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Descartes llevaba un tiempo recibiendo presiones de sus amistades
para que
publicara su Tratado de la luz
o, al menos otra obra que contuviera las principales ideas expuestas en
él. Consciente de que tales ideas habían despertado las
iras de muchos aristotélicos, y temeroso de que los gritos
despertaran también a los eclesiásticos, venció,
no obstante, su reticencia porque la humildad no era la virtud de la
que estaba más sobrado, y temía que la fama de hombre
sabio que ya se había ganado en muchos círculos fuera
tenida por una mera apariencia si no presentaba públicamente el
fruto de sus reflexiones. Por ello, en 1637
publicó
conjuntamente tres tratados: La
dioptrique, Les Météores y La géometrie.
La dioptrique es un tratado
de óptica y, aunque Descartes no cita ninguna fuente, en
realidad no contiene gran cosa que no se supiera ya. Destacan, no
obstante, la claridad y el orden de la exposición, que hacen que
hoy se conozcan como Leyes de
Descartes las leyes fundamentales de la reflexión y la
refracción de la luz.
Les météores
es el primer tratado sobre meteorología, que incluye muchas
afirmaciones que, no sólo son falsas, sino que el propio
Descartes podría haberse dado cuenta de ello fácilmente
si hubiera hecho algunos experimentos. Por ejemplo, ya Roger Bacon
había demostrado la falsedad de la creencia según la cual
el agua que ha sido hervida se hiela más rápidamente. Sin
embargo, Descartes escribe:
... y vemos por experiencia que el agua que se ha calentado durante cierto tiempo se hiela más rápidamente de lo normal, y la razón es que aquellas de sus componentes que pueden doblarse son eliminadas durante el calentamiento, y quedan sólo las que son rígidas.
Éste es un buen ejemplo de la "alegría" con la que
Descartes explica habitualmente todo aquello para lo que necesita
encontrar una
explicación.
La géométrie
es el más importante de los tres tratados, y del que Descartes
se
sentía más orgulloso. Muestra cómo es posible
estudiar las curvas a partir de ecuaciones algebraicas a través
de una identificación de los puntos del plano con pares de
números, sus coordenadas,
a través del establecimiento de un sistema de referencia o ejes
de coordenadas.
En realidad, estas ideas, la base de la geometría analítica, ya estaban presentes en los trabajos que Fermat había comunicado el año anterior, que incluso las superaban en muchos aspectos. Como siempre, la ventaja de Descartes residía en su preocupación de exponer todos los asuntos de la forma más clara y ordenada posible, lo que en este caso se traducía además en una notación matemática novedosa en algunos aspectos y que coincide esencialmente con la actual; mientras que Fermat prescindía de todos estos detalles. Es por ello que hoy se habla de ejes y coordenadas cartesianas en lugar de "fermatianas".
Descartes era consciente de que el trabajo de Fermat deslucía el suyo, y no dudó en atacar enérgicamente las técnicas del abogado. Se abrío una controversia en la que participaron numerosos matemáticos del círculo de Mersenne. Fermat se defendió y finalmente Descartes se vio obligado a escribir:
... viendo el último método que usted usa para encontrar tangentes de líneas curvas, sólo puedo replicar que es muy bueno y que si lo hubiera usted explicado de esta forma desde el principio, lo no habría cuestionado en absoluto.
Por otra parte, Fermat había recibido un ejemplar de La dioptrique del que no hizo
ningún comentario hasta que Mersenne le preguntó
explícitamente por él. Su respuesta fue que Descartes "iba a tientas por la oscuridad".
Además afirmó que Descartes no había deducido
correctamente su ley de la refracción, ya que estaba
implícita en sus hipótesis.
La cicloide representaba un reto interesante para las nuevas
técnicas de la geometría analítica, ya que sus
coordenadas no obedecen a ninguna ecuación algebraica. Descartes
encontró un método para hallar sus tangentes, pero Fermat
encontró otro más simple. Descartes le escribió
alabando su técnica, pero también escribió a
Mersenne afirmando que era incorrecta y que Fermat era incompetente
como matemático y como pensador.
Los tres tratados de Descartes iban precedidos
de un ensayo titulado
Discours de la méthode pour
bien
conduire la raison et chercher la vérité dans les
sciences, en el que explica cómo llegó a
cuestionarse las enseñanzas que había recibido y el
método que había seguido para determinar qué
conocimientos (originales o ajenos) podía considerar fiables y
firmemente establecidos. Disfrazando como de costumbre en ropaje de
modestia lo que en realidad era su deseo de eludir polémicas,
dice:
Mi propósito, pues, no es el de enseñar aquí el método que cada cual ha de seguir para dirigir bien su razón, sino sólo exponer el modo como yo he procurado conducir la mía.
