m o n o g r á f i c oa r t e s     p l á s t i c a s 

José María Yturralde

ARTE Y TECNOLOGÍA


1968, el año en que comenzó a proyectarse una de las películas de mi vida, 2001: una odisea en el espacio, dirigida por Stanley Kubrick con argumento de Arthur C. Clarke. En ese mismo período tuvieron lugar entre otros muchos acontecimientos, los sucesos del Mayo francés, el asesinato de Robert Kennedy en Junio, la “contestación” de la Bienal de Venecia esa primavera y a cuya inauguración pude asistir, siendo testigo y partícipe de algunas acciones inolvidables ocurridas en la mostra. Para el universo artístico fué un año de inflexión, de cambio en muchas actitudes y comportamientos.
 

El haber colaborado activamente desde aquel septiembre de l968, en los primeros acontecimientos informáticos y de diseño que se dieron en España y posteriormente continuar aquellos trabajos en el M.I.T. de Estados Unidos me permiten establecer una cierta visión panorámica, al menos, desde lo que considero un esperanzador pasado en el advenimiento de los ordenadores, hechos que ahora puedo comparar con el presente tecnológico y quizás aventurar un próximo futuro posiblemente no tan optimista.

Iniciamos por aquellas fechas un seminario que denominamos “Generación automática de formas plásticas con ayuda de ordenadores” en el Centro de Cálculo de la Universidad de Madrid, aquella máquina recién llegada de U.S.A. era una computadora IBM 7090, que ocupaba un edificio entero, diseñado por el arquitecto Miguel Fisac, no voy a contar la historia de aquellas experiencias apasionantes a lo largo de los pocos años que duraron aquellos encuentros, pero si puedo testimoniar algunas convicciones que luego no se han cumplido (todavía), al menos de la forma que entonces presuponíamos. 
 

Para mi corazón basta mi pecho,
para tu libertad bastan mis alas

Lo que me permite ser más cauto con respecto a cualquier predicción.

Me voy a referir en estas breves notas a comentar lo que pienso de los ordenadores relacionados con el arte. Se han convertido en algo tan necesario como base tecnológica para casi todo, como son las matemáticas para la ciencia en general, o el dibujo para la pintura.

Cuando comenzamos en aquel ya remoto tiempo, a trabajar con el ordenador y tratamos de establecer las condiciones necesarias para establecer un cierto dialogo creativo con la máquina, se hizo necesaria una estrecha colaboración con analistas y expertos capaces de utilizar los lenguajes entonces en uso, como el Fortram, el Algol y el Cobol. Teníamos que trabajar en equipo varias personas. Todos los procedimientos de racionalizar aquellos procesos creativos que intentábamos generar, eran lentísimos y los resultados, el out-put aparecía dibujado en blanco y negro por un plotter evidentemente bastante primitivo para los estándares tecnológicos de hoy, pero suficientes en aquel momento para nuestras necesidades basadas en discutidas y meditadas reflexiones sobre el nuevo medio, la herramienta conceptual que en el seminario debatíamos. Algunos parámetros como el color los expresábamos numéricamente, y la obra final tenía que ser realizada a mano.

Puedo constatar aquí y ahora, que el ordenador portátil con el que estoy escribiendo estas notas, 32 años después, es muchísimo más rápido potente y eficaz que aquella gran computadora, desde luego, pero a la hora de realizar ciertos trabajos, “pintar” en el sentido total del arte, ahora como entonces, incluso con estas máquinas del presente, el resultado sigue siendo relativamente impreciso, válido fundamentalmente a nivel de boceto, algo que pensábamos estaría con mucho superado para esta fecha, entonces mítica del año 2000. Digo pobre en el sentido de que ciertas relaciones de trabajo con la máquina, que sean ya inmediatas, gestuales, imprevisibles, nuevas, las texturas (no virtuales), el olor, sabor y tridimensionalidad real no han alcanzado todavía lo que presumíamos iba a ser una substantividad apreciable en pocos años. Nos imaginábamos extrañas máquinas-robots controlados por ordenador capaces de fijar nuestros sistemas plásticos con todos sus recursos, y algunos más que tradicionalmente venimos utilizado. De hecho sabemos y hemos visto trabajar algunas de esas máquinas prácticamente, ya existen, pero en estado de prototipo.

