m o n o g r á f i c o h u m a n i d a d e s 

Consuelo Císcar Casabán
Bienal de Valencia
Aproximación a la Realidad


Quizás el propio Barón de Cubertin, en la más extensa amplitud de su entusiasmo, quedaría sorprendido por la validez que, en sólo cien años, han adquirido los principios de la limpia competencia, no ya en los estadios, sino en el conjunto de la sociedad. Un proceso de transformaciones profundas y aceleradas, en una sociedad plenamente involucrada en la complejidad de la comunicación sincrónica y ubicua, que en todas partes y al mismo tiempo, enseña y compara lo que otros hacen, ha trasladado desde lo estrictamente deportivo al marketing político y cultural los ejes de una superación constante -citius, altius, fortius- a través de la que se alcanza el reconocimiento colectivo. 

La revisión crítica con lo que nos encontramos en aquel momento, la reflexión profunda y capacidad de perspectiva para elaborar un proyecto propio y el trabajo tenaz que después hemos sostenido de más de un lustro con un equipo entusiasta y esforzado, ha cambiado los parámetros en que hoy se valora la capacidad generadora y difusora de la Comunidad Valenciana en los ámbitos de la Cultura y de las Artes. Fue el Programa de Cultura para el gobierno de la Generalitat Valenciana que el PP presentó en 1995 un factor contribuyente directo a la victoria entonces ajustada en las urnas. Y fue la sorpresa de una generosidad y amplitud de miras y una velocidad en los resultados tangibles, el que cuatro años después, volvió a contribuir a una victoria en las urnas, esta vez por mayoría absoluta. 

Se trataba de hacer de la cultura el elemento protagonista para el futuro de una sociedad cuyas cotas de eficacia económica y cuyo desarrollo en infraestructuras y en la conquista del pleno empleo presentaban ya signos claros de incorporación al ritmo y estilo de los países más dinámicos de la Unión Europea. Cuatro leyes sobre cultura, la creación de institutos autónomos para la Música, Teatro, Cinematografía, y Conservación y Restauración, además del ya existente para el Arte Moderno y, sobre todo, la acción coordinada desde el Consorcio de Museos para un número creciente de nodos de presencia y proyección para artistas contemporáneos y arte histórico, dieron a la Comunidad Valenciana la musculatura suficiente para ir mas allá en los retos formulados y pretender, ahora sí con ciertas expectativas de éxito, competir en los primeros escenarios del panorama mundial.

Los primeros compromisos programáticos –seguidos de tres decenas más en otros campos de detalle muy concretos- tenían esta ilusionada forma de reto de quien, pleno de facultades, eleva el listón de la prueba para medirse de igual a igual con los mejores. Así el Encuentro Mundial de las Artes, el Premio de las Artes y la Bienal de Valencia de las Artes aparecen en el programa categóricamente en los tres primeros lugares señalando por la ambición de su impulso, la altura de la definitiva trayectoria a la que creemos que las Artes y la Cultura Valenciana, por su historia y por su potencial presente podían aspirar. 

La preparación y desarrollo con el patrocinio explícito de la UNESCO del Encuentro Mundial de las Artes en Valencia, entre el 5 y el 8 de octubre pasados, y el libramiento del Premio Mundial de las Artes/Valldigna 2000 a Luciano Berio dieron cumplimiento en el plazo establecido a los dos primeros compromisos, y será el próximo año 2001 entre junio y octubre el tiempo en que las Artes van a ser protagonistas desde múltiples escenarios simultáneos, mostrando a los circuitos internacionales de mayor relevancia lo que el pueblo valenciano ha sido capaz de articular en un breve espacio de tiempo. 
Las tensiones reactivas de este impulso, descritas por afinidad con el símil del atletismo, están ya en el punto de intensidad crítico. Su presentación internacional en Shangai, como puerta de Asia, en Valencia, Milán y Berlín, como puertas de Europa, y en Nueva York en enero para el continente americano, serán como el fulcro o punto de apoyo desde el que la pértiga y el atleta realizan el salto. De la visibilidad alcanzada en dicha prueba, de la limpieza y holgura con que se rebase el listón que hoy da la marca de los grandes eventos internacionales, deduciremos la capacidad de impulso que habíamos estado acumulando.

Y si nada me impide sentir una confortable seguridad al hablar desde la vertiente que atañe a la voluntad afirmativa de los valencianos y a la capacidad creativa de sus generaciones actuales a la hora de presentar sus realidades habrá que preguntarse desde la otra vertiente, si al otro lado se nos espera, si hay necesidad y espacio para una nueva Bienal en los años impares, un Encuentro Mundial en los años pares y un Premio Mundial de las Artes/Valldigna todos los años, generado en este singular espacio europeo que a orillas del Mediterráneo es encrucijada histórica y geográfica en prácticamente todos los rumbos que marca la rosa de los vientos. 

