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LA CUARTA CRUZADA
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Desde 1200, los mixtecas, que hasta entonces habían habitado en algunas regiones montañosas de México, empezaron a emigrar hacia los valles y fueron conquistando los principales centros zapotecas. Éstos tuvieron que retirarse a nuevas ciudades como Mitla y Zaachila, que después tuvieron que compartir también con los mixtecas. El contacto con los zapotecas hizo que los mixtecas desarrollaran una nueva cultura. Adquirieron notables conocimientos sobre medicina, herbolaria, astronomía, historia, geografía, calendario, aritmética, etc. Escribieron códices en largas tiras de piel unidas entre sí y cubiertas de una capa de cal o yeso.

Más al sur, la ciudad Maya de Mayapán logró la hegemonía sobre sus vecinas y se convirtió en la cabeza de un pequeño imperio que englobaba unas doce ciudades.

En la América Andina la civilización de Tiahuanaco y Huari estaba prácticamente extinguida y había dado paso a diversas culturas locales: chimú, chancay, chincha, etc. A esta época se remontan también las leyendas sobre el origen del pueblo Inca. Hablan de Manco Cápac, el primer Inca (soberano) creado por el dios Sol y que recibió un báculo de oro junto con la orden de fundar una ciudad allí donde la tierra fuera tan fértil que el báculo se hundiera en ella. Así lo hizo y, donde el báculo se hundió, Manco Cápac fundó la ciudad de Cuzco. En realidad Cuzco estaba habitada desde mucho antes de la era cristiana, pero no se sabe prácticamente nada de sus pobladores anteriores a los incas. Los incas eran entonces uno más de los pueblos que ocupaban el valle de Cuzco y que mantenían equilibradas luchas con sus vecinos.

A esta época corresponden las primeras referencias de un caudillo mongol llamado Timuyin. Tenía ya cuarenta años o más. Su padre, Yesugei, había sido el jefe del clan qiyat, que había extendido su autoridad sobre cierto número de clanes mongoles, pero fue envenenado por los Tártaros cuando Timuyin tenía ocho años, y el niño tuvo que huir con su familia a través de la estepa, en condiciones penosas. Siete años después fue protegido por el rey de los Qarayt, "hermano jurado" de su padre, y se casó con la mujer que le había sido prometida antes de caer en desgracia. Los qarayt eran cristianos nestorianos. Con su ayuda, Timuyin venció a los Merkit y fue elegido kan de su tribu.

En el Jwarizm, al sur del mar de Aral, subió al poder el más famoso de los Jwarizmsah, llamado Alá al-Din Muhammad ibn Tekis, aunque es más conocido simplemente como el Jwarizmsah. En los años precedentes el dominio de los jwarizmsah se había expandido notablemente, y bajo Alá al-Din este proceso se aceleró.

Safadino reunió bajo su autoridad Egipto, Siria y Mesopotamia, con lo que prácticamente había reconstruido el imperio de Saladino.

En el África Oriental, el antiguo reino de Aksum había desaparecido unos cuatrocientos años atrás, pero la comunidad cristiana monofisita de Abisinia no se había extinguido con él. Al contrario, hacía aproximadamente un siglo que se había formado un nuevo reino cristiano más al sur, en una zona montañosa resguardada de los musulmanes del norte y los paganos del sur. El nuevo reino conservó el nombre de Abisinia, y ahora estaba gobernado por el rey Lalibela, que hizo construir (con la ayuda de un ejército de ángeles que bajó del cielo ex profeso y bajo la dirección de san Jorge) once iglesias monolíticas excavadas en la roca, decoradas con frescos.

Europa había sufrido cambios notables a lo largo del siglo que terminaba. En ella estaban resurgiendo la cultura, el pensamiento y la enseñanza. Occidente estaba redescubriendo lentamente la ciencia y la filosofía de los antiguos griegos y romanos, que ya no estaba sólo en manos de monjes amanuenses que se limitaban a copiar códices en oscuros monasterios, sino que cada vez aparecían más pensadores originales que estaban construyendo la Escolástica, una filosofía estrechamente emparentada con la teología pero que poco a poco ampliaba sus horizontes. El interés por el conocimiento llevó a la formación de Universidades, en unos casos como asociaciones de profesores y otras de alumnos. Es difícil dar fechas precisas de fundación, pero tal vez podríamos considerar a la Universidad de Bolonia como la más antigua, si bien la de París se convirtió pronto en la más prestigiosa. Poco después se fundó la Universidad de Oxford, a orillas del río Támesis, a unos ochenta kilómetros de Londres.

