Escaramujos |
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EL MUNDO, 4 DE JUNIO DE 2008 - Columna 28
Escaramujos
JOSÉ LUIS RUBIO
La rosa silvestre es la madre de todas las rosas. De ella, y de variedades similares, han derivado las infinitas y sofisticadas rosas actuales para deleite del arte de la jardinería y floristería.
El rosal silvestre es una planta que tiene las ideas claras y el empecinamiento para llegar a ser algo en los ambientes sociales del bosque mediterráneo. Se trata del entrañable, familiar y enmarañado arbusto que forma parte de la orla de sotobosque, como guardián creador y protector. Es especie colonizadora que gusta de espacios abiertos pero que también medra cómodamente a la sombra de especies arbóreas. Allí, a la primera ocasión favorable, es capaz de lanzar vigorosos chupones para cosquillear las copas de los pinares. Ofrece abundantes flores de delicados y vistosos colores que van del rosa al blanco. Posee la maestría innata de la atracción y la seducción. Ha heredado este arte desde que las plantas se inventaron la estrategia de servirse de los animales para sus necesidades primarias de polinización y dispersión de semillas. Lo hace con sus suaves flores de colores delicados. Pero como toda belleza que se precie tiene su lado oscuro. No hay rosa sin espina. El rosal silvestre se denomina Rosa Canina, aparentemente por sus espinosos garfios en forma de colmillo de perro. Así pues, atrae pero rechaza. No sabemos a qué carta quedarnos.
Cuando le hacemos una visita en la espesura de los matorrales, desde luego que se hace notar cuando, con sus espinas, se nos enreda y abraza entre piernas y torso. No se sabe si como no queriendo dejarnos pasar o como queriendo irse con nosotros. En esto de atracción siempre queda la duda. Aparte de sus adornos florales, también se hacen notar de otras maneras. Sobre todo con sus frutos que destacan como destellos impresionistas en el paisaje boscoso. Los frutos tienen un sonoro y rimbombante nombre, escaramujo, de origen incierto sobre el que no se ponen de acuerdo los especialistas. Tienen un intenso color rojo bermellón muy visible que alegran el fondo verde del entorno. Son auténticas gemas rojas del bosque, de piel tersa y brillante, muy presumidas, que les gusta llamar la atención y lo consiguen.
Toda una enorme cantidad de avifauna, mamíferos y otros animalillos están encantados con ellos. Maduran en junio y permanecen disponibles hasta el otoño. Es un manjar estratégico que proporciona alimento básico a la fauna y que también ha sido utilizado por el hombre en la fabricación demermeladas, compotas, jaleas, licores y como planta medicinal.
Las aves, muy educadas y cumplidoras, devuelven el favor distribuyendo las semillas a larga distancia para dar más opciones al nacimiento de nuevos retoños de rosal. En la naturaleza, como en la vida, frecuentemente subyace el nivel de intercambio de favores.
El escaramujo lo hace con arte. Ha de cumplir sus funciones de reproducción, expansión y protección pero nos compensa con el alarde magistral de su fruto carmesí. Bien vale la pena algún que otro arañazo a cambio de un genuino placer de los sentidos.
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