Es evidente que el verdadero desarrollo del diseño asistido por ordenador ha supuesto una gran revolución comenzando por la rapidez de ejecución de tareas muy rutinarias y nos ofrece la posibilidad de encontrar variables con gran celeridad, una vez establecidas las condiciones y criterios de selección con el material propuesto. En el cine, los efectos especiales se han perfeccionado como todos sabemos de una manera espectacular, las películas de animación, el video y la fotografía digital se han visto enormemente reforzados por la cónstente evolución de las nuevas herramientas. Una objeción se refiere a que mientras estas industrias superan con su economía las aplicaciones, programas y sistemas operativos, el mundo del arte parece ir a otro ritmo. Por una parte, la utilización de recursos informáticos y herramientas sofisticadas, a pesar de su constante abaratamiento, no suelen ser asequibles debido a su precio para tareas de gran envergadura. El acceso a estos medios exigentes, dependen aún de las universidades, empresas o centros especializados. Por otra parte, los artistas que utilizan ordenadores, con su formación tienen problemas para ser capaces de programar las necesidades específicas de sus propios sistemas de expresión, y los informáticos cuya preparación concreta necesita años, tampoco pueden tener la misma capacitación estética, por lo tanto ambos se necesitan, cuando la dificultad en cada uno de los apartados supera los conocimientos necesariamente limitados en cada especialidad, así pues esta tecnología debe evolucionar también en le sentido de facilitar todavía más la expresión inmediata, y capacitar a los usuarios a poder construir la pieza única y el ambiente irrepetible que se da en condiciones específicas que exijan realizaciones determinadas.

Se dice que el arte acabado e inalterable será una cosa del pasado, es evidente que los factores temporales, de manipulación participativa y de distribución para las generaciones de artistas que utilicen Internet deberán convertirse de hecho en algo que evolucionará hacia situaciones expresivas de otra índole distinta a las imágenes que nos muestran por ahora. Un tanto por ciento muy elevado de lo que se transmite por la Red son textos, como los de los libros. Las imágenes, representaciones con alto contenido estético son una minoría y sobre todo no considero que estén aún optimizadas e integradas con el medio que las soporta.

Algo que echo de menos en la era digital es un amplio debate en nuestro mundo del arte, me refiero especialmente al entorno de los medios de comunicación, instituciones, la universidad, para tratar de adaptar el medio a los contenidos que propugnen las nuevas ideas estéticas. Hay por supuesto en el mundo espacios de experimentación y de pensamiento en estas disciplinas, dos de los más importantes sean acaso en estos momentos el Media Lab del M.I.T. que dirige Nicholas Negroponte, y el Center for Advanced Visual Studies, en la misma universidad norteamericana. Pero conociendo ambos y siendo miembro del segundo considero que el problema aún no lo hemos planteado en el ámbito donde sigue canalizándose el arte, como antes apuntaba, en el grueso de las galerías, museos, crítica de arte, bienales, ferias de arte, etc. Aún no han abordado en profundidad dicha problemática, esto no quiere decir que no se hayan implicado en muchas ocasiones con proyectos de gran alcance, muchos y muy notables artistas y bastantes instituciones. Algunos de los proyectos realizados más emblemáticos que se pueden citar: el Sky Art Conference en el C.A.V.S. del Massachusetts Institute of Technology en el 79. Desde ese mismo año, anualmente y hasta hoy se han organizado los encuentros Ars Electronica en Linz, Austria. La exposición Les inmatériaux organizada por Jean-François Lyotard y Thierry Chaput en el Centro Pompidou de París. En 1985, el título de la Bienal de Venecia del 86 fué Arte y Ciencia. En el 90 Arttransition organizada por Otto Piene en el M.I.T. y en Alemania se han fundado varios centros muy importantes como la Kunsthochshule für Media en Colonia, 0 el Karlsruhe Zentrum für Kunst und Medientechnologie, entre otros.
Curiosamente en general estos y otros muchos eventos no son bien considerados por una mayoría de la crítica artística, y la no-presencia de las realizaciones con estos medios en los museos más prestigiosos del mundo es demasiado notoria. Se han creado así como dos grupos de actuación artística que parecen ignorarse. Pero la Red ya contiene ejemplos de galerías virtuales, podemos encontrar muchísima información de eventos y acciones artísticas, los museos tienen o están en vías de ofrecer información y servicios en la Web, incluso proyectos específicos para ser visualizados por Internet. Revistas de arte electrónica, foros de arte a nivel global, etc. En esta nueva forma de transmisión de contenidos artísticos cada vez más influyente, creo que su más significativa carencia es una mayor dedicación filosófica, estética y crítica. Y su gran ventaja es evidentemente un acceso mayoritario al medio.

No descubro nada diciendo que los nuevos medios serán cada vez imprescindibles en el terreno de algunas artes, pero creo que se adaptan por ahora mucho mejor a disciplinas en las que el factor tiempo es básico, por ejemplo en la edición de vídeo digital, proyecciones en movimiento, televisión, cine, animación, música, etc. En otros aspectos los ordenadores deben compatibilizar otras tecnologías para instalaciones, montajes capaces de visualizar imágenes por medios holográficos y los sistemas actualmente en estudio de representaciones multidimensionales que nos acerquen a un sueño de realidad, la existencia virtual cuando sea verdaderamente más real y pueda transmitirse a través de la Red, proyectarse en nuestros hogares a la manera de un holograma total, podríamos de esta manera acceder en el momento que lo deseemos a contemplar en casa una estatua de Fidias o un acontecimiento artístico que se emita en cualquier lugar del mundo con un cierto realismo. Pero no absoluto, la realidad y su naturaleza fundamental, el preciso instante original con su infinita riqueza de matices no creo que pueda duplicarse nunca. Volvemos al famoso cuadro de Magritte: Ceci n’est pas une pipa

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