglesa y no cursando ninguna asignatura de psicología. Sin embargo, poco después, Skinner empezó a interesarse por el conductismo: le comenzaron a motivar los artículos que publicaba Russelll en la revista Dial sobre el conductismo de John B. Watson. Éste era el portavoz más destacado del conductismo en psicología por aquella época: identificaba a ésta con el estudio objetivo de la conducta. Según Watson no había lugar para los conceptos mentalistas; todos los conceptos subjetivos debían  sustituirse por indicadores físicos de estímulo y respuesta. El objetivo propio de la psicología, para él, era "conocer aquellos datos y leyes que, dado el estímulo, la psicología pueda predecir la respuesta que se seguirá; o, por otra parte, dada la respuesta, poder especificar la naturaleza del estímulo efectivo" (Watson, 1919, pág. 10).

El conductismo que dirigía Watson no era el dominante en Harvard, donde Skinner se licenció en 1928. Tras otros tres años se doctoró y en su tesis intentó especificar las leyes de la conducta que regían en las operaciones del sistema nervioso central. Skinner permaneció cinco años más en Harvard tras doctorarse, llevando a cabo una investigación dirigida a encontrar las leyes básicas en la conducta de los organismos. Mientras se ocupaba de estudiar a las ratas en el laboratorio, introdujo cambios importantes en los aparatos que utilizaba. Uno de ellos fue el dispositivo para el registro automático de conducta en una cinta de papel móvil. Otro cambio fue el dispositivo que el animal debería operar en el aparato cuyo mecanismo daba la recompensa. Esto se hacía normalmente presionando una barra o algún otro resorte simple. Al combinar estas innovaciones, las respuestas de presionar la palanca se podían registrar automáticamente para indicar la frecuencia de una simple respuesta representando al organismo como un todo. Así nació lo que se ha denominado la caja de Skinner, que desde entonces se ha convertido en uno de los instrumentos más comunes de la investigación psicológica. Skinner la utilizó para investigar los efectos de los diferentes programas de refuerzo sobre la conducta de presionar la palanca.

Cuando en 1993 apareció la biografía de B.F.Skinner escrita por Daniel W.Bjork se pusieron al descubierto secretos admirables de la mente de este genial psicólogo. El sentido renovador de su obra tardará mucho en ser rebasado y Walden Two quedará como una sucesión moral de la "teoría de la justicia" que se escondía en el lejano Walden de Thoreau. El tema del "behaviourism" se repite con insistencia desde que salió de las manos de Skinner hasta que en 1972 escribió Beyond Freedom and Dignity  y se fue estableciendo un rumbo donde el conductismo se alzaba con un rigor espléndido y avasallador. "La persuasión es una forma de control" dice en cierta ocasión cuando hace de los refuerzos un motivo de "progresar", pero los ataques que Noam Chomsky le hizo en 1972 en la New York Review of Books eran en realidad una diatriba entre Harvard y el MIT, una contienda de dos modos de pensar irreconciliables. También hay ecos de conductismo implícito en Rawls, incluso en razones de Riesman, y esta manera de exponer las ideas no nos hacen sino incluir un lenguaje de familia "emersoniana" en ese nuevo Walden que es Harvard.
 

Existe el peligro al hablar de Henry A.Kissinger de caer en su biografía atractiva y brillante y olvidar sus libros. Vamos a estudiar, en un breve espacio, su pensamiento escrito e incluso olvidar aspectos personales que conocemos muy de cerca desde que surgió nuestra amistad en el verano de 1967 en el "Harvard International Seminar of Politics and Humanities" que él dirigía.
En su despacho en Harvard tenía un globo terráqueo de cristal aproximadamente de un metro de diámetro y pegado un cartel que ponía "No tocar, muy frágil". El mundo puede destruirse y sólo cabe para evitarlo la ciencia, el trabajo y la ironía. La forma de alcanzar tan enorme fama y prestigio algo debe a la simpatía inmediata que le deparó tras conocerle Nelson Rockefeller. Cuando accedió a la cátedra, contendían nombres del prestigio de Brzezinski, Samuel Huntington o Stanley Hoffman y él obtuvo el "tenrure" de modo definitivo, aunque se optó a que también Hoffman lo ostentara "ex-equo". Resaltemos de su modo expositivo un estilo llano y directo, tal vez por su ascendencia germánica, y recordemos cómo Nuclear Weapons se abre con un recuerdo a la venganza de los dioses en la mitología clásica y concluye con una llamada a la "necesidad de una doctrina".

Alguien ve en Kissinger un maestro en política e intriga. No sabe distinguir ambos territorios. Desde su brillantez intelectual sabía crear unos modos nuevos de resolver los conflictos políticos y su táctica era la estrategia para resolver los problemas de un modo inesperado pero sólido que se movía, según frase aguda de Arthur Schelesinger, como el "alma de un refugiado" y esta aureola de inmigrante genial le acompañó en sus aventuras amorosas, entre el divorcio y su segundo matrimonio, sabiendo moverse en un terreno de "duplicity" de modo admirable: se sabía portavoz del "balance of power". Una mente admirable y unas ideas que la historia todavía no ha juzgado.

Uno de los libros que mejor explica el secreto del MIT es The Language of Mind (1985) de Marvin Minsky. Hoy mismo, más de quince años después, tiene un brillante encanto arqueológico pero mantiene las doctrinas en una vigente exigencia. No ha envejecido, pues sus dictámenes están mucho más allí que los ocasionales postulados oportunistas de lo "actual". Una relectura cuidada nos hace reconsiderar sus treinta apartados como un esquema a la inteligencia creativa, un documento de enorme importancia en el presente. "This book tries to explain how mind works" son sus primeras palabras para advertirnos que nos encontramos ante un modelo biológico del comportamiento antes que ante un artificio mecanicista de la realidad exterior. Resaltemos un interés por el concepto de "meaning and definition" que se abre hacia: "must machines be logical?", para así componer un orden de relaciones donde la realidad se articula como un cómplice del pensamiento. Busquemos siempre "chains and reasoning" y tratemos de llegar a una necesaria "self-examination". Estas ideas son categorías y rompen con una posible función psicologista para integrarse en un esquema donde nos movemos en posibles "frames of mind" para así construir un ámbito nuevo de recurrencias.

