Cenobia


Capítulo c: De Cenobia, reyna de los Palmerinos. Desta reyna se cuentan cosas maravillosas, ca ella exercitó su niñez y mocedad como las amazonas en los duros trabajos de las selvas y de la caça. E después, casada otra vez, fizo muy áspera vida en el campo con su marido, faziendo guerra contra los romanos y contra las naciones bárbaras. Finalmente fue vencida por el emperador Aureliano y levada como vencida en el triumpho.

Cenobia fue reyna de los palmerinos, y fue mujer de tan excellente virtud y tan grande, dando testigo desto los libros antiguos, que en nobleza de fama es de anteponer a todas las otras gentiles. Ni fue antes della otra tan insigne en linaje, ca dizen que descendía su clara prosapia de los Ptolomeos, reyes de Egipto; empero quién fueron su padre y madre no se sabe. E dízese que ésta dende su niñez -desechados los officios mujeriles- como ya toviesse rezio su cuerpo, habitó mucho en las selvas y breñas, y que tomada y ceñida su aljava fizo gran guerra con sus saetas a los ciervos y cabras salvajes; y después como tovo más fuerças, dizen que osó abraçarse con los ossos, seguir los leones y tomar y matarlos, y traherlos como robo y caça; y sin miedo alguno yr discurriendo por los montes y lugares peligrosos, y entrar en las cuevas de las fieras, y dormir a la serena, y sobrar con maravilloso atrevimiento las lluvias, las caluras y fríos. Y que acostumbró desechar los amores y conversación de los hombres y mucho guardar la virginidad. Con las quales cosas -dexada la mollez de mujer- dizen que tan endurecida fue en la fuerça varonil que sobrava los mancebos de su edad en luchas, juegos y otros qualesquier exercicios. Finalmente, como fuesse ya de edad de casar, a consejo de sus amigos, dizen que casó con Odenato, mancebo endurecido ya en guerras y cavalgar cavallos, el qual era el más noble y principal de los palmerinos.

Esta era mujer fermosa de cuerpo, un poquito baça, ca de tal color son todos los de aquella provincia por el ardor del sol. Allende desto, ella tenía los ojos negros y los dientes blancos como la nieve. La qual, viendo a Odenato (después de tomado Valeriano Augusto por Sapor, rey de los Persas, y condemnado a suzia servidumbre, y a Galieno, su fijo, torpe y folgazano y dado a mujeres), viéndole muy inclinado a occupar el Imperio Oriental, no olvidando su dureza y trabajo de poco antes, deliberó de cubrir su fermosura con armas, y so el estandarte y bandera de su marido pelear y andar en la guerra y en el campo; y con él -tomado el nombre y arreo real, y con su andado el heredero, ayuntadas las huestes- fue con grande esfuerço contra Sapor, que se occupava anchamente a Mesopotania. Y no perdonando a trabajo alguno, vezes faziendo officio de capitán, vezes de cavallero, no solamente sobró a su marido, rezio y valiente y esperimentado en la guerra y en las armas y trabajo, mas ahun creyeron que por medio suyo y con su esfuerço se ganó y conquistó a Mesopotania; y persiguió a Sapor, tomado primero sus huestes con sus mancebas y otro despojo grande, siguió a Sapor fasta Thesiphonte.

E no mucho después trabajó con grande studio de matar a Quieto, fijo de Macriano, que so color y nombre de su padre havía entrado al Imperio de Oriente. Y como ya toviesse todo el Oriente, que pertenecía a los romanos, apaziguado juntamente con su marido, fue muerto Odenato y su fijo Herodes por Meonio, su primo hermano -y según que algunos affirman por invidia. Otros dizen que Cenobia dio su consentimiento en la muerte del heredero, y cupo en ello porque havía muchas vezes condenado su mollez, y porque diesse al rey a Herenniano y Thimolao, los quales havía havido de Odenato para que succediessen al rey. E toviendo Meonio el Imperio, algún tiempo folgó. Empero Meonio después en breve muerto y tajado a pieças por sus cavalleros, desamparada quasi la possessión y siendo vazía y sin dueño, luego esta mujer de ánimo generoso y noble codició de haver el Imperio; y ganólo para sus fijos, que eran ahún niños, toviendo los arreos de reyna y esso mismo su albornoz en los hombros. Y con el nombre de sus fijos, mucho más de lo que convenía al sexo, governó el Imperio, y no perezosa ni covardemente. Ca ni Galieno, ni Claudio después d'él, nunca osaron atentar algo contra ella; ni por semejante los egipcianos orientales; ni los de Arabia; ni los armenios; antes ellos temiendo su potencia fueron contentos de poder conservar solamente sus términos. Ca ella tovo tanta industria en la guerra y en la arte de la cavallería y del campo tanto saber, que sus huestes ygualmente la estimavan y temían. A los quales nunca fizo razonamiento alguno, sino puesto el capacete, y en el campo muy a tarde usava de carro de fusta, y las más vezes yva en cavallo, y algunas vezes a pie delante de la bandera con los cavalleros tres o quatro mil passos. Y como ella fuesse mujer muy temperada y abstinente, no hovo asco de bever algunas vezes con sus capitanes; y assí bevió con los príncipes persianos y armenios, por sobrarlos en cortesía y criança.

