Aragnes


Capítulo xvij: De Aragnes, la qual porque fue vencida y sobrada de Pallas en el arte del texer, porque más sopo que ella, según dizen, ahorcóse.


Aragnes de Asia, mujer de baxa condición, fue fija de Idmonio Colophonio, tinturero de lana, la qual, aunque fue de baxo linaje, empero por algunas virtudes suyas deve ser enxalçada y alabada. La qual, dizen los antigos, haver inventado el uso de lino, y haver sido la primera que pensó de fazer las redes, si empero fueron de caçar aves o de pescar, no se sabe. Y como su fijo, llamado Closter, hoviesse inventado los fusos para la arte de la lana, piensan algunos que ésta en su tiempo tovo el primer logar en la arte del texer. Y que siendo mujer de gran ingenio, con los dedos, filos, aspa, telares y otras cosas necessarias para aquel officio, haver fecho lo que el pintor con el pinzel hoviesse podido fazer. Officio, por cierto, no de desechar en la mujer.

Y como no solamente en Ypheis, en donde morava y tenía su telar, mas en todo el mundo oyesse ella tener muy grande y clara fama, ensobervecióse tanto que osó contender con Pallas, inventora de esta arte; y como no podiesse suffrir con paciencia ser sobrada por otra, viendo la ventaja que le levava Pallas, ahorcóse.

De lo qual tomaron los poetas fundamiento para su ficción, ca siendo el nombre y exercicio de la araña, que es gusano, con Aragnes conforme, y aquélla cuelge del filo assí como ella colgó del cabestro con que se ahorcó, dixieron los poetas ella por disposición divina haverse transfigurado en araña, y con assiduo cuydado trabajar en su antigua arte. Otros dizen que, aunque se puso el cabestro para se ahorcar, empero no murió, sobreveniéndole la ayuda de los suyos, mas que dexó la arte y estovo en continua tristura y descontentamiento de sí misma.

Agora, si alguno hay que crea en algo sobrar los otros, ruégole que me diga, si le plaze, si la misma Aragnes, que pienso quiçá haver podido bolver y mudar el cielo y traher a sí todas las dignidades, o que Dios fazedor de todas las cosas pudo con oraciones, rogarias y merecimientos haver sido fecho tan benigno, que haya forçado su misma bondad, que dexadas las otras, abriendo el seno de su liberalidad, le haya infundido todas las gracias. Si esto pensó, loco pensamiento fue, por cierto, ca la natura buelve el cielo con eterna ley y da a todos para diversas cosas hábiles ingenios, los quales como con el ocio y pereza se fazen torpes, assí con el studio y exercicio se fazen muy claros y capaces de grandes cosas, y guiando y forçándonos la misma natura, todos deseamos conoscer y saber todas las cosas, puesto que no con una misma diligencia y ventura. E si assí es, ¿qué obsta o empeeçe para que en una misma cosa no puedan muchos ser eguales? Y por esso, estimar y pensarse uno ser solo entre tanta muchedumbre de hombres, y valer más que los otros quanto a la gloria, cosa es de poco seso y de poca discreción.

Deseara, por cierto yo, que en esto nos podiéssemos burlar de Aragnes sola, como haya infinitos enlazados de tanta locura que enxalçándose para la cahída de la loca presumpción causan que no nos podamos mucho burlar de Aragnes. Ahorcóse, como dize el propheta, el rebelde, alevoso y temerario Achitophelde, que se vido por otro vencido, ca tanta era su presumpción que luego que desechó el rey Absalón su consejo por seguir el de Chusí, amigo de David, luego dio consigo en la horca; ni menos de tanto fizo Aragnes.

Fuyan por ende los varones y damas de la temeraria presumpción, que fasta el poeta Homero truxo a la muerte, que por no tan bien responder a la pregunta de los pescadores, que dixieron: "los que no tenemos tomamos, y los que tomamos no los tenemos", de corrimiento y de enojo se vino a morir.


Johan Boccaccio, De las mujeres illustres en romance, Zaragoza, Paulo Hurus, Alemán de Constancia, 1494, fo. 24 v.