Minski estudió en Harvard. Reconoce su deuda necesaria con las matemáticas y la  psicología y con dos maestros: Andrew Gleason y George A.Miller, así como advierte en  aquellos días la impresión que le produjeron Nicholas Rashevsky y Warren McCullogh. En 1954 volvió a Harvard, tras una estancia en Princeton, como un "Junior Fellow of the Harvard Society of Fellows" y le interesaron, siguiendo a Ray Solomonoff, los principios de categorización y generalización, así como también Oliver Selfridge le resultó de gran interés. A partir de entonces se pasa al "enemigo", al MIT, y a relacionarse con John McCarthy y empezar el proyecto de inteligencia artificial. Todas estas imágenes sirvan para recordar el origen de este sabio que hace de la "emotion" un "frame" y que sabe pasar de la "functional definition" hasta las "goals" de un modo inmediato o bien obtener del "noncompromise principle" una imagen necesaria para llegar al "paranome". Un autor que elude la filosofía por completo pero que tampoco cita en este libro a Chomsky, lo cual nos llevaría a colocarlo en una situación muy concreta donde Gordon Allport,  George Lakoff o Tom Mitchell parecen ser sus guías mientras Kuhn merece una lejana cita aislada.

La moral de la Harvard Business Review merece más atención, ya que constituye un vehículo calvinista de aprovechamiento de las posibilidades inmediatas. Destaquemos algunas ideas que corroboran este diagnóstico que hemos hecho de "disciplina de la innovación" unido a ese modelo de perfección ética "cuando un directivo accede a un cargo" para así continuar con la idea de que "el despacho está donde está la persona". Se habla de "rediseñar el diseño" como una ceremonia de reconsiderar las normas de actuación innovativa para pasar a consideraciones tales como "el directivo como siervo y señor del poder" hasta temas mucho más originales como la explicación de "que los buenos directivos adopten decisiones éticamente malas". Estas ideas pueden servir, y cientos más, de lo que mueve la HBR, que en sus líneas maestras une confianza y observación, vigilancia y análisis. Un auténtico modelo de comportamiento moral que nos va a dar tantas enseñanzas de conducta como A Theory of Justice. Extraigamos algunos conceptos dinámicos de la HBR. Debemos resaltar el sentido practicista de cualquier tesis mantenido en sus páginas, así como la idea de triunfo que la acompaña. Lo competitivo es el germen esencial de toda dialéctica de querer conquistar el poder y el dinero. Desconfiar de la "destreza incompetente" y entrar en el análisis de todas las paradojas, estudiar, por ejemplo, por qué unas fábricas producen más que otras y , desde esta disyuntiva casuistica, entrar en una "logística interna" desde la que se pueda establecer un código de referencias óptimas en relación con las metas deseadas. Es curioso que las máximas que se repiten son ejemplares: "No constituya sociedades colectivas en las que dos o más personas tengan igual participación. Si dos o más socios han de trabajar juntos, establezca desde el principio quién estará al mando".

Esta idea parece surgida en Rawls. A mediados de los cincuenta se publicaba la revista Confluence bajo los auspicios de la "Summer School of Arts and Sciences and of Education" de Harvard y su editor era ya el Dr. Henry Kissinger y entre su "advisory board" había algún nombre tan significativo como Arthur M. Schelensinger Jr, McGeorge Bundy o Allen Tate. Esta revista tuvo mucha importancia y subtitulada "An International Forum" abrió sin duda la doctrina del "Harvard International Seminar of Politics and Humanities" que dirigiría el propio Kissinger y en la que participé en 1967 y me honró en pertenecer. La doctrina que se exponía no era lejana al HBR ya mencionada, ya que se trataban en profundidad temas concretos desde varios especialistas. Por ejemplo, en el volumen del verano de 1958 se debatía "The City in Society" y "Prospects for Socialists Parties and Labor Movements" y en ambos análisis se descubría, pese a la distancia de los colaboradores, una convergencia de criterios tal vez inspiradora del propio título de la publicación. Woodrown Wilson sería motivo de otro volumen(otoño 56) o bien la relación entre sociedades desarrolladas y no desarrolladas(enero 1956) y desde este horizonte de ideas se llegaba a la actitud de un corpus crítico admirable con enormes aportaciones de distintas mentes notables. Los nombres de Asa Briggs, C.A.R. Crosland, Seymour Lipset, Max Beloff, Norberto Bobbio, Karl Schmid, Maurice Diverger o T.R.Fyvel, elegidos entre tantos otros, puedan servir de reflejo al sentido intelectual de esta publicación. Se trataba de un foro didáctico, muy pensado en mentes extranjeras e incluso muy orientado hacia las "Summer Schools", con lo que conseguir un mecanismo de relaciones sólidas internacionales guiadas por la pericia del Dr. Kissinger.

La misma Harvard Business Review es una auténtica pantalla de la ética de Harvard. Si repasamos algunos de sus números podremos apreciar inmediatamente símbolos obvios y datos reveladores tales como el "leading change", "discipline of Teams", "teaching smart people how to learn", "skills of an effective administrator" y tantos más que nos ponen de manifiesto una evidencia "practicista" inmediata que hace que tal vez sea esta publicación lo más "atrevido" del mundo empresarial americano. Se insiste en el concepto de estrategia, se repite que se buscan líderes y que no hay que desperdiciar el talento. Hasta en muchas páginas surge la clave que es "champion", pero siempre unido a "coordinator", "builder" o "mentor". Esta teoría de las formas pragmáticas parece necesitar lo mismo de Emerson como de Rawls o Cavell; es como si estuvieran creando una filosofía del presente sin olvidar los nexos necesarios con el pasado. Un mundo de máximas muy curioso: "Cuando tus colegas hablan de la, están realmente hablando de ti" y desde este horizonte activo nos acercamos hasta las ideas de Daniel Goleman, otro vecino de Harvard, y hasta se nos ofrece la posibilidad de que insistamos de nuevo en el concepto básico de liderazgo para la HBR. De la élite, tema que por cierto desdeñó C.Wright Mills hace años desde su visión "left". Surge el concepto de la inteligencia emocional como clave para conseguir metas y se repite que es una publicación dedicada al "mundo real", lo cual nos hace distanciarnos de aquella realidad de Santayana, Quine, Putnam o Goodman y entrar en otra más inmediata e hiriente. "Stimulate innovation" puede ser otra de las máximas que se relaciona con "offer solid, informed advice", con lo que la moral persuasiva queda patente. Y esta actividad tiene un sentido donde victoria, beneficio, mejora son las pautas de un esquema que parece más cimentado en el liberalismo keynesiano de Galbraight que en las ideas del vecino del MIT Samuelson. Los consejos que se dan tienen un valor moral decisivo "HBR helps you build the future" y, de esta forma, se convierte en una ayuda necesaria para "triunfar". Esta simbología de la Business School como lugar de triunfo se ha convertido en un auténtico lugar de "milagros" más todavía que la cercana Sloane del MIT y en el lugar del mundo donde los ejecutivos ambiciosos deben estar y convertirse en seres competitivos y luchadores. El recinto tiene como decorado un mundo puritano, con ecos de Emerson o Santayana y la relación de la Business con el resto es muy curiosa ya que, separados por el río Charles, parece como un peligro -necesario- que es mejor mantener más allá de las aguas.

