c o m u n i c a c i ó n 
TELEDIARIOS:
HABITACIONES CON VISTAS
Norberto M. Ibáñez
El instrumento más poderoso conocido en el mundo de la información está desviándose hacia caminos laterales que aumentan su efecto sensacionalista y disminuyen su credibilidad y su significado.
       Furio Colombo.

Recientemente leía que en las grandes urbes de Japón existen apartamentos acondicionados con hermosas ventanas electrónicas que reproducen imágenes de paisajes idílicos que el residente programa a su gusto. De este modo el nipón se inmuniza de las decadentes vistas que su casa le ofrece (siempre y cuando ésta tenga apertura al exterior). En este caso los estrechos y reducidos inmuebles orientales se convierten en bellísimas habitaciones con vistas que permiten al inquilino levantarse con un amanecer tropical espectacular y acostarse con una sugerente puesta de sol desértica.

En definitiva, este creativo artilugio trata de estimular la imaginación del ser humano, de organizar un entorno distraído que capte su atención. Intenta crear un mundo ilusorio que lo disuada de la profundidad de las ideas y lo arrastre a la superficialidad, al hermetismo y conformismo vital.

El medio televisivo ya es, en ese sentido, un medio electrónico que descubre, analiza y juega con las carencias vitales del espectador genérico, por lo que trata de proporcionarle las sensaciones que necesita experimentar, probablemente porque en su medio natural nunca las llevará a cabo y le sirve de mediadora para cumplir indirectamente sus expectativas y tener constancia de pertenencia a un entorno. En este punto se podría abrir un debate que nos llevaría todo el artículo y no es este el caso y se abriría con la siguiente interrogación: ¿porque realmente las demanda o porque se las imponen y termina habituándose?
 

No hay angustia comparable a tus ojos oprimidos 
a tu sangre estremecida dentro del eclipse oscuro

El telediario ha sido por antonomasia el espacio estrella de las televisiones, el momento litúrgico en el que se congregaba la familia en torno a 365 líneas para conocer la realidad del mundo que les circundaba, y que le revelen la actualidad más inmediata y poder comentarla. Pero con la era de la información, como muchos otros hábitos, éste también está cambiando progresivamente. La rapidez de la información a través de internet, su fácil y económico acceso con posibilidad de elegir noticias a la carta, es decir, filtrando lo que le interesa y lo que no, la afluencia de canales temáticos... convierte en innecesarios a los partes informativos audiovisuales.

Cuando llega su hora de emisión el individuo ya ha saciado su sed, hasta emborracharse, de informaciones contrastadas y de última hora, amplias reflexiones de expertos de distintos países sobre múltiples noticias que, cuando llega la media hora del telediario, puede tener más información de la que el propio presentador puede ofrecer. Es en ese momento cuando el espectador prefiere relajarse y ver un programa cultural o de entretenimiento.
 

Desde hace unos años las tres cadenas más importante de Estados Unidos desplazaron sus telediarios nacionales-internacionales a las 18.30 h. porque a las 19.00 h., hora tradicional de su transmisión, el público prefería ver concursos.

Telediarios Menospreciados. Cambio de fórmulas
La señal más clamorosa de la menor relevancia que están adquiriendo los telediarios es que desde hace unos años las tres cadenas más importante de Estados Unidos desplazaron sus telediarios nacionales-internacionales a las 18.30 h. porque a las 19.00 h., hora tradicional de su transmisión, el público prefería ver concursos.
Siendo este el panorama es obvio que cada día sus editores tengan que combatir contra esta adversidad y ofertar informaciones con un tratamiento efectista y sensacionalista. Un joven amigo periodista me contó alarmado que había visto el siguiente mensaje informativo pegado en el panel de Avisos y Notas de la redacción de un telediario de la cadena estadounidense ABC-TV: “Homicidio, arma blanca, arma de fuego, agresión con palo o instrumentos anormales, estrangulamiento, suicidio”. Era una lista de prioridades. El jefe de redacción quería que al buscar entre los sucesos del día, los redactores se atuviesen a la lista y eligiesen sucesos a partir de esa consigna. Es por tanto notorio que se busca el impacto en el espectador por eso se le dedica unos minutos a un descarrilamiento de un tren en Ruanda con una decena visible de hombres calcinados antes que a un recital de poesía de jóvenes valores con necesidad de un espaldarazo televisivo.

Vemos pues que para el editor informativo no prima tanto lo que pueda enriquecer al espectador como lo que pueda parecerle más llamativo. Los informativos televisados han sufrido una metamorfosis espectacular en la última década. La fórmula clásica y decimonónica de formatos serenos, apáticos, rígidos e informaciones oficiosas, donde la política primaba sobre todas las cosas, ha sufrido un agotamiento para enfrentarse a una nueva realidad donde se valora lo que se denomina en jerga periodística las tres “S” (Dinero -$-, Sexo y Sangre) y se podría añadir una cuarta -Deporte -Sport- (aunque se puede entender como un apéndice que se desprende de la primera “S” dinero -$-). Estos cuatro sustantivos son, y de un modo sensacionalista, los catalizadores de los nuevos telediarios en detrimento de temas de mayor interés que no funcionan ni provocan a la audiencia. Se podría decir, después de analizar múltiples emisiones de estos espacios, que éste es el criterio para establecer los contenidos que se programan en un telediario. Suscitar el morbo de los televidentes e indudablemente atender a los señoritos que gracias a su generosidad se extienden los cheques en la cadena mensualmente son apreciaciones básicas para entender su realización.

