m o n o g r á f i c o a r t e s     p l á s t i c a s


Pedro G. Romero
LA MUERTE Y SU DOBLE


Falangita del dedo índice de la mano derecha

                                                al-
                                               to ín-
                                               dice 
                                             de mor-
                                           talidad,sol-
                                            dados vi-
                                            da y arte.

Todo es arte, hoy día. Todo está artistizado. La vida de todas las personas se ha convertido en una gran obra de arte. "Oculta tu vida" dice Silverio Lanza que dijo Quevedo que dijo Epicuro.
Hay un cuento maravilloso de Silverio Lanza, su titulo es ¡Peste de Vida!. Se lo resumo. El protagonista llega a su casa de París con la firme convicción de volver a España. Se entera en ese mismo momento que Charo, su esposa, se está muriendo. Lo que parece una coincidencia o un presentimiento, acaba explicándonoslo el protagonista, como un caso de transmisión telepática, después de hacer un recorrido ensayístico sobre las diversas formas de conocimiento que sobrepasan los límites del lenguaje, es decir los no semióticos,- entre ellas un anuncio de los mecanismos informáticos- y de desvelarnos las diversas estrategias del espectáculo y las artes para engañarnos mediante sugestiones varias, y hacernos así, plausible al menos, la vida. Todo esto para certificar que la separación de años que mantenía con su esposa se debía a que entre ambos, una relación telepática les impedía la felicidad, por exceso de conocimiento verdadero. Llega a su pueblo, en España, y Charo ha muerto. No obstante, nota ciertas llamadas, avisos telepáticos, y se dirige al cementerio donde pide, y soborna, al enterrador para que le muestre el cadáver de su ex-esposa. Abierto el féretro, y después de algunos comentarios telepáticos sobre el mal olor de ambos, ella debido a su condición de difunta en descomposición y él, al largo viaje, Charo le relata, ¡peste de vida!, que unas tijeras que utilizaron para amortajarla se quedaron olvidadas en el ataúd y que, ¡peste de vida!, le incomodaba la paz, física al menos, de su sepulcro. El humor de la situación se transforma en drama, casi existencialista, y Silverio termina el relato con un llamamiento a la locura, como única forma de soportar la vida. De huir de ella, diría yo.

Es de destacar el desvelamiento de las estrategias  del arte, del espectáculo, que se fundan en la mentira,  y como Lanza, nos la muestra tan necesarias para soportar la vida como los analgésicos para el dolor de cabeza. Pero, ¿y si la mentira, el analgésico, hubiese crecido tanto que, por envenenamiento, hubiese falsificado totalmente la vida?. ¿Y si el arte fuese verdad, y la vida mentira?. ¿Y si la separación entre arte y vida fuese homeopática?. Paradojas como "pastillas juanolas".
"Pronto no veremos por las calles más que artistas, y dará un trabajo ímprobo encontrar un hombre" dice Felix de Azúa que dijo Guy Debord que dijo Artur Cravan. 

En un viaje a México, asistí al estreno de Total Recall, el film futurista de Verhoeven, en el D.F. La película había sido rodada allí, y entre los espectadores que nos rodeaban se encontraban muchos de los que habían salido en la película como extras. ¿No eran todos, pues, también artistas?. No protagonistas claro está, porque la invasión del arte a todas las esferas de la vida, tal como la reclamaban desde Rimbaud, dadaistas, surrealistas, hasta llegar a fluxus, afecta a los mecanismos de conocimiento y dominación estéticos, pero aún, como diría el castizo, aún hay clases.

Tampoco se ha podido elegir, los mecanismos que ofrecían las artes para soportar la vida, han sido lo único que nos dejaban escoger, como los analgésicos, como cualquier medicina, y además y por supuesto, pagando.
Hasta la revolución ha quedado atrapada por los mecanismos del arte. ¿Que puede pensar uno ante la transmutación de lo ideológico en arte, en poesía, cuando escuchamos hablar al Sup, al subcomandante Marcos?. ¿Y toda la retórica de la revolución sacada de la industria de la rebeldía juvenil de los años sesenta?. Bueno, es verdad que actúa como el analgésico, por ahora va impidiendo muertes, masacres. Y que quede claro, uno esta con los zapatistas, ¿con quien va estar si no?. Uno empuñaría el fusil sin esperar a que nadie introdujera en el cañón una rosa. La rosa, esencia del discurso del artista. Una rosa es una rosa es una rosa es una rosa, escribió Gertrude Stein. Lo mismo, sirve de estribillo en España a una cancioncilla pop, de esas que banalizando la vida, banalizan el arte.