En Inglaterra se había producido otro de los cambios más llamativos de la época: la aristocracia normanda se había integrado gradualmente con el pueblo sajón hasta el punto de que ya podemos hablar de un único pueblo común al que llamar inglés. Uno de los principales factores cohesionantes fue la lengua: tras la invasión normanda, la aristocracia hablaba un dialecto francés y el pueblo hablaba inglés antiguo, una lengua germánica. La necesidad de adaptarse a la nueva clase dominante, junto con la falta de cualquier clase de educación lingüística, hizo que el inglés antiguo degenerara rápidamente perdiendo las características principales de la gramática alemana e incorporando una gran cantidad de léxico francés. El resultado fue que surgió una nueva lengua, una versión primitiva del inglés actual, que ya se hablaba a principios del siglo XII, si bien entonces no merecía la atención de los señores normandos. Sin embargo, la costumbre normanda establecía que las posesiones las heredaba exclusivamente el primogénito, lo cual creó una clase de "caballeros" normandos que formaron una clase media que tuvo que mantener un contacto más estrecho con la población sajona y asimilar la lengua inglesa. Durante el siglo que ahora terminaba los reyes normandos formaron una sucesión en la que alternaron los buenos y malos gobernantes, lo cual contribuyó a que el pueblo aceptara de buen grado a los unos por contraposición a los otros. A veces no importaban tanto los hechos como la fama, como muestra claramente el caso de Ricardo Corazón de León. No puede decirse que se preocupara gran cosa de sus súbditos ingleses (más bien se limitó a exprimirlos para financiar sus guerras) pero fue idolatrado por su pueblo, al cual no le importó lo más mínimo que su rey fuera el más francés de todos los reyes que le habían precedido. Por otra parte, los duros enfrentamientos con Francia favorecieron que la nobleza normanda de Inglaterra se identificara más con sus súbditos sajones que con los normandos de Normandía, que cada vez eran más vistos como "franceses". No hay que deducir de todo esto que las diferencias entre normandos y sajones hubieran desaparecido, sino que éstas dejaron de concebirse como diferencias culturales entre un pueblo invasor extranjero y otro sometido para convertirse en meras diferencias de clase análogas a las existentes en toda la Europa medieval.

También hemos de destacar el progreso de las técnicas arquitectónicas. Por estas fechas se estaba acabando de construir la catedral de Nuestra Señora de París, una de las primeras catedrales construidas con las nuevas técnicas de arbotantes y bóvedas ojivales, que permitían hacerlas más altas, más luminosas y, en definitiva, más monumentales. Siglos más tarde, los renacentistas llamaron gótico a este estilo, que era una forma despectiva de decir "medieval" (los renacentistas italianos asociaban la Edad Media con los godos, pues fueron éstos quienes penetraron en Italia y derrocaron al último emperador romano de Occidente). Nuestra Señora de París es uno de los más famosos representantes del gótico temprano. Todavía no es muy luminosa, pero sin duda era un edificio imponente en comparación con las iglesias románicas típicas de la época.

Por esta época, diversos poetas franceses (Lambert le Tort, Alexandre de Bernay, Pierre de Saint-Cloud) estaban retocando y ampliando el Roman d'Alexandre, de Alberic de Briançon (en realidad partieron de una versión posterior de autor desconocido), de modo que su protagonista, Alejandro Magno, se estaba convirtiendo en un arquetípico y virtuoso señor feudal del siglo XII, rodeado de toda clase de elementos fantásticos. Estas nuevas versiones del Roman d'Alexandre estaban redactadas en un verso que recibió precisamente el nombre de alejandrino. Es un verso de catorce sílabas dividido en dos hemistiquios heptasílabos.

