m o n o g r á f i c o |
Ellos pesan, ellos sueñan
pero no saben que viven |
Lo que resulta intolerable en este paraíso Perdido es que acabe como las tragedias. O mejor dicho: lo que resulta hermoso es que así sea (recordemos como empieza la tragedia de Macbeth: "Fair is foul and foul is fair"/ "lo bello es feo y lo feo es bello"). De este modo crece en nuestro interior la congoja, una especie de misericordia estética. En Medida por medida, Mesure for mesure, Shakespeare a pesar del título tremendista de la pieza, perdona a todos los pobladores del escenario. Así el Duque - Dios- sale de su escondite y arregla las cosas para que nos vayamos contentos. Angelo -Satán- tiene su oportunidad y no es arrojado al lado de las tinieblas. Claudio y Julieta -Adán y Eva- no son expulsados del paraíso.
Pero la historia que cuenta este poema (Paraíso Perdido) no acaba
como las comedias o ni siquiera acaba como Mesuare for mesure, que es una
comedia siempre descrita como “oscura”, sino como las tragedias. Por eso
la soledad del héroe llega a ser la nuestra, y su maldad un sentimiento
que nos resulta familiar con el que amoralmente comulgamos; hay una especie
de reto peligroso en el que deseamos que gane el malvado porque es el malvado
el que nos parece hermoso. Troilus and Cressida de Shakespeare, llena de
encantos, porque es imperfecta. Y con Yago (Othello, de Shakespeare) porque
es odioso. Y en Gloucester (Ricardo III, porque es deforme y con los monstruos
de los cuentos medievales porque los héroes de cartón piedra
quieren matarlos. En el Arte, en los poemas, en las tragedias, inconscientemente
deseamos el triunfo del malvado, convertimos en héroe al antihéroe
invirtiendo los términos de la moral aceptada. Así, el paraíso
que perdemos es en realidad el que ganamos, tal es la belleza de nuestros
supuestos enemigos.
Sea como fuere esta es la historia de alguien -irreversiblemente hermoso- que quería ser como Dios y que fue condenado a las tinieblas arrastrando tras él a multitud de generaciones a causa de su belleza. "…Y el infierno al que Satán es enviado está rodeado por las llamas - y las llamas no daban luz sino que hacían la oscuridad más visible, de forma que sólo el horror quedara al descubierto y ni la paz ni el descanso pudieran habitar en él". |
¡Qué inmensa la diferencia con el cielo del que había
sido desposeído! Pronto Satanás vislumbró a quienes
habían pecado de soberbia con él (los ángeles compañeros).Entre
ellos apareció en primer lugar Belzebú, a quien quería
y estimaba cuando juntos brillaban en el cielo."¡Cuán sumido
en el fango! ¡qué espantoso el cambio que has sufrido…!"
le dice al verlo en el fango. Muy pronto, demasiado pronto, el Arte
se convierte en eficaz aliado de la soberbia del héroe caído.
Satán quiere vengarse, Satán no se conforma con su destino
y nosotros deseamos secretamente la victoria del monstruo que llevamos
dentro en cuya belleza nos reconocemos. Por eso, de pronto, la Ira de Dios
nos parece tiranía del cielo y Satán, lejos de ser un repugnante
demonio se nos antoja un querubín vencido… (todo muy bueno para
el Arte pero muy ambiguo porque es un engaño en su estructura profunda).
“… Sus ojos son penetrantes, luminosos. Su cabeza se yergue por encima de todas las miserias de nuestra inferioridad. Su cuerpo abarca, monstruosos, todo el universo y es como una isla de peligro en la que podíamos perecer. Este es Satán, el que viajó hasta las tinieblas, donde ya moraba Belzebú, por querer ser como Dios. Este es Satán el que sedujera al hombre y a la mujer ¿al hombre y a la mujer? ("¿quién los sedujo -pregunta el viejo poeta atormentado (es decir, Milton) - e hizo que de forma repugnante se revelarán?"). Este es Satán, cuyo atractivo redujo al hombre y a la mujer. A los dos. No es a la mujer sólo. A los dos, al hombre también… Hay algo en esta historia que es engañoso. ¿Por qué deseamos desde el primer momento el triunfo de Satán ¿No es Satán un ser repulsivo? El poema que ahora leo no fue escrito para aprender a odiar a Satán. Desde el principio intuyo que no voy a poderme poner de parte de la virtud (¿se pone Milton de parte de la virtud?).
Si "érase una vez un príncipe…" es la forma lógica de atraer nuestra atención, si es así como se nos exige que aceptemos las hazañas del héroe, (como aprendemos a admirar a Roland y a Beowulf), ¿por qué no empieza esta historia contando las virtudes de Dios o las del hombre. Sospecho que ésta no es la historia del paraíso que perdieron nuestros primeros padres. Creo entender que esta es la historia del éxito que debió tener -y no tuvo- el malvado arcángel de las tinieblas, aquel a quien se llama Príncipe, Capitán de Tronos y Poderes, General de Ejercitos Resplandecientes en más de una ocasión. La historia del éxito que debió tener o quizás la historia del éxito que tuvo: porque Satán, rodeado del resplandor que la obscuridad y las ambigüedades provocan, sedujo al hombre, sedujo a la mujer , al ángel -al fin- del paraíso; artífice de cielos y de infiernos.