Aunque él mismo no creyera esto, da igual, porque,
ciertamente, las cuatro reglas que da pour
bien conduire la raison son razonables, pero nada del otro
mundo: muchos hombres ya conducían bien su razón antes y
la siguieron conduciendo magníficamente bien después, sin
necesidad de leerlas. Sin embargo, en el Discurso del método hay
también muchos aspectos notables, algunos geniales, que comentamos aparte
para el lector interesado.
Los neerlandeses se
establecieron en Vietnam. El príncipe de
Orange Federico Enrique nombró
almirante a Maarten Harpertszoon
Tromp, que organizó una poderosa flota de guerra.
Ese año, Federico Enrique conquistó Breda a los
españoles,
quienes, por otra parte, tuvieron que levantar el asedio a
Saint-Jean-de-Losne, y Fernando de Austria fue alejado de París,
mientras los franceses ocupaban diversas plazas en Luxemburgo
y en el Franco Condado, aunque fracasaron en un intento de apoderarse
de la isla de Cerdeña. El duque de Rohan obligó a
España
a firmar el tratado de Milán,
por el que ésta renunciaba a su derecho de paso por el valle de
la
Valtelina.
El conde-duque de Olivares envió un ejercito a
Cataluña para defender la frontera. El rey Felipe IV
promulgó la pragmática Princeps
namque, por la que decretaba la movilización de la
nobleza catalana, pero ésta se negó acogiéndose a
los fueros, que prácticamente blindaban Cataluña frente a
cualquier injerencia castellana.
La reina Ana de Francia llevaba ya diez años desterrada de la
corte intrigando contra Richelieu, pero éste sabía
defenderse, y aprovechó la correspondencia que la reina
mantenía con su hermano, Felipe IV, para
acusarla de traición.
En Portugal estalló una revuelta contra la dominación
castellana, a cuya incompetencia achacaban que se estuviera deshaciendo
el imperio portugues en ultramar: los neerlandeses se habían
apropiado de las Molucas, estaban invadiendo Brasil y cercenaban la
larga línea de factorías portuguesas en la costa
africana, mientras los ingleses se establecían en la India.
El proyecto del arzobispo de Canterbury, William Laud, de imponer el
anglicanismo en Escocia provocó una fuerte insurrección
en el país contra la dominación inglesa.
Un comerciante de Massachusetts se granjeó el odio de los indios pequot, que vivían junto al río Connecticut, y fue asesinado por uno de ellos. Esto suponía una declaración de guerra. Una partida de indios atacó la pequeña población de Wethersfield y mató a unos pocos de sus habitantes. Como represalia, el 26 de mayo, un grupo de colonos rodeó un poblado indio y le prendió fuego, matando así a unos seiscientos hombres, mujeres y niños. Los pequots no volvieron a ocasionar problemas.
Tres años atrás, había llegado a Boston Anne Hutchinson, que
compartió las ideas de Roger Williams sobre la tolerancia
religiosa y organizó a un grupo de mujeres bajo su liderazgo que
negaban toda autoridad religiosa. Fue llevada a juicio y el 8 de noviembre se decretó su
destierro. Como no podía ser de otro modo, marchó a Rhode
Island.
También los neerlandeses de Nueva Holanda entraron en guerra contra los indios. Sucedió a raíz del nombramiento de un nuevo gobernador, llamado Willem Kief, que consideraba que matar a unos pocos indios haría que el resto diera menos problemas. Así lo hizo, pero el resto dio muchos problemas: se inició una guerra que duraría varios años. En la isla de Manhattan se construyó una empalizada como defensa contra los indios, que más adelante daría lugar a que una calle de la isla fuera llamada Calle de la muralla (Wall Street).
Suecia estaba preparándose para instalar también una
colonia en América, que se llamaría, naturalmente Nueva Suecia. Ese año
fundó la Compañía
de la Nueva Suecia, entre cuyos promotores estaba Peter Minuit,
el comprador de Manhattan.
En 1638 el ejército
francés fue rechazado de Fuenterrabía, a raíz de
lo cual el conde-duque de Olivares fue colmado de premios y honores. Dalmau de Queralt, el conde de Santa Coloma, fue nombrado virrey de
Cataluña, quien, dada la negativa de las autoridades catalanas a
suministrar soldados a la Corona, se dedicó a organizar un
ejército de mercenarios siguiendo las órdenes de
Olivares. Mientras tanto, en Castilla, se ordenó que cada
vecindario aportara un soldado por cada cien hombres, o bien que pagara
los gastos de su mantenimiento.
