m o n o g r á f i c o |
Hemos caido en un pozo que
ahoga los sueños |
Así, en un acercamiento a muchos autores, separamos las denominadas
ciencias de la naturaleza y ciencias del hombre o del espíritu.
Decía el Profesor Lisarrague que "La realidad se divide en dos grandes
zonas: la realidad exterior caracterizada por la determinación y
la realidad humana que actúa desde sí misma y, por lo tanto,
con autodeterminación. A estas dos zonas de lo real se endereza
la distinción entre ciencias de la naturaleza y ciencias del espíritu
o ciencias humanas".
De esta primera acepción se desprende que la ciencia como tal
abarca, como expresión de los conocimientos y saberes, el universo
mundo, lo que nos hace aceptar una visión global, universal de la
cultura como representación y acumulación del esfuerzo y
progreso humano.
Sin embargo, en el lenguaje y usos vulgares, siempre hemos establecido una frontera simplificadora, pero útil para distinguir los distintos campos: ciencias y letras. Pertenecer a uno u otro grupo en el aula, o a la hora de elegir la rama del bachillerato o de los estudios universitarios, venía a justificar posturas, inhibiciones, ante ciertos conocimientos o desconocimientos de carácter general, utilizando el manoseado dicho de "soy de letras" o "soy de ciencias" lo que permitía, también, situarse frente al trabajo y a veces como disculpa o coartada justificativa de ignorancias.
Según el general entender de muchos pensadores las "ciencias"
se encuentran dentro del área de la investigación o del conocimiento
experimental, basadas en la observación de la realidad exterior
que se subdivide a la vez en dos grandes sectores: el de las ciencias físicas,
en el que rige una casualidad antecedente, la causa es anterior al efecto
y el de los seres vivientes en el que se da una casualidad final. Ese mundo
de la física a su vez se escinde en dos grandes parcelas: aquella
en que el proceso de los hechos es perceptible de un modo terminante por
la matemática como "metrón abstracto" y, de otro, el ámbito
de la física nuclear dentro de la que los hechos no son perceptibles
de un modo absoluto, sino en virtud del cálculo probabilístico.
La matemática ya no actúa en la física de la relatividad
envolviendo puramente a la naturaleza, sino como plegada al cosmos real.
Por otra parte, el estudio y conocimiento del área denominada de las "letras" se basa más en la inventiva, en la creación del hombre, en la reflexión que hace sobre sí mismo y lo que le rodea; sobre la cuestión central: su origen y el de los demás seres o cosas. |
Por otra parte, el estudio y conocimiento del área denominada de las "letras" se basa más en la inventiva, en la creación del hombre, en la reflexión que hace sobre sí mismo y lo que le rodea; sobre la cuestión central: su origen y el de los demás seres o cosas. Pero, además, ese espíritu inventivo, creativo, inductivo, lo impele, lo impulsa a la expresión o plasmación de sus ideas, sentimientos, impresiones. Sin intención de divagar, pero intentando acercarnos a nuestra primera consideración, débilmente enunciada, no tenemos más remedio que, al hablar de las Humanidades, aunque sea en una primera acepción elemental, encontrarnos con el hombre. El propio término, como es sabido, denota el conjunto de saberes no experimentales, ni técnicos que como disciplinas forman parte de los planes de estudio en las enseñanzas medias y universitarias. Pero, siendo, como ya indicábamos más arriba, el hombre centro de nuestro mundo, una de las cosas que lo diferencian de otros grupos de la naturaleza es el estudio de toda la realidad: la exterior y la humana. Pero conviene añadir con Dilthey "que en la vida humana todo se explica desde el momento que todo se interpreta".
Las Humanidades vienen a significar todo el conjunto de disciplinas
científicas, históricas, sociales, artísticas y literarias
que tienden a moldear y perfeccionar el espíritu humano. En definitiva,
si tuviéramos que condensar en una expresión castellana el
significado del término Humanidades, esta sería "cultura
humana".
Clara Janés (en un pequeño suelto titulado: "La fragilidad de la cultura", ABC,17/07/99) cita al pianista Ivo Pogorelich que dijo: "la cultura es un bien muy precioso pero frágil, que hay que cuidad porque puede perderse con gran facilidad". |
Clara Janés (en un pequeño suelto titulado: "La fragilidad de la cultura", ABC,17/07/99) cita al pianista Ivo Pogorelich que dijo: "la cultura es un bien muy precioso pero frágil, que hay que cuidad porque puede perderse con gran facilidad". Y comenta a, continuación, que esa cita expresa el sentido de muchos artistas que barruntan que la creación encierra algo más que el ejercicio al arte. Ese algo tiene un carácter específicamente humano y se vincula con su imaginario positivo. Después de recorrer en breves líneas un itinerario de millones de años, nos sitúa ante el hombre de Cro-Magnon, el primer sapiens, que es cuando empezaron a cambiar las cosas: aparecieron los instrumentos de música, estatuillas, pinturas rupestres, joyas; se inventó la navegación y se perfeccionaron las herramientas; apareció la aguja, el arpón, el anzuelo, el arco y la flecha. Pese al progreso y la explosión artística, los avances desarrollaron un aspecto negativo. Debemos añadir que el hombre está tentado por el afán de sobrevivir por un lado y de imponerse a sus propios semejantes, por otro. Desaparecieron, además de los animales grandes por la técnica de la caza, los hombres que habitaban Europa, los Neandertal (o Neanderthal), extinguidos por los Cro-Magnon más inteligentes. Por todo lo anterior, y sin entrar en otras consideraciones, conviene "velar por la frágil cultura, equilibrar si no vencer, ese desequilibrio fatal de nuestra capacidad de inventiva, conservar lo mejor de ese fuego sagrado que al hombre le ha costado casi dos millones de años conseguir".
