Autor: Alex Grijelmo  • Título: La seducción de las palabras, 1975-2000
Edita: Taurus • Año: 2.000 • Pag.: 289 • Precio: 2900 ptas

Crítica por Norberto M. Ibáñez

NADA PARECE INOCENTE

Alex Grijelmo (Burgos, 1956) es uno de los grandes especialistas que este país tiene en materia lingüística. Se puede decir que toda su carrera la ha dedicado y la está dedicando a desarrollar trabajos sobre el Lenguaje y la Comunicación que ha dejado patentes en diversas publicaciones como son El estilo del periodista o la Defensa apasionada del idioma español, así como el libro de estilo del diario El País. 

Su última publicación La seducción de las palabras, que aquí recomendamos, se adentra en un estudio antropológico de las palabras, en las que busca sus raíces, sus embriones, para luego identificar las relaciones semióticas que existen entre campos semánticos diversos poniendo en marcha disciplinas como la psicolingüística y la comunicación social.

Grijelmo, con ejemplos muy esclarecedores y a través de un ritmo y tono muy ameno,  va arrastrando genéticamente de las palabras, buscando su herencia más remota para evidenciar que cada palabra, dependiendo de su pasado histórico tiene una connotación y una carga emocional propia. Así, el cerebro la recibe inconscientemente con una carga profunda que el individuo habitualmente desconoce. En esta línea de investigación, como constata el autor, las palabras no sólo significan sino que también evocan. Por tanto, la palabra aparece como una herramienta de seducción, de manipulación que puede tocar los lugares sensibles de nuestra memoria si se conoce bien su interior.

En uno de sus capítulos se nos demuestra cómo los sonidos, la fonética, constituyen en primer lugar un hecho sensorial que percibimos por la vista o el oído y que debemos de reparar en éstos porque las formas que envuelven los vocablos tienen significados en sí mismos. Por ejemplo la vocal "a", dice Grijelmo es una letra "blanca" porque blancas son las letras "a" de alma, clara, alba, cal, por lo que el individuo si escucha "nevada" tendrá mayor sentido de algo blanco que con la propia "nieve". No sólo sirven las letras para evocar colores y enfatizar con su presencia el significado de frases, sino que también sirven para evocar el tamaño. Por ejemplo la letra "i" se ha apropiado del  mensaje de lo pequeño, de lo que ha de cuidarse… liviano, delicado, mínimo, ínfimo, pizca… "las -ies- llevan prendidas la escasez y la ligereza, porque su sonido se apropió de ellas", afirma Grijelmo. Y así sucesivamente, la "j" y la "ch" se instalan en las palabras del desprecio; las "erres" connotan energía, fuerza… por tanto, se puede decir que los sonido tienen un valor significante, al menos en una cierta cantidad de palabras, por encima de su etimología. Los fonemas tienen una alta capacidad de seducción porque se perciben con los sentidos más que con la inteligencia. Así bien, quien domine las sutilezas del sonido habrá adquirido un poder magnífico para expresar con eficacia discursos políticos, publicitarios, amorosos, periodísticos… 
El autor, cuando habla del lenguaje del poder, desarrolla un análisis extraordinario sobre las argucias lingüísticas utilizadas en los modos de transmitir sus argumentos los poderes totalitarios o las bandas armadas como ETA. "Si se hubiera analizado atentamente el lenguaje nazi se habría podido detectar la llegada del fascismo en Europa y del nacionalsocialismo en Alemania", asegura en algún momento del libro su autor. Y explica como a través de la manipulación del lenguaje, palabras manipuladoras que edulcoran el significado y eliminan carga emocional negativa como por ejemplo en contradicciones como "impuesto revolucionario" (un impuesto es lo más democrático de un Estado de derecho, por tanto, no puede ser revolucionario), "Bajas civiles" (para evitar muertes de ciudadanos inocentes), "Crecimiento cero" (cuando se quiere evitar el sentido de crisis, inmovilismo). Es decir, se utilizan palabras que perfuman a sus compañeras para descargarlas de significado. Palabras frías para temas calientes. 

En definitiva,  una obra fascinante que permite a través del lenguaje psicoanalizar a los pueblos, a sus personas y conocerlos mejor.

Para concluir corroboramos la sentencia con la que Alex Grijelmo culmina su ensayo: "al vivir entre signos y darnos cuenta de su naturaleza, de su poder y tener consciencia semiológica sobre ello, podrá convertirse en la principal garantía de nuestra libertad". 


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