m o n o g r á f i c oa r t e s     p l á s t i c a s 

Nani Boronat

ATRACCIÓN NATURAL

por Lorenzo Berenguer

En el meollo de las Bellas Artes hallamos un creador que no deja de ser interesante. Y es difícil encontrar a estas alturas un artista diferente, que albergue cuantiosas manifestaciones metódicas y que se embelese a golpe de tiempo en muy diversos estratos. Tan pronto horada una piedra como aprovecha un tronco o una viga para darles nueva vida para que continúen viviendo.

Persigue la belleza, no exenta de sensualidad y porqué no de erotismo, que subyace en todos los maravillosos objetos que nos regala la naturaleza. La sensibilidad de este singular artista consigue apreciar y potenciar, la sensual forma de un tronco; con sus surcos, hendiduras y ondulaciones, ... En sus obras respeta las caprichosas marcas que deja el tiempo en la materia, para a posteriori modelar e interpretar la simbiosis creada entre el artista y la materia. Una relación, donde el creador estable un vínculo que trasciende la experiencia matérica, un especial romance que se establece en sentido helicoidal cuyos límites van de lo terrenal al misticismo.

Siempre bajo el lema de la renovación de la constante búsqueda de materiales nuevos, amasando y distribuyéndolos con sus manos, en ocasiones con sus utensilios, pero siempre bajo el denominador común del paso al más allá, paso adelante.
Dice Féliz Riaza que aun con su juventud, apenas ha llegado al meridiano de los treinta y tres años, evidencia una considerable madurez intelectual al plantear sus creaciones desde un enfoque filosófico en el que, el trasfondo humano, descuella en cada temática que interpreta.

En base a esto -continúa- Boronat persigue expresar una constante y equilibrada relación entre ciudad y naturaleza valiéndose de las premisas plásticas que a él le gustan para mejor descifrar ese proceso autorreflexivo. También se confiesa defensor de un erotismo consustancial a la materia y cuya manifestación descifra un lenguaje subjetivo.

Como escultor, parece cotejarse una posibilidad de enmienda, de conciliación con el proceso natural de la materia. La estructuración se compone de un hacer, de un deshacer, de una presentación manipulada de la metería imbricada en procedimientos de desgaste natural.
Pero vayamos a su proceso artístico, desvelador de sus andanzas por el camino de la estética. Siempre se sintió influido por el medio, hasta tal punto que le hizo cambiar de temática según el lugar donde se encontrase. Siempre influido y siempre influyente. Con la misma fuerza centrípeta; con la misma fuerza centrífuga.
Combina telas con ramajes, consiguiendo enseñas determinantes. Arpilleras con mensaje de que algo, alguien, aparece por el horizonte y que quiere decir muchas cosas. También erige ciudades prototipo de corte inteligente, ventanales de madera enrejados, paredes de adobe y de ladrillo, como la parte nuclear pregonando sus últimas ideas...” para mi, dijo en ese momento, es simplemente un trabajo más realizado entre la naturaleza y yo, ella me ha aportado los materiales y las formas, y mi labor ha sido aprovechar, componer y manipular esos elementos para llegar a lo que vais a ver”.
Hace instalaciones, aprovechando en las paredes los cuadros pintados hace poco y centrando dichas instalaciones con formas vegetales de hierro forjado. Son plantas, son flores o son frutos... Son el producto de sus modelaciones , conseguidos con toda la fuerza de un creador que explota la belleza natural de las cosas y su potencial sensible.
No obstante, las texturas, la limpieza, la simplicidad de línea son manifiestas. Algo fotográficas y si mucho de comunicación.
Da forma y acompaña toda clase de diversificaciones, moldeando y maleando, transformando apenas trozos cercenados de maderas , aquellas vigas sustentadoras de tantos anos . Ahora, en poco tiempo, surgen vitales para la contemplación y la comunicación.

Nani, también desarrolla brillantemente su faceta como pintor con una técnica llamativa, de toque vital, abreviado, casi huidizo, creando tonos difíciles de imitar, con entorno no soñador, de exquisita sensualidad, animado por el ambiente y de entonada plasmación, condicionamientos capaces de emocionar. Pasa por el mundo retratando la vida que fluye, porque su mirada se detiene en ese poco a poco que, sin reivindicar sin ser visto, revela los porqués del hombre en según qué lugares. Eso sí, siempre con esa licencia colorista que se permite para hacer de un velo un motivo y no una condición.
Este artista persiste en la romántica interpretación de una realidad tornada por el tiempo, cuya culminación se desarrolla en la cúspide sagrada de la cúpula de San Francisco el Grande. Lucha contra la erosión y el desdibujamiento emprendido por tres jóvenes, Miguel Angel González, Isabel Fernández y Nani Boronat. Los tres trabajan con mezclas de agua, acetona, y amoníaco para su limpieza; goma de gran dureza; morteros para combatir las exfoliaciones. Todo dispuesto para restañar las heridas de los paños más cebados por las inclemencias.

Nani es inteligente y tiene instinto. Porque sabe captar la realidad cual es, reflejando las sutilezas más inapreciables y la diafanidad más imperceptible. Y tiene instinto al recrearse en la diversidad de colores para obtener gamas insospechadas de pureza. Y, por último, no nos basamos en un aserto propio, nos basamos en las afirmaciones de Eugenio d’ Ors que mantenía que el dibujo es la inteligencia de la pintura y el color su instinto. Dibujo, color y movimiento, patentes en su paleta y en su cincel.

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