E fue juntamente con esto tan grave guardadora y conservadora de la castidad que no solamente se guardó de los otros hombres, mas ahun leemos a su mismo marido Odenato nunca haverse querido ayuntar sino para fazer fijos, teniendo en esto señaladamente esta diligencia: que después de haverse ayuntado una vez con él no se ayuntava otra fasta saber si havía de aquélla concebido. Y si le acahecía, no permetía que se le allegasse dende adelante fasta haver parido y purgado. E si conoscía no haver concebido, ella consentía quando el marido quería dormir con ella.

¡O loable juyzio de mujer! Asaz paresce que pensó que por otra cosa no dio la natura a los hombres la luxuria sino porque se conservassen las formas y animales con la continua innovacion de los fijos; y que el restante, como una cosa demasiada, era superfluo y vicioso. Por cierto muy ralas mujeres fallarás tales. Ésta, porque sus siervos no toviessen differencia de su pensamiento a las cosas, dentro de su casa nunca jamás o muy atarde quiso admeter sino castrados, graves en edad y costumbres.

Vivió, allende desto, a manera real y con magnífico gasto y mucha costa, usando de aquella pompa que suelen usar los reyes. Y quiso a fuer de Persia que la adorassen; y fizo los convites con tanta grandeza y magnificencia como los emperadores de Roma, usando en ellos de vasos de oro con muchas piedras preciosas, de los quales havía oydo en tiempos passados haver usado Cleopatra. Y ahunque era gran guardadora del thesoro y dinero, empero ninguno donde era menester y convenía fue más magnífico derramador que ella. E ahunque se dio mucho a la caça y a las armas, no le empacharon estas cosas que no conosciesse y supiesse las letras egiptias, y ahun aprendió las griegas de Longino philósopho, con la ayuda y socorro de las quales vio con gran diligencia y studio todas las historias latinas, griegas y bárbaras, y encomendólas a la memoria. Y no solamente esto, mas ahun se cree haver aquellas brevemente sumado. Y allende de su lenguaje, supo el de Egipto, y de aquél usó ahunque supiesse el de Siria. Y mandó a sus fijos que fablassen en latín.

E por no detener, ésta fue de tanta estima que, fallecidos Galieno Aureolo y Claudio Augusto, y creado emperador Aureliano, hombre de muy entera virtud, por vengar la injuria del nombre romano y alimpiar aquélla, y por alcançar honrra muy grande, tráxole a sí. Ca después de acabado la guerra Marco Manica y compuestas las cosas de Roma, Aureliano con muy grande studio y grande cuydado tomó la hueste de Cenobia, y faziendo muchas cosas contra las naciones bárbaras en el camino, en fin él vino con las legiones no lexos de la ciudad llamada Dinessa, cerca de la qual Cenobia sin miedo alguno se havía assentado con su hueste, juntamente con uno llamado Caba, que havía tomado por compañero de la guerra. En el qual lugar mucho y reziamente pelearon Aurelio y Cenobia de la summa de las cosas. Y a la postre, como la virtud romana y las fuerças de aquella pareciessen ser muy mayores, Cenobia dio a fuyr con los suyos; y retráxose en Palmirea, en donde luego el vencedor le puso cerco. A la qual, como algún tiempo la hoviesse con mucha diligencia defendido, no queriendo acceptar partido alguno de darse, vino a grandíssima carestia y mengua de las cosas necessarias; y no podiendo los palmirenos resistir a las fuerças de Aureliano, tomados allende desto por él los persas y armenios que venían en ayuda de Cenobia, fue tomada la ciudad a fuerça de armas por los romanos. De la qual, como fuyesse Cenobia en unos dromedarios con sus fijos y se fuesse a los persas, seguida por los cavalleros y gente de Aureliano y tomada con sus fijos, fue presentada viva a Aureliano. De lo qual no menos gloria recibió Aureliano que si hoviesse vencido a un gran y esforçado capitán y agro enemigo de la República; y aquélla guardó para el triumpho y la levó a Roma con sus fijos. Y ende, Aureliano celebró un triumpho maravilloso por vender ende a Cenobia, en el qual entre las otras cosas excellentes y dignas de memoria levó un carro, que se havía fecho fazer Cenobia para sí, muy rico de oro y de piedras preciosas, toviendo sperança de venir a Roma, no por cierto cativa mas señora del Imperio y triumphante. Delante del qual carro yva ella con sus fijos, empero con cadenas de oro echadas al cuello y a las manos y a los pies, y con la corona y vestidos reales, y cargada de perlas y piedras preciosas, tanto que ahunque fuesse rezia y de mucho trabajo muchas vezes se parava y assentava cansada del peso. E assí, acabado el triumpho, y el thesoro y su noble virtud tanbién acabada, dizen ella haver envejecido y vivido entre las dueñas romanas en hábito de mujer privada y baxa con sus fijos, en una possessión que el Senado le dio en Tíbuli, la qual mucho tiempo después por el nombre della fue dicha Cenobiana, no lexos del palacio de Adriano Emperador, el qual está en aquel lugar, el qual llamavan los moradores Concha.


Johan Boccaccio, De las mujeres illustres en romance, Zaragoza, Paulo Hurus, Alemán de Constancia, 1494, fo. 101 r y ss.