a r t e s     p l á s t i c a s
Armando Pilato
ITALIA DUEMlLLA: RECORRIDO Y PANORAMA

 
"Las imágenes existen cuando el alma se eleva y las cosas no son cosas sino expresión poética de nuestro espíritu creador".
Carlo Carrà

Cuando se hace referencia al arte italiano lo más fácil es visualizar cualquiera de los estilos cadificados que nacieron y se desarrollaron a lo largo de la historia en el país transalpino. Importantes obras, especialmente edificios, cuadros y esculturas, han pasado a formar parte del museo imaginario de la humanidad, convirtiéndose en iconos de distintas épocas y sociedades. A menudo esta excelente herencia se ha convertido en un lastre para las manifestaciones artísticas italianas de la edad contemporánea, quedando estas difuminadas por el efecto de la comparación. Desde las últimas décadas se está realizando una importante labor de revalorización y relectura del arte del ochocientos, de fuerte contenido luminista y social, y sobre todo, un nuevo planteamiento en el análisis y la narración histórica del arte italiano del siglo XX, desde las vanguardias a nuestros días.
 

El fuerte sentido de autocrítica que caracteriza el espíritu italiano, la agonía de la duda existencial enmascarada de diletantismo y la permanencia de actitudes aprendidas externas han conformado un handicap para el conocimiento y disfrute de una producción artística y teórica puntera y capital.

Se ha llegado a esta coyuntura con la colaboración, en ocasiones muy estrecha, de artistas, críticos e historiadores, creando una escuela propia que ha sido exportada a otros ámbitos culturales. Podemos afirmar que el arte italiano actual no es solamente el producto artístico tradicional que se plasma en los libros y manuales, sino que constituye un corpus más complejo con ramificaciones que se ovillan en diversos sectores, señalando tendencias de carácter universal. El fuerte sentido de autocrítica que caracteriza el espíritu italiano, la agonía de la duda existencial enmascarada de diletantismo y la permanencia de actitudes aprendidas externas han conformado un handicap para el conocimiento y disfrute de una producción artística y teórica puntera y capital.

Del realismo social, el impresionismo traducido y el simbolismo onírico, coetáneos en el tiempo, se pasó a principios de siglo, a un periodo que tendría dos corrientes esenciales; la decorativa, con el "Liberty", el Art Decò y el "Novecento", y la vanguardista futurista, que abre el camino a muchas de las experiencias artísticas posteriores. Marinetti en su Manifiesto técnico de la escultura futurista pulsó claves como: la relación espacial, la abolición del sublime, la autonegación, el infinito el polimaterismo y la destrucción de la nobleza literaria del mármol y el bronce. Sin embargo la pretendida renovación terminó con un retorno a los orígenes representada por la metafísica, el realismo mágico y el surrealismo suavizado.

Tras la segunda postguerra surge el informal, en sus tres vertientes de signo, materia y acción, que culminará con la crisis de la obra de arte y el proyecto de superación artística en los cincuenta. Los años sesenta representan la búsqueda óptico visual y la explosión del arte cinético que provocará a la vez el efecto de la poética del objeto. El desarrollo lógico será el desencadenamiento de distintas corrientes y tendencias, el Minimal, el Land Art, el Conceptual, el Povera, la repetición diferente, etc., convivirán en efecto acordeón con un Pop italiano de rememoración, un Body Art provocador y salvaje, y nuevas experiencias guiadas o no que englobarán casi todos los ámbitos humanos.

La década siguiente el arte ya no se circunscribe a lo artístico y sobrepasa enormemente las entonces extravagantes propuestas futuristas, (cine, teatro, moda, ilustración), en unos años de plomo y agitación política y social, a través de un lenguaje cada vez más individualista.