Sin duda, una de las revistas de Harvard que significa su más íntimo sentido cultural es Daedalus. Se denomina "Journal of the American Academy of Art and Sciences" y es el órgano oficial de una magna institución de enorme raigambre ideológico. Se estructura en numerosos monográficos bajo el lema del centro "Sus Libertate Florent" y recordamos, entre otros, los dedicados a estos temas: "The Search of Knowledge"(Spring 1973), "Myth, Symbol and Culture"(Winter 1972), "Intellectuals and Change"(Summer 1972), "Students and Politics"(Winter 1968), "The Contemporary University: USA"(fall 1964) o "Intellectuals and Tradition"(Spring 1972). Tratando de hacer una síntesis de su pensamiento podemos descubrir en sus páginas un pensamiento abierto y liberal que sirve para condensar la imagen positiva que Harvard debe tener. Un dato muy significativo es que en el año 64, en el "Board of Editors", entre otros advertimos estos nombres que son muy significativos: Raymond Aron, Etienne Gilson, Archibald McLeish, J. Robert Oppenheimer o Paul Tillich. Cuatro años más tarde se ha incorporado a Talcott Parsons, mientras que en 1973 vemos a Northrop Frye, Daniel Bell, Asa Briggs, Clifford Geertz o Lionel Trilling y con todo ello podemos deducir que esta revista tiende a ser la imagen y portavoz de la ideología de Harvard en su aspecto menos "político". Con ello se consigue crear un clima de apertura y equilibrio, solidez y rigor para que los temas tratados sean la imagen de un mundo donde el lema de "veritas" sirva para descubrir las imágenes de un espíritu en cambio. Si repasamos la colección completa de esta magna institución impresa nos llama la atención la insistencia en temas americanos, el peso de factores mitológicos y simbólicos y estudios sobre aspectos tales como la ideología, el liderazgo, la tradición o el cambio, el orden mundial o la demografía, con lo que se intenta poner en evidencia las preocupaciones que esta universidad, a nivel corporativo, tiene. Una actitud abierta pero conservadora, crítica pero moderada, que no se comprendería, por ejemplo, en el cercano vecino MIT y que da para Harvard una imagen de equilibrio, reconciliación y mesura.

Es esencial para la teoría de Parsons la teoría del equilibrio social de Vilfredo Pareto (la circulación de las élites y la teoría de los residuos y las derivaciones).

Un sistema social es un sistema de actuación, es decir, de conducta humana motivada. Una pluralidad de actores que buscan en un medio ambiente físico determinado el modo de obtener un óptimo de gratificaciones y cuyas relaciones están definidas por los símbolos culturales compartidos.

En biología, el marco de referencia en el que actúan los organismos es el medio ambiente. En sociología, el marco de referencia es la acción-situación. Esto quiere decir que el sistema social(acción social) está relacionado con otros dos subsistemas: el subsistema psicológico (la personalidad) y el subsistema antropológico(la cultura). Es necesario, por lo tanto, que el estudio de la sociología vaya acompañado por el de la psicología y la antropología. 

Los actores en el sistema social pueden ser tanto individuos como colectividades (una clase social, una nación). Dichos actores se mueven por motivaciones personales o por valores culturales.

Incluso esta variedad de opiniones nos hace pensar en Edward O. Wilson y su magistral The Diversity of Life (1993). Parece como si Harvard fuera un centro de diversidad de pensamiento y donde incluso los autores más "izquierdistas" como Daniel Aaron tienen su estancia intelectual asegurada con el máximo respeto. Tenemos la sensación de que se está continuando un dilatado y próspero "American Renaissance" y esta visión -que nos llevaría a la pervivencia de Emerson en nuestros días- se acercaría incluso a que el título de un reciente libro de Derek Bok -hasta hace poco Presidente de esta universidad- sea indicador: The Cost of  Talent (1993) puede ser la advertencia de que hasta las ideas de otro vecino de ese campus,John Kenneth Galbraight, se consideran oportunas y estas ideas se abren hacia Joseph S. Nyeque, que desde su puesto de Decano de "Kennedy School for Government" advierte en el horizonte un mundo de creciente tensión ideológica. Todas estas imágenes parecen encontrar una posible síntesis en Stanley Hoffman y aquel lejano ensayo "Europe´s Identity Crisis" que vio la luz en Dedalus en otoño del 64 y que ni siquiera otro colega de Harvard ha podido desmentir.

Esta "diversidad" que antes citábamos no era sólo una metáfora biológica sino también pragmática. En 1996, Samuel Huntigton estudiaba con intensidad el "world order", que parece un atinado punto de vista sobre el tema de la globalidad pero deslizaba un término, "remarking", que era como una consigna emersoniana de que algo había que rehacer. Robert H. Horvitz, desde su situación meramente científica, proporciona metáforas casi políticas desde el MIT, pero esas proclamas son desbancadas por Ronald Dworking, que en 1996 busca en la filosofía del derecho una explicación moral a la realidad. Tenemos la sensación de que viejas ideas vuelven con radiante resplandor y que hasta páginas de Lewsis Mumford y su The City in History (1961) tienen algo que decir en el presente y esa citada renovación, haciendo de la tradición una deuda continua, lleva incluso al citado B.F.Skinner denostado por otro genio del MIT, Chomsky, pero que mantiene una deuda continua. Beyond Freedom and Dignity (1972) era como un alegato de lo que "tenía que ocurrir". Cuando insiste en la conducta como una resultante ambiental se está integrando en un mundo donde hasta Ed Glaser, desde su departamento de economía, puede forjar un sistema válido de variantes. Un orden donde se interfieren diversas variantes como si toda la doctrina de Harvard fuera de la concurrencia de lo disperso. Esta idea conduce a un modelo donde las "pautas de orientación" deben vincularse al "grado de compromiso" y revierte en la imagen de un esquema donde los "atributos clasificatorios" tengan un valor determinante. De este modo, la distribución de roles está en función con unos tiempos concretos. El modo de organizar los "derechos adquiridos"(Rawls) se vincula con un esquema de bienes y recompensas inmediato. Así se establece un horizonte donde "sistemas de creencias" actúan como vector dinámico y las "estructuras adquisitivas instrumentales" se configuran como elementos de propulsión de conductas básicas. Pensemos que el "aprendizaje de las expectativas sociales de los roles" se configura a su vez como un modelo donde la "socialización" va alcanzando metas más concretas. Así se puede hablar de los fenómenos de "orientación colectiva" y hasta producir un esquema de "Teoría de las metas" donde enclavarlos debidamente. La orientación motivacional se reduce entonces a cuatro vectores en Parsons que son como variables pauta: (1) universalismo/particularismo, (2) adscripción/adquisición, (3) difusividad/especificidad y (4) neutralidad/afectividad.