Las pretensiones de convertir el arte en vida, la vida en arte llegaron a los artistas cuando esto era ya una realidad. De todo el proceso de desmaterialización de la obra de arte, el mundo, el artístico y el otro, solo aprendió a como convertirlo todo, hasta la más nimia, vulgar y democrática situación, en mercancía. Así nos encontramos con la insistencia de ir cercenando y cercenando, cada vez más, los espacios de la vida. ¿Que momento nos queda sin que un artista haya echado sobre él su mirada para transmutarlo inmediatamente en algo que no se sabe muy bien para qué sirve pero que si sabemos por qué podemos cambiarlo, dónde podemos venderlo?. Por supuesto que todos somos inocentes en esta operación... pero cada vez que veo un desagüe prendido como signo, como metáfora, como poesía, en una obra de arte, no puedo dejar de preguntarme si seguirá igual el precio, barato, de los desagües o si la grifería moderna habrá tomado ya cartas en este asunto.

Pasear por el campo, charlar con los amigos, tomarte unas copas solo, el silencio de la tarde, una obscenidad secreta, todo peligra, pues los artistas, vanguardia de la industria, están dispuestos a colonizar cualquier territorio. No hablo ya sólo de suministrar las grandes estrategias de dominio espectacular sino de colaboracionismo en la destrucción del "yo" a cambio de renovar al individuo, a la persona. ¿Pero no era ese uno de los grandes propósitos, una de las grandes metas del proyecto moderno? Un "yo" sin ningún uso posible, establecido como simple referencia de cambio. 

Falange distal del dedo pequeño del pie izquierdo.

                               la ver
                                       dad, virtual
                                      virtud.

En el Museo de artes populares del Tirol, encontré un extraño "toallero" que inmediatamente despertó mi atención. Hice todo lo posible por conseguir una imagen del mismo, y así, puedo describirles lo que se reproduce en la postal que tengo delante. Una figura de medio cuerpo, tallada con cierta delicadeza aunque de trazo grueso y tosco, sostiene con los brazos abiertos y en actitud oferente, la barra de lo que es usado como un toallero. La toalla que cuelga parece de crudo lino y es blanca, con bordados en punto de cruz, en hilo de color rojo, de unas geometrizantes cabras alpinas y arbustos y flores de los que superan el fuerte frío de la nieve. La tela en general presenta al menos tres tipos de tramas, desde los flecos que le cuelgan, la redecilla que bordea la tela y el propio paño de la toalla en el que se dibujan los bordados. Parece un toallero muy lujoso, por lo que debe de ser utilizado en algún ritual especial, o usado sólo para secar las manos de algún tipo de sacerdote. Y digo esto, porque lo más intrigante de dicho toallero está en las características de la figura que, partida en dos, lo porta. La mitad derecha representa una dama coronada, vestida con cierto lujo en su policromía y que presenta un seno abultado y generosamente escotado, que resalta el collar de cuentas de oro que le adorna. La mitad izquierda figura a un esqueleto, imitando la posición de la mujer y con una serpiente enroscada, simétrica, con el collar de oro, en su articulado brazo.

Verdaderamente no me interesa la lectura semiótica del objeto. Su icono es bastante conocido a partir del tema de "la muerte y la doncella", y la presencia de la serpiente puede ofrecer una lectura especialmente moral, el pecado original y todo eso. Lo que esta imagen me ofrecía era una exploración clave de las relaciones de la obra de arte con el mundo y el significado de sus mercaderías. 
No sé desde cuando los artistas vamos proclamando la identidad entre la obra de arte y la vida, pero puesto que esta proclama existe, es necesario preguntarse si la obra de arte no respondería más bien a las características que en el mundo tiene, no la vida, sino la muerte. 