Las Artes han tenido un gran protagonismo a lo largo del siglo XX y sus establecimientos permanentes, museos, centros etc, han sido invariablemente los focos de esperanza, reencuentro y fraternidad para la condición humana que mejor han resistido las terribles confrontaciones que en estos cien años sacudieron a los pueblos y naciones con muy pocas excepciones. 

Desde el altar de Pérgamo en Berlín a los mármoles de Lord Elgin o del Partenon en el Museo Británico, al torso del Belvedere en Roma o la Victoria de Samotracia, que aún frunce en sus pliegues el viento de Salamina sobre una escalinata en el Museo del Louvre, las señas de identidad de Europa sirvieron de leit motiv para hacer visible el tipo de reencuentro que Shumman, Monet, De Gásperi, Adenauer y otros formularon en el plano económico y político para que el humanismo y la cultura común hicieran posible un espacio de convivencia superador de los antiguos antagonismos. 

En los momentos más difíciles y comprometidos de este siglo, concretamente en el año 1937 mientras España se debatía en una cruel guerra civil y en Europa imperaban los totalitarismos arrogantes, Valencia, como capital de la República, tuvo el coraje de convocar un Primer Congreso de Intelectuales y Escritores en defensa de la libertad y de los derechos democráticos. En ese mismo espíritu, cincuenta y dos años después, a partir de 1989 y con la caída del Muro de Berlín y el final de la Guerra Fría, se alumbraba un tiempo nuevo de profundas y aceleradas transformaciones en las que de forma tan espontánea como unánime la mayor evidencia en un mar de menores incertidumbres no era otra que la de la prevalencia de las Artes y de la Cultura como vía preferente para el entendimiento por encima de intereses y demás servidumbres en la sociedad de mercado universal y consumo inmediato. 
La dimensión cualitativa de la Cultura y la potencialidad de la creación en las Artes – juntamente con la toma de conciencia medioambiental y la nueva sensibilidad ética y solidaria- se han acreditado como ejes vertebradores del discurso en el tránsito de centurias. Así ha quedado acreditado, de manera rotunda y en no pocos aspectos sugestiva, en el marco del Encuentro Mundial de las Artes en la que la propia convocatoria y los términos pactados de los análisis, propuestas y debates, quedaron voluntariamente circunscritas al ámbito epistemológico. Es por ello la Bienal de Valencia la que va a convertirse desde esta primera edición en el aventajado espacio para la constatación empírica de todas las manifestaciones plásticas que la creación de las Artes separada y transversalmente pueden ofrecer. 

La transversalidad de las propuestas ha supuesto, de nuevo, un reto de complejidad, para el que tanto Luigi Settembrini como su equipo ha tenido que equiparse muy seriamente. Quienes prepararon y condujeron las sesiones del Encuentro Mundial de las Artes pueden dar fe de la carga de esfuerzo que tal empeño iba a suponerles. Pero somos plenamente conscientes de que la realidad contemporánea se encuentra presidida -y no sólo en el ámbito de las Artes y de la Cultura- por una nueva y más intensa (por no decir universal) interactividad y una relación multipolar a la que además de lenguajes antes universales concurren otros hoy específicos, sacudidos por ciclos de impacto o renovación tecnológica que no asegura la vigencia (al menos con la fuerza relativa que hasta el momento daba por supuesta) de las técnicas y procedimientos en que se apoyaron los sistemas de producción distribución y comercialización de los productos culturales y artísticos de la era industrial.

Gran número de ciudades, fundaciones económicas de elevado potencial y organismos, e instituciones de diverso perfil perfilan o acarician propuestas de referencia para lo que Luigi Settembrini llama el escenario compartido de la unique sellin proposition. La ventaja de quienes por razones geopolíticas, económicas o históricas llevan años de experiencia, como Venecia, Kassel, Sao Paulo, contemplan desde su ventaja relativa la extremada dificultad de concurrencia para las nuevas propuestas. Por ello es determinante, más allá de las dimensiones presupostarias y de las acciones de puro mix-marketing, validar las nuevas candidaturas con la pertinencia y sinceridad de las propuestas y el volumen y calidad de las aportaciones que vayan a estar presentes. 

La comunicación entre las artes, como título y rumbo específico para esta primera Bienal de Valencia, parte como ya lo hiciera el Encuentro, de la proposición de implicar de manera concurrente a todas las manifestaciones del espíritu sin atenerse a la taxonomía académica, ni a las parcelas estancas que pueda imponer con sus implacables exigencias, la producción y el mercado en cada una de ellas. La música, las instalaciones, las artes escénicas, el cine, la fotografía, los medios de comunicación, los lenguajes publicitarios, la moda, el diseño, y las mismas calles y las gentes, en sus casas, en sus salidas o en sus sueños y pretensiones, van a tener opciones de expresión a las que Valencia acogerá y sellará con norma de rigor de cuanto pueda considerarse válido en el tiempo que está por venir y algunos espíritus creativos sabrán anticipar. 