Una de las personalidades más atractivas de Harvard en este momento es Howard Gardner. Resaltemos entre su amplia obra algunos títulos definitivos. The Mind´s New Science: A History of Cognitive Revolution (1986) se puede considerar el arranque de su fama a la que seguirá luego, entre otros, Creating Minds (1993) para así centrarnos en sus dos hitos más definidores. Este último se subtitula "An Anatomy of Creativity Seen Through the Lives of Freud, Einstein, Picasso, Strawinsky, Eliot, Graham and Gandhi" y es una copia muy interesante de las "grandes mentes", uno de los temas que más le preocupa. Parece como si la "creativity" fuera el emblema del talento combativo y triunfador y desde estas biografías se va diseñando un espléndido cuadro de éxitos. Todo se consigue, sigue el autor, porque la vida de los genios consiste en "asincronismos dinámicos", tema que entabla un esquema entre la persona y el dominio para condensarse en el campo, diseño que algo tiene de Parsons y que abre el horizonte hacia las condiciones ambientales de estas siete figuras para establecer una sutil síntesis. Ese artificio ya lo expuso en The Mind´s New Science donde analizaban las distancias entre realidad e ilusión y se sentaban las bases de un método implacable y admirable. En su método, lo mismo se invocaba a Rorty, Chomsky, Lévy-Bruhl, Lashley, Hubel, Wiesel, Kosslyn, Tverky o Khneman entre otros para así dibujar un cuadro conceptual espléndido. Es curiosa la atención y gratitud que en el prólogo manifiesta a quienes le ayudaron a hacer este trabajo -que llama la atención comparado con la tantas veces desértica sequedad en estudios españoles. Ver una nómina de más de cincuenta nombres no es corriente e indica que en abril del 85, cuando entregó a imprenta el libro, estaba en un momento de discusión de idea. Un libro arduo y brillante a la vez con enormes y continuas deudas a su colega del MIT, Chomsky, haciéndole más de quince alusiones a sus libros y con ecos de Fodor, así como de su propia vinculación de estos lingüistas en el ya lejano libro del autor The Shattered Mind: The person After Brain Damage (1975), así como en Development Psychology (1978) y Frames of Mind: The Theory of Multiple Intelligence (1983), así como deudas reconocidas con P.N. Johnson-Laird y sobre todo su Mental Models(1983) o con S.M. Kosslyn, de quien destaca Image and Mind (1980), un trabajo básico, para caer después, era inevitable, en M. Minsky y su amplia producción en el MIT, así como deudas obvias con H.Putnam y sobre todo Mind, Language and Reality(1975) consiguiéndose con esto nombres elegidos entre docenas de otros que recomienda el núcleo generador del texto. Una base lingüística nos asombra y la sombra del MIT sobre Harvard se cierne, una vez más, acechante.

La forma de jugar con las "inteligencias múltiples" es una maravilla. Un mecanismo portentoso. La relación entre las formas afectivas cotidianas y la "inteligencia intrapersonal" es sutil en extremo. Saber cuál es el sentido de la realidad que nos acompaña para así crear un cuadro donde las "estructuras de la mente" son el esquema básico y unitario. Se llega así a un paisaje de confluencia de amplios saberes y aptitudes que nos prende con tesos. Una figura admirable y genial de Harvard.

El secreto que se esconde en Gardner es el mismo que el que asoma en Goleman: la forma de alcanzar el éxito. Esa consigna parece ser otro de los lemas implícitos en Harvard y así advierte que busca "entrar en el conocimiento de la mente humana". Ese somero propósito lleva escondido esquemas de necesidad de éxito, fama y gloria y por eso los libros de este gran psicólogo tienen mucho de "camino de perfección" para entrar en ese horizonte de triunfo que parece ser la aureola que rodea la Business School. Este es el "negocio" de esta universidad junto al río Charles y al lado de Boston, no es de extrañar que invoque con fervor a Hilary Putnam, un ilustre profesor de "Emerson Hall", y hasta reproduzca estas ideas: "El relativismo cultural niega la posibilidad de pensar". Este esquema hace que las palabras de Gardner debamos entenderlas como de modificación de hábitos de adquisición de formas culturales. Ese "negocio" que antes citábamos es la cultura de una universidad que desde 1630 se mantiene de forma coherente y por ello debemos buscar el "soporte lógico" de la realidad que nos acompaña para así evitar el furor de tanta teoría enloquecida buscando una verificación inmediata. Y por ello invoca, también, a Chomsky "por haber elegido la mejor forma de investigación" y tras estas idolatrías se entra en un mundo donde los apoyos biológicos son necesarios. Heidegger dice que "la idea debe convertirse en posibilidad de la experiencia misma" y todo Harvard busca realidades que se proyecten tras las ideas. Es como un mecanismo que se mueve en dos niveles autónomos pero convergentes. Pero Gardner va más lejos al decir que la condición humana está orientada hacia sus "proyectos más simbólicos" y esta aseveración nos abre un camino lleno de posibilidades puesto que hace de la metáfora de la vida una alegoría de la existencia.

MIT (Massachusetts Institute of Techonology)

La consigna del MIT es clara y se repite y es aprender del pasado, entender el presente e influir en el futuro, pero todavía insiste más en su "compromiso con el presente" y "dedicación al futuro". Se dice que los estudiantes tienen que aprender en este centro "unos de otros" y que la estancia allí debe ser "exploración" así como tener siempre presente que la experiencia del MIT es llegar a un "leadership". Desde el 20 de febrero de 1865 fecha en que este centro abrió sus puertas para recibir a quince alumnos, con el empuje de su Director William Barton Rogers, hasta un total en el presente de diez mil estudiantes, que vienen de hasta 50 naciones, y casi un 25% de alumnos de otros países mientras el cuerpo de profesores alcanza casi 2000 docentes que prestan sus servicios en 21 departamentos. Distribuido junto al río Charles y frente a Boston, casi un centenar de edificios se suceden en armónica belleza, algunos de famosos arquitectos como Saarinem, Jamasaki, Aalto, Pei, y esculturas de Calder, Picasso o Moore.
Hay un lenguaje del poder -y hasta del orgullo creativo- en esta magna institución. Sirva como ejemplo la breve descripción de la asignatura The Ameritan Psyche, numerada como 21.435 en el curso 21-H de los estudios graduados de ese centro. No se dan más de diez líneas para describirla y la primera pregunta "What is an American?" da interés hacia el tema para pasar a las distintas mentes desde Tocqueville hasta Erikson que han tratado el tema, de allí se acude a estos acercamientos psicológicos a algunos ejemplos valiosos como Jefferson o Lincoln para terminar con los "temas persistentes" como la frontera y el héroe o el cow-boy cerrándose con la Revolución americana o la esclavitud: Estos puntos dan una metodología clara y terminante del trabajo. Se busca dividir el tema en relaciones y conclusiones y ese mismo método se seguirá en la información de cientos de cursos: descripción creativa, síntesis, aplicaciones, ejemplos, conclusiones para así descubrir una auténtica evidencia intelectual de lo que se está escribiendo que responde a un modelo que estas pocas líneas han expuesto con claridad. Se consigue de ese modo crear una concepción dinámica e inmediata de la realidad donde un tema, como en el caso que nos ocupa se ha proyectado en ocho ejemplos representativos para así con estos hallazgos construir una relación viva y positiva de modo que ese sistema quede intercomunicado. Consultar el anuario del MIT y ver las distintas informaciones que se dan en este "Bulletin" en no más de 600 páginas puede ser otra manera admirable de entrar en la "filosofía didáctica" de este centro de investigación donde incluso los temas humanísticos y hasta históricos como el que nos ocupara se convierten en un auténtico mecanismo de relaciones y evidencias. Toda una forma de construir ideas, el llegar a que un alumno pueda encontrar relaciones posibles incluso entre Erikson y los vaqueros o Tocqueville y Jefferson, incluso entre Lincoln y la frontera. Las imágenes de las relaciones cruzadas adquieren una evidencia creativa total e incluso configuran el carácter creativo del MIT. La realidad como un mecanismo lógico donde el trabajo es una base moral.