Si la pretensión de los artistas es que sus objetos y acciones pasen al mundo con la misma categoría de un charco de agua o una mancha de barro, van a tener que acabar usando este toallero después de lavarse las manos. 
Pensar por un momento que sean los propios artistas los que deciden el estatuto de sus objetos en el mundo es ya de por sí un disparate. Desde que separaron su camino de los espectadores, los artistas han creído gozar de una cierta autonomía, puesto que como ya no eran directamente útiles al capital, éste los mantenía en un apartado especial de lujo y fiestas. Lo peor de esta separación del mundo del espectador no es la incomprensión, sino todo lo contrario, la creación de una clase de expertos, doctores de estética, que interpretan sus obras y las reubican a conveniencia, en el sitio del mundo, que mejor les viene. No es que el artista deba de acercarse al espectador para salvar la distancia que lo aleja del mundo y el reconocimiento de uso de sus obras, sino que huyendo de la estética, ¡debe de echarse en manos de quien sea!.

Cuando Artaud preconizaba que el arte debe de actuar como la vida, se refiere que debe de actuar contra la vida, "el arte es a la vez que repetición de la vida, su contrario". Las conclusiones que pueden extraerse en una lectura atenta de El teatro y su doble es que el territorio sobre el que el arte infiere es solamente el de la muerte. "El teatro como la peste, es una crisis que se resuelve en la muerte o en la curación", y después, "el teatro es un mal, pues el equilibrio supremo no se alcanza sin destrucción", y más tarde, "el problema es saber si en este mundo que cae, que se suicida sin saberlo, se encontrará un núcleo de hombres capaces de imponer esta noción superior de teatro, hombres que restaurarán para todos nosotros el equivalente natural y mágico de los dogmas en que ya no creemos". Demasiado pronto deseché yo la simbología de la "serpiente". 

El arte es vida, dicen. Y usando, una vez más, unos versos de Bergamín, pienso: "Yo encuentro que es indecente / decir de un muerto insepulto / que está de cuerpo presente." Aunque fuera de la religión existen otros mundos. 

Toda esa maravillosa literatura ilustrada que contienen los trabajos de campo de los antropólogos, desde Boas hasta LéviStrauss y muchos otros, conviene en decir, que la relación de los pueblos con sus objetos artísticos se mide con los mismos parámetros de sus relaciones con la muerte. Un fragmento: "Cuando una mujer ha soñado con la Doble Dama, contaba hará casi un siglo un viejo indio, a partir de ese momento y emprenda lo que emprenda, nadie podrá rivalizar con ella. Pero esa mujer se conduce como una loca perdida. Ríe impulsivamente, obra de manera imprevisible. Vuelve locos a los hombres que se acercan a ella. Es por eso que a esas mujeres les llaman dobles damas. Se acuestan con cualquiera. Pero en todos los trabajos, no hay nadie que las supere. Son grandes bordadoras con púas de puerco espín, arte en el que son muy hábiles."

¿Que cómo veo y leo el "toallero"?. La muchacha es la vida o el mundo; la toalla bordada representa la obra de arte con las metáforas implícitas de que pertenece a la comunidad, al tejido social que la sostiene, el mismo tejido del que están hechos los sueños; el esqueleto es la muerte o el arte. Sin los tres elementos no es posible una noción de sentido.

LéviStrauss afirmaba, hace poco tiempo, que no entendía porqué un cuadro de Picasso no podía estar en un museo de antropología y una máscara africana sí. Claro que la obra de arte es de por sí, como objeto, sólo un documento y podría exhibirse en el museo del hombre de París. Claro que la obra de arte es, como mercancía, una forma de dinero y podría mostrarse en los expositores de la Bolsa de París. Claro que la obra de arte es un objeto cuyos significados puede establecer claves que van más allá de lo semiótico y pueden estar en el museo de Louvre de París. El cambalache de pinturas, monedas y máscaras africanas pronto será costumbre en los museos de todo el mundo. 

Me faltaba decir que en el toallero, de autor anónimo por cierto, la media muerte y la media muchacha se andaban riendo.

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