Por fin han empezado a pagar lo que debían. Han sido muchos años,
demasiados, de pegarse contra el muro de la incompetencia, de la desvergüenza
y de la más abyecta desfachatez. Muchas reuniones -con el anterior
equipo, el actual no ha tenido a bien sentarse a hablar del tema ni una
sola vez-, demasiadas, teniendo que aguantar patéticos intentos
de demostrar la cuadratura del círculo, cuando no amenazas y chantajes
más o menos veladas -"si os empeñáis en cobrar, la
Universidad no podrá pagar la luz" o "no podrá contratar
ayudantes", "si no renunciáis a esta parte de lo que os toca, tampoco
cobraréis esta otra", "si no os conformáis con lo que os
damos, tendréis que presentar otro Contencioso y no cobraréis
en años" (aberración jurídica donde las haya porque
se trataba de una ejecución de sentencia cuyos criterios había
ya establecido clarísimamente la Sala, tal y como se ha puesto de
manifiesto, y que muestra el talante de alguno de los interlocutores).
Han sido muchas las miradas conmiseratorias y demasiados los insultos,
desde cabezotas hasta peseteros e insolidarios. Ante lo cual, me gustaría
recordar que de lo que aquí estamos hablando es de una transitoria
de nuestros Estatutos que trataba de hacer realidad una reivindicación
tan antigua como justa: "a igual trabajo, igual salario". Ya sé
que no corren buenos tiempos para este tipo de planteamientos y que si
hoy te atreves a mantenerlos corres el riesgo de que te cataloguen de anticuado
e iluminado, pero pretender desacreditarlos por insolidarios me parece
el colmo de la caradura. Y quede claro que si, al final, se disparó
el coste de la aplicación de la transitoria no fue por culpa de
los afectados, sino, en primer lugar, por la manifiesta incapacidad de
los sucesivos equipos rectorales para establecer un diálogo fluido
con los afectados, -lo cual provocó una progresiva radicalización
de nuestros planteamientos, hasta llegar a la famosa Asamblea con el anterior
Rector en la que se determinó que tanta tomadura de pelo no tenía
mas solución que el pago de la deuda hasta la
última peseta-, y, en segundo lugar, por el retraso en hacer
frente al pago, lo que produjo la aparición de una considerable
cantidad en concepto de intereses, que, precisamente ahora, se nos acaba
liquidando.
No obstante, queda en el aire una cierta sensación de impunidad
respecto de la actuación de aquellos cuya pésima e irresponsable
gestión le ha supuesto a la Universidad un desembolso en concepto
de intereses de más de 162 millones de pesetas, casi el 45% del
principal adeudado. Pero aquí nunca pasa nada, “la Universidad va
bien”. Sin duda, se trata de dinero público.
En todo caso, me gustaría aclarar que lo que ahora se nos ha
empezado a pagar no son "los intereses de los intereses" -esa es una falsedad
miserable que los diferentes equipos rectorales difundieron para
hacernos pasar por desalmados que no tenían el más mínimo
reparo en buscar excusas para esquilmar los pobres fondos de la institución
e "impedir así nuevas contrataciones"-. Lo que está empezando
a pagar la Universidad es la parte de los intereses establecidos por la
sentencia que, por una mezcla de incompetencia, primero, y mala fe, después,
no pagaron en su día y se negaban a reconocer posteriormente. Por
tanto, lo que hemos conseguido después de varios años es
que se cumpla en su
integridad la sentencia.
Pero bueno, todas las zancadillas son ya historia. No han tenido más
remedio, aunque haya tenido que ser a golpe de auto judicial, que reconocer
que la razón nos asistía, que no éramos unos locos
furiosos
que estuviéramos exigiendo lo que no era más que fruto
de nuestras alucinaciones, sino trabajadores exigiendo a la empresa que
cumpla con las obligaciones derivadas de una sentencia judicial. El pago
es,
obviamente, un reconocimiento implícito de ello, reconocimiento
que yo quiero hacer explícito en estas líneas. La vida, aunque
sólo a veces, aporta también estas pequeñas satisfacciones
personales.
Lo que quedaría por establecer es lo que tendríais que
hacer los que todavía no habéis cobrado. Hay quien me ha
planteado la posibilidad de una acción colectiva, pero creo que
no tendría sentido. En principio, y de esto ya informé en
la última reunión del Claustro, precisamente con la idea
de que los claustrales informaran a los afectados de sus centros, existe
una resolución judicial -¡de 23 de julio de 1996!!!- en la
que se establece que lo que se determinara al respecto de nuestra reclamación,
era válido para el resto de los 250 recurrentes. Lo que pasa es
que, una vez más, la Universidad ha ignorado una resolución
judicial y no ha realizado el pago más que a las tres personas que
hemos
mantenido la pelea estos últimos años. Por tanto, lo
que habría que hacer es presentar individualmente escritos dirigidos
a la Sala en los que se haga referencia a la resolución que nos
afecta a nosotros y en
donde se reclamen las cantidades concretas para cada uno. Ello generaría,
casi automáticamente, resolución de la Sala ordenando a la
Universidad el pago. El escrito, muy breve, y la cantidad que os
corresponde a cada uno -la cantidad media que se adeuda es de unas
200.000 pesetas por recurrente- os los puedo proporcionar yo. Sólo
me hace falta que me deis los nombres y apellidos, junto con la dirección
de correo electrónico, y os enviaría los datos por esta misma
vía. Es importante que me enviéis la dirección para
no tener que volver a realizar otro envío indiscriminado, o casi,
como éste.
Por último, advertiros a los que tengáis que cobrar que,
en una nueva demostración de “brillante gestión de la cosa
pública”, al abono de la cantidad adeudada, que como sabemos procede
única y exclusivamente de intereses, se le ha practicado la retención
del IRPF. Lo hicieron ya cuando cobramos la vez anterior y se les explicó,
mediante informe de la Agencia Tributaria, que tal procedimiento era absolutamente
impropio, que no pueden realizarse retenciones sobre los intereses de una
deuda como si se tratara de ingresos por el trabajo. Pero han vuelto a
hacerlo. E inmediatamente surge una duda: si no deben realizarse esas retenciones,
¿dónde está lo retenido?. Antes o después,
el Tribunal Económico-Administrativo nos lo acabará aclarando.
De momento nada más. Quedo a la espera de vuestras noticias y
a vuestra disposición por si os surge alguna duda.
_____________________________________________________________________________
Fernando Soler Alvarez
Departament de Filosofia
Universitat de València
mailto:solerf@uv.es