Podemos decir que los telediarios están dentro de la lógica de la cultura de masas con una clara orientación hacia el mercado y la audiencia. Por ello la organización periodística persigue al mismo tiempo tres tipos de objetivos: incrementar la audiencia, incrementar la publicidad y alcanzar objetivos no relacionados directamente con los beneficios y que tienen que ver con el aumento del propio prestigio del espacio, de su capacidad de influencia en ciertos sectores sociales y en la política... 
Actores que interpretan a periodistas

El lenguaje cinematográfico cada vez es más contundente en las filmación de los telediarios. Se utilizan recursos como la cámara lenta, cuyo efecto dramático se utiliza para hacer hincapié en algún dato de la noticia; también se utiliza el registro del suspense para hacer llegar los mensajes. Los periodistas se convierten en meros comunicadores, intérpretes, actores que deben tener credibilidad frente al papel de periodistas que juegan día a día. Provocar la realidad para que sea espectacular.
La puesta en escena de un telediario se cuida sutilmente, con bandas sonoras atrayentes, estudios con mobiliario calculados para comunicar un mensaje coherente con la cadena, planos que hablan por sí sólos. Fuera de la redacción los reporteros, en ocasiones, juegan a directores de cine ya que al decir “acción” dan la orden a los anónimos actores de la noticia para que interpreten con emoción su roll (por ejemplo disparos de guerrilleros al aire, gritos en una manifestación...) cuando, probablemente, momentos antes de emitir en directo estaban todos pasivos. Provocar la ilusión de realidad es uno de sus principales cometidos para aportar credibilidad y colorismo al acontecimiento noticioso. Cierto que en muchas ocasiones se juegan el tipo e incluso mueren por querer acercar esa realidad; mientras, otros más cobardes prefieren inventarla.
En ese sentido, ha habido un salto cualitativo en la creación de los espacios informativos pues de la misa oficial, lectura del salmo del día y ritualidad de los telediarios de los años anteriores a los noventa... hemos pasado a sonrisas, juventud, aumento de imágenes en detrimento de la palabra, seducen al espectador (si el presentador se confunde somos cómplices y permisivos; anteriormente eran destituidos), se atreven a hacer chistes, usan un discurso coloquial, se muestran cercanos (aunque hay cadenas y cadenas porque TVE 1 sigue predicando el sermón retrógrado y nacionalcatolicista de siempre. Suerte que TVE 2 cuenta con la genialidad de Lorenzo Milá y todo su equipo y se escapan radicalmente de esa rancia receta de informativos). Actualmente todos los telediarios tienen una lectura semántica que tiene más que ver con la imagen que la palabra.
 

La organización periodística persigue al mismo tiempo tres tipos de objetivos: incrementar la audiencia, incrementar la publicidad y alcanzar objetivos no relacionados directamente con los beneficios y que tienen que ver con el aumento del propio prestigio del espacio, de su capacidad de influencia en ciertos sectores sociales y en la política...

Audiencias. Pérdida de la ética profesional. Pacto de silencio.
Recuerdo uno de los primeros artículos que leí, siendo un adolescente, y que todavía guardo y recuerdo con especial predilección. Estaba firmado en el año 1954 por un reportero, del diario Chronicle de San Francisco, llamado J. Campbell Bruce y lo titulaba Tres días de silencio que salvaron una vida. En él contaba como varios medios de comunicación de los Estados Unidos se abstuvieron de dar un “scoop” (una exclusiva) por salvar la vida de un secuestrado, ya que fue una premisa por parte de los secuestradores. Un caso sin precedentes de autocensura de los informadores que subordinaron su faceta profesional, a veces sin escrúpulos, ante su responsabilidad humana y social. Eran los años cincuenta americanos donde prevalecía una conciencia social difícil de repetirse. Preguntarse si eso mismo ocurriría hoy en nuestro país es ridículo, los editores y directores con toda certeza serían capaces de desencadenar una nueva guerra civil por subir un punto más que la otra cadena en el “share” (audiencia).
En este sentido se está perdiendo la deontología profesional periodística como principio para ejercer la profesión y para respetar el juego informativo en una democracia moderna. Esto significa que las audiencias marcan incondicionalmente la trayectoria de un telediario. Por eso existe lo que se denomina inadecuación de noticias. No se puede editar lo que no resulte vistoso, fílmicamente bello, puesto que el objetivo principal de las informaciones televisadas es el de impresionar al espectador más que de formarlo como ciudadano. Muchos eventos, de interés general y de verdadera noticia, no se editan porque no son atractivos para una cámara y puede ser una emisión aburrida.

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