La terapéutica farmacológica en el siglo XIX
Según la teoría de las signaturas, que dice que Dios ha puesto una señal en las plantas que permite reconocer su utilidad, el sauce, que crece en medio de lugares cenagosos donde hay paludismo sin afectarse, sirve para curar las tercianas. Así empezó a utilizarse esta planta. Más tarde, en 1763, un tal E. Stone presentó una comunicación a la Royal Society de Londres que llevaba por título Acerca del éxito de la corteza del sauce en el tratamiento de la fiebre, donde compara el sabor amargo de esta corteza con otra, igualmente amarga, procedente de una planta del Perú: la quina. La infusión de corteza de sauce se convirtió, pues, en un producto que se administraba en los casos de fiebre, aunque hay que tener en cuenta que en esta época se confundían las fiebres de distintos orígenes. Aún así, quedó abierto el camino que condujo más tarde a la aspirina.

En 1828 un farmacéutico francés, H. Leroux, aisló del extracto de esta corteza una sustancia que bautizó con el nombre de salicina. En los mismos años un farmacéutico suizo aisló por destilación una sustancia de las flores de la Spiraea ulmaria: el aldehido salicílico. Karl J. Löwig, en Alemania, oxidó este compuesto y obtuvo el ácido salicílico. Parecía, pues, que las flores de la Spiraea y la corteza del sauce contenían sustancias parecidas o tenían la misma estructura básica.
En 1853 en Estrasburgo, Charle F. Gerhardt, acetiló por vez primera el ácido salicílico que H. Guerland sintetizó con éxito poco tiempo después. En 1876 L. Riess y S. Stricker mostraron la actividad del ácido salicílico en el tratamiento de las fiebres reumáticas. Finalmente, en 1893, Félix Hoffmann, químico de la casa Bayer, emprendió la síntesis industrial del ácido acetilsalicílico. Desde entonces, el consumo mundial de aspirina no ha dejado de crecer. En los Estados Unidos se consumen entre 10.000 y 20.000 toneladas de aspirina cada año y en Francia unas 3.000. El nombre de aspirina es un ejemplo de las primeros usos de nombres comunes en la industria farmacéutica en vez de términos químicos: el prefijo "a" reivindica la presencia del radical acetil; la raíz "spir", significa Spiraea, de donde el aldehido salicílico se obtuvo inicialmente.

La aspirina se usa como antirreumático, analgésico y antipirético, aunque en los últimos años se han encontrado nuevos usos. Sin embargo, su modo de acción no ha estado claro hasta hace muy poco. Podemos decir, por tanto, que se ha utilizado empíricamente. Algunos autores señalan que si hoy se hubiera ensayado la aspirina como medicamento de síntesis de acuerdo con las normas actuales, se hubieran descrito sus efectos teratogénicos en algunos animales, las hemorragias gástricas, la posibilidad de producir intoxicaciones y no se podrían demostrar plenamente todas sus virtudes terapéuticas, por lo que, posiblemente, se hubiera rechazado.