En este último año del siglo cumplió trece años Luis, el heredero del rey Felipe II de Francia, y se casó con Blanca de Castilla, hija del rey Alfonso VIII y de la reina Leonor, hija del rey Enrique II Plantagenet. Su abuela, Leonor de Aquitania, a sus setenta y ocho años, viajó a Castilla para asistir a la boda.

Las cruzadas habían fortalecido espectacularmente al papado. Inocencio III dominaba toda Italia y estaba dispuesto a poner firmes a todos los reyes europeos. Al rey Sancho I de Portugal le exigió el pago de un tributo que su país se había comprometido a pagar al Papa para que Alfonso I fuera reconocido como rey. (Por otra parte, Sancho I tuvo que habérselas con los obispos de Oporto y Coimbra, que luchaban por la supremacía.) Al rey Alfonso IX de León lo excomulgó por el matrimonio con Berenguela, hija de su primo, Alfonso VIII de Castilla (a pesar de que el matrimonio había contado con la aprobación de Celestino III). En Francia suspendió todos los actos eclesiásticos mientras Felipe II no abandonara a su tercera esposa, Inés, y restituyera a Ingeborg. (Felipe II estaba atento a cada movimiento de Juan sin Tierra y no quería que nada pudiera dejarlo en mala posición, así que aceptó todas las exigencias del Papa y el interdicto fue levantado. De todos modos no sacó a Ingeborg de su convento, pero le dio el título de reina.) Al rey Federico I de Sicilia lo tenía bajo su tutela, y en la pugna entre el güelfo Otón IV de Brunswick y el Hohenstaufen Felipe de Suabia, tomó partido por el segundo, que le dio más garantías. También intervino en Servia, donde acababa de morir Esteban Nemanja. Su primogénito Vuk contó con el apoyo de Inocencio III y del rey Emerico de Hungría para expulsar del trono a su hermano Esteban Nemanjic.

No contento con poner orden en la Tierra, también quiso ponerlo en el Cielo, y así, Inocencio III consolidó una iniciativa de Alejandro III por la que sólo el Sumo Pontífice podía declarar santo a alguien. Hasta entonces cada iglesia tenía su propio santoral, mientras que a partir de esta época se estableció un proceso de beatificación y canonización que exigía enviar a Roma toda la información para que el Papa decidiera según unos criterios prefijados.

Otra de las preocupaciones de Inocencio III fueron las numerosas herejías que estaban extendiéndose por Europa. En 1201 logró que una parte de los "humillados" se reconciliara con la Iglesia y formara una orden religiosa, mientras que otra parte continuó rechazando la autoridad papal frente a la doctrina de Pedro Valdo. Sin embargo, la intransigencia de Valdo hizo que las divergencias doctrinales entre los valdenses y los humillados se acentuaran cada vez más y surgieran fricciones cada vez mayores entre ambas sectas.

El cristianismo seguía penetrando en el Báltico. Dos años antes, los rusos habían fundado un obispado ortodoxo en Livonia, y ahora, el obispo católico Alberto de Buxhövden fundaba la ciudad de Riga.

El duque Valdemar, hermano del rey Canuto IV de Dinamarca, conquistó Lübeck y Holstein al Sacro Imperio Romano.

El rey Pedro II de Aragón logró deshacerse finalmente de la tutela de su madre, Sancha de Castilla, mediante dos entrevistas, una en Ariza (el año anterior) y otra en Daroca.

Ese año murió el conde Federico III de Zollern y fue sucedido por su hijo Federico IV, si bien al cabo de unos años cedió el burgraviato de Nüremberg a su hermano Conrado I.

También murió el príncipe de Antioquía Bohemundo III. Su heredero era su nieto Raimundo Rupén, hijo del difunto Raimundo IV, cuyo hermano Bohemundo IV le había arrebatado el condado de Trípoli hacía casi quince años, pero Bohemundo IV se las arregló para usurpar el principado a su sobrino.

