ANÁLISIS DEL DOCUMENTO "EL CAPITALISMO ACADÉMICO Y EL PLAN BOLONIA"
Rafael Pla López
Grupo de trabajo sobre Universidad e Investigación de la Fundació d'Investigacions Marxistes del País Valencià

Encuentro correcta la parte introductoria, pero cuando empiezan a desarrollarse aspectos concretos menudean errores y confusiones que deberían corregirse antes de que dicho texto pueda ser de "utilidad para preparar intervenciones sobre el tema":

ECTS:
Segun el documento, "se traduciría en 25 horas de trabajo por crédito, que por 60 en un curso hacen 40 horas semanales de dedicación exclusiva a los estudios, con lo que convertimos al alumnado en 'estudiantes a tiempo completo' sin apenas tiempo para el ocio y no digamos ya de
compaginar los estudios con un trabajo. Por lo que vemos que se ha diseñado un modelo pensando en determinado tipo de estudiantes, que no se adapta a las situaciones ni necesidades de los estudiantes con situaciones económicas más desfavorecidas
".

Veamos: en primer lugar resulta sorprendente la afirmación de que con 40 horas semanales de dedicación a los estudios no tengan "apenas tiempo para el ocio". Suponiendo que las 40 horas se distribuyan de lunes a viernes con 8 horas diarias, habría que preguntarse a qué se dedicarían las 16 horas restantes, además de los fines de semana. Recordemos que no estamos hablando de niños, sino de personas en edad laboral, y que los jóvenes que no vayan a la Universidad y hayan encontrado trabajo tendrán normalmente dicho tiempo de trabajo.

Pero es que además no se sabe de dónde salen las 40 horas semanales. 25 por 60 da 1500 horas al año, que dividido por 47 semanas (suponiendo 5 semanas de vacaciones, que es más de lo que tienen la mayoría de los trabajadores) da menos de 32 horas a la semana (recordemos que el ECTS incluye el tiempo dedicado al estudio individual, preparación de exámenes, etc., también en período no lectivo). Si estipuláramos 35 horas de dedicación a la semana (que es lo que reivindicamos para el trabajo en general), las 1500 horas ocuparían menos de 43 semanas, con más de 9 semanas totalmente libres para el "ocio".

Una cuestión distinta es lo de "compaginar los estudios con un trabajo". Pero de lo que se trata precisamente es de que no tengan que compaginarse, para lo cuál reivindicamos un sistema generalizado de becas-salario. Por otra parte, desde el Ministerio, siguiendo alguna de las orientaciones de la Declaración de Londres, se está planteando como alternativa la figura del estudiante a tiempo parcial que cursaría menos de 60 créditos al año. Esta figura puede ser interesante para trabajadores que deseen ampliar estudios sin abandonar su puesto de trabajo, pero no debería ser nuestro modelo para los jóvenes que se incorporan a la Universidad, que deben de tener la posibilidad de dedicarse plenamente a sus estudios sin depender de la familia ni de un trabajo extrauniversitario.

Por otra parte, habría que preguntarse cuándo un estudiante "normal" ha podido superar regularmente todas las asignaturas de un curso con una dedicación menor de la que se plantea ahora en el ECTS, que lo único que hace es contabilizar de forma "transparente" el tiempo de dicha dedicación.

Por ello, habría que evitar también argumentos como el que se plantea en las diapositivas, de que ahora se quiere hacer pagar a los estudiantes el tiempo dedicado al estudio en casa. Ello puede ser descalificado fácilmente como demagógico, dado que el crédito ECTS sigue incluyendo un mínimo de 10 horas lectivas, y por lo tanto se sigue pagando por el mismo o más trabajo del profesorado. Pero lo que habría que hacer es darle la vuelta al argumento: en la medida en que el ECTS saca a la luz el trabajo estudiantil antes ninguneado, vinculado a un aprendizado centrado en el estudiante, nos carga de razón para nuestra propuesta de que en vez de pagar por estudiar se cobre por ello.


"Licenciaturas" y Masters: según el documento "el problema es que la unificación de todos los títulos “se hará rebajando el nivel de las licenciaturas, y luego nos obligarán a pagar la especialización a precio de máster”, como afirmaba un miembro del mayoritario Sindicato Nacional de Estudiantes (NUS) de Reino Unido".

En primer lugar resulta sorprendente que se cite como fuente autorizada sobre "las licenciaturas" a un estudiante del Reino Unido, dado que es dificil saber de qué está hablando realmente: previamente a Bolonia, en el Reino Unido no había "licenciaturas", sino otras titulaciones. Precisamente uno de los problemas que pretende abordar el Proceso de Bolonia es la heterogeneidad de la estructura de titulaciones en los distintos países europeos, por lo que la "traducción" de los nombres de las titulaciones hay que tomarla con grandes reservas.