Minsky nació en 1927 y en 1946 ingresó en Harvard donde se licenció en matemáticas. Atraído sobre todo por sus maestros Nicholas Rashevsky y George A. Miller inició un camino que culminó en 1954 con su postulado en Princeton. Aquel trabajo bajo la tutela de John Tukey, John von Neumann y Albert Tucker lo colocaron en un lugar preeminente y más cuando en 1959 ingresa como docente en el MIT. Su colaboración con Seymour Papert en el laboratorio de inteligencia artificial le dio un enorme prestigio. Se orientó a crear máquinas que hasta ahora sólo mentes humanas podían resolver problemas planteados y analizar cómo la mente se enfrenta con la creación de conceptos. Sus primeros libros como Neutral Nets and the Brain Model Problem (1954) propusieron un exigente rumbo que en Perceptrons (1969) alcanzó mayores cimas hasta que en 1986 el tantas veces citado La sociedad de la mente significó su meta más valiente y discutida. Formas de incorporar lo real en lo posible.
En cualquiera de los programas del MIT se repite "human experience", lo que nos hace pensar que estamos ante un ámbito de lectura inmediata de la realidad. La experiencia se abre a distintas lecturas, desde una conquista inmediata de la vida exterior hasta un modelo de relación disyuntiva con los demás sin olvidar las pautas de una vinculación de los hechos a las teorías.
Estructuras sintácticas de Chomsky es un auténtico manifiesto de la "human experience" al tratar de entrar en la dinámica del lenguaje uno de los hechos diferenciales de la humanidad. La misma idea que repite su autor de "sintaxis correcta pero no tiene significado" es un hallazgo científico de la relevancia de los caminos equivocados en tantas asunciones experimentales donde lo "mal construido" se convierte en fuente de enseñanzas siempre que se pueda determinar el punto donde se detecta esa lectura equivocada de la verdad. En ese sentido el método de este centro tiene algo de topología "enviromental" ya que produce un cauce desde el que colocar lo externo en lo interno y conseguir de ese modo una lectura de la realidad que sea a la vez deductiva e intuitiva. Las variantes de cuatro conceptos se convierten en la didáctica simetría de entrar en la realidad y cursos como "Political Economy of International Migration", que lleva el número 17.170 adquiere una manera "rectangular" de alcanzar unos cimientos relacionales. La realidad se somete a cuatro esquemas de una sucesiva reducción de las ideas totales a un proceso inmediato de inclusión en una categoría de sistema rectangular. En esa imagen anterior falta por mencionar "lo político" y "lo internacional" y desde ese sistema de referencias a los sucesivos acoplamientos de los esquemas funcionales se va imaginando un mundo que por lo menos queda reducido a cuatro vértices de observación.

La creación de un lenguaje propio en el MIT sería una atractiva teoría de este modelo de "saber convergente" que estamos diseñando. La "gramaticalidad" de las frases que Chomsky propugna debe, por lo tanto, acercarse a los sistemas "aproximativos" de las hipótesis económicas de Modiglianu o Thurow y desde esta visión de búsqueda de una totalidad centrífuga tendríamos que advertir que toda la obra de Minsky no sería más que una teoría de la computación "predicativa" en un mundo donde se busca salir de lo más peligroso que serían las ideas de Harvard, centro situado a media hora de paseo del MIT. Nombres como los de Quine, Rawls, Riesman, Putnam, Levin o Cavell y tantos serían los verdaderos "enemigos" de ese camino propio que el MIT, siempre disfrazado de tecnología, está dibujando. Y cierto que la "teoría de la justicia" que se hace en Harvard está más cimentada en la imagen humanística de la realidad y sus aspectos económicos que en avances científicos. Por ello la medicina será uno de los triunfos de esa "teoría de la justicia" que antes divisábamos como si se quisiera en todo momento innovar siguiendo las pautas de Emerson. Pues el MIT no tiene una tradición humanística remota y en este punto está mucho más distanciado que sus vecinos pero el hecho de que se busque en este centro una tecnología de la moral o una manera de hacer de los ordenadores instrumentos para analizar comportamientos lleva a una aureola de cientifismo sumamente importante. Las maneras de incorporar mis rituales instintivos a una realidad que en principio los rechaza.

Estos son los límites del gurú de "Emerson Hall", el gran Quine, al proponer que la naturaleza se mueve "from a logical point of view" y esta imagen de pertenencia a un sistema lógico lleva a los límites de una posición escéptica con la visión cognitiva del pensamiento. Chomsky cuando escribe en 1957 Estructuras sintácticas está creando un modo nuevo de ver la sintaxis centrándose en unos conceptos como las "reglas transformacionales" que algo tienen de sistema científico de conversión de un sistema en otro, pese a que este libro ya lejano no tiene la menor alusión al mundo de los ordenadores que pronto invadirán la cultura americana. Por esta misma razón, Leo Marx en su visión de la "pastoral americana" es más innovador que los escritores de izquierda de Daniel Aaron y con todo ello se puede intentar crear un modelo de espacios necesarios para así componer un sistema "proyectivo". Y en ese sentido hay más proyección de valores científicos en el MIT que en Harvard aunque se estén diseñando dos formas convergentes de "veritas". Dos maneras de entender el mundo que son la misma y las dos, como una ironía de Heráclito, asentadas junto al río Charles bostoniano y que nos llevarían a hacer mil teorías semióticas de topología circunstancial. Conseguir las metas previas al proyecto deseado.

