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GLOUCESTER.
KENT.
¿Por qué os peleabais? Decid. No hay contrarios que se tengan más aversión que yo y este bribón.
CORNWALL. ¿Por qué decís bribón? ¿Cuál es su ofensa?
KENT.
Su aspecto no me gusta.
CORNWALL. Quizá tampoco el mío, ni el de él, ni el de ella.
KENT.
Señor, mi oficio es la franqueza.
Mejores rostros vi en toda mi vida
que los que sobresalen en los hombros que ahora veo ante mí, en este instante.
CORNWALL.
Este es uno
que, elogiado por su grosería, finge descarada rudeza, adoptando un estilo contrario a sus impulsos; no sabe adular, él, alma honesta y sincera, ¡ él dice la verdad! Si se la aceptan, bien; si no, él ha sido sincero.
Ya conozco esta clase de bribones; guardan en su franqueza más mañas y más corruptos fines
que veinte aduladores cortesanos, exagerando meticulosamente sus deberes.
KENT.
Señor, de buena fe, con sincera verdad,
bajo la anuencia de vuestra gran figura, cuya influencia como la corona de radiante fuego en la frente de Febo centelleante...
Co1~wALL.
¿Qué pretendéis con
Eesto?
KENT.
Dejar este lenguaje que tanto os molesta. S~ que no soy
ningún adulador; quien con habla sincera os engañó era un bribón sincero: lo que yo, por mi parte, no seré, aunque me lo pidáis y con ello gane vuestro desfavor.
Co1u,~wÁu. ¿Qué ofensa le causasteis?
[OswAw.J
Jamás le causé alguna.
Ültimamente el rey, su amo, se complace en golpearme por malentendidos y él, de acuerdo, y halagando su enfado, me zancadillea por detrás; ya en el suelo, me insulta y se
[mofa de mí,

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