Seis años atrás, un joven londinense de veinticuatro
años (ahora tenía treinta) tomó la decisión
de renunciar a la carrera eclesiástica y se retiró a la
casa de sus padres para profundizar en sus estudios. Se llamaba John Milton, y en esos
últimos seis años compuso suficientes poemas como para
ser considerado uno de los mejores poetas en lengua inglesa. Destacan
su soneto sobre Shakespeare, los poemas pastoriles Arcades y Comus, y la elegía Lycidas. Ahora emprendía un
viaje por Francia e Italia, donde conoció, respectivamente, a
Grocio y a Galileo.
El duque de Sully publicó sus Memorias de las sabias y reales
economías de estado de Enrique el Grande, en las que
presenta al rey Enrique IV como inspirador de la política de
Richelieu.
Ese año murió el padre François Joseph du
Tremblay, el brazo derecho del cardenal Richelieu en política
exterior.
El rey Luis XIII se dirigía un día a ver a una de sus amantes, retirada en un convento, cuando una tormenta lo obligó a refugiarse en el Louvre, donde vivía la reina, Ana de Austria. Por lo visto, el rey no quiso cambiar de planes, y dicho encuentro fortuito permitió que, unos meses más tarde, Francia tuviera finalmente un Delfín, que fue llamado Luis.
En los Países Bajos españoles murió a los
cincuenta y tres años el teólogo Jansenio, que
dejó manuscrito su Agustinus,
un tratado que planeaba imprimir secretamente en el que fundamentaba su
herética doctrina sobre la salvación por la gracia. Su
principal seguidor era su antiguo compañero de estudios, el
francés Duvergier de Hauranne, que ahora era abad del monasterio
de Saint-Cyran. Enemigo de
Richelieu, fue encarcelado ese mismo año, pero su
discípulo Antoine Arnauld
continuó su labor de difusión del jansenismo por Francia.
Tenía entonces veintiséis años, y su hermana
mayor, Jacqueline Marie
Angélique Arnauld, ya hacía tiempo que
había
introducido el jansenismo en el convento de Port-Royal, del que era abadesa.
En los Países Bajos se editaron los Discursos y demostraciones en torno a dos
ciencias nuevas, el último tratado escrito (o, mejor
dicho, dictado, porque estaba casi ciego) por Galileo. En él
aparecen expuestos de forma organizada y rigurosa los principales
descubrimientos del genio italiano: el principio de la relatividad del
movimiento, el principio de inercia, la ley de caída de los
cuerpos, el movimiento parabólico de los proyectiles y, en
definitiva, todos los principios fundamentales de la cinemática.
El 3 de marzo el duque Bernardo
de Sajonia-Weimar vence al ejército imperial enviado en defensa
de Rheinfelden y toma la
ciudad.
Ese año llegó a América
la primera
expedición sueca, guiada por Peter Minuit. Permaneció
diez días en Jamestown y el 29 de
marzo fundó el primer asentamiento de la Nueva Suecia,
que recibió el nombre de Fuerte
Cristina, en honor a la reina.
Los suecos llevaron a América un elemento que pronto se
haría típico, al menos en las regiones más
septentrionales: la cabaña de troncos, mucho más
eficiente para conservar el calor que las casas de tablas que
construían los colonos ingleses.
También llegó a Boston un nuevo grupo de puritanos, que permaneció brevemente en la ciudad y luego marchó hacia el sur para fundar el 15 de abril la nueva colonia de New Haven.
El sultán Murat IV logró, con dificultad, tomar Bagdad
a los persas, e hizo asesinar a sus habitantes.
El 9 de agosto el ejército
imperial fue derrotado en Wittenweiler,
y el 17 de diciembre el duque
Bernardo de Sajonia-Weimar tomó Brisach,
que cortaba a los españoles la ruta del Rin. La plaza
quedó encomendada a Henri de
La Tour D'Auvergne, vizconde de Turena,
hijo menor del duque Enrique de Bouillon. Ya en 1639, los franceses derrotaron a los
españoles en varios frentes: Monferrato, Lombardía y el
Rosellón. Por otra parte, Richelieu tuvo que afrontar una nueva
revuelta, esta vez en Normandía.
También el rey Carlos I de Inglaterra tenía que hacer
frente a una revuelta, en su caso en Escocia. Creyó que los
ingleses le ayudarían a resolver el problema, pero los ingleses
estaban más descontentos con su gobierno que con las
pretensiones de independencia de Escocia. El rey sólo pudo
reunir un mediocre ejército que huyó en desbandada tras
los primeros combates. Sin saber qué hacer, llamó como
consejero a Thomas Wentworth,
el conde de Strafford.