En este pensar sobre la Humanidades, hemos encontrado no sólo al hombre como creador e inventor de cosas con las que intenta mejorar su vida, su existencia. También hemos llegado a la cultura como consecución de la mejor actividad creativa del ser humano. Einstein, de cuya teoría se dijo "que era una de las más grandes ganancias de la humanidad, de la historia del pensamiento humano", parece que en los momentos de ocio cantaba refiriéndose a las personas escogidas o de calidad: "para ser miembro/ de un rebaño de ovejas/ es preciso en todo momento/ ser una oveja". Con ello quería significar que lo que es importante de verdad es ser un hombre, cosa no tan fácil como parece. Decía que el misterio es lo más importante de lo que somos capaces de sentir. Es la sensación fundamental, la cuna del arte y de la verdadera ciencia. Quien no lo conoce, quien no puede sorprenderse o maravillarse está muerto, sus ojos se han extinguido. (Juan Peruccho, "Las Ciencias y las Humanidades". La Vanguardia, 22801/01).
No cabe duda que el primer misterio es el propio hombre; su origen,
su destino, su fin último. Las ciencias del hombre y del espíritu
formulan con dureza preguntas a las que a lo largo del tiempo tenemos que
responder. Pero, además, si para Platón "la política
es sobre todo educación", cualquier decisión dentro de un
ámbito tan sensible puede determinar el rumbo que siga la comunidad
o la ciudad. Toda legislación en ese terreno tiene muy pronto una
incidencia palpable y perceptible en los hábitos y en las
costumbres y estos son los que constituyen el substrato de las creencias
sobre las cuales la vida en común se materializa.
Nos encontramos en "un contexto en el que el hábito de no pensar
parece haberse consolidado en razón de la inepcia del legislador
y la pasividad hiriente de la propia sociedad. Y esto no ha afectado, únicamente
a la Filosofía. La cultura clásica, el Latín y el
Griego han padecido idéntico destino aciago. Como si en general,
todo lo que tuviera que ver con la cultura humanística poseyera
un lastre que no pudiese compaginarse con la cultura de hoy, al parecer
tan solo por las tecnologías y las ciencias más avanzadas".
(Eugenio Trias, "Filosofía y Humanidades", El Mundo, 08/01/01).
Nos encontramos en "un contexto en el que el hábito de no pensar parece haberse consolidado en razón de la inepcia del legislador y la pasividad hiriente de la propia sociedad. Y esto no ha afectado, únicamente a la Filosofía. La cultura clásica, el Latín y el Griego han padecido idéntico destino aciago. |
Otras muchas voces de catedráticos, pensadores, humanistas se han elevado demandando soluciones ante una situación en la que los saberes humanísticos, los conocimientos generales han sufrido un fuerte retroceso en la enseñanza. Julia Mangano y Emilia Olivé, en un artículo sobre la "Precariedad de la Filosofía" (La Vanguardia, 30/11/2000) dicen: "En 1990 dejamos en manos de los políticos y funcionarios una reforma educativa trascendental que habría de decidir "que debe saber un futuro ciudadano". Suele ser mal negocio delegar responsabilidades en la Administración porque la consecuencias de una mal planificación educativa perjudican a todos y son de difícil resolución".
Podríamos traer muchos testimonios a favor de una reforma más profunda ya que la aprobada, dando más tiempo lectivo a algunas materias, no se ha considerado suficiente y, en algunos casos, se estima que sólo beneficia a un sector del alumnado, el de mayor nivel ("El Plan de Humanidades y el desmantelamiento de la Logse", El País –Aula Libre-, 15/01/01).
Sin embargo, conviene recordar que no es este un problema nuevo. Ortega ya nos decía que "la Filosofía quedó aplastada, humillada por el imperialismo de la Física y empavorecida por el terrorismo intelectual de los laboratorios". También Unamuno, en su Vida de D. Quijote y Sancho, quiere advertirnos del peligro de la máquina frente al hombre, y nos cuenta que el famoso caballero vio en los molinos de viento la amenaza materialista en contra del hombre y su espíritu.
Saber, viene de sapere, saborear, gustar. También Ortega (¿Qué es filosofía?. Revista de Occidente, Colección El Arquero, pág. 14.) dice: "el público empieza a sentir de nuevo necesidad de ideas y a la par siente en ellas voluptuosidad. No es un azar la combinación de estos dos caracteres [...] En el ser viviente toda necesidad esencial que brota del ser mismo y no le sobreviene accidentalmente de fuera, va acompañada de voluptuosidad. La voluptuosidad es la cara, las facies, de la felicidad" Por esto la Humanidades, su estudio puede ir acompañado del gozo, del placer de múltiples descubrimientos.
Se ha abierto un camino para que los saberes lleguen a los universitarios, y es el emprendido por la Universidad Rey Juan Carlos que puede servir para acercar las ciencias del espíritu a todos los alumnos, sea cual fuere la especialidad a la que este adscrito.
Para terminar recordamos a Nietzsche:
"Cuando Zaratustra hubo cumplido los treinta años, abandonó
su patria y el lago de su patria y fue a loa montaña. Al fin su
corazón se transformó. Una mañana, se levantó
con el alba, se enfrentó con el Sol y le habló... Estoy cansado
de mi sabiduría... Quisiera dar, distribuir... para ello he de bajar
a lo profundo, como lo haces tu al anochecer, cuando te hundes en el mar...
y Zaratustra volverá a ser hombre" El estudio, conocer, aprender,
saborear, gozar la cultura, los saberes humanos, nuestra historia, nos
permitirán crecer en nuestro propio conocimiento y el de los demás.
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