h u m a n i d a d e s
Cuéntame aquella mentira

 
Todas las penas pueden soportarse si se meten en una historia o se cuenta una historia acerca de ellas.
ISAK DINENSEN

Espero que no habrás llevado una doble vida, simulando perversidad cuando te has portado bien todo el tiempo. Esto sería hipocresía.

OSCAR WILDE. “La importancia de llamarse Ernesto”

Me condenaron a no mentir y se marcharon. No había injuriado ni calumniado y, a falta de tipificación penal, el interrogatorio no terminó con el pronunciamiento de auto ni sentencia ni la cena derivó en alcohol entre amigos sino con palabras que creí cercanas y abrazos que parecieron estrechos. Se marcharon e inicié el ejercicio de la no mentira. La práctica continua de la verdad día a día reanimó mi ansia de lector, fui conocido en las filmotecas y escuché las historias y los cuentos de quienes fueran donde fuera en cualquier momento.

Gracias a los embustes de la mentira la vida aumenta, un hombre es muchos hombres, el cobarde es valiente, el sedentario nómada y prostituta la virgen. Y, condenado a no decir mentiras, viví las ficciones de escritores, actores y demás pero no bastaron.

Mi querencia a fantasear, exagerar e inventar exigió palabras escritas que fueron relatos más o menos breves y artículos sobre enología, fotografía y literatura que no incumplieron la condena a no decir mentiras. Las contaba, escritas.

Aunque sea válido afirmar que el individuo ficticio no es real, es necesario aceptar que lo ficticio tiene efectividad. Si el vocablo "ficción" se entiende como construcción de mundos todo el discurrir del ser humano sobre la realidad está impregnado de ella. Es ficción la unidad y exageraste un gesto, la justicia es una convención y simulaste no quererle, el tiempo es una invención y fingió creerte. Pero entendiendo "ficción" como falsedad o mentira se debe distinguir la ficción literaria. La mentira sobrepasa la verdad y la obra literaria sobrepasa al mundo real que incorpora ya que como advertía Philip Sidney El poeta nada afirma y, por tanto, nunca miente. Esta forma de sobrepasar la realidad es algo muy distinto a la mentira. La fórmula básica de la mentira y de la ficcionalidad es provocar la simultaneidad de lo que mutuamente es excluyente, soy fiel e infiel, vencí y perdí, estoy en Región y en Barcelona. La condición que separa a las ficciones literarias de la mentira es que descubren su ficcionalidad, algo que la mentira no puede permitirse sin riesgo de interrogatorio y condena.

Hegel afirmaba sin afirmar que La persona es eso que no es lo que es y que es lo que no es. Esta deficiencia resulta ser el resorte de la ficcionalización, y la ficcionalidad, a su vez, cualifica lo que aquélla ha puesto en marcha: el proceso creativo y el cómo y el por qué de lo que representa Wolfang Iser advertía que este resorte deriva de la dimensión antropológica de la ficción. La ficción permite a uno imaginarse. Un hombre recuerda que siendo niño no quiso jugar en equipo y hoy es empresario; inventa que si ella no ha llamado es porque continúa reunida o decide que no la quiere; imagina que mañana llamará a su hermano y cree que viajará el próximo verano. El mismo hombre recuerda que a los veinte dijo que se iría de casa y se fue a navegar, inventa durante un rato que su número es el premiado y no descuelga el teléfono impertinente, imagina que esa noche matará al infiltrado y dormirá. En este sentido la ficción completa y compensa las carencias o frustraciones de la existencia humana. Pero la ficción revela, sobre todo, la radical imposibilidad de acceder a nosotros mismos de un modo directo. Sólo la ficción busca y encuentra nuestras posibilidades a través de un juego de ocultación y revelación: la ficción se vale del engaño y la simulación para poner al descubierto verdades ocultas donde termina mi propio yo.
 

La ficción es el mundo de las posibilidades, de lo que pudo ser y nunca fue, donde todo es posible todavía porque podrá suceder pues aún no ha ocurrido ni se sabe que jamás no ocurrirá. La irrealidad de la ficción no es lo fantástico ni lo inverosímil sino lo siempre posible en la realidad.

Cruzar la frontera en la que finalizo exige exceder mis propias limitaciones de conocimiento: la ficcionalización empieza donde el conocimiento termina. La dificultad, o será imposibilidad, de conocer excita curiosidad y quien curiosea inventa. En las narraciones coexisten lo real y lo posible, en las vidas coexisten verdades y ficciones, gratuitas o no. Habrá quien satisfaga la deficiencia de no ser lo que es y ser lo que no es siendo espectador de las obras y de las vidas de otros. A quien no le basta la ficción ajena inventa otro lugar más soportable para vivir y filma, fotografía, actúa o escribe. Asumir esa anomalía y dedicarse al placentero arte de inventar y contar historias permite vivir buena parte del tiempo instalado en la ficción, seguramente el único lugar soportable o el que lo es más para Javier Marías y para tantos otros fantaseadores declarados. La ficción es el mundo de las posibilidades, de lo que pudo ser y nunca fue, donde todo es posible todavía porque podrá suceder pues aún no ha ocurrido ni se sabe que jamás no ocurrirá. La irrealidad de la ficción no es lo fantástico ni lo inverosímil sino lo siempre posible en la realidad. Quien narra inventa situaciones y personajes: uno abandona el despacho durante una hora que dedica a hablar con quien pase; otro personaje quisiera decir sí a quien fuera pero continúa caminando; el tercero conquista al personaje más deseado y el último aparece y desaparece al ritmo de sus conferencias. Yo soy quien abandonó el despacho, quien continúa caminando, quien conquista y quien desaparece. Yo soy quien ahora teclea, quien se enfrenta a plazos, quien es atraído por lo biográfico como ficción y quien no ha contestado a tu llamada. Este personaje que teclea podría haber sido yo, puedo ser yo, podré ser yo. O podría imaginar que escribo sobre papel y tal vez escribí, escriba o escribiré con una pluma que me regalaste o me irás a regalar. La ficción presente y el posible futuro de la realidad no sólo da consuelo sino también diversión. La diversión de quien quiere y hace sólo limitado por sus posibilidades y por la espada de otra condena de la que ya ha aprendido a huir acotando los terrenos de la realidad de hechos, datos y sucesos y de la irrealidad de las ficciones efectivas donde todo es todavía posible.

No sé de quienes me condenaron. Imagino que vivirán sus viejas amistades y sus amores verdaderos. Quienes no me condenaron extrañan las anécdotas exageradas y las verdades esquinadas que tantas noches provocaron risas y teorías. Semanalmente les envío mis mentiras:
relatos menos breves y artículos sobre literatura y otras ficciones.
 

ANTONIO GARRIDO DOMÍNGUEZ. Compilación de textos, introducción y bibliografía. TEORIAS DE 
LA FICCION LITERARIA (ISER, MARTINEZ BONATI y otros). Arco Libros, Madrid, 1997.
JAVIER MARIAS. LITERATURA Y FANTASMA. Siruela, Madrid, 1993.
LUIS MATEO DIEZ. EL PORVENIR DE LA FICCION. Junta de Castilla y León, Salamanca, l999.
MARIO VARGAS LLOSA. KATHIE Y EL HIPOPOTAMO. Seix-Barral, Barcelona, 1983.
 
Imágenes artículo


© Revista Contrastes
Página actualizada por Grupo mmm
Para cualquier cambio o sugerencia dirigirse a webmaster.
© 2000-2001