Había defendido al rey cuando el Parlamento le presentó
la petición de derechos, y llevaba siete años gobernando
Irlanda con mano dura. Strafford trasladó a Inglaterra el
ejército que tenía en Irlanda y trató de reavivar
la lealtad hacia la Corona tomando medidas contra los puritanos. Por su
parte, los rebeldes escoceses llamaron en su ayuda a Alexander Leslie, un noble
escocés que había alcanzado el grado de mariscal en el
ejército del rey Gustavo II Adolfo de Suecia.
En la ciudad de Cambridge (en Nueva Inglaterra) se instaló la
primera imprenta (la
primera de todas las colonias inglesas en América). Como no
podía ser de otro modo, su primera
edición fue un libro de salmos (una Biblia hubiera sido menos
rentable,
ya que prácticamente todo el mundo tenía ya una).
Una expedición inglesa desembarcó en Santa Lucía, una
pequeña isla antillana, pero fue exterminada por los caribes.
Por otra parte, navegantes ingleses fundaron en la India el fuerte de San Jorge, mientras los franceses
fundaban su primer establecimiento en Senegal.
La Academia Francesa
empezó a elaborar un diccionario.
En mayo llegó al
Rosellón (el territorio catalán situado al norte de los
Pirineos) el ejército de Felipe Spínola, dispuesto a
rechazar la ocupación francesa. Los campesinos catalanes ya
estaban molestos por las presiones del virrey Santa Coloma para que se
enrolaran en el ejército real, y lo estuvieron más cuando
se vieron obligados a alojar y avituallar soldados, con los que
diáriamente se producían altercados. Por ejemplo, consta
que el alcalde de la localidad castellana de Puertollano replicó a dos
padres cuyas hijas de catorce años habían sido violadas
por unos soldados que "los soldados
no tenían culpa, que bien hacían en tomarlo donde lo
hallasen". (Y esto era en Castilla, lo que da una idea de lo que
pasaría en Cataluña, donde los soldados veían a
los catalanes como miserables cobardes traidores).
Japón se cerró a todos los extranjeros, excepto chinos
y neerlandeses, mientras continuaban las persecuciones de cristianos.
El 14 de abril, el general sueco
Banér deshizo el ejército imperial y sajón en Chemnitz y entró en Bohemia.
Dos años atrás, Étienne
Pascal, uno de los asiduos del círculo de Mersenne,
había empezado a llevar a su hijo, Blaise Pascal, a las reuniones de la
Academia. Tenía entonces catorce años y ahora, en junio, cuando acababa de cumplir los
dieciséis, presentó un papel con varios teoremas sobre geometría proyectiva, una
técnica geométrica ideada por Girard Desargues (que tenía
entonces cuarenta y ocho años) que Blaise había conocido
el año anterior. Uno de sus resultados (sobre hexágonos
inscritos en cónicas) es conocido hoy en día como Teorema de Pascal.
Ese año murió el duque Francisco Jacinto de Saboya, y
fue sucedido por su hermano de cinco años Carlos Manuel II. Su madre, Cristina
de Francia, continuó como regente.
El 18 de julio murió el
duque Bernardo de Sajonia-Weimar, cuando se disponía a iniciar
una campaña contra Austria y Baviera. Dejó a Francia sus
posesiones y su ejército.
La pértida de la Valtelina y de Brisach llevó al
conde-duque de Olivares a tratar de reforza la conexión
marítima con los Países Bajos. Para ello envió una
escuadra de cincuenta y un barcos bajo el mando del almirante Antonio Oquendo, pero el 21 de octubre fue alcanzada frente a Las
Dunas por la flota neerlandesa del almirante Tromp, que no dejó
sanos más de ocho barcos y dejó así incomunicadas
a las fuerzas españolas en los Países Bajos.
Rubens pintó uno de sus cuadros más famosos: sus
celulíticas Tres Gracias.
La noche del 7 de diciembre, sin
que se sepa muy bien por qué, Francisco de Quevedo fue arrestado
y encarcelado en el convento de San Marcos. Una versión dice que
el rey Felipe IV se encontró debajo de su servilleta un memorial
en verso escrito por el poeta que denunciaba la corrupción de la
corte. También se dice que se le acusó de espionaje para
Francia.
En enero de 1640 Felipe
Spínola tomó la plaza de Salces,
en el Rosellón, con lo que completaba la expulsión del
ejército francés. No obstante, el ejército
español permaneció en Cataluña, para prevenir otra
eventual invasión francesa, y esto hizo cundir el descontento
entre los catalanes. Además, el conde de Santa Coloma
prohibió el comercio con Francia, lo que afectaba seriamente a
los intereses de la burguesía catalana. Poco después, los
franceses se apoderaron del Artois, que formaba parte de los
Países Bajos españoles.
