Edita: Taurus • Año: 2.000 • Pag.: 289 • Precio: 2900 ptas Crítica por Norberto M. Ibáñez NADA PARECE INOCENTE Alex Grijelmo (Burgos, 1956) es uno de los grandes especialistas que este país tiene en materia lingüística. Se puede decir que toda su carrera la ha dedicado y la está dedicando a desarrollar trabajos sobre el Lenguaje y la Comunicación que ha dejado patentes en diversas publicaciones como son El estilo del periodista o la Defensa apasionada del idioma español, así como el libro de estilo del diario El País. Su última publicación
La seducción de las palabras, que aquí recomendamos, se adentra
en un estudio antropológico de las palabras, en las que busca sus
raíces, sus embriones, para luego identificar las relaciones semióticas
que existen entre campos semánticos diversos poniendo en marcha
disciplinas como la psicolingüística y la comunicación
social.
En uno de sus capítulos se
nos demuestra cómo los sonidos, la fonética, constituyen
en primer lugar un hecho sensorial que percibimos por la vista o el oído
y que debemos de reparar en éstos porque las formas que envuelven
los vocablos tienen significados en sí mismos. Por ejemplo la vocal
"a", dice Grijelmo es una letra "blanca" porque blancas son las letras
"a" de alma, clara, alba, cal, por lo que el individuo si escucha "nevada"
tendrá mayor sentido de algo blanco que con la propia "nieve". No
sólo sirven las letras para evocar colores y enfatizar con su presencia
el significado de frases, sino que también sirven para evocar el
tamaño. Por ejemplo la letra "i" se ha apropiado del mensaje
de lo pequeño, de lo que ha de cuidarse… liviano, delicado, mínimo,
ínfimo, pizca… "las -ies- llevan prendidas la escasez y la ligereza,
porque su sonido se apropió de ellas", afirma Grijelmo. Y así
sucesivamente, la "j" y la "ch" se instalan en las palabras del desprecio;
las "erres" connotan energía, fuerza… por tanto, se puede decir
que los sonido tienen un valor significante, al menos en una cierta cantidad
de palabras, por encima de su etimología. Los fonemas tienen una
alta capacidad de seducción porque se perciben con los sentidos
más que con la inteligencia. Así bien, quien domine las sutilezas
del sonido habrá adquirido un poder magnífico para expresar
con eficacia discursos políticos, publicitarios, amorosos, periodísticos…
En definitiva, una obra fascinante que permite a través del lenguaje psicoanalizar a los pueblos, a sus personas y conocerlos mejor. Para concluir corroboramos la sentencia con la que Alex Grijelmo culmina su ensayo: "al vivir entre signos y darnos cuenta de su naturaleza, de su poder y tener consciencia semiológica sobre ello, podrá convertirse en la principal garantía de nuestra libertad". |