La Tercera Cruzada había sido considerada un éxito en Europa: el reino de Jerusalén había estado en riesgo de ser aniquilado y los heroicos cruzados lo habían consolidado, si bien había faltado la culminación, que hubiera sido la reconquista de Jerusalén. Poco después de que Ricardo Corazón de León regresara a Inglaterra, un grupo de nobles, principalmente franceses, decidió organizar una nueva cruzada que terminara lo que la Tercera había dejado inconcluso. Entre los más sobresalieron predicando la Cuarta Cruzada estuvo Foulques de Neuilly, que, naturalmente, contó con el apoyo entusiasta de Inocencio III. Sin embargo, la idea no tuvo eco entre los reyes, pues todos tenían entonces sus propios problemas, por lo que los preparativos fueron más difíciles. Se organizó todo tipo de actividades destinadas a recaudar fondos: torneos, festivales, espectáculos, etc. Y finalmente estuvo ya todo listo excepto una cosa: el transporte. Los cruzados acudieron a Venecia. El dux era a la sazón Enrico Dandolo, que debía de tener ya unos noventa y cuatro años y estaba ciego. Los caballeros le explicaron que deseaban sus barcos para viajar a Tierra Santa, pero que apenas tenían con qué pagarle. Eso no fue un problema. En la costa oriental del Adriático estaba la ciudad de Zara, que pertenecía a Hungría. Era un buen puerto y Venecia deseaba tenerlo a su disposición. Dandolo ofreció el transporte a los cruzados a cambio de que hicieran una escala en Zara y la conquistaran para Venecia. Se firmó el trato, e Inocencio III, que tenía al rey Emerico de Hungría entre sus aliados, lo condenó en cuanto tuvo noticia del mismo. Esto no impidió que el proyecto siguiera adelante, y se puso al frente de la expedición al marqués Bonifacio de Monferrato.

Uno de los nobles que estaba preparándose para partir era el conde Teobaldo III de Champaña, pero murió poco antes de la fecha prevista. Su esposa, Blanca de Navarra, estaba embarazada del que, ya antes de nacer, se convirtió en su heredero, el conde Teobaldo IV. Su madre ejerció de regente bajo la tutela del rey Felipe II.

En 1202 zarpó la flota veneciana con unos treinta mil cruzados a bordo. De acuerdo con lo pactado, las naves cerraron el puerto de Zara mientras los cruzados atacaban por primera vez una ciudad cristiana. Finalmente la ciudad cayó e Inocencio III excomulgó a los cruzados. Luego llegaron a la isla de Corcira, a la que los occidentales llamaban Corfú. Allí recibieron una visita inesperada. El emperador bizantino Alejo III Ángelo había derrocado y cegado a su hermano Isaac II, pero respetó al joven hijo de éste, Alejo, al que permitió residir en palacio. Fue un error por su parte, ya que cuando Alejo cumplió los dieciocho años (un año antes de que partiera la Cuarta Cruzada) logró escapar de Constantinopla y terminó encontrando a los cruzados en Corfú. Allí les propuso que, igual que habían tomado Zara para los venecianos, podían tomar Constantinopla para restaurar a su padre, el emperador legítimo. La idea entusiasmó a Enrico Dandolo. Se decía que su ceguera la había causado el emperador Manuel I, que lo había hecho prisionero años antes y lo había torturado concentrando la luz solar en sus ojos con un espejo cóncavo. Es probable que esta historia fuera un invento para justificar el ataque a Constantinopla, pues lo cierto es que los venecianos tenían un buen motivo para acometer la empresa: recordaban perfectamente la matanza de sus compatriotas ordenada por Manuel I, unida al considerable perjuicio económico que supuso para la república su expulsión de la capital bizantina. La vehemencia de Dandolo y las recompensas prometidas por Alejo convencieron a los cruzados, así que la expedición modificó su destino.

Ese año murió el rey Canuto IV de Dinamarca y fue sucedido por su hermano Valdemar II. También murió el rey Sverre de Noruega, que fue sucedido por su hijo Haakon III Sverresson. Cambió la política de su padre de oposición a los obispos y puso fin a las discordias religiosas.

Al duque de Polonia Leszek el Blanco le surgió un rival: Ladislao III, sobrino del duque Ladislao II.

