m o n o g r á f i c o c o m u n i c a c i ó n

 Javier Echeverría

Saber innovar:
métodos leibnizianos para el Ars Inveniendi



Según Leibniz, no sólo hay una lógica del descubrimiento científico, sino también una metodología de la invención. Como buen racionalista, Leibniz reflexionó a fondo sobre el Ars Inveniendi, lo que hoy llamaríamos también Ars Innovandi, y propugnó un conjunto de reglas para favorecer la invención y la innovación. Sus propuestas se orientaron sobre todo a la innovación conceptual y científica, pero también se ocupó de las invenciones técnicas, a las que concedía una gran importancia para el progreso humano y social. Su objetivo era muy ambicioso, porque para él no sólo se trataba de inventar, sino de hacerlo racionalmente, es decir, conforme a un método inventivo. Si reinterpretamos sus tesis en la actualidad, adecuándolas a la investigación tecno-científica del siglo XX, encontraremos una buena fuente de inspiración para innovar, porque su meta era llegar a saber inventar, siguiendo para ello el método de análisis y síntesis. Corrigiendo y mejorando las reglas para la dirección del espíritu de Descartes, centradas en el orden y la corrección del razonamiento, Leibniz insistió en la fecundidad y utilidad del proceder racional, es decir, en la capacidad que tiene la razón para innovar.

El proyecto leibniciano del Ars inveniendi se enmarca en un proyecto intelectual más amplio, el Ars Characteristica, cuya aplicación debería permitir mejorar los conocimientos y la sabiduría humana. Del Ars Characteristica forman parte diversas artes, como el Ars iudicandi (que permite evitar errores), el Ars Ratiocinandi (que se ocupa de las reglas que hay que aplicar para razonar bien), el Ars Mnemonica (que recoge la tradición de las artes de la memoria), el Ars Disputandi (que nos enseña a discutir y polemizar) y el Ars Inveniendi (que nos enseña a descubrir e inventar). El Ars Characteristica implica la búsqueda de la Characteristica Universalis, que debería ser el lenguaje universal para la investigación científica y el gran instrumento para la invención. En este artículo nos centraremos en el Arte de Inventar, pero conviene tener presente que forma parte del gran Arte de los Signos (Characteristica) y por tanto se relaciona con las otras artes mencionadas.

A lo largo de su vida, Leibniz se ocupó más de una vez del Ars Inveniendi, llegando a formular reglas para desarrollarlo. Nos centraremos especialmente en el escrito De la sagesse, en el que propuso tres reglas para razonar, diez para inventar y siete para recordar. Dicho fragmento responde a la lectura que Leibniz hizo de las Regulae de Descartes, y por tanto muestra las diferencias entre el método cartesiano y el leibniciano. Según Leibniz, para inventar hay que proceder conforme al método de análisis y síntesis. El ejemplo que estudió más a fondo es el de la invención de nuevas ideas (o conceptos):

1.- Lo primero es conocer a fondo aquello que se está investigando, delimitando los requisitos de dicha cosa, es decir, su definición y sus propiedades específicas. Es importante señalar que, según Leibniz, es posible hallar varias definiciones diferentes de una misma cosa. Se trata de investigar todas ellas, una por una, y de hacerlas converger hacia una definición más general que las englobe a todas.

2.- En segundo lugar, hay que iterar la regla 1 a todos y cada uno de los términos que hayan aparecido en cada una de las definiciones de partida.

3.- El proceso se repite para las nuevas definiciones que van surgiendo, hasta que se llegue a términos que nos parezcan inanalizables, o por sí mismos inteligibles. Cuando hemos llegado a este punto por todas las ramas de nuestro árbol analítico, conocemos la cosa propuesta lo mejor posible. En este tipo de conocimiento caben grados mayores y menores de perfección. 

4.- Los análisis anteriores han de ser repetidos una y otra vez, tanto para hallar posibles errores como para descubrir vías de análisis que no se nos habían ocurrido anteriormente. El objetivo consiste en tener presentes de golpe todos los requisitos generales  de la cosa analizada. Si somos capaces de dar razón (conceptual) de todas las definiciones iniciales mediante estos requisitos generales, tenemos un conocimiento perfecto de la cosa, lo cual raras veces sucede. Aunque no lleguemos a tanto, el análisis conceptual realizado nos será muy útil para demostrar y para encontrar nuevas verdades. Es más fácil hallar nuevas verdades a partir de los requisitos intermedios que analizar hasta el final un concepto o una definición.