Hay una cierta tendencia emersoniana en las evidencias: "Las nuevas técnicas han de ser fáciles de usar" consigna que parece surgir de aquel apóstol de Harvard que hizo de Nature su Biblia y que impregnó a los contornos de su territorio moral un sentido de eficacia. El MIT no ha olvidado a este gurú vecino que Harold Bloom denomina "Mr. América" y que todavía empuja con la sencillez de sus ideas un método de afrontar los hechos. Incluso físicos tan serios como Michael L. Dertouzos hablan de los "artilugios", palabra que ni siquiera Walden de Thoreau recogería en aquella preocupación de dar a cada cosa su nombre preciso. Va más lejos el citado director del "Laboratorio de Computación" del MIT al decir que "Vamos" representa dos personas y esta frase llena de ironía nos hace pensar que la imagen de la realidad circundante se abre como un mundo que implica el "nosotros" en una tarea generativa de la realidad. Que una máquina "sepa" lleva a mil imágenes de esa realidad que el MIT impone cada día con esa transferencia que hace del "saber" al "escribir" a la vez que nos coloca en un mundo nuevo de hipótesis pragmáticas. Las máquinas saben lo que hacen, se puede afirmar. Debemos encontrar nuevas dimensiones de la "realidad circundante" desde donde integrar la dinámica de los hechos. Hasta un economista del centro como Robert Solow habla de "las cosas que cambian visiblemente nuestra forma de vivir" y ese axioma sirve lo mismo para informática como en estas aulas. Lástima que el genial Noam Chomsky no conceda mucha importancia a esa imagen de "vivir" -excepto en sus proclamas políticas- y deje sus grandes esquemas lingüísticos con un respetuoso silencio hacia los ámbitos circundantes de la realidad. No sabemos si el autor de Aspectos de una teoría de la sintaxis aceptaría la afirmación las "máquinas piensan".

El lenguaje de Chomsky es del todo científico, más incluso que lingüístico. Una vez asevera: "Resumiendo, hemos encontrado evidencia en apoyo de las suposiciones básicas sobre el diseño del lenguaje esbozado en la sección anterior" y este modo de razonar es de una lógica proyectiva autónoma que va en dirección muy concreta hacia unos resultados. Buscar relaciones puede ser una de sus más elementales normas de "conducta sintáctica". Buscar "datos unificadores". Encontrar "argumentos representativos". Hallar "excluir respuestas no deseadas" y docenas más de argumentos nos darían ocasión de entrar en una visión de la realidad que desde la "tecnología" entra en la lingüística. Chomsky incluye en su método la búsqueda de módulos susceptibles de uso específico pero que se articulan como sistemas sólidos para alcanzar soluciones y todos esos juegos -en el sentido de Wittgenstein- están abriéndose paso hacia una representación sólida, coherente y consistente de la realidad. Hablar de relaciones temáticas tiene un aprovechamiento científico, como lo mismo ampliar una teoría standard es un artificio para pasar de un proyecto a otro más elaborado. Sin embargo, el genial lingüista es muy cauto a la hora de vincularse a la filosofía del MIT a ilustres pensadores que están próximos a su despacho ni acercarse a especialistas en pragmática o semiótica. Incluso Minsky lo rechaza con voracidad lo cual merecería analizarlo con toda profundidad. Por qué el creador de la lingüística generativa huye de la "inteligencia artificial" o las más excelsas metas en innovación de ordenadores. Las formas de actuación en el teatro de la realidad.

El pasado mayo del 99 en el Laboratorio de Ciencias del Cómputo del MIT se sacó a la luz el proyecto "Oxygen" donde se establece un camino nuevo en el campo de la dinámica de los ordenadores. Se trata de romper con las "máquinas que sirven para resolver las necesidades" y buscar los "medios más adecuados" siguiendo un lema obvio "lograr más, haciendo menos" que lleva a las ideas de eficacia del MIT. Huir de los sistemas difusos y cerrarse en los benévolos. Entrar en un nuevo marco que suponga salir de los métodos rutinarios hasta llegar a una hipótesis y es que "Oxygen" derivaría hacia un mecanismo que sirva para revisar nuestros propios "almacenes de conocimiento" por medio de métodos familiares. Esta capacidad de síntesis es típica de un laboratorio que trata de obtener lo máximo en lo mínimo. Buscar nuevos rumbos para las "máquinas excavadoras" de ideas y así establecer un código retentivo de simplificación y síntesis. En esta línea las ideas de Michael Dertouzos se abren hacia la automatización de las ideas, y sobre todo ese gran misterio para el MIT en la actualidad que es el reconocimiento del habla. Una intención todavía mayor de adaptar las máquinas a los usos consiguiendo de ese modo una teoría dinámica.

Dice Neil Gershenfeld, eminente autoridad del MIT en computación cuántica, que los "núcleos magnéticos evocarán en su comportamiento el de una peonza". Esta imagen lleva de nuevo a la necesidad de una trivialización formativa y el que deslice en su alegoría la palabra "comportamiento" simboliza el verdadero misterio de este expediente moral que, desde la dimensión física, acude a metáforas mucho más cotidianas. Negroponte respondería a esta imagen con unas ideas mucho menos "manejables" y el fundador del "Media Lab" del MIT asevera que el gran problema actual es el "reconocimiento de la voz", meta que está abriendo el campo de un mundo de identificación absoluta, un horizonte donde reconocer cualquier actividad biológica del hombre sea un trabajo necesario. Las deudas con la interdependencia, la necesidad de cuantificar la dimensión de las ideas en cuanto a métodos de identificación. Esta ceremonia de reconciliación con cada esencia distintiva lleva a Negroponte a una perplejidad de lo no conseguido pero que se conseguirá. Y es la tesis de Gershenfeld, con una búsqueda inmediata de analogías obvias. Pensar lo que "puede ser" la voz humana o una peonza girando e imaginar que tal vez puede ser lo mismo. La necesaria búsqueda de "lo mismo" como un ámbito donde integrar esta gramática generativa de la realidad que Chomsky no se ha atrevido a venturar en su obsesión porque todos sus proyectos no toquen nunca la realidad social. ¿Cómo puede un eminente lingüista que se ha convertido en un gran adalid de las causas políticas ser tan ajeno a la vida cotidiana y sus problemas? ¿Cómo puede el que ha llegado tan lejos lo mismo en la ideología de la sintaxis como en las imágenes morales de la injusticia ser ajeno a la dinámica de los hechos sociales?

