Traducción: Anna María Coderch • Editorial: Siruela • Colección: La Biblioteca Azul Publicado: Madrid, 2000 (2ª edición) • Precio: 3.950 ptas. Crítica por Armando Pilato Victor I. Stoichita es catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Friburgo (Suiza). Ha publicado numerosos estudios artísticos, como el texto Manet raconté par lui même (1992), y varios libros entre los que destacan El Ojo Místico. Pintura y visión religiosa en el Siglo de Oro español (Ed. Alianza 1996), La invención del cuadro. Arte, artífices y artificios en los orígenes de la pintura europea (Eds. del Serbal, 2000), y El último carnaval. Un ensayo sobre Goya (Ed. Siruela, 2000). Mediante siete cuidados capítulos
del libro, y cien ilustraciones en blanco y negro y en color, el autor
propone un interesante recorrido a través de la larga historia de
la sombra, una entidad obviada o considerada como algo negativo durante
siglos por la historiografía artística. Recientemente los
estudios de Gombrich y la visión antropológica de otros investigadores
han presentado un nuevo planteamiento de la umbría cuestión.
La imagen oscura que sobre una superficie cualquiera proyecta un cuerpo
opaco interceptando los rayos directos de la luz da lugar a un metafórico
itinerario por la historia del arte y sus consecuencias. En la pintura
y en el dibujo se había considerado a las sombras como las partes
menos iluminadas en contraste con las más claras de la composición.
Esa contraposición entre luz y sombra, claridad y penumbra, ha configurado
en las artes de la cultura occidental un desafío técnico
y, al mismo tiempo, simbólico del pensamiento de los artistas de
cada época. Esta "breve", pero densa e interesante, historia de la sombra explica las concepciones y los significados de la representación de este complejo espacio en la historia de la cultura y del arte occidental, y especialmente en la pintura europea. Ese no espacio que vela una parte de la realidad ha simbolizado el doble negativo del cuerpo, la imagen de su lado interior o maligno. La sombra es un alter ego del individuo y de las cosas; Frazer indicó que el hombre primitivo considera su sombra como su alma, en cambio Jung utilizó ese término para definir la personificación de la parte más instintiva del individuo. Victor Ieronim Stoichita nos ofrece un inteligente texto en el cual esa biografía personal de la sombra y su apariencia se presenta de una manera luminosa y brillante. De ese modo un concepto aliado en ocasiones a la muerte del momento presente, a lo cambiante y al memento, se descubre feliz y ágil como las largas zancadas de un niño que mientras corre juega a no pisar su propia sombra. |