5.- Esta primera fase de análisis ha de empezar por lo más sencillo, yendo de lo fácil a lo difícil.

6.- En esta fase de análisis hay que procurar no omitir nada. Para ello Leibniz aconseja seguir el procedimiento de las dicotomías, que permite analizar binariamente los conceptos e ideas.

7.- El resultado último del análisis es la obtención de los requisitos más simples y generales, o al menos aquellos que podemos considerar como más simples, dado el estado actual de nuestros conocimientos.

8.- Partiendo de esta colección de requisitos cuasi-simples, el método de síntesis consiste en combinarlos unos con otros de las diversas maneras posibles, lo cual generará algunas de las nociones previamente existentes, pero también dará lugar a problemas y nociones nuevas. En la medida en que el análisis haya ido más lejos, la síntesis combinatoria podrá ser más o menos inventiva.

La marca distintiva de un buen uso del Ars Inveniendi radica, por una parte, en el hallazgo de buenas definiciones a lo largo de la fase de análisis, y por otra, en la producción de invenciones útiles en la fase de síntesis. El análisis ha de ser llevado a cabo a base de proponer definiciones nuevas y más perfectas que las proporcionadas por nuestros antecesores. La síntesis ha de justificar combinatoria y deductivamente lo ya conocido pero, además, ha de suministrar nuevos teoremas, nuevos hechos o nuevos artefactos. Para saber si una definición es buena o mala existe un primer criterio: que sea constructiva, es decir, que muestre en la definición misma la posibilidad de lo definido. 
 

El análisis ha de ser llevado a cabo a base de proponer definiciones nuevas y más perfectas que las proporcionadas por nuestros antecesores. La síntesis ha de justificar combinatoria y deductivamente lo ya conocido pero, además, ha de suministrar nuevos teoremas, nuevos hechos o nuevos artefactos.

Salvando las distancias, esta metodología para la invención de conceptos puede ser ampliada para otro tipo de invenciones. La constructibilidad de los artefactos inventables a priori (diseño) es el criterio básico para seleccionar entre todos los inventos posibles aquellos que pueden llegar a ser efectivos. En el caso de las innovaciones técnicas, la combinación de nociones se traduce en integración de componentes de diferentes artefactos (composibilidad, como dice Fernando Broncano en su libro Mundos artificiales) y el hallazgo de las nociones más simples equivale a la determinación de las componentes elementales de un aparato. Más interesante todavía es la regla que postula recopilar las diversas definiciones disponibles de la noción investigada antes de iniciar el análisis de las mismas y la ulterior síntesis combinatoria. En el caso de la invención técnica, ello equivaldría a recopilar las tentativas previas de otros inventores (en un escenario transcultural), analizarlas, reducirlas a sus componentes elementales y, a continuación, combinar esas componentes de todas las maneras posibles. Muchas de esas combinaciones serán inviables técnicamente, otras no. Estas son las que hay que poner a prueba en base a su mayor o menor funcionalidad, utilidad, coste, etc. Así como las innovaciones conceptuales de Leibniz estaban orientadas a generar nuevas verdades, el método inventivo leibniciano, aplicado a otros ámbitos del saber, ha de tener como criterio de selección el incremento del grado de satisfacción de diversos valores (eficiencia, utilidad, elegancia, belleza, aplicabilidad, rendimiento, coste, etc.). Hay invenciones posibles que hay que descartar porque en la misma fase del diseño no satisfacen algunos de esos requisitos axiológicos. Otras, en cambio, pasan esa primera criba, pero han de someterse a otras, incluyendo su competitividad en el mercado, sus riesgos, sus impactos ecológicos o sociales, etc. La invención es un proceso a lo largo del cual se contemplan distintas alternativas posibles, que son evaluadas conforme a criterios iterados. 
 

Frente al mito de la genialidad y de la inspiración, los procesos de innovación científico-tecnológica también son analizables racionalmente. Esta sería la principal enseñanza que se podría extraer de los múltiples intentos de Leibniz por formular reglas metodológicas para el Arte de Inventar.
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