Las Cortes catalanas rechazaron una vez más la Unión de Armas, por la que
el conde-duque de Olivares pretendía que Cataluña
aportara soldados al ejército real.
El Papa Urbano VIII publicó Poemata,
una colección de poemas en latín.
Después de la querella del
Cid, el dramaturgo francés Pierre Corneille volvió
a la escena con dos nuevas obras, Horacio
y Cinna, que esta vez
respetaban todas las reglas aristotélicas, divinas y humanas que
se pudiera respetar.
Alexander Leslie, al frente del ejército rebelde
escocés, invadió Inglaterra. Estando en guerra con
Escocia, el rey Carlos I de Inglaterra (y
Escocia) no podía seguir malviviendo con fondos obtenidos
malamente a espaldas del Parlamento. En abril,
después de más de diez años, no tuvo más
remedio que volverlo a convocar, confiando en que la crítica
situación moderaría a los parlamentarios. Así fue:
el Parlamento concedió un subsidio de 120.000 libras, y
aprobó una normativa por la que los clérigos
debían predicar cuatro veces al año la doctrina del
derecho divino de los reyes y que los que se levantaran en armas contra
el rey serían castigados en el infierno. (No es que se aprobara
esto último, se aprobó que lo predicaran los
clérigos.)
Estas disposiciones eran un reflejo de la autoridad indiscutible de
que gozaba a la sazón arzobispo de Canterbury, William Laud.
Recientemente, había hecho cortar las orejas a un hombre que
había publicado un libro contra el episcopado anglicano. Otro
puritano, que había protestado por la liviandad del teatro, en
el que se permitía a las mujeres salir a escena, también
fue desorejado, así como un médico que compuso una
parodia de la letanía que decía: "De plagas, peste, hambre, obispos,
clérigos y diáconos, libera nos Domine".
En cuanto tuvo lo que quiso, el rey disolvió el Parlamento,
que no duró más que unos pocos días y fue llamado
el Parlamento corto.
Un médico flamenco llamado Jan
Baptist Van Helmont, investigando los vapores producidos por la
fermentación de los zumos de fruta, descubrió la
sustancia que denominó gas
silvestre (hoy conocido como dióxido de carbono). Fue
él quien acuñó la palabra gas, al parecer derivada del griego
chaos.
El 26 de
mayo se produjo una sublevación de campesinos catalanes,
que entraron en Barcelona con la complicidad de las autoridades y
liberaron a Francesc Tamarit,
encarcelado por no facilitar las tareas de reclutamiento y alojamiento.
El 7 de junio, como cada
año, se concentró en Barcelona un gran número de
segadores en busca de contratos de siega. Uno de ellos fue reconocido
como el asesino de un alguacil real, se le intentó detener y sus
compañeros se opusieron. Se originó así un tumulto
que desembocó en una
batalla entre soldados y segadores. Los segadores resultaron
victoriosos, el pueblo quedó fuera de control, las propiedades
de algunos nobles fueron saqueadas e incluso incendiadas. El virrey de
Cataluña, el conde de Santa Coloma tuvo que huir y, cuando
trataba de alcanzar una galera genovesa que le esperaba en el puerto,
cayó sobre unas rocas y murió. Era el día del
Corpus, por lo que
es recordado como el Corpus de
sangre. El presidente de la Generalidad, Pau Claris, con la complicidad de la
burguesía urbana, se convirtió en la máxima
autoridad de Cataluña y pronto entabló una alianza con
Francia. Se iniciaba así la guerra
de separación de Cataluña, también
conocida como guerra de los
segadores.
Ese año murió el príncipe elector Jorge
Guillermo de Brandeburgo, y duque de Prusia, que fue sucedido por su
hijo Federico Guillermo.
También murió el conde Enrique Casimiro I de Nassau.
El título lo conservó su hermano Guillermo Federico.
En Dresde murió a los cuarenta años un compositor y violinista llamado Carlo Farina, nacido en Mantua, autor de las primeras sonatas para violín. En el Palatinado triunfaba Biagio Marini, nacido en Brescia. Escribía sonatas para violín en las que combinaba el estilo alemán y el italiano. Tenía ahora cuarenta y tres años.
En septiembre, el ejército
de Felipe IV, conducido por el marqués de Leganés,
entraba en Tortosa y reprimía duramente el
alzamiento popular catalán.
Los franceses, dirigidos por el vizconde de Turena, ocuparon
Turín.
