La levedad de El Saler |
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EL MUNDO, 12 DE MARZO DE 2008
La levedad de El Saler
JOSÉ LUIS RUBIO
El Saler se formó hace unos seis mil años como consecuencia de la deriva norte-sur de materiales arrastrados por las corrientes que dieron lugar a una barra sumergida que luego emergería como flecha para posteriormente quedar fijada por la vegetación como cordón dunar. Esta es la descripción técnica, que aunque ya tiene en sí mucho de atractivo por la peculiaridad azarosa de su génesis, no refleja la portentosa naturaleza de este entorno.
El Saler se basa en arenas, materiales a los que les gusta viajar más que permanecer mucho tiempo en el mismo sitio. Sin embargo parece como si a los errantes materiales que constituyen El Saler les hubiera gustado el entorno y en algún momento decidieron quedarse entre nosotros. La apuesta por permanecer no fue fácil. Primero tuvo que surgir del mar el inestable brazo de tierra que en su avance miraba hacia la montaña de Cullera. Asombra el tesón de partículas de naturaleza viajera y peregrina en estabilizarse pese a tener casi todo en su contra, como por ejemplo un mar displicente al que no le gustaría la invasión de su territorio. Parece casi milagroso que finalmente se constituyera una formación tan rica en biodiversidad y con tan amplia variedad de entornos como las dunas de primera línea, los corredores interdunares, las zonas de matorral, las depresiones salinas o mallades, y una densa y atractiva pinada. El Saler constituye un hábitat tremendamente especializado y de complejas interacciones entre vegetación, suelo, agua y salinidad. Es también la base de la creación de La Albufera. Si no existiera El Saler, no habría Albufera.
El que materiales arenosos, prácticamente inertes, den soporte a un despliegue tan notable de vida vegetal no deja de sorprender. A los que estudiamos Ciencia del Suelo, el funcionamiento de sitios como la Devesa nos deja boquiabiertos. A diferencia con los “suelos normales”, que son capaces de almacenar un enorme depósito de nutrientes, en los suelos arenosos ese depósito es la vegetación en sí misma. Funcionan como un reactor biológico acelerado en el que podríamos decir que se vive al día. Hay pocos ahorros que puedan amortiguar tiempos difíciles.
Por ello y otras muchas razones El Saler es único, es bello y es frágil. Una de sus fragilidades es ante el maltrato y el fuego. Frente al maltrato tiene muy poca capacidad de respuesta. Esto lo atestigua el todavía maltrecho estado de la primera zona dunar y de las desérticas zonas de pinada y matorral arrasadas por intentos urbanísticos.
El Saler es también muy vulnerable al fuego. El fuego es como un súbito mazazo antivida que destruye en cuestión de minutos toda una laboriosa construcción biológica, y en este caso, de delicados y finos procesos adaptativos. Su capacidad de sobrevivir al fuego es muy escasa.
En los últimos tiempos se han producido demasiados incendios en El Saler. Y además intencionados. Causa sonrojo el constatar la catadura moral y cultural de personas que tratan de dirimir sus intereses y conflictos atentando contra la supervivencia de esta leve y casi milagrosa porción de la naturaleza.
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