c o m u n i c a c i ó n
La universidad futura: un par de reflexiones
![]() Pedro Pernías |
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Es un hecho que la tecnología está cambiando la sociedad, las relaciones personales y hasta las percepciones individuales y una de las organizaciones que más está cambiando es la Universidad. Las maneras tradicionales de hacer las cosas en ella se ven alteradas para poder seguir cumpliendo el objetivo final de la institución, a saber, la transmisión de la ciencia y del conocimiento. Esas maneras se constituyen en lo que podríamos denominar, en líneas generales, modelos educativos. Los mencionados modelos son, pues, un “retrato robot” de la forma general de proceder aunque su complejidad aumenta en cuanto profundizamos en ellos, ya que son muchas las variables que intervienen en ellos. ¿Cuál es el modelo de la Universidad en Red? ¿Cómo
va a ser la Universidad que estamos creando?
Individuo vs. Grupo
Los alumnos recibían formación, al igual que sus profesores,
acerca de la dinámica de la herramienta y su uso, que, por otro
lado, era muy simple y no añadía complejidad al acto de aprendizaje
más allá de la inherente al uso básico de un ordenador.
Sin embargo, observamos con sorpresa que los alumnos más aventajados de este curso, lejos de conectarse de manera individual para comunicarse con sus profesores o hacer sus ejercicios, se organizaban en pequeños grupos espontáneos que, aprovechando la mejor conexión o habilidad de alguno de los componentes, trabajaban reuniéndose los fines de semana en el hogar del mencionado miembro y se conectaban a nuestro sistema de tele-educación como si fueran una sola persona, desbaratando cualquier intento de controlar individualmente los accesos al sistema. Estos grupos de estudio, nada extraños por otro lado en la práctica habitual de la Universidad tradicional, actuaban como grupos de auto apoyo en los que las carencias de algunos eran suplidas por las aptitudes de otros, pero cumpliendo todos ellos el objetivo final del curso. Esta situación, además de hacernos añadir algunas opciones nuevas a nuestros futuros desarrollos de sistemas de tele-educación nos induce a una reflexión acerca de cómo va a funcionar la Universidad del futuro, en la que los alumnos, olvidados y relegados al simple papel de usuarios, aún tienen mucho que decir. Nuestros modelos educativos para la tele-enseñanza, replanteados en la actualidad gracias a las posibilidades que ofrecen las TIC tienden a basarse en los existentes en otras latitudes. Las universidades anglosajonas, pioneras en la tele-educación, y ahora vanguardias del uso de las TIC en la educación a distancia, nos presentan unas propuestas muy interesantes que muchos de nosotros hemos estudiado para hacer las nuestras. Sin embargo, un análisis diferencial en cuanto a modelos didácticos de la tradicional universidad presencial presenta elementos muy interesantes. Si pudiéramos hablar de dos modelos didácticos, el que podríamos llamar “modelo anglosajón” y el “latino” , encontraríamos que, mientras el primero hace un gran uso de la relación profesor-alumno en forma de tutoría personalizada, el segundo está más orientado a la relación profesor-grupo. Aquí, el profesor se relaciona principalmente con la clase, reduciendo la tutoría a un componente complementario. Este simple análisis, por otra parte muy superficial, nos debería hacer pensar en que la adaptación que podamos hacer de los modelos de tele-enseñanza al uso en América del Norte y Reino Unido, fundamentalmente, ha de tener en cuenta que los universitarios de nuestro ámbito demandan interacción grupal: la universidad, para ellos, tiene un componente de “plaza pública” que la tecnología debe resolver si quiere usar el nuevo medio para desarrollar una universidad del futuro. Presencial vs. No-presencial
También es frecuente encontrar modelos mixtos presencial/no-presencial
en los que existe una parte del curso más o menos extensa que se
realiza de la manera normal, es decir, juntando alumnos y profesores
en la misma aula durante un tiempo determinado, para luego complementar
el trabajo realizado mediante el uso de las TIC.
También en este aspecto existen diferencias entre los “campus virtuales” anglosajones y los latinos: los primeros suelen reducir el componente presencial a la mínima expresión, hasta llegar a su desaparición. Los campus virtuales se transforman en herramientas exclusivas para la educación a distancia. Sin necesidad de cruzar el mar para ver un ejemplo, podemos ver un exitoso ejemplo de este tipo en la Universitat Oberta de Cataluña. Allí, los alumnos no tienen un campus físico en el que reunirse a recibir clase: los materiales les son enviados por muchos medios para su auto-estudio y el campus actúa como espacio de trabajo para la tutoría y la participación El resto de las universidades presenciales españolas –y muchas latinoamericanas- están creando sus propios desarrollos pero con otro modelo subyacente: aquí se trata de mejorar la calidad de la enseñanza presencial complementándola con el uso de herramientas telemáticas. De manera que se produce una revalorización de la presencia física del alumno en el campus. Dicho de otra manera, el alumno y el profesor tendrían que juntarse en el mismo espacio y tiempo para realizar las cosas que no pueden tener lugar en el espacio telemático. Ello produce una reconsideración del tiempo presencial, que es utilizado para realizar las tareas que realmente necesitan del contacto directo profesor-alumno para realizarse. La pura recogida de información, la transmisión directa del conocimiento y alguna práctica más o menos rutinaria quedan para el campus virtual. Un ejemplo de este tipo de utilización es el Campus Virtual de la Universidad de Alicante(CVUA), que ha introducido a los más de treinta mil alumnos de la Universidad en la red e implicado a más de un tercio de sus profesores en su uso (datos curso académico 98/99). Este campus está demostrando ser un modelo a seguir cuando se trata de adaptar a la universidad tradicional a nuevos usos y maneras. Sin embargo, los dos modelos de campus virtual tienden a encontrarse en un espacio común de teleformación en el que la posible competencia entre universidades por recursos y alumnos cada vez más escasos será superada por la colaboración e intercambio entre instituciones para beneficiarse de las mejores características de cada una de ellas. |
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