Huelga General y referente político
Juanjo Llorente (EUPV)
La Huelga General del pasado 29 de septiembre fue un éxito
de movilización de la izquierda social y política, y también logró suscitar una
amplia respuesta de los trabajadores y de amplios colectivos ciudadanos,
pese a las fuertes presiones e incluso amenazas recibidas desde la patronal,
los poderes públicos y muchos medios de comunicación, así como a las tensiones
económicas subyacentes al paro masivo y a la enorme precariedad laboral hoy
existentes.
Por todo ello, esta Huelga General constituye un hito muy
importante de nuestra historia reciente, al haber puesto fin a un largo período
de desmovilización social y abrir una nueva etapa con buenas condiciones para
la reactivación de la izquierda social y política en nuestro país y estado.
Pero esta reactivación sólo será posible, como ha venido sucediendo durante
toda la preparación y desarrollo del 29 S, manteniendo y estabilizando la
convergencia unitaria de las organizaciones de la izquierda social y política
(sindicatos de clase, partidos de izquierda, plataformas y movimientos
ciudadanos del mismo signo) en torno a un programa de objetivos concretos, como
son en este caso la derogación de la reforma laboral y del resto de medidas
antisociales impulsadas por los dos partidos mayoritarios desde las
instituciones donde gobiernan.
Por todo ello, en el día después de esta jornada que
también contó con manifestaciones muy nutridas, las movilizaciones sólo pueden
que seguir y continuar, porque los trabajadores y los sectores populares no
tenemos otra opción ni otra alternativa que luchar contra el deterioro de las
condiciones de vida y contra unos recortes de derechos sociales (trabajo digno,
pensiones y prestaciones por desempleo, servicios públicos, libertades civiles)
que siguen creciendo y que amenazan incluso la actual Constitución y estado de
derecho.
Precisamente, otra cuestión puesta de manifiesto por la convocatoria del 29S ha sido la gran diferencia entre la amplia respuesta social cosechada y el restringido eco producido en los parlamentos e instituciones políticas. Mientras los sindicatos y la ciudadanía ocupaba las calles, nuestros altos dignatarios políticos se mantuvieron sentados en sus sillones mirando a otra parte, con la limitadísima excepción de IU y de algunos partidos minoritarios.