Se habla con frecuencia de los proyectos tipo "unified cognitive", emblema que conduce hacia un horizonte donde los "links" sean cada vez más atrevidos. No sólo se menciona "neurophilosophy" sino que se hace alusión y hasta se desarrolla "Neural connections and mental computation" lo cual significa que estamos ante un pensamiento relacional e, incluso, llegamos a términos mucho más atractivos, como los "perceptrons" de Marvin Minsky, lo que nos indica que estamos ante problemas obvios de globalización. Patrick H. Winston, director del laboratorio de inteligencia artificial del MIT, dirige un volumen publicado hace diez años -pero en parte válido- donde se recogen, junto a Sarah A. Shellard, distintas proyecciones del tema. Uno de ellos, "ultraconcurrent systems", parece adecuado para aseverar lo que estamos señalando. Nos encontramos en el mundo de los análisis computativos, de una relación continua entre estructura e interpretación, de sistemas y representaciones. Ese rumbo dinámico tiene un sentido que hasta se podría acercar al que propone otro profesor de filosofía de ese centro -Irving Singer- al hablar de Meaning in Life. El problema de la "representación" se repite con frecuencia y hasta William Watson, brillante historiador del MIT, al analizar la obra de Hemingway, no duda en hacer una representación de los móviles políticos que la vigilan. Estos son algunos de los paradigmas y métodos que mueven las ideas en aquel centro científico.

Se pregunta Chomsky qué hay que saber para hablar una lengua. Este enigma está muy próximo a todas las doctrinas que antes esbozábamos y hasta se puede entender como que daríamos una explicación que no sería la razón de la pregunta ni de la respuesta adecuada. Las explicaciones no tienen nada que ver con la realidad -lo dice Wittgenstein-, son un lenguaje analógico y hasta Minsky, en más de una ocasión, lo comenta con ironia. El espacio es como un mapa donde hay que "entrar". Las definiciones estructurales sondemasiado rígidas, incluso la denominada "destructiveness" se orienta hacia un estadio formativo. Esta es la "sociedad de la mente" que Minsky acerca . Ias más dilatadas fronteras del MIT como si fuera un "guru" que debe imponer unas normas para que se reconozcan, lo mismo por Samuelson como para Modigliani, igualmente por Morris Halle como por Lester Thurow. La forma dinámica de ver la realidad alcanza un "espíritu de cuerpo" de enorme consistencia. Un lenguaje propio e intransferible.

Existe una actitud global a la hora de afrontar la "transformación" de la realidad en el MIT. Michael Dertouzos, director del laboratorio informático de dicho centro, afirma que "a menudo las máquinas toman el mando haciendo caso omiso del deseo del usuario". Esa teoría "aislacionista" lleva a la creación de una vida propia fuera del deseo del investigador. Sigue con su teoría del "choque de contenidos" como si muchas veces se llegara donde no se desea y el físico Wolfgang Ketterle reconoce que "muchas veces se llega donde no se pretendía". Ese mismo principio de "dinámica analógica" sería útil para entender a Ben David cuando supone que la creación de redes de distribución de información a escala mundial es un reto inminente. Ante nosotros se presenta una visión disyuntiva de la realidad que se perfilaba en textos de Jerome W. Wiesner, presidente del MIT que falleció el 25 de octubre de 1994. Buscar las formas de relación que se deben establecer entre diversos hallazgos, incluso, tal y como hace Michael I. Jordan, analizar los impulsos nerviosos como una red que se acomoda a los sentidos. Crear un modelo donde la relación con el exterior sea de acomodación y llegar, como ha hecho Neil Gershenfeld, a crear un sistema donde las moléculas de ciertos líquidos se conviertan en compiladores extraordinarios. Una dinámica de conversión de la realidad en una forma construida por métodos autónomos cognitivos. Un mundo desde el que la construcción de respuestas está escondida en la vida propia del problema analizado.

En un momento dado, Dertouzos habla de que hay que saber manejar la realidad y que carecería de sentido el que usáramos las instrucciones de 600 páginas para conducir un coche. Esta proliferación de variantes es otro de los peligros de la época Bill Gates porque todo el mundo de la escritura se llena de una gran variante de modelos análogos y "expansivos". Los "esclavos electrónicos" trabajan por nosotros. Una orden de tres segundos supone un trabajo de hasta diez minutos de operador. Este juego nos lleva hacia un mundo donde la realidad se establece de un modo aleatorio y ordenado. Wolfgang Ketterle se acercaría a esta polémica al proponer que "comprender un nuevo estado es entender cómo se maneja la materia" y, en este juego de variantes, se debe advertir que nos movemos en un mundo donde el entender es como el crear una pragmática de usos abiertos y reales. Esta idea es el germen de las teorías de Michael I. Jordan, que preconiza un modelo donde analiza el recorrido de las órdenes que realiza el cerebro y tal sistema tiene como una vinculación inmediata con la realidad. Éste es el gran enigma, es saber cómo se "mueven las órdenes" y cómo se dispersa la información que busca una respuesta. Desde ese juego de relaciones se puede volver a Jeffrey Sachs y a su modelo de ideas disyuntivas que no harían sino abrirse hacia las distintas posibilidades que impone un código abierto a un texto plural. "Los errores avalan las tesis", dice en una ocasión; esa idea de extraer datos positivos de la realidad errónea nos llevaría a Wittgenstein cuando habla de los errores que no son equivocaciones. Todo este mundo no se puede separar de los textos ya clásicos de Jerome W. Wiesner; son como los caminos que un sistema puede ir dibujando en su afán por configurarse en categoría concreta. Un mundo donde los modos de hacer marcan ya un lenguaje específico sobre los resultados obtenidos.

Tal vez sea el "Media Lab" del MIT el centro de un cambio mundial de todos los sistemas de comunicación. Nicholas Negroponte es el cerebro de ese espacio de análisis y ya en su libro The Digital World (1995) expuso algunas de sus revolucionarias y hasta ya visionarias teorías. A sus 57 años, y antiguo profesor de arquitectura, se ha convertido en el "mesías de la electrónica". Dirige 120 programas de trabajo y están bajo sus órdenes 350 personas. Su mayor obsesión, en este momento, es la construcción de objetos con la capacidad de pensar. Hacer que éstos, en un futuro próximo, nos identifiquen y que la puerta de nuestra casa, por ejemplo, solo se abra si somos nosotros quienes nos acercamos. Un programa de identificación, tratar de buscar una "comunicación total en todos los terrenos". La gran advertencia: leer Shakespeare y miles de libros más sin tener que ir a una biblioteca. Así es como Robert Bolt seguirá investigando en el reconocimiento de la voz humana y Minsky seguirá con sus métodos para entrar en la "sociedad de la mente", incluso como Walter Bender, analizará la casuística de la producción de noticias. Negroponte insiste que en el comercio próximo desaparecerán los distribuidores y las tiendas, los dependientes y las cajeras. Todo quedará recluido en un programa de búsqueda de datos que se irá diseñando desde un mero ordenador. La amenaza de las nuevas redes de disuasión y producción. La moral cambiante del "cyberspace" que se configura como la topología donde integrar los nuevos rumbos de la realidad a partir del año 2000. Un libro se podrá cambiar en otro, nos dice, y simplemente por el uso de unas tintas que podrán ser producidas de modo concreto. Dirige la revista Wired y recibe cada día más de 300 mensajes por correo electrónico. "Podremos crear la ilusión de que gane nuestro equipo favorito". Un mundo distinto cambiante y fantástico.

