Mediterráneo: un mar de
dudas
Tierras versadas por la historia y un mar
con ojos azules de mediterráneo
color intenso e infinito que corona la vida
de litorales amarrados a civilizaciones vigorosas.
Pueblos que lo vieron nacer
creyeron que el mar era cielo
y viajaron en su firmamento celeste.
Marineros partícipes de una misma fuente natural
desconocidos y traicionados entre sí.
Hoy, artesanos de una cultura de paz
apuestan por hermanar tradiciones milenarias
que miran sus aguas custodiadas por la creatividad.
Estrellas doradas brillan con intensidad en el Mare Nostrum
para dimensionar nuestro pequeño paraíso
o quemar con impunidad paisajes sufridos.
Mediterráneo rompe sus cadenas y se llena de lamento
observándose protagonista sucio y emponzoñado.
Nadie ha vestido de gala al anfitrión, llora,
ecologistas hablan de su cercana muerte.
Singular elemento que une a los hijos del mar
descuidado por manos sin corazón.
No se puede hablar de índigos lazos
si el lazo se desvanece en su color.
El mar que yo quería fue en vez de azul, el mar de la pena.
El resto es silencio.