El obispo de Livonia Alberto de Buxhövden tenía problemas para convencer a los livonios paganos para que abrazaran el cristianismo, así que decidió emplear métodos más persuasivos. Transformó una orden religiosa que había fundado tres años atrás en Bremen en la orden militar de los Hermanos de la Milicia de Cristo, que fue más popularmente conocida como la Orden de los Caballeros Portaespadas, debido a que sus miembros llevaban una capa blanca con dos espadas rojas cruzadas. Copiaron la organización de los Templarios y adoptaron la regla cisterciense. Su primer gran maestre fue Winno von Rohrbach, que se dedicó a erradicar el paganismo erradicando a los paganos.

Un matemático pisano de veintisiete años llamado Leonardo Fibonacci publicó el Liber abbaci, el primer tratado de matemáticas de Occidente. En él recopiló todas las enseñanzas que había adquirido en sus muchos viajes a los territorios musulmanes. La primera sección explica el sistema de numeración arábiga, cuya difusión en Occidente debe mucho a Fibonacci. La segunda sección trata de problemas relacionados con el comercio: cómo calcular el beneficio de una transacción, cómo convertir una cantidad entre las distintas unidades monetarias de los países mediterráneos, etc. Por último, la tercera sección trata de problemas puramente matemáticos, el más famoso de los cuales es éste:

Un hombre pone una pareja de conejos en un recinto vallado. ¿Cuántos pares de conejos habrá al cabo de un año si se supone que, cada mes, cada pareja de conejos produce una nueva pareja, la cual empezará a ser productiva al cabo de dos meses?

El número de parejas de conejos que habrá cada mes sigue la sucesión 1, 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21, 34, 55, 89, 144, 233, ... en la que cada término es la suma de los dos anteriores. Si suponemos, siguiendo a Fibonacci, que la primera pareja era ya productiva, la solución es 233 conejos. Esta sucesión (infinita) es conocida como sucesión de Fibonacci, y actualmente existe una revista, el Fibonacci Quarterly, dedicada íntegramente a las matemáticas relacionadas con ella.

En León, el rey Alfonso IX ocupó las fortalezas que su padre había cedido a su madrastra, Urraca, la cual seguía viviendo en Castilla.

El kan mongol Timuyin venció a los tártaros.

Mientras tanto un noble francés acudió con una queja al rey Felipe II de Francia. El rey Juan sin Tierra había repudiado dos años antes a su esposa Isabel de Gloucester para casarse con Isabel de Angulema, heredera del condado de Angulema, estratégicamente situado al norte de Aquitania. La prometida tenía entonces trece años (y Juan treinta y tres). La boda se celebró precipitadamente para que ambos esposos pudieran ser coronados juntos como reyes de Inglaterra. Pero sucedía que la joven Isabel había estado prometida a un miembro de la familia Lusignan, quien se sintió agraviado y, como Juan sin Tierra no tuvo el detalle de ofrecerle compensación alguna, apeló finalmente a su rey. Felipe II no dejó pasar la ocasión. Como duque de Normandía, conde de Anjou, etc., Juan sin Tierra era vasallo de Felipe II, por lo que éste, considerando que se le requería como árbitro de un "típico" conflicto entre vasallos, ordenó a Juan que compareciese ante él para prestar declaración. Naturalmente, Juan sin Tierra no acudió. Su calidad de rey de Inglaterra se lo impedía, y Felipe II lo sabía de sobra, pero técnicamente esto ponía a Juan en situación de desacato, lo cual legitimaba al rey para privarlo de todos los territorios que Juan poseía como vasallo suyo, es decir, toda la parte continental del Imperio Angevino. Por descontado, esto no significaba nada si no ocupaba efectivamente los territorios, pero eso era precisamente lo que Felipe II pensaba hacer, ahora que tenía una excusa perfecta.

Felipe II atacó los dominios franceses de Juan sin Tierra, después de haber proclamado sonoramente que el derecho estaba de su lado. Juan no tuvo más remedio que luchar, y se encontró con dificultades, pues sus súbditos ingleses eran cada vez más renuentes a embarcarse en guerras al otro lado del canal, en lo que empezaban a considerar territorio extranjero. En 1203 tuvo que acudir a liberar a su madre Leonor de Aquitania, que estaba sitiada en Mirebeau. El ejército francés estaba dirigido por su sobrino Arturo de Bretaña, y Juan no sólo liberó a su madre, sino que apresó a Arturo. Lo encarceló en Ruan y nunca más volvió a saber de él. Felipe II se apresuró a difundir la noticia de que Juan había asesinado al legítimo rey de Inglaterra, y esto bastó para que muchos vasallos de Juan se pasaran al bando del rey francés.

