m o n o g r á f i c o |
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Enseñanza y realidad En el largometraje Causa Justa, Sean Connery encarna de forma magistral a un profesor de Derecho de Harvard a quién intentan convencer de que vuelva a actuar como abogado en un caso difícil, tras veinticinco años de practicar la docencia. Para intentar convencerle le dicen: "así volverás a tomar contacto con el mundo real", a lo que Connery responde airado con una pregunta: ¿os empeñáis en que la enseñanza no forma parte de la 'realidad' ?" Esta escena describe, por una parte, una demasiado generalizada opinión sobre el mundo académico en general y el docente en particular, y por otra, plantea una cuestión crucial para las instituciones educativas: el que su funcionamiento y el ‘producto’ del mismo sirva y forma parte de la ‘realidad social’. La evolución vertiginosa de las técnicas, su automatización creciente y las ayudas que las poderosas herramientas de la tecnologías de la información ponen a su servicio hacen del conocimiento, un factor que de importante ha pasado a ser crucial. La sociedad es, cada vez más, como dice S. Vacas, una comunidad ‘nootrópica’, esto es, orientada a desarrollar procesos basados en el conocimiento y, a su vez, generadores de más conocimiento. R.W. Hamming, afirma que desde la época de Newton y Leibniz, la humanidad viene duplicando su acervo de conocimiento, mas o menos cada 17 años, lo cual supone un crecimiento geométrico. En estas últimas décadas este crecimiento deviene en exponencial y ha conducido a una palpable realidad caracterizada por una creciente complejidad y una sobreabundancia explosiva de información. Cada vez más, lo esencial no es el fluido de información que nos envuelve sino en qué lugares de su gradiente están los mayores valores del vector de conocimiento y el grado de cualidad utilizable en la práctica del mismo. Debemos aprender, cómo, apoderados de esos valores, servirnos de él y sobre todo, como transmitirlo con los nuevos medios que la ciencia y la tecnología ponen a nuestra disposición. La transmisión del conocimiento Las universidades, cuya función genérica sería el mejor arte de ‘transmisión del conocimiento’ han de adaptarse al acelerado proceso que la revolución digital y de la información impulsa. De ellas, las ‘técnicas’, dedicadas básicamente, durante toda la era industrial, a formar ingenieros, especialistas y tecnólogos deberán mutarse en Centros formadores de personas que, en su mayor parte, luego, serán operadores y gestores de conocimiento (Knowwledge workers) que producirán no sólo tangibles sino, sobre todo, intangibles y ‘conocimiento auto-replicante’. Las instituciones de enseñanza superior de la era industrial
formaban, como hemos dicho genéricamente ‘ingenieros’ mediante disciplinas
docentes orientadas estructural y metodológicamente a los procesos
de proyectar, producir y gestionar el ‘objeto industrial’ a cuyo universo
aplicaban los resultados de los procesos de investigación y desarrollo
más o menos lejanos.
De la misma forma que el segmento de la industria-economía esta evolucionando a un ámbitos cercano al ‘tiempo inmediato’ de la información digital, los ámbito avanzados de investigación-educación se están adaptando con urgencia al conocimiento de entorno planetario en ‘tiempo real’ ya que los ‘intangibles’ del conocimiento son mucho mas móviles que los proceso de elementos materiales como los ‘objetos industriales’. Pero el 'buen’ conocimiento, al igual que los objetos tangibles, también se genera, se ‘fabrica’ y, obviamente’ también se crean herramientas y técnicas para ‘cultivarlo’ o fabricarlo’. Con él, como dice S. Vacas, de ‘inventan’ y fabrican los artefactos (objetos industriales) que componen nuestro entorno artificial, igual que se crean instituciones, procedimientos, técnicas y artes. Pero lo que ha cambiado es que su difusión puede hacerse ahora en nuestro planeta a la 'velocidad de la luz' hasta ahora y puede ser compartido en ‘tiempo real planetario’. El MIT Algunas instituciones universitarias en el mundo se caracterizan por su capacidad de respuesta al cambio basado en el conocimiento compartido. Entre éstas, destaca el Massachusetts Institute of Technology. Ha sido una Institución caracterizada por su anticipación. El MIT es paradigma de los lugares más avanzados de la investigación en todos los campos del pensamiento avanzado y, sobre todo, en relación a la tecnología. Decir MIT, en el mundo de la Educación Superior, de la investigación o sobre todo en el de la tecnología es como nombrar el apellido Schumacher en el entorno de la Formula-1. Es decir, si no el mejor, uno de los mejores del mundo. Ya en su fundación por William Barton Rogers en 1861 su programa educativo estaba basado en un concepto que no admitía dudas: "Learning by Doing", algo así como 'Aprende mientras lo haces' y en las décadas de los 50 y 60, el decano de Ingeniería Gordon Brown rompió moldes con sus conceptos de investigación e interdisciplinariedad aplicados a la enseñanzas de ingeniería entendidas como disciplinas 'científicas'. En 1940, Paul A. Samuelson entró en el MIT como profesor siendo galardonado con el Nobel de Economía en 1970. La institución que va a cumplir 140 años, posee una impresionante trayectoria de anticipación y de irresistible atracción para los mejores investigadores y tecnólogos de todo el mundo. Allí trabajan nombres míticos como Noam Chomsky, Nicholas Negroponte, Tim Berners-Lee, Marvin Minsky, Seymour Papert, Rosalind Picard, Joseph Jacobson, Tod Machover, Mitchel