VIDA Y MUERTE
EN LA ESTACIÓN DE BOLONIA

Agujas de reloj engangrenadas
en una memoria enajenada, empujada
por el aliento de una imagen de humo
que serena su alma vieja que fue niña
y la alivia de malos presentimientos.

Día tras día se acerca a la estación
maltrecha, ojos que apenas ven. Se sienta.
No está triste. Salud que apura la vida.
No habla. Si hablara sería azul.
Levanta inquietante su mirada destruida.
Una vía, hierros, sombras que no distingue
Si viese sería verde el color de su espera
Quiere sonreir pero no se acuerda.
Se acicala con calamidad lenta
para el encuentro a las puertas de un final.

Creación. Un día fue mujer tersa
transparente alba. Fe. Misericordia.
Y era hada. Un beso libre de culpa,
de palabras inocentes sin refugio.
Hoy carece de nombre tan solo una
inscripción en una roca lo anuncia
"Angel de guerra y miseria, Volumnia"
e intenta recordar relatos, cuentos
que espera narrar cuando llegue el tren
cuando oiga su voz. Y no llega.

Destrucción. Se levanta sin fuerzas y busca
cae la noche, pantano de hienas.
y no encuentra al hijo que no volverá
y él nunca regresará de aquel viaje.
Se lo llevó el fuego cruzado
entre príncipes del infierno.

Coriolano la ve desde su hotel
le arranca su dolor hora tras hora
y le roba su memoria sufrida.
El guerrero vuelve a morir en su afrenta
sin el adiós de una madre que aguarda
inventar una vida ya consumida
sobre una tierra apocalíptica.


 
Norberto M. Ibáñez
Director de Contrastes

Lo bello es feo y feo lo que es bello.
Act.I, esc.I, Macbeth. William Shakespeare


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