A continuación Felipe II puso sitio al inexpugnable Château Gaillard, construido por Ricardo Corazón de León. Usó catapultas para tratar de demoler sus murallas, arietes para tratar de abatir sus puertas, construyó túneles bajo las murallas apuntalados por vigas de madera y luego hizo quemar las vigas para minar sus cimientos, hasta envió soldados por un conducto de desagüe con la esperanza de que pudieran abrirse paso hasta el interior, pero el castillo superó las expectativas con las que había sido construido. Nada dio resultado, pero el asedio continuó inquebrantable.

Mientras tanto estaba teniendo lugar muy lejos otro asedio no menos audaz: la flota veneciana bloqueaba el puerto de Constantinopla y los cruzados se disponían a rodearla por tierra. El aspirante al Imperio, Alejo, tenía partidarios dentro de la ciudad, por lo que el emperador Alejo III optó por huir a Tracia. En agosto los cruzados entraron en Constantinopla y liberaron a Isaac II, que volvió a ser reconocido como emperador juntamente con su hijo, Alejo IV Ángelo. Sin embargo, los dos emperadores no fueron más que títeres en manos de los occidentales. Intentaron que los cruzados continuaran ahora su viaje hacia Tierra Santa, pero éstos querían todas las recompensas que Alejo IV les había prometido y el emperador tuvo que explicarles que la tesorería del Estado estaba exhausta. Los cruzados no lo creyeron, pues habían oído toda suerte de historias sobre las riquezas de Constantinopla, y se negaron a marcharse sin cobrar lo que les correspondía.

El rey de Vuk de Servia consintió en abdicar y devolver el trono a su hermano Esteban Nemanjic como resultado de una reconciliación propiciada por Sava, su otro hermano monje.

El rey Emerico de Hungría encarceló a su hermano Andrés para evitar una conspiración. Emerico llevaba un tiempo luchando y persiguiendo a los bogomilos.

En Holanda murió el conde Dirk VII y fue sucedido por Guillermo I.

El rey almorávide Abd Allah murió cuando los almohades tomaron finalmente las islas Baleares. En África, Yahyá ibn Ganiya perdió sus apoyos y se convirtió en un simple bandido. Así desaparecen de la historia los últimos almorávides.

En Japón, el shogun Yoriie abdicó en su hermano Sanetomo y poco después fue asesinado.

El rey de Angkor Jayavarman VII inició una enérgica campaña contra el reino de los shampa.

Timuyin venció a sus antiguos aliados, los qarayt, se anexionó su territorio y luego pasó a atacar a las demás tribus de la región.

Los cruzados asentados en Constantinopla eran una amenaza para los bizantinos cada vez más alarmante. Durante los últimos meses no habían ocasionado muchos problemas porque habían acogido de buen grado la posibilidad de pasar unas "vacaciones" en una ciudad tan fastuosa de la que sólo habían oído maravillas. Sin embargo, este estado de cosas no podía durar y la población estaba obviamente descontenta, no ya con los extranjeros, sino también con los emperadores que no hacían más que entretenerlos sin saber cómo resolver el problema. No tardó en surgir una facción partidaria de expulsarlos por la fuerza, y en enero de 1204 su cabecilla se casó con Eudoxia, una hija de Alejo III (el cual seguía vagando por Tracia, organizando una resistencia) y se proclamó emperador con el nombre de Alejo V Ducas. Inmediatamente se apoderó del palacio y estranguló a Alejo IV. Se dice que Isaac II murió del disgusto. Luego el nuevo emperador se dedicó a empujar a los cruzados al mar

