Agua y territorio |
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EL MUNDO, 28 DE MAYO DE 2008 - Columna 27
Agua y territorio
JOSÉ LUIS RUBIO
Una parte importante del Mediterráneo sufre escasez de agua. Según el Plan Azul de ONU, actualmente unos 30 millones de personas en la cuenca no cuentan con acceso al agua potable y las perspectivas son que hacia 2025 la situación de penuria (menos de 500 m3/persona/año) incluya a unos 63 millones.
Acabo de participar en un “Encuentro Científico sobre el Agua”, organizado por el Instituto Cervantes de Argel, con participación de autoridades y profesores universitarios argelinos e investigadores del CSIC. La situación de los recursos hídricos en la orilla norte europea es un tema preocupante y un auténtico campo de batalla político y social. Sin embargo la situación en el sur y este mediterráneo es de necesidades vitales acuciantes. En algunos países del norte de África se están realizando enormes esfuerzos para afrontar la grave escasez actual y las áridas perspectivas futuras. El esfuerzo es fundamentalmente tecnológico. Argelia, por ejemplo, ha apostado decididamente por un ambicioso y costoso plan de desalación que cubrirá la zona en torno a la capital. Libia, por su parte, también ha realizado un gigantesco plan de ingeniería, bautizado como Río Artificial, basado en masivas extracciones de aguas fósiles del desierto que son trasportadas a través de descomunales estructuras hidráulicas a la capital Trípoli y al entorno urbano de ciudades situadas en la costa.
Ambos representan esfuerzos significativos y económicamente importantes que se han podido abordar dada la riqueza en productos petrolíferos de ambos países. Sin embargo solo aportan alivio a una parte del territorio e incluyen cierto desequilibrio de concepción al basarse prioritariamente en la opción tecnológica ¿Qué pasará en Libia cuando se produzca el previsto agotamiento de acuíferos?
En la compleja y vital necesidad de disponer del líquido de la vida no existen soluciones únicas. Afrontar la penuria intrínseca de agua exige una visión integral y planteamientos transversales que cubran todo el ciclo natural hidrológico, los aspectos de uso y reutilización, la mentalización y la adecuación del uso del territorio. En ambas orillas del Mediterráneo parece haberse olvidado el rico y sabio patrimonio de siglos de adaptarse y obtener el máximo rendimiento a las inseguridades de nuestro veleidoso clima.
Por supuesto que hay que contar con la innovación y las opciones tecnológicas disponibles pero los planteamientos deberían ser holísticos, integrales e incorporando todas las opciones. Se olvida que junto a la escasez de precipitaciones éstas suelen producirse de forma dañina y torrencial. No se presta adecuada atención a las actuaciones urbanísticas. Si no adaptamos el uso del territorio, coherentemente y a escala del mínimo detalle constructivo, no podremos amortiguar, captar, disminuir la energía destructiva de las escorrentías, ni, lo que es fundamental, recargar acuíferos y recuperar capas freáticas.
Si se descuidan estas opciones seguiremos sufriendo las pérdidas ambientales, económicas y humanas de las explosivas precipitaciones que nos seguirán acompañando en el futuro y estaremos menospreciando el almacenamiento en el territorio y subsuelo como una opción, fundamental, necesaria y olvidada, de actuar sosteniblemente en el ciclo del agua.
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