Se llega pues a la Transvanguardia, definida por Argan como la "última vanguardia posible" y por De Fusco como "la última expresión de la línea de la reducción". Los ochenta señalan la consideración del lenguaje como un instrumento de transición, de paso de una obra a otra, de un estilo a otro, con una actitud nómada que aprovecha e invierte todos los lenguajes del pasado. Así se alcanza el eclecticismo posterior, aunque con un mayor sentido de la elegancia, que marcará el arte italiano de los noventa caracterizado por un fuerte subjetivismo del que Bonito Oliva individualiza los siguientes elementos estructurales: la mutabilidad del estilo, la interinidad de la obra, la contradicción ideológica y la preocupación por la detallada captación del pensamiento del autor.
Varios son los frentes que convierten a la cultura artística italiana en fundamental y, a la vez, en difusora de tendencias totalizadoras: una evolución consecuente de las distintas escuelas, la ingente bibliografía renovadora tanto en monografías como en exposiciones, la mirada al pasado con proyección y la apertura de interesantes polémicas teóricas. Vemos como cualquier ciudad, y aquí se aprecia el sentido de polis italiano, posee centros públicos y privados de arte contemporáneo, galerías y una red de publicaciones que llegan a la colectividad. Por otra parte se engloban disciplinas como el cine, la fotografía, el diseño industrial, la moda, el comic, la escenografía etc. Asimismo es preciso señalar la importancia de las propuestas arquitectónicas, bien de exterior como de interior, como hito y contenedor de todo ello. Consecuentemente el arte de hoy también hay que buscarlo fuera de galerías y museos, a nuestro alrededor vivo y cercano.

Un elenco de las recientes actividades realizadas sería largo y pesado, pero del variado panorama artístico presente hay que citar algunas manifestaciones. Precisamente este año se ha celebrado el centenario del nacimiento de Fontana, con una serie de muestras en Milán, en las que han primado la plasmación de su multiplicidad de lenguajes y de ámbitos operativos. En la misma ciudad se presentó Rosso Vivo subtitulada Mutación Transfiguración y Sangre en el Arte Contemporáneo, en la que diversos artistas internacionales tomaron la fisicidad como argumento y pretexto para sus propuestas. Así el espacio y el cuerpo han adquirido el protagonismo extremo indagando y reflexionando en los aspectos más preocupantes y cercanos de la realidad humana. De la misma manera presentar un listado de artistas en activo sería excluyente, a este respecto es necesario destacar la profusión y calidad de las revistas de arte y cultura que, en ocasiones, inundan los anaqueles de librerías y bibliotecas. Justamente a principios del pasado mes de junio se celebró en Génova la Primera Bienal Europea de Revistas Culturales, en la cual se presentaron las revistas de quince países de la Unión Europea arropadas por un sustancioso programa congresual.
 

La importancia de la práctica artística italiana del momento, tanto en valor cualitativo como de mercado, con especial atención a la multiplicidad de la misma, la existencia de certámenes de resonancia internacional y de un mundo especializado y comprometido, hacen de Italia un foco de primera magnitud a tener en cuenta.

La importancia de la práctica artística italiana del momento, tanto en valor cualitativo como de mercado, con especial atención a la multiplicidad de la misma, la existencia de certámenes de resonancia internacional y de un mundo especializado y comprometido, hacen de Italia un foco de primera magnitud a tener en cuenta. Las búsquedas paralelas del joven arte italiano, basadas sobre todo en la huella del cuerpo y de la mente, nos proporciona una sensación de sorpresa: algo que podríamos comparar con puñetazos en la boca y besos en el estómago.
 

- Bonito Oliva, Achille, Italiana 1950-1986. Cimal Internacional, Valencia, 1986.
- De Fusco, Renato, Storia dell 'arte contemporanea. Laterza, Bari, 1983. 
- Dorfles, Gillo, El devenir de la critica, Espasa-Calpe, Madrid, 1979.
- Eco, Umberto, La def definición del arte, Martínez. Roca, Barcelona, 
1985.
- Krauss, Rosalind, Passaggi. Storia della scultura da Rodin alla Land Art, Mondadori, Milán, 1998.
- Lucie-Smith, El Arte Hoy, Cátedra, Madrid, 1981.
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