Nutrir desde la referencia de las pasiones humanas (como vicios y como virtudes potenciales) esta diversidad de lenguajes expresivos ofrecerá una muy sugerente oportunidad para vencer arquetipos y explorar las grandísimas e idénticas oportunidades que la nueva comunicación en el mundo global de las N.T.I. ofrece a toda actividad transitiva en el mundo global que compartiremos universalmente en el tiempo que ahora comienza. 
Recogiendo tradiciones de diversas épocas y procedencias, enriqueciéndolas con la vitalidad valenciana contemporánea y dejando en manos de los expertos curadores los espacios de plena libertad, estamos convencidos de que la Bienal de Valencia será un proyecto sólido, cien por cien original, que ubicará su espacio en breve plazo y que, a no dudarlo, será uno de los referentes para la investigación futura.

La convocatoria pública y la llamada explícita a la participación de la sociedad civil y a las empresas e instituciones que puedan aliviarnos presupostariamente en el esfuerzo de la iniciativa, marca a su vez un camino que ya ha dado las primeras señales de su gran operatividad futura. Más allá de las leyes de patrocinio y mecenazgo y de las ventajas contables, de imagen o fiscales que puedan esperarse, es el Arte y en general la Cultura, la que mejor lleva acreditada la efectividad de ese nuevo postulado del brand/system/business. Marca (brand), sistema para su gestión (system), eficacia en los resultados (bussines). Es el lenguaje de la nueva economía que toma al patrimonio, a la cultura y a las artes acreditadas por su calidad, como nuevas bases de la futura economía sostenible, incluso en aquellos países que por desgracia aún no tienen superado el umbral de la pobreza. 

Las siete propuestas del articulado discurso de la Bienal de Valencia exploran un nuevo mundo desde las pasiones capitales que heredamos de nuestra cultura secular. Es un guiño que funciona de manera eficiente para que los diversos ámbitos ofrezcan un estribo de apoyo, para el acceso del gran público al tren de la nueva posteridad. Las pasiones del cuerpo, las trampas de la mente, la ambivalencia de lo que revisamos o mantenemos en el acervo hereditario, nos dan esas claras (y a veces insólitas) vías de acercamiento. 

Luigi Settembrini articula, en su constructo global, diferentes planos de estética, ofrecidos por la probada maestría y por la particular práxis discursiva de los protagonistas instrumentales que para cada espacio ha seleccionado como curadores o meta-creadores: Achille Bonito Oliva, Linda Castelli, Peter Greenaway, Emir Kusturica, David Pérez, Cristina Perrella, Shiro Takatani y Robert Wilson. El conjunto de todos ellos, ofrecerá un compendio de dinámicas, mensajes y sugerencias, con valor de inventario para el 2001. De la fortuna resultante en esta propuesta adquirirá la Bienal de Valencia los parámetros de altitud, alcance y velocidad de crucero para sucesivas ediciones.

A su vez, la articulación de siete espacios emblemáticos vinculados directamente a las exposiciones, tan señalados como la Ciudad de las Artes y de las Ciencias, las Atarazanas, el Almudín, los Tinglados del Puerto, el Jardín Botánico, la Gallera, el IVAM y el Museo del Siglo XIX, ambos en el Convento del Carmen, como también el Museo Bellas Artes, San Pío V, señalan una realidad geográfica, viva en sí misma como una persona, y receptora al tiempo como un estuche de delicado valor, que hace de Valencia, mas allá de sus ya conocidos y apreciados referentes históricos y monumentales (Lonja de la Seda, Palau de la Generalitat, Catedral, Torres de la muralla etc) una polis del saber hacer, en el sentido tecnè (tecnópolis) y en el sentido del conocimiento (epistemópolis). 
 

Presentamos la Bienal de Valencia no sólo como un esfuerzo organizativo de los empeñados en ella, ni siquiera como una excitante propuesta del pueblo valenciano para quienes puedan venir del exterior a conocernos, sino como un crossroad (cruïlla, o encruicijada de caminos) en el que van a encontrarse y reenfocar trayectorias quienes, sensibles a todo cuanto puede compartir el ser humano, (como "atleta" del espíritu capaz de llegar –citius, altius, fortius- mas rápido, mas alto y mas fuerte) sienten la audacia, al menos de intentarlo.

Imágenes artículo


© Revista Contrastes
Página actualizada por Grupo mmm
Para cualquier cambio o sugerencia dirigirse a webmaster.
© 2000-2001