En vista del éxito del Parlamento
corto, el rey Carlos I de Inglaterra decidió convocar una
nueva sesión, que fue conocida como el Parlamento largo, porque, muy a
pesar del monarca, iba a durar trece años. A los seis
días de la apertura, John Pym, que recordaba la oposición
del conde de Strafford a la Petición de Derechos,
convenció
a la Cámara de los Comunes para que aprobara el encarcelamiento
del conde, acusado de alta traición. Los Comunes irrumpieron en
la Cámara de los Lores con su petición. Los Lores,
sorprendidos, empezaron a discutir el asunto cuando entro Strafford,
que fue inmediatamente arrestado y encerrado en la Torre de Londres por
los Comunes. William Laud, el arzobispo de Canterbury, no tardó
en correr la misma suerte.
Thomas Hobbes, bien conocido por su apoyo a la monarquía,
consideró que lo más prudente era abandonar Inglaterra y
marchó de nuevo a París. Por motivos similares, el pintor
Van Dyck decidió aceptar la invitación de Fernando de
Austria para sustituir a Rubens como pintor del rey Felipe IV de
España. (Cuando murió, Rubens estaba trabajando en un
encargo del rey). A estas fechas corresponde el retrato de María Ruthven, su esposa.
Portugal fue requerido a suministrar soldados para combatir la
revuelta catalana, pero, en lugar de colaborar, los portugueses
decidieron rebelarse también. El 11
de octubre, una junta nobiliaria reunida en Lisboa
ofreció el trono portugués al duque Juan II de Braganza,
nieto de Juan I, que había tratado de hacerse con el trono tras
la muerte del rey Sebastián. El duque aceptó y dispuso el
alzamiento para el 1 de diciembre.
Ese día, un gran número de hombres armados marchó
sobre el palacio real de Lisboa gritando, "Viva el duque de Braganza, nuestro rey,
Viva Juan IV". Desarmaron a la guardia, asesinaron a varios
ministros y capturaron a la virreina, Margarita de Saboya (la viuda del
duque de Mantua Francisco Gonzaga). El 15
de diciembre, el duque Juan II de Braganza fue coronado como rey
Juan IV de Portugal. Era el
comienzo de la guerra de
separación de Portugal.
En enero de 1641 las cortes
portuguesas reconocieron al nuevo rey, mientras la Generalidad
Catalana, ante el avance del ejército real y a
propuesta de Pau Claris, reconocieron como conde de Barcelona al rey
Luis XIII
de Francia. Un ejército francés
entró en
Cataluña y en febrero
infligió en Montjüic
una severa derrota a las tropas españolas.
Claris, que estaba gravemente enfermo, murió pocos días
después. Los franceses asediaron la ciudad (entonces
española) de Arras y en la campaña resultó
gravemente herido un soldado de veintidós años llamado Cyrano de Bergerac, a raíz de
lo cual decidió dejar la carrera militar.
Richelieu logró que uno de sus principales colaboradores
fuera nombrado cardenal. Se trataba de Giulio
Mazarino. Había nacido en Italia, pero dos años
atrás había obtenido la nacionalidad francesa. Desde
joven había destacado como diplomático, y había
defendido brillantemente los intereses de Francia en los conflictos
italianos sobre el valle de la Valtelina y la sucesión del
ducado de Mantua.
El duque de Medinasidonia, que tenía a su cargo el gobierno
de Andalucía, era cuñado del rey Juan IV de Portugal, y
retrasó deliberadamente el envío de tropas para combatir
la rebelión portuguesa. Más aún, la
aristocrácia andaluza lo eligió como cabecilla (o
más bien como cabeza de turco, porque no tenía muchas
luces) de una revuelta que pretendía convertir a
Andalucía en un reino independiente. Sin embargo, esta
conspiración fue abortada rápidamente. Hubo un proceso y
el duque de Medinasidonia se salvó, probablemente por su
parentesco con Olivares, y todas las culpas recayeron sobre un pariente
suyo, el marqués de Ayamonte,
que fue condenado a muerte, aunque la sentencia no se aplicó y
el marqués fue encarcelado.
En marzo, el rey Juan IV de
Portugal firmó un tratado de amistad con Francia, que
aportó una ayuda muy valiosa en la guerra contra España.
También recibió ayuda neerlandesa. Las Provincias Unidas
enviaron una flota dirigida por Michiel
Adriaanozoon de Ruyter. Eso sí, ya de paso, los
neerlandeses se apoderaron de Luanda, en Angola, con la complicidad de
la reina Anna Nzinga, que
recelaba de las ambiciones portuguesas. Como era católica,
entabló relaciones directas con el Vaticano, que le envió
misioneros italianos y españoles.
