m o n o g r á f i c oh u m a n i d a d e s 
Estrategias de seducción,
estrategias de disolución
Sobre la abolición del individuo en la sociedad del genoma y del silicio.

 
por Antonio Oliver
igur@ctv.es


La nueva economía va a dejar de presentar rasgos de especulación sobresalto y novedad para convertirse en el nuevo entorno en el que van a desarrollarse todas las actividades económicamente relevantes Los ajustes que han producido recientemente los mercados sobre empresas punto com sobrevaloradas no han hecho más que empezar y se calcula que la mayor parte de las compañías que cotizan en el mercado tecnológico británico van a tener graves problemas de liquidez antes de los próximos seis meses.

Por otro lado, en nuestro país, el comercio electrónico no acaba de despegar y la penetración de Internet es todavía muy baja en nuestras empresas y hogares.
¿Qué hay de cierto en las formidables transformaciones previstas desde mediados de la década de los 90? Hasta la fecha, la mayor parte de la población sólo ha aumentado su tráfico de correos electrónicos y permanece a la espera de la convergencia de Internet con UMTS,  la herramienta que va a hacer a la red completamente omnipresente.¿De verdad ese es el problema de los cambios que acaecen a una pequeña parte de la humanidad autosatisfecha? Bonita cortina de humo. Ahí no se esta jugando nada.

No es necesario recurrir  a la meditación de la técnica heideggeriana para advertir que la necesaria meditación sobre el quehacer del hombre en el mundo no puede continuar sin más propósito que su autorreproducción ni quedarse en la contemplación de la oscilación de los mercados, como si el progreso de cualquier avance no se encontrara preñado de interesada ideología.
 

Hemos visto tantas veces arder el lucero
besándonos los ojos.
La meditación de la técnica no parece posible  puesto que reflexionamos desde la técnica misma que nos constituye. Sujeto y objeto coinciden una vez más. Internet parece haber sido puesto en el mundo por los dioses para atestiguar ese carácter constitutivo de la técnica y a la vez para cegarnos con las más rutilantes imágenes que sólo requieren nuestra satisfecha genuflexión.

Pendientes como estamos de los vaivenes superficiales de los aspectos más banales de la red, olvidamos preguntarnos por el tipo de hombre que estamos construyendo. Durante algún tiempo se habló de inteligencia conectada, de inteligencia extrópica o más modestamente de inteligencia distribuida. En realidad estamos asistiendo a la separación definitiva entre la inteligencia y el soporte que la ha mantenido en pie-nunca mejor dicho no hay inteligencia conocida sin bipedestación- desde hace algunos miles de años. Esto que no va a ser el hito más importante de la historia de la humanidad si no su desaparición tal y como la conocemos a penas puede ser pensado, incluso por aquellos que se arrogan la función de guardianes de un humanismo que ni siquiera goza ya de predicamento en las Universidades de occidente, que han cedido el sitio reservado a las enseñanzas capaces de incidir directamente sobre la nueva realidad.

No hablamos de cracks económicos en serie, del peligro de la bomba, de la descomposición política y social por la pérdida de confianza en las instituciones democráticas y en la familia, como parece diagnosticar Fukuyama, nos referimos a algo quizá no más profundo pero si más allá, una nueva manifestación del ser que superaría el destino de la humanidad porque todavía no ha sido pensado ni tiene todavía horizonte para su conjura.

La Bomba atómica podría acabar con nosotros como especie, la bomba genética de la que habla Virilio está ya a nuestra disposición.
 

Nadie se encuentra en condiciones de afirmar que la conciencia perviviente no va a desarrollarse en mejores condiciones que las que determina un cerebro no tan lejano de su forma reptiliana al estar levemente cubierto por una relativamente fina capa ocupada por su neocortex.

Homo est clausura mirabilium dei escribía Hildegarda de Bilgen: el hombre no será el centro del mundo pero la  clausura que supone su carácter demiúrgico sí es el fin del mundo, esta frase citada por Virilio, fue escrita por una mujer nacida al inicio del milenio que abandonamos.
Primero acostumbrados a lo transgénico, después a lo transhumano ya no sentimos en una comunidad transpolítica donde no es necesario deliberar sobre fines y sí calcular sobre medios. La gestión es lo importante cuando todos creemos saber a donde vamos.

La confirmación definitiva de esta transpoliticidad inicia precisamente el abandono de nuestro revestimiento humano preparándonos para el momento que una combinación entre Silicio y Acido desoxirribonucleico mejorado artificialmente nos sustituya.
Lo peor de todo es la completa incertidumbre sobre la negatividad del no futuro de la humanidad. Nadie se encuentra en condiciones de afirmar que la conciencia perviviente no va a desarrollarse en mejores condiciones que las que determina un cerebro no tan lejano de su forma reptiliana al estar levemente cubierto por una relativamente fina capa ocupada por su neocortex.

En cualquier caso sería, si no urgente, sí al menos exigible entre cotización del nasdaq  y fascinación por los nuevos gadgets cierto esfuerzo axiológico que nos permitiera afrontar el salto a nuevas formas de conciencia manteniendo los valores que vale la pena conservar.

El pensamiento no instrumental llega tarde siempre como la lechuga de Minerva. Hoy corremos el riesgo cierto de no darle al ave de la diosa la posibilidad de alzar el vuelo,la realidad se acelera y no parece apta para aves que no hayan sido diseñadas para aprovechar las propiedades de un acelerador de consola de videojuegos.