La obligación de revisar la información propia. Crear "accesorios controlables". No dudar en enfocar las técnicas hacia las necesidades humanas. Estas ideas y muchas más que se pueden extraer del proyecto "Oxygen" serían como una metáfora de una necesidad de modificar la actitud del investigador hacia el método de trabajo. Se repite con insistencia "lograr más haciendo menos" y esta máxima puede llevar a un sistema global de respuestas desde donde el mundo "sináptico" alcance su mayor eficacia. Cada sistema sólo puede analizar sus propios límites, pero esta idea pronto será superada por unos modelos que se abran al mundo circundante explorando los datos que necesitemos y tratando de encontrar anomalías en cada situación futura. Cuando Olivier Blanchar dice que "el mercado no puede hacer anticipaciones", está dando a un símil económico de riesgo en inversiones una actitud de relación de los propios límites del sistema con imágenes futuras de "inserción disyuntiva ". El mayor problema está en la forma de codificar tal y como Neil Gershenfeld lo repite; esa advertencia llevaría una mayor responsabilidad a las "formas" que sus contenidos. Más interés a la máquina que al pensamiento y desde este postulado que nos hace pensar en las ideas que sobre el tema propone Wittgenstein ya en el Tractatus, podemos llegar a pensar que nos encontramos ante una "ciencia de métodos" y no una "ciencia de resultados"

En muchos sentidos es Noam Chomsky quien mejor muestra el método MIT. Su obra es una analogía dinámica con el lenguaje y, desde ese punto de vista, la ciencia del MIT es, también, una proposición sintética de la realidad física a otro lenguaje más accesible. Se puede hablar de una sintaxis de las transformaciones de un sistema en otro, una mecánica normativa de cómo se "traduce" una realidad en signos ya conocidos y que suscitan un afán de síntesis proyectiva. Chomsky, desde Syntactic Structures está acomodándose al "paradigma familiar" del MIT, a una síntesis de eficacia, innovación y apertura hacia modelos extralingüísticos que van forjando una sistemática de la realidad. Sus Aspects of a Theory of Syntax ( 1965) tiene una base "mecánica", son como atisbos de que un orden lingüístico puede entrar en una concepción abierta de la realidad física de tal manera que los lenguajes escondidos del comportamiento de una célula sean un reto para transcribirlo a un modelo asequible. Cuando habla de una "cadena" es obvio que está a la vez en un símil gramatical y físico; al afirmar que "un argumento se encuentra en una posición A" está dibujando un método para avanzar hacia un territorio "argumental" forjado por unas reglas que ya hemos establecido. En otra ocasión, habla de los "factores que determinan la asignación de un rol determinado y este lenguaje es biológico. Cuando habla de indicios está entrando en un territorio que el MIT ve con sumo agrado, pues todo su cientifismo descansa en cómo los indicios se transcriben en reglas y normas. De este mismo modo se puede entender que la búsqueda de "barreras", "operadores vacíos", "huecos parasitarios" e, incluso, "teoría del control" está dibujando un símil con modelos biológicos. Se mueve en el lenguaje de las ciencias físicas con una soltura admirable que hace que toda su teoría lingüística sea una "traslación" de lo que la ciencia del MIT está buscando. El ambiente crea un lenguaje y no queríamos seguir a Skinner en este momento.

Minsky insiste en buscar los "niveles de la sociedad" antes que una visión lineal de relaciones. Este afán por la "estratigrafia" parece que le alejase de la dinámica de sistemas y se afana en descubrir en el concepto de "appearance" un modelo donde poder avanzar y de este modo, poder llegar a una "acumulación de estrategias" que es el motor que mueve los "ideales intelectuales". Estas relaciones nos predisponen a buscar un modelo consistente global y, en definitiva, éste se encuentra en "los pronombres de la mente", con ese si/no que nos acompaña en cualquier progreso dinámico de la realidad. Son las "trans-frames" que Minsky diseña para así llegar a ese básico "how pictureframes work" que será como el resultado de este camino que estamos emprendiendo y que Chomsky nunca hubiera intentado realizar. Este nivel de vínculos lo relaciona, a su vez, con unos "nexos cerebrales" con lo que se consigue un cierre adecuado a ese continuo hilvanar de datos que estamos dibujando. Los "agradecimientos" de este libro, no olvidemos que es de 1985, son dignos de analizarse con toda atención: allí estaría la relación cultural donde surge el libro. El silencio hacia Chomsky es definitivo y debemos tenerlo muy en cuenta. Entre el centenar de nombres que se recuerdan, debo aducir los de George Miller -de la vecina Harvard- y Jerome Wissner, Philip Morse, Normas Levinson, Claude Shannon, o Paul Armer, que nos bastan para elaborar una posible teoría de las deudas donde no faltan muchas menciones a matemáticos e ingenieros, todo ello, incluso, con más de cincuenta alusiones a estudiantes que nos lleva a pensar que estamos ante un experimento "profético" que, en el fondo, está orientado hacia ese esquema de hallar relaciones entre sinapsis y redes

Sin embargo, Paul Krugan llama a estos logros "the age of diminished expectatios" siguiendo con su idea del "rethinking" como un ejercicio de reconsideración de la realidad, pero conviene que recordemos que en el folleto de neurobiología del MIT de hace unos años, estaba la imagen de Santiago Ramón y Cajal. Un mundo de relaciones que buscan una síntesis. La economía de Krugman acude a la "cibernética" de Minsky para construir un culto a la transparencia de la totalidad como si se estuviera creando un modelo donde la concurrencia de ideas yustapuestas fuera la única razón para subsistir.
Los conceptos se interfieren y "explaining behaviour" se alza como un modelo que avanza hacia disposiciones científicas. Así es como la "Inteligencia artificial" surge una y otra vez, como una clave para llegar donde no pueden alcanzar los conceptos psicológicos. Se habla de "máquinas conectivas" con un afán de vincular niveles dispersos. Un mundo de "neurocomputing" se abre con impaciencia para vincular y relacionar sistemas y, por eso, las imágenes de conceptos generales se constituye en un programa donde engarzar las distintas variaciones que se vayan desarrollando. Una actitud donde el refuerzo se abre como un sistema de recompensas éticas, de una fama que el MIT busca en cada triunfo cotidiano superando en ese sentido a su vecino Harvard. El saber como una parte de la sociedad, como un mundo casi religioso donde todos participan. Analizar el futuro. Un saber abierto.

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