Resnick, Michael Hawley, Neil Gershenfeld, Harold Abelson y un larguísimo etcétera. Las magnitudes del MIT son impresionates: en cuanto a estudios de grado está estructurado en cinco grandes centros: las escuelas de Arquitectura y Planeamiento; Humanidades, Artes y Ciencias Sociales; la de Ciencias y la famosa 'Sloan School of Management', además de las áreas de Ciencias y Tecnologías de la Salud, compartida con Harvard y de la Woods Hole Oceanographic Institution. Además dentro de la actividad investigadora del MIT trabajan 226 Centros o laboratorios de investigación de primer nivel y casi 30 programas complementarios. La radicalidad de su planteamientos tanto educacionales como de investigación y su valiente apuesta por la tecnológicas digitales desde sus dos centros estrella en ese campo: El área de Ingeniería eléctrica y Ciencia de Computadores y el citado MediaLab se han significado por iniciativas originales, y creativas. Sobre todo es N. Negroponte con proyectos como la iniciativa del la '2B1 Fundation' cuyo lema es 'Ancho de Banda libre de impuestos para todos los niños del mundo'. O la iniciativa BMT que presentó en 1998, en colaboración con la empresa Swatch para crear un sistema de tiempo absoluto planetario para solucionar las diferencias de franjas horarias a los internautas que se debían citar desde todo el mundo para chats y otros encuentros síncronos en Internet. En un entrevista realizada par el Forum Multimedia que celebramos en el 97 en Valencia en el que participó off-line, a la pregunta sobre cual era la mejor cualidad de los investigadores en tecnología del MediaLab, Negroponte respondió: "… lo que les motiva es la pasión. Nadie les dice lo que tiene que hacer. Hacen lo que les gusta. Por definición, cuando haces lo que te gusta, la pasión es con mucho, lo más importante. El deber, la energía, la subversión son, en cierto sentido, mucho mas débiles. El lema de nuestro MediaLab es que la mejor forma de predecir el futuro es inventarlo". Nuria Oliver, una alicantina que se ha doctorado en el Perceptual Computer del Media Lab y que allí mismo fue fichada para el Centro de Investigación de Microsoft en Seattle, donde ahora trabaja, comentaba recientemente: "Allí los profesores son fundamentalmente investigadores. Se valora su trabajo por sus publicaciones y por el papel que ejercen en la comunidad investigadora. Y luego, también dan clase, pero su carga docente es más baja, así tienen tiempo para la investigación. En España, en las carreras técnicas, ¿quien hace el doctorado?, no hay esa cultura. En EE.UU ya los estudiantes ven que si quieren hacer investigación, podrán hacerla". En 1998, el presidente del MIT, creó un grupo de trabajo para preparar, revisar y definir la visión y la 'misión' educativa del MIT de cara a la entrada en el nuevo siglo. El diagnóstico fue claro: "Cada vez menos puede valorarse la experiencia universitaria como algo que proporcione una plataforma estable sobre la que construir un marco flexible para el aprendizaje duradero en un entorno técnico rápidamente cambiante". Esta universidad vuelve a dar muestras de que está instalada en la evolución constante pegada a la realidad. Según su actual declaración de intenciones, el MIT tiene encomendada la misión de "generar, difundir y preservar el conocimiento y trabajar con otros para proporcionar a los estudiantes una educación que combine el rigor del estudio académico con la excitación por el descubrimiento dando soporte a la estimulación intelectual y a la pasión por el trabajo intenso, creativo y eficiente". Compartir el conocimiento En abril de 2001, ha sido la propia institución MIT al completo la que ha presentado una iniciativa innovadora y bastante rompedora, que significa una apuesta radical por la Web como herramienta fundamental para la enseñanza del futuro: la apuesta se llama 'OpenCourseWare. MIT OCW' y su propósito es que personas 'conectadas' a Internet de todo el planeta puedan 'compartir', de manera gratuita, los materiales de la enseñanza de la prestigiosa universidad. Es una apuesta valiente, radical e innovadora: el proyecto prevé colocar en Internet con acceso libre y gratuito los materiales de más de 2.000 cursos del programa académico del MIT. En la presentación, el pasado 4 de abril, Charles Vest, presidente de la institución afirmaba que el significado del proyecto se centra en respaldar la educación en el mundo con las nuevas herramientas impulsando la innovación en el universo educativo y del aprendizaje a escala planetaria. El horizonte temporal de la iniciativa es muy ambicioso: una década, en la que el MIT piensa invertir en el proyecto entre 7,5 y 10 millones de dólares por año y ya el programa piloto de este bienio pondrá en la Web, al menos los materiales de 500 cursos del MIT con acceso libre y gratuito. El Profesor Douglas Morgenstern, del MIT, con el que estamos colaborando
en un proyecto, me decía hace pocos días: "La filosofía
de compartir ("share") está aquí 'en el aire', y proviene
del movimiento de Open Source Code. O sea, el MIT ha dado un salto desde
la filosofía de compartir los códigos de programación
(la filosofía que es la base de Linux, por ejemplo), a la de compartir
los conocimientos en general. El 'movimiento' es en la línea del
Open Source Code, es una iniciativa de un estilo 'más
democrático' y a veces algo 'quijotesco', con raíces en el
trabajo de gente como Richard Stallman que,trabajaba antes en el MIT".
"El conocimiento no debe ser privatizado".
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