Una de las manifestaciones más insidiosas de esta aceleración de la realidad y del intercambio que ha conseguido deslumbrarnos por encontrarse rodeada de rasgos con buena capacidad de circulación en el mundo empresarial y mediático, se refiere a la pretensión de entablar relaciones personales con todos y cada uno de los ciudadanos desde las empresas que ya pueden declarar un interés menor por los medios de comunicacion tradicionales al disponer ya de herramientas que les permiten el trato directo con, potencialmente todos los ciudadanos.

Es lo que Javier Echevarría denomina “consumo productivo”, es decir, cada acto de consumo de los usuarios es además de un acto de consumo una producción de información, fácilmente procesable mediante técnicas informáticas.
El verdadero producto pues, no es tanto el que aparece como finalidad de la transacción si no el producto informativo generado por la huella de la transacción misma. El control de los usuarios y de su consumo es la razón suficiente de la red, que la información es poder, es bien sabido, lo que es menos sabido es que cualquier acto de consumo en la red –y la red no es solo internet si no también es el cajero automático y dentro de nada el  teléfono móvil- es un acto que contribuye a nuestra pérdida de individualidad afirmándola.

Las aspiraciones de los consumidores, sus pasiones, sus vicios, su comunicación íntima, constituye la materia prima fundamental, para una vez reintegrada y procesada, definir con detalle el perfil individual o de grupo.

Tampoco es suficientemente conocido que la construcción de la personalidad va a resentirse de esta situación en la medida que todos los deseos y manifestaciones del individuo que se vean reforzados en la red pasarán a formar parte de lo viable, siendo imposible el cultivo de ninguna singularidad.

Por la ilimitada capacidad de satisfacción, ficticia o no pero prácticamente inmediata, de mi deseo, de mi vicio o de mi pasión, debo renunciar a lo que no es recuperable, transmisible, homologable.
La Reconstrucción del individuo –constructo que tampoco puede considerarse muy reciente- pues apenas lleva 500 años entre nosotros, es ya un hecho gracias al tercer entorno, denominación de Echeverría para nombrar la nueva realidad creada por estar tecnologías. Por arriba, como ya hemos dicho, la inteligencia, la conciencia abandonando el soporte corporal que todavía nos identifica como humanos, por abajo la construcción de esta consciencia nace ya sometida a un control omnímodo y ultra eficaz.
 

Pero nada se manifiesta y va a hacerlo menos desde ahora, una vez que las tecnologías publicitarias y de formación de la opinión han alcanzado su paroxismo,  con la peor de sus apariencias .
 

Es demasiado casual -o no- referirse al “Gran Hermano” al programa de televisión en un articulo que quiere alejarse del ruido mediático, pero es la metáfora más directa y comprensible por todos de la deconstrucción del individuo a la que venimos refiriéndonos durante todo este trabajo.

Pero nada se manifiesta y va a hacerlo menos desde ahora, una vez que las tecnologías publicitarias y de formación de la opinión han alcanzado su paroxismo,  con la peor de sus apariencias .

Analicemos, por ejemplo, una deliciosa, por libertaria, iniciativa de democracia directa o democracia conectada. Sería una demostración empírica de que la Red puede tener otra función que la vigilancia la publicidad y el comercio.
Nos referimos a las  posibilidades que ofrecen las tecnologías de la información para hacer posible una democracia directa que sirva como un nuevo mecanismo de moderación de el sistema de partidos. Este es el aspecto insidioso de estas nuevas tecnologías al que antes hacíamos referencia: por un lado la confirmación, la culminación de una promesa emancipatoria y por otro la maldición de dejar rastro de cada uno de nuestros actos, la confesión constante.
 

El problema de “parlamento virtual“ que así se llama en realidad esta iniciativa, no es que pretenda financiarse gracias al tráfico que  una votación constante de la ciudadanía generaría, ni a la presencia de banners en algunas modalidades de voto electrónico . A pesar de la bondad del sistema de caja negra que proponen sus creadores y de cuantas precauciones quieran tomarse, cada voto, cada manifestación, queda para siempre archivada en un espacio cuya topología no tiene centro.

Porque no hay un donde “alli” se decía en la obra fundacional del Ciberpunk. No hay pues un lugar donde podamos comprobar qué se sabe de nosotros ni qué se hace con lo que se sabe de nosotros. Es demasiado casual -o no- referirse al “Gran Hermano” al programa de televisión en un articulo que quiere alejarse del ruido mediático, pero es la metáfora más directa y comprensible por todos de la deconstrucción del individuo a la que venimos refiriéndonos durante todo este trabajo. Cuando Orwell escribe 1.984 lo hace para alertar de la eclosión de formas de nominación que entonces sólo podían imaginarse a pesar de que el fascismo y el totalitarismo estaban bien patentes, lo que nunca podríamos imaginar es que la estrategia común a Auschwitz, al Lager, al panóptico Folcaultiano, la estrategia que comparte  toda represión totalitaria, que consiste en eliminar por completo la privacidad, iba a ser banalizada y celebrada entre risas y aplausos por aquellos a los que ya se está preparando para que dimitan de toda parte que le sea propia, inalienable e inintercambiable y sean además capaces de agradecer que se les haya liberado de tan penosa obligación..
 

La alarma no viene sólo de las tecnologías, sino del abandono de una idea de humanidad compuesta, al menos idealmente, por individuos autónomos y capaces de autorregularse , lo otro, el proceso de transformación del individuo que iniciamos deviene en una forma del ser que todavía sólo alcanza a repugnarnos aunque nadie puede afirmar todavía que oculte ese rescoldo de esperanza que, este si, es constitutivamente humano.

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