1

ACTO 1, ESCENA 4•$
49
BUFÓN.
Eras un hombre de bien cuando no tenias necesidad de
preocuparte de su ceño. Ahora eres un cero sin más cifras, y yo soy más que tú; soy un bufón, y tú, nada. Sí, controlaré mi lengua, por supuesto, así lo ordena tu semblante, aunque no digas nada.
¡Chito! ¡Chitón!
Quien hastiado de todo no se guarda
ni corteza ni miga la mendiga.
Ahí tenéis, no el fruto, sino sólo la espiga.
GONERILL.
Señor, no sólo este bufón privilegiado, sino otros
de vuestro séquito insolente, a toda hora critican y disputan, provocando
riñas intolerables. Mi señor, haciéndooslo saber creí haber encontrado solución eficaz, pero empiezo a temer, por lo que hacéis y decís vos mismo, que protegéis tal conducta y la fomenta así vuestro consentimiento. Si así fuera, la falta no quedaría impune ni en letargo
la solución, que en aras de la integridad de nuestro Estado podría, al aplicarse, ser causa de una ofensa, de otra manera vergonzosa, y a quien necesidad definiría, sin embargo, como juicioso proceder.
BUFÓN.
Pues como ya sabéis, amo,
por tanto tiempo al cuco nutría el gorrión
que por las crías su cabeza arrancada acabó.
Extinguida tu vela, nos cubrió la tiniebla.
L~.
¿Sois vos nuestra hija?
GONERILL.
Quisiera veros usar vuestro buen juicio
con que me consta estáis dotado, y renunciarais a esas veleidades que últimamente tanto os alejan de lo que sois en realidad.
BUFÓN.
¿No sabría hasta un burro cuándo es el carro quien tira del
caballo?
¡ Arre, caballo, que te quiero!
LEAR.
¿Quién de vosotros me conoce? Este no es Lear.

1