Mientras tanto el invierno estaba acabando con la resistencia del Château Gaillard, asediado por Felipe II de Francia. Para resistir por más tiempo, los defensores hicieron salir del castillo a unas cuatrocientas personas, mujeres, ancianos y niños. Confiaban en que Felipe II los aceptaría como prisioneros, pero no fue así. Felipe II no los mató, pero no los dejó pasar. Los dejó en tierra de nadie para que los sitiados se vieran obligados a acogerlos de nuevo y sus provisiones se agotaran más rápidamente. El concurso de inhumanidad quedó en empate, pues ninguna de las partes cedió: ambas se quedaron observando cómo los desdichados morían de hambre y frío hasta recurrir al canibalismo. En marzo el Château Gaillard se rindió y esta victoria de Felipe II quebró definitivamente la moral angevina. Leonor de Aquitania murió pocas semanas después.

Volviendo a Oriente, el emperador Alejo V fracasó en su intento de repeler a los cruzados. El 12 de abril se dio por vencido y huyó junto a su suegro Alejo III. A partir de ese día la actitud de los cruzados cambió radicalmente: ya no estaban en Constantinopla al servicio de ningún emperador, sino que los bizantinos los habían traicionado y ahora iban a cobrarse con creces cuanto se les debía. Durante tres días, la ciudad fue sometida a un saqueo despiadado, sus mujeres fueron violadas, sus sacerdotes torturados, las obras de arte fueron sacadas de la ciudad, como los caballos de mármol que adornaban el hipódromo, que desde entonces están en la plaza de san Marcos de Venecia, y lo que no pudo aprovecharse fue quemado, fundido o destrozado. Santa Sofía se convirtió en el punto de reunión donde los borrachos se jugaban el botín a los dados mientras una prostituta presidía las juergas sentada en la silla del Patriarca.

La consecuencia más trágica de este saqueo (aparte del sufrimiento humano) fue que entre las "cosas no aprovechables" que los cruzados destruyeron a falta de algo mejor que hacer con ellas estaban los miles de libros distribuidos por las bibliotecas de Constantinopla. En estos libros se conservaba la práctica totalidad de la cultura griega antigua. Las demás bibliotecas importantes habían sido destruidas tiempo atrás por diversas especies de bárbaros (cristianos, germanos, árabes, etc.), de forma que el único lugar del mundo donde se conservaba íntegro el saber antiguo era Constantinopla... hasta que llegaron los cruzados. Algo se salvó, en parte porque los bizantinos lograron esconder algunos ejemplares y en parte porque, al fin y al cabo, los cruzados tampoco se pusieron a buscar libros como sabuesos. A esto hay que sumar los libros conservados en diversos monasterios y aquellos por los que los musulmanes, ya civilizados, se habían interesado en los últimos siglos y que de sus bibliotecas estaban pasando lentamente a Occidente, pero aun así, la parte conservada es mínima. Por ejemplo, hoy sólo conocemos siete obras de las cien que escribió Sófocles, y hay muchos autores, tanto en ciencia como el literatura, de los que sólo conservamos algunos fragmentos junto con algún comentario de que en realidad fueron intelectuales de primera línea. En suma, el saqueo de Constantinopla corrió un velo sobre el mundo antiguo que ya nunca podría ser levantado.

Cuando el terror empezó a amainar los bizantinos eligieron emperador a Teodoro I Lascaris,  que estaba casado con Ana, otra de las hijas de Alejo III. Sin embargo, los cruzados decidieron elegir a su propio emperador. Después de unas disputas entre el marqués Bonifacio de Monferrato y el conde Balduino IX de Flandes, triunfó éste último, que fue coronado en Santa Sofía como Balduino I, emperador Latino de Constantinopla, y obligó a Teodoro I a huir a Nicea. El Imperio de Balduino I se llamó Imperio Latino porque el idioma oficial pasó a ser el latín en lugar del griego. De todos modos, el Imperio era todavía un proyecto, pues los cruzados sólo controlaban realmente la capital. Enrico Dandolo se apoderó rápidamente de la costa oriental del Adriático, todas las islas, incluida Creta, y retuvo las dos quintas partes de la ciudad de Constantinopla. Balduino I concedió al dux el título de déspota (señor, en griego) y nombró un Patriarca de Constantinopla veneciano. Bonifacio de Monferrato conquistó Macedonia y el norte de Grecia y se erigió en rey de Tesalónica, teóricamente como vasallo de Balduino I.