En abril, el vizconde de Turena
dirigió el asedio de Perpiñán.
El rey Carlos I de Inglaterra había aceptado el
encarcelamiento de Strafford en parte porque le pilló por
sorpresa y en parte porque pensó que nadie podía hacer
nada contra él sin su consentimiento, sin embargo, los
parlamentarios desempolvaron una antigua ley que condenaba a muerte a
todo aquel que traicionara al rey. No era difícil examinar con
lupa las actividades de Strafford como gobernador de Irlanda para
encontrar algo que pudiera calificarse de traición, aunque
difícilmente se le podría llamar traición al rey
si el rey no admitía haber sido traicionado. No obstante, los
parlamentarios plantearon un principio completamente nuevo: quien traiciona al Estado traiciona al rey,
y fue entonces cuando Carlos I empezó a preocuparse por la salud
del conde. Decidió hablar en su defensa ante el Parlamento, pero
su discurso fue nefasto: reconoció que el conde podía
haber cometido abusos y, más que una defensa, su
intervención pareció una súplica de clemencia.
Avasallado y atrapado por sus propias palabras, no pudo negarse a
firmar la pena de muerte, y el 12 de mayo
el conde de Strafford fue decapitado ante la torre de Londres.
John Milton había regresado a Inglaterra dos años
atrás, interrumpiendo bruscamente su viaje por Europa tan pronto
tuvo noticia de los conflictos en su país. Ahora publicaba
libelos como Reforma de la
disciplina eclesiástica en Inglaterra, en los que
defendía las tesis puritanas.
En Venecia, Claudio Monteverdi estrenó una nueva
ópera: Il ritorno d'Ulise in
patria.
Ese año, Carlos I casó a su hija María, de diez años,
con Guillermo, el hijo de
dieciséis años del príncipe de Orange-Nassau,
Federico Enrique.
Ese año murieron:
Los neerlandeses arrebataron Malaca a los portugueses, así
como varios asentamientos africanos donde éstos compraban
esclavos. Luego, el 12
de junio, el rey Juan IV de Portugal firmó una tregua de
diez años con las Provincias Unidas.
Frans Haals pintó otro de sus famosos retratos de grupos: Los regentes del hospital de Santa Isabel.
Descartes publicó su obra más importante, las Meditationes metaphysicae, en las que desarrolla la cuarta parte de su Discurso del método, donde aplicaba su proceso de duda metódica (es decir, de partir de cero, cuestionando como dudoso cualquier conocimiento previo, para, paulatinamente, ir aceptando sistemáticamente una verdad tras otra con la rigurosa supervisión de la razón), a un campo completamente virgen como era la teoría del conocimiento. Naturalmente, no decimos "virgen" en el sentido de que nadie lo hubiera tocado antes, lo cual sería obviamente falso, sino virgen en el sentido de que nadie lo había abordado anteriormente desde un planteamiento moderno. Están escritas en latín para evitar "que pudiese ser leído por todos, con objeto de que las mentes mediocres no creyesen que ésta [la duda metódica] es la postura que debieran adoptar".
Si no tenemos en cuenta el esbozo incluido en el Discurso del método, las Meditaciones pueden considerarse el
primer ensayo moderno sobre la teoría
del
conocimiento, lo que convierte a su autor en el primer
filósofo moderno. Las Meditaciones
siguen en
la misma línea que todos los tratados anteriores de Descartes
(exceptuado siempre lo tocante a las matemáticas): lo
verdaderamente
valioso en ellas son los problemas que plantea y los conceptos que
introduce, ya que la obra de los filósofos posteriores puede
verse como sucesivas precisiones o rectificaciones al pensamiento
cartesiano; sin embargo, las soluciones que él mismo aporta a
tales problemas son más bien lamentables, y no tardaron en
suscitar las críticas de personalidades notables, como Gassendi
o Thomas Hobbes. Pese a ello, podemos
decir que las Meditationes
metaphysicae son el primer ensayo sobre teoría del
conocimiento que sigue vigente hoy en día, en el sentido de que
de su lectura puede extraerse algo —mucho— de valor que no sea
meramente historia de la filosofía. Para el lector interesado en
los detalles, comentamos aquí algunos fragmentos.
Hobbes publicó ese año su tratado De ciue, en el que expone la
doctrina que el propio Hobbes resume de este modo:
El interés y el miedo son los principios de la sociedad, y toda moral consiste en vivir según nuestra voluntad. La religión no tiene más fundamento que las leyes del país, y toda ley depende de la voluntad del príncipe o del pueblo.