"Érase una vez un hombre y una mujer que eran felices hasta que apareció…" Así tenía que empezar una historia en la que nosotros fuéramos los héroes. Pero no es así, los casi ochocientos versos del primer libro del paraíso perdido están dedicados a Satán, a Belzebú, a los alados semidioses que llenan de belleza un escenario, hecho de ráfagas de palabras que suben y bajan sin titubear, verticalmente. Un escenario de hermosuras tinieblas, ezpeluznante, donde los seres excepcionales, Belzebú y Satán, Satán y Belzebú, ensayan sus discursos-ángeles de una epifanía maravillosa- como dos generales en una tragedia elisabetiana, como dos soldados preparando una estrategia. como Hector en la Iliada o Aeneas en la Aeneida... Un escenario donde heraldos hacen tocar sus trompetas llamando a reunión a las huestes diabólicas para organizar la batalla: "entonces, heraldos de bellas alas por orden del poder soberano, en impresionante ceremonia de sonidos de trompetas, convocaron a las huestes en Pandemonium, el cuartel de Satán..." Un escenario donde Satán -Farewell, happy fields- (adiós campos felices) se ha despedido de los cielos, donde Satán -Hail, horrors!- (bienvenido, oh! tú horror) saluda a los infiernos.
Creo que debo hablar de Milton y su paraíso perdido, de esta
peculiar forma de épica, que no es exactamente la épica de
la realidad -la de la experiencia- sino la épica del arte -la de
la inocencia- construida en el artificio.
A veces, con demasiada frecuencia, somos injustos con los grandes poetas. Así decimos que Chaucer es apasionado, que Shakespeare no es suficientemente "witty" (sabio) y que hasta resulta poco académico. |
Definimos de forma simple a Shelley como neurótico, y a Milton como frío y poco agraciado. Y esto no son sino errores elementales que se desmontan por sí mismos porque lo que hay que hacer con Milton es leerlo, simplemente leerlo, y lo que hay que hacer con Mozart o Paganini es lo mismo: escucharlos y no aceptar su "monstruosidad" como un hecho. ¡Si por lo menos esas palabras sirvieran para que todos nos reconciliáramos con el paraíso perdido! ¡Si unos cuantos llegaran a saber que es un poema apasionante, lleno de claves que hasta son contemporáneas!
Es muy posible que la primera impresión que este poema causa
sea abrumadora, pero esto sucede con cualquier ejemplo de la narrativa
heróica. La épica para serlo debe de parecer enciclopédica,
y tener algo del carácter religioso, filosófico, político
y científico de su tiempo, del momento en que fue concebido. Y ésto
es lo que sucede con Paradise Lost (paraíso Perdido) poema que además
tiene el carácter de los sermones del tiempo de Milton y ecos que
provienen de la Iliada y la Odisea, sin olvidar los elementos bíblicos
alrededor de los cuáles está el poema construido. A pesar
de ésto -y a pesar de este envoltorio teológico- el paraíso
perdido está tratado con los resortes de lo poético y tiene
una forma simétrica (la forma del arte) y el mismo orden de los
acontecimientos sólo tiene que ver con la poesía y no con
la teología. Diría más: el orden de los acontecimientos
es irreverentemente teatral. Así el libro I presenta a Satán
y a sus secuaces, en el lago de llamas, preparando el Pandemonium, en palacio
la gran asamblea antes de la batalla. En el libro II Satán emprende
la búsqueda de un nuevo mundo. En el tercero Dios preve el éxito
de Satán, que guido por Uriel, llega a la tierra. El IV y V hablan
del Jardín del Edén, de la tentación de Eva, del descenso
del Arcángel Rafael para prevenir al hombre y la mujer. El VI
retoma la guerra de los cielos. En el VII Rafael, en técnica
asombrosa de "flashback" cuenta como Dios quiere crear un nuevo mundo.
En el VII Rafael marcha. El IX presenta a Satán como serpiente;
Eva come el fruto prohibido, Adán la sigue en su pecado; se pierde
la inocencia. El Hijo llega en el libro X a juzgar a los transgresores
de la Ley y Miguel el arcángel en el libro XI hacer que esa ley
se cumpla, para en el XII advertir a Adán y Eva lo que está
por venir, lo que les espera cuando salgan del Paraíso.
Todo esto no tiene nada que ver con la Teología o con la Biblia,
éste es el argumento tortuoso de un poema épico o de una
épica que transcurre en un escenario propio de la Pastoral, con
referencias a la Edad de Oro, al mito, engaño, disfraz, y a la propiedad
el lenguaje para que nada falte. Diremos más, el paraíso
que se pierde se pierde porque en el escenario de esa tragedia se acumulan
la palabras vacías de sentido; porque se pierde la capacidad de
comunicación como ocurre en Hamlet, Othello o en cualquier construcción
escénica.
Si el paraíso perdido no es el lugar donde Adán y Eva
proyectan sus deseos de "simplicidad" -contra un decorado que es complejo-
¿por qué decimos que tiene la forma de una Pastoral? Sencillamente
porque es el tratamiento que Milton da al poema que nos ocupa, porque esa
es la técnica que utiliza a base de elementos que proceden de de
la tradición bíblica, pero que él aprovecha convenientemente
trucando incluso el papel de los protagonistas. Las ideas de la inocencia
o experiencia -en palabras de William Blake- no están referidas
-digámoslo ya- a Eva, Adán Dios o los Ángeles, sino
a la figura de un antihéroe que no es sino el héroe -como
Macbeth- de esta tragedia, de este poema, de este poema épico con
aires de tragedia.
La Pastoral comienza cuando el ideal de la inocencia no funciona ya
en el mundo (¿estaría pensando Milton en el caos de la monarquía,
en la incapacidad de la idea de una Commonwealth?).
¿Por qué me recuerda a mí ésto a unos versos
de Morrison, concretamente,The Form is an Angel, cuya letra dice?:
The form is an angel
from horse to man to boy
&back again...
Welcome to the night
Welcome to the deep good
dark American Night
¿Por qué me han venido a la memoria estos versos del
rebelde del rock?.
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