Cuando Andrónico I fue asesinado por el populacho en la revuelta dirigida por Isaac II, su hijo Manuel murió con él, pero éste dejó a su vez dos hijos pequeños, Alejo y David Comneno, el mayor de los cuales tenía entonces tres años y ahora tenía ya veintidos. Ambos habían sido criados por la reina Tamar de Georgia, de la que eran parientes. Con la ayuda de su madre adoptiva, Alejo se apoderó de Trebisonda (la antigua Trapezonte) en la costa del mar negro de Asia Menor y se proclamó Gran Comnemo, Emperador y Autocrátor de los Romanos (Alejo I). Su hermano David recibió el título de Señor de Heaclea, del Ponto y de Paflagonia. En la práctica los dos gobernaron como coemperadores un modesto territorio.

"Casualmente", los desórdenes en el Imperio Bizantino acabaron con las querellas internas en el sultanato de Rum, en el que Kayjusraw I logró ser aceptado definitivamente como sultán frente a su rival Sulaymán II.

En junio el ejército de Felipe II tomaba Ruán, la capital de Normandía.

La ruina del Imperio Bizantino había supuesto también la ruina de la Iglesia Ortodoxa, y el Papa Inocencio III no dejó escapar la ocasión. Creó un patriarcado de Bulgaria y en noviembre su legado coronó a Juan II Kalojan como rey de Bulgaria (aunque ya lo era) a cambio de que éste reconociera la soberanía de la Santa Sede.

El año anterior, Inocencio III había enviado a Pedro de Castelnau como legado ante el conde Raimundo VI de Tolosa para urgirlo a tomar medidas contra los cátaros o albigenses. El conde se negó a ello, pero, comprendiendo que Inocencio III era un enemigo poderoso, decidió romper la tradicional política de enemistad de los condes de Tolosa con los condes catalanes y entabló una alianza con el rey Pedro II de Aragón, con cuya hermana Leonor contrajo matrimonio. Al rey aragonés debió de preocuparle que la herejía pudiera manchar su reputación, porque poco después marchó a Roma para ser coronado por Inocencio III y renovarle su juramento de vasallaje y empezó a hacerse llamar Pedro II el Católico. Ese mismo año se casó con María, heredera del condado de Montpellier, junto al Rosellón, que se incorporó así a la Corona de Aragón. Otra de las hermanas de Pedro II, Constanza, enviudó ese año del rey Emerico de Hungría, que fue sucedido por su hijo Ladislao III, de cinco años de edad. Su tío Andrés ejerció de regente.

El rey Alfonso IX de León aceptó finalmente el mandato de Inocencio III y se separó de Berenguela, la hija de Alfonso VIII de Castilla.

En Noruega murió envenenado el rey Haakon III, y fue sucedido por su primo Inge Boirdsson.

En Egipto murió el judío Maimónides.

Mientras tanto, el emperador Balduino I y sus vasallos tenían que enfrentarse tanto a los búlgaros, como a los turcos, como a los emperadores bizantinos Alejo I, Teodoro I, Alejo III, Alejo V y otros cabecillas que se oponían a la dominación occidental. Entre Alejo III y su yerno Alejo V surgieron fricciones que terminaron en cuanto el primero hizo sacar los ojos al segundo. Luego se lo llevó con él de Tesalia (amenazada por los búlgaros) a Asia Menor, donde finalmente Alejo V fue capturado y asesinado por los latinos. El 6 de diciembre Balduino I derrotó a Teodoro I en Poimanenon. Y, ya en 1205, lo volvió a derrotar en Adramiteo. Teodoro I consideró que su suegro Alejo III sólo le daba problemas, así que terminó encarcelándolo.

Ese año murieron el margrave de Brandeburgo Otón II, que fue sucedido por Alberto II; el duque Simón II de Lorena, que fue sucedido por Ferry I; y la condesa Juana de Borgoña, que fue sucedida por su hermana Beatriz II.

La Tercera Cruzada
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