Los católicos irlandeses se unieron a la moda de las
revueltas, y los ingleses achacaron el problema a las numerosas
concesiones que el rey Carlos I había hecho a los
católicos. En noviembre,
aprovechando que el rey había marchado a Escocia para tratar de
negociar con los rebeldes, los Comunes redactaron un memorial conocido
como el Gran reproche (Grand
Remonstrance), en el que responsabilizaban al monarca de todos
los abusos de los obispos y clérigos, y que limitaba
considerablemente el poder del rey, ya que, entre otras cosas,
prohibía la recaudación de impuestos irregulares y todo
tribunal de justicia extraordinario.
Cuando volvió a Inglaterra, se encontró con un
recibimiento popular entusiasta, que le dio la confianza necesaria
para, en lugar de disolver el Parlamento, acudir ante él para
ordenar la detención de John Pym y otros cuatro diputados
rebeldes. Esto sucedió el 4 de enero
de 1642. El rey salió de palacio acompañado de su
joven esposa, que le aconsejaba que no fuera cobarde. Entró en
la capilla donde se reunían los Comunes, se sentó en el
sillón del presidente y buscó con la mirada a sus
enemigos. Cuando se dio cuenta de que éstos, advertidos,
habían huido, murmuró "¡Los
pájaros han escapado!", y abandonó la sala. Los
diputados se habían refugiado en el Guild-Hall, o palacio municipal de
Londres, y allí se dirigió el rey, sin escolta, al
día siguiente, pero no consiguió imponer su autoridad.
Dos años atrás, Galileo había diseñado un reloj de péndulo, que su hijo trataría de construir más adelante, aunque sin éxito. A pesar de su ceguera, nunca dejó de trabajar. En una carta escribió: "En mis tinieblas fantaseo sobre este o aquel efecto de la naturaleza, y no puedo, como quisiera, dar reposo a mi inquieto cerebro". El reposo le llegó el 9 de enero, cuando murió a punto de cumplir los setenta y ocho años de edad.
El 10 de enero, el rey Carlos I
de Inglaterra
decidió abandonar Londres, sin saber muy bien qué iba a
hacer. Inmediatamente después, los diputados refugiados en el Guild-Hall regresaron al Parlamento
entre aclamaciones. Los parlamentarios votaron que el Parlamento no
podía disolverse sin su propio consentimiento. En sus filas no
tardó en destacar Oliver
Cronwell, un puritano radical que costeó el reclutamiento
de un ejército de unos diez mil hombres, tan fanáticos y
disciplinados como él mismo, que fue puesto bajo el mando de Robert Devereux, el conde de Essex,
hijo y tocayo del que fuera favorito de la reina Isabel I.
Por su parte, el rey Carlos I recibió el apoyo de su sobrino Ruperto, hijo de su hermana Isabel y
del derrocado elector palatino Federico V, que tres años
atrás había sido capturado por los imperiales, pero se le
permitió marchar a Inglaterra, dado que los apuros por los que
estaba pasando Carlos I inquietaban a todas las monarquías
europeas. Tenía ahora veintitrés años, pero era un
excelente estratega. También estuvo al lado del rey George Villiers, el segundo duque de
Buckingham, que tenía ahora catorce años.
El 22 de enero, Carlos I
firmó una alianza con el rey Juan IV de Portugal.
Perpiñán cayó en poder del vizconde de Turena.
El músico Claudio Monteverdi estrenó L'incoronazione di Poppea, la
primera ópera de tema histórico, pues trata sobre los
amores de Nerón y Poppea y la muerte de Séneca.
Monteverdi muestra ya un gran dominio de las nuevas técnicas y
posibilidades expresivas del bel canto. Además de las arias
líricas y dramáticas, encontramos recitativos,
dúos y coros, así como una orquestación que se
adapta en cada momento a la personalidad de cada actor.
En los últimos años, Rembrandt había tenido que
afrontar la muerte prematura de sus tres hijos mayores, así como
la de su madre, y ahora moría también su esposa Saskia,
que lo dejaba solo con su hijo Titus,
de un año. El pintor terminaba por esas mismas fechas La compañía del
capitán Frans Banningh Cocq y el teniente Willem van Ruytenburch,
que más tarde fue más conocido como La ronda de noche, hasta que una
limpieza mostró que no se trataba de una escena nocturna, sino
diurna. Parece ser que el cuadro recibió malas críticas,
debido a que rompía con la tradición del género
del retrato de grupo: representaba una escena real, en la calle, en
lugar de una composición estudiada de personajes en posturas
afectadas. Los encargos disminuyeron y Rembrandt tuvo que recurrir a
prestamistas.
En Persia murió el sha Safí I, que fue sucedido por su
hijo Abbás II.
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