Centrándonos en España, el mismo sentido tendría decir "rebajando el nivel de las licenciaturas" como "subiendo el nivel de las diplomaturas": ninguno. El Grado no es una licenciatura acortada (al margen de que actualmente hay ya muchas licenciaturas de 4 años) ni una diplomatura alargada, sino una titulación nueva, de un nivel intermedio entre ellas. El problema realmente está en el pago de precios elevados para el Postgrado, a lo cuál debemos oponernos enérgicamente.

Pero la expresión "a precio de máster" es confusa aplicada a España (otra cosa es el sentido que tenga en el Reino Unido), dado que los precios (que consideramos excesivamente elevados, recordando además que nuestro objetivo es la gratuidad) del nuevo Postgrado-Master son en general notoriamente inferiores a los de los "Masters" preexistentes.

Algo de eso apunta el documento, pero punteado de afirmaciones incorrectas sobre los Masters. Por una parte afirma que "estamos hablando de los reconocidos por el Ministerio. Pero las universidades podrían ofrecer sus propios másteres que, naturalmente, serían más caros", como si previamente al proceso de Bolonia no los ofrecieran. De hecho, es desafortunada la confusión terminológica sobre los Masters (de la que es responsable el Ministerio, y no el autor del documento), en tanto que se utiliza la misma denominación para estudios de naturaleza muy diferente: los anteriores Masters que no daban lugar a una titulación regulada, y para los que al no estar subvencionados, en general, había que pagar el coste íntegro, y los Masters regulados para la obtención de una titulación oficial de Postgrado, sometidos a precios públicos igualmente regulados. Lo razonable sería que si se adopta la denominación de Master para los estudios oficiales de Postgrado se prohiba la utilización de dicha denominación para otro tipo de estudios para evitar confusiones.

Por otra parte, el documento afirma que "Actualmente, los másters, como ciclo, no están reconocidos por el MEC", lo cual tampoco es cierto así formulado. Lo cierto es que la reforma de los estudios universitarios se ha comenzado, por así decirlo, por el tejado, de modo que antes de que se establecieran y cursaran los Grados se han puesto en marcha Masters reconocidos por el Ministerio (antes el MEC, actualmente el MCI) para la obtención de un título oficial de Postgrado.

En todo caso, y más allá de que contenga formulaciones incorrectas, estaríamos de acuerdo con el fondo de lo que se plantea, es decir la denuncia de los precios elevados para el Postgrado-Master. Ante lo que es necesario plantear nuestra alternativa de precios asequibles tendiendo a la gratuidad, además de asegurar ayudas para el mantenimiento de quienes cursen tales estudios, haciendo así realidad también para el segundo ciclo el principio contenido en las declaraciones de Bergen y Londres de que todo estudiante pueda completar sus estudios sin obstáculos relacionados con su origen socioeconómico.


Préstamos-renta: el documento habla de una oferta del MEC para 2007 "de préstamos-renta de 15.000 euros para cursar máster de dos años, que el alumnado devolverá (con sus respectivos intereses) “cuando la remuneración laboral del estudiante alcance un mínimo fijado”."

Bueno, en primer lugar no es cierto que los préstamos se hayan de devolver "con sus respectivos intereses", dado que se concedían y se siguen concediendo a interés cero. Y en segundo lugar, y dado que el documento está fechado en 2009, habría que aclarar que el nuevo MCI ha cambiado en 2008 las condiciones de los préstamos del ICO respecto a los del anterior MEC, de modo que actualmente ya no es cierto que su devolución sólo se prevea cuando la remuneración alcance un mínimo, que era el correspondiente a la renta media de 1300 euros al mes (cosa que, al margen de que criticáramos los plazos de devolución por considerar que debía hacerse de forma fuertemente progresiva en función del exceso sobre la renta media, era socialmente justo: si un titulado se lucra como consecuencia de unos estudios pagados por la sociedad, obteniendo retribuciones superiores a la renta media, es justo que devuelva a la sociedad por lo menos parte de lo que ésta ha invertido en sus estudios; recordemos que si hay personas con rentas superiores a la media es necesariamente porque hay otras con rentas inferiores a la media...).

Con las nuevas condiciones fijadas por el MCI, lo único que hay es un período de carencia para la devolución del préstamo de entre 5 y un máximo de 10 años en caso de que no se haya superado la renta mínima fijada. Pero a partir de los 10 años la devolución debería realizarse en cualquier caso, y completarla en no más de 20 años en total, con independencia de la renta (es decir, se tenga o no dinero para la devolución). Por ello, dichos préstamos hipotecan el futuro de los y las actuales estudiantes, y deben ser rechazados sin paliativos ni mezclarlo con los juicios sobre unos eventuales "préstamos-renta" que propiamente no son.


Financiación pública y privada:
el documento repite una afirmación de Carlos Fernández Liria según la cual "la financiación pública se subordina a la previa obtención de “fuentes de financiación externa”, es decir, privadas". Resulta complicado rastrar el origen de dicha afirmación, que se repite a menudo como dogma de fe, dado que no se fundamenta ni en las declaraciones del Proceso de Bolonia ni en el por otra parte neoliberal documento Estrategia Universidad 2015 del MCI. Rastreando su origen, éste parece estar en un informe del 2007 de la Comisión de Financiación del Consejo de Coordinación Universitaria, que propone entre otras cosas la "Dotación de un fondo de financiación de gastos generales inducidos por la actividad de I+D+i de las universidades, proporcional a los proyectos públicos competitivos (europeos, estatales y autonómicos) y los contratos conseguidos por las universidades en función de los importes liquidados anualmente por cada institución y librados directamente a las mismas". De modo que lo que se "subordinaría" a las "fuentes de financiación externa" (los contratos) sería sólo una parte de la dotación, dado que lo que se llaman "proyectos públicos competitivos" son, como su nombre indica, públicos, y el término "competitivos" hace referencia a que se obtienen compitiendo frente a otros proyectos ante convocatorias de financiación de diferentes instituciones públicas. Pero es que además dicha "Dotación de un fondo de financiación de gastos generales" viene seguida por otro epígrafe que dice simplemente "Financiación básica de las estructuras de investigación universitarias, a partir de un nivel de calidad y actividad acreditadas".

Resumiendo: es simplemente falso que no se pueda obtener financiación pública sin la previa obtención de financiación privada. Dicha errónea afirmación proviene posiblemente de una mala comprensión del texto citado. Pero es que además el informe en cuestión aclaraba antes de qué se trataba: "cobertura de los costes estructurales (excluidos los del personal académico) en los que incurren las universidades al desarrollar la actividad de I+D+i", cosa que se justifica en que la aportación externa "no cubre los gastos generales que induce el contrato en la institución". Es decir, dicha dotación no es para otras actividades (cuya financiación viene por otros apartados), sino para cubrir los costes no pagados de los contratos.

De modo que esa afirmación errónea, producto de una mala comprensión, encubre algo mucho más grave: que la apropiación privada de los resultados de investigaciones derivadas de contratos se beneficia además de la subvención pública de sus costes generales. Es decir, no es que el dinero privado sostenga las Universidades (públicas), sino que los beneficios privados se aprovechan de fondos públicos, en la línea de la habitual socialización de costes y privatización de beneficios. Y eso precisamente es lo que hay que denunciar.


Educación humanista y profesional: sobre este tema es donde es más grave la confusión que subyace en el documento, más allá de errores de detalle. El problema de fondo es que confunde la adaptación al mercado y la adaptación a las necesidades del desarrollo de las fuerzas productivas, englobándolo además todo en el infamante título de "neoliberal".

Curiosamente, el documento sostiene que "El papel público de la educación como campo de entrenamiento para la democracia y para la ciudadanía democrática se ha pasado a considerar como un despilfarro del gasto público", ignorando aparentemente lo que afirma la Declaración de Londres sobre que "Las políticas de educación superior deberían enfocarse a maximizar el potencial de las personas en cuanto a su desarrollo personal y su contribución a una sociedad sostenible, democrática y basada en el conocimiento" (apartado 2.18 en http://www.eees.ua.es/documentos/2007-comunicado-londres.pdf ). Puede cuestionarse que la política del Gobierno Zapatero-Garmendía se base en dicho principio, pero no pasar por alto lo que ahí se dice.

Pero el documento afirma: "En este modelo neoliberal la función social asignada a la educación se centra en su apoyo al crecimiento económico, su aportación a la competitividad empresarial de las industrias nacionales, la formación para el trabajo y la capacitación para el desarrollo tecnológico". Sólo desde la confusión señalada entre mercado y desarrollo de las fuerzas productivas se entiende que considere como propio del modelo neoliberal el que la educación se centre en "la formación para el trabajo y la capacitación para el desarrollo tecnológico".

En esa misma línea afirma: "Las inversiones en la educación y los currículos deben ser pensados de acuerdo con las exigencias del mercado y como preparación al mercado de trabajo. La persona trabajadora “flexible” y “polivalente” constituye así la referencia del nuevo ideal pedagógico". La confusión es morrocotuda. Hemos criticado justamente el que los currículos pretendieran adaptarse a "las exigencias del mercado", explicando que tales exigencias son a corto plazo, en tanto que la formación universitaria, que requiere de 4 a 6 años para completarse, necesita de una perspectiva a largo plazo: si se hiciera de otra forma, transcurrido el período de tiempo necesario para la formación de un titulado universitario las exigencias del mercado habrían cambiado, con lo que sería inevitable el desajuste entre tales exigencias y la formación recibida.

Pero el problema es, naturalmente, distinto con las necesidades vinculadas al desarrollo de las fuerzas productivas, dado que dichas necesidades hacen referencia a períodos notoriamente más prolongados que las exigencias a corto plazo del mercado (cosa que, por cierto, apunta a la relevancia del sector público para dicho desarrollo). En particular, la revolución científico-técnica, al generar un rápido desarrollo de las tecnologías, es precisamente lo que requiere una formación flexible y polivalente de los trabajadores. Precisamente porque las técnicas específicas pueden haber cambiado a lo largo del período de formación, y con seguridad lo harán a lo largo de la vida laboral, es esencial que la población trabajadora adquiera elevadas capacidades creativas, de investigación e innovación (y señalemos además que para potenciar dicha creatividad es fundamental también la formación humanística, en contra de las suposiciones de que ésta no sería funcional para el desarrollo tecnológico).

Pero para el documento, todo lo que sea fundamentar la cultura y la educación en el desarrollo económico y tecnológico parece ser "neoliberal". Puestos a bucear los orígenes de tal enfoque, y dada la abundancia de referencias externas al Proceso de Bolonia propiamente dicho, podríamos retrotraernos al siguiente texto: "en la producción social de su vida, los hombres contraen determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción, que corresponden a una determinada fase de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la superestructura  jurídica y palítica y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social. El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social, política y espiritual en general. No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia."  Siguiendo la argumentación del documento habría que calificar a dicho texto de neoliberalismo rampante, pero hay un pequeño problema: fue escrito en 1855, y forma parte del Prólogo de Karl Marx a su "Contribución a la crítica de la economía política" ( http://www.ucm.es/info/bas/es/marx-eng/oe1/mrxoe115.htm ).

En la misma línea se contrapone "la transmisión de conocimientos como un valor en si mismo" con la adquisición de competencias "prácticas". ¿Qué decir entonces de la afirmación de que "El problema de si al pensamiento humano se le puede atribuir una verdad objetiva, no es un problema teórico, sino un problema práctico. Es en la práctica donde el hombre tiene que demostrar la verdad, es decir, la realidad y el poderío, la terrenalidad de su pensamiento. El litigio sobre la realidad o irrealidad de un pensamiento que se aísla de la práctica, es un problema puramente escolástico", que es precisamente la segunda tesis ded Marx sobre Feuerbach ( http://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/45-feuer.htm )?

Naturalmente, no hay ninguna obligación de compartir las posiciones marxistas, ni en Izquierda Unida ni en la Universidad. Pero lo que no sería de recibo sería confundir marxismo y neoliberalismo.

El documento, con todo, coincide con Marx en la existencia de una "sociedad de clases", pero no saca las conclusiones correctas de ello. Así, afirma "La educación humanista, por muy ilusoria que haya podido ser su pretensión a la universalidad en una sociedad de clases, se proponía como meta la emancipación intelectual y, como referencia ideal, un ser humano completo para quien el trabajo no constituía la exclusiva ocupación de la vida. Este ideal se ha quebrado en la era neoliberal." Pero la "educación humanista" de la que habla fue siempre, precisamente, una educación de clase. La Universidad cumplía una función de reproducción ideológica de la clase dominante, de reproducción de sus élites como parte de su proceso de dominación de clase, efectivamente muy alejada de cualquier pretensión de "universalidad". Lo que quiebra dicho "ideal" (burgués) no es "la era neoliberal", sino el desarrollo de las fuerzas productivas que requiere un elevado número de trabajadores altamente cualificados, dando lugar a la masificación de la Universidad que en España se produce a lo largo de las décadas de los 60 y los 70. El desajuste de las estructuras universitarias y de sus titulaciones no era con los requerimientos a corto plazo del mercado, sino con un proceso de transformaciones económicas de mucho más largo alcance. Por ello no es extraño que desde diversos ámbitos se planteen requerimientos de adaptación para superar dicho desajuste. Naturalmente, tales requerimientos están teñidos por la ideología y los intereses de clases de quien los formula, pero es esencial deslindar entre dicho "tizne" burgués o neoliberal y las exigencias de fondo que subyacen. Pues de lo que trata, en definitiva, es en última instancia del paso de una Universidad de formación de la burguesía a una Universidad de formación de la clase trabajadora.

NOTA: el profesor Enrique Javier Díez Gutiérrez ha publicado en el "Público" del 27 de marzo un artículo con una redacción más ajustada que evita la mayoría de los errores arriba indicados. Me remito por tanto a dicho artículo y a los comentarios al mismo para la continuación del debate.