A un pintor flamenco, mientras pintaba su retrato (1620)

Hurtas mi vulto y, cuanto más le debe
a tu pincel, dos veces peregrino,
de espíritu vivaz el breve lino
en las colores que sediento bebe,
vanas cenizas temo al lino breve,
que émulo del barro lo imagino,
a quien, ya etéreo fuese, ya divino,
vida le fió muda esplendor leve.
Belga gentil, prosigue al hurto noble;
que a su materia perdonará el fuego,
y el tiempo ignorará su contextura.
Los siglos que en sus hojas cuenta un roble,
árbol los cuenta sordo, tronco ciego;
quien más ve, quien más oye, menos dura.

Notas:

Hurtas mi rostro [al copiarlo] y, cuanto más le debe de espíritu vivaz el breve lino [la tela sobre la que pinta] a tu pincel, dos veces peregrino [por ser extranjero y por la inusitada calidad de su arte], en los colores que [el lino] bebe sediento [El lino debe al pincel el espíritu que bebe en las pinturas.], [más] vanas cenizas temo al lino breve [Cuanto más espíritu bebe el lino, más vano me parece mi temor de que termine hecho cenizas, pues un cuadro de tal calidad perdurará sin duda.], que lo imagino émulo del barro a quien [un] leve esplendor, ya etéreo fuese, ya divino, le [con]fió vida muda.

Los últimos versos aluden a una de las variantes del mito de Prometeo, que hizo al hombre de barro y le infundió vida con una chispa de fuego, tal vez del mismo fuego divino que luego otorgó al hombre, tal vez un resto del éter, del que la Tierra se había separado recientemente, como apunta Ovidio en las Metamorfosis.

El segundo terceto alude a que su retrato durará más que él mismo: Quien